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Poesía Reunida + Ensayo Digital Animado

Published by santiagocampi123123, 2021-06-09 16:39:59

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CLAUDIO SIMIZ Poesía Reunida 1980-2017 Con estudio crítico de Silvia Rivas

Simiz, Jorge Claudio Poesía reunida : 1980-2017 / Jorge Claudio Simiz. - 1a ed. - Banfield : R y C Editora, 2021. Libro digital, DOC. Archivo Digital: descarga y online ISBN 978-987-8457-14-7 1. Poesía Argentina. 2.Antología de Poesía. I. Título. CDD A861 ISBN 978-987-8457-14-7 Hecho el depósito que indica la Ley 11.723 Impreso en la Argentina Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna, ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopias, sin permiso previo del editor y/o autor.

CLAUDIO SIMIZ POESÍA REUNIDA (1980-2017) Prólogo RAFAEL FELIPE OTERIÑO Estudio Crítico SILVIA RIVAS 1

BIOGRAFÍA DE CLAUDIO SIMIZ PRÓLOGO de RAFAEL FELIPE OTERIÑO POESÍA REUNIDA (1980-2017) Celda Evangelio de bolsillo Los míos La mala palabra De pura chapa y otros versos No es nada Tríadas Tríadas II Actas del naufragio Tango Café con lluvia SOBRE LA POÉTICA DE CLAUDIO SIMIZ Análisis crítico y claves de lectura Por Silvia Rivas 2

Compromiso y solidaridad en la poesía de Claudio Simiz Por Rafael Felipe Oteriño Y hay algo más, una pequeña cosa más C.S. Claudio Simiz sabe que la poesía y, de su mano, el poema son instrumentos de observación. Que a veces tienen la función del ojo, que ve, mira, retiene, descubre; y otras, el vigor del catalejo que, a través de sus cristales, logra captar lo secreto, lo silencioso, lo callado. Que en todos los casos procura reintegrar a la conciencia la parte oculta del mundo y de nosotros mismos. Por eso, a la poesía se le atribuye la potestad de ser un modo de conocimiento. Pero lo sobresaliente es que la poesía también es abrazo, cobijo, amparo y, a la postre, recapitulación, ya que el contacto con ella nos devuelve la certidumbre de que no estamos solos. Que hay otra persona que siente y debate como nosotros y que, para expresarlo, elabora piezas verbales –los poemas- que se convierten en citas y lugares de encuentro. La poesía de Simiz es toda ella un lugar de encuentro: con el lector, en su condición de destinatario; con el autor, en el papel de mensajero; con lo improbable que anida en las relaciones humanas. Como se trata de un escritor comprometido con la criatura humana, no hay asunto, elemento o suceso que le esté vedado a su atención. Observa, analiza, pregunta, descubre. La lectura de sus poemas abre, de este modo, un intervalo de alerta y de participación. Sin elevar la voz, valiéndose de un equilibrado tono meditativo, con la claridad de imágenes confidentes y su probada maestría verbal, hace que los variados hechos de la vida -ya sea el propio acto de escribir o el paso de los días marcando el compás de nuestra temporalidad-, sean menos episodios de la crónica social que radiografías y destellos de la condición humana. 3

En cualquiera de los casos, opera en el poeta la decisión de arrojar un poco más de luz sobre los hechos y las cosas, juzgando a las personas del modo más cabal e irrefutable: mediante el acto de poner de relieve lo que, de ordinario, por sus urgencias, la propia vida soslaya. No violentando, pero sí denunciando. Como en aquel poema de Szymborska sobre el ataque a las torres gemelas, en el que, ante la fotografía de los heridos que saltaron desde los pisos en llamas, la autora apunta: “Solo dos cosas puedo hacer por ellos: describir ese vuelo/ y no decir la última palabra”. Porque Simiz no pierde vista que su labor se cumple en el dominio del arte, fuera de formular, asimismo, y de exponer los grandes y pequeños interrogantes, sin que pierdan la temperatura emocional que escapa de las redes de la historia. En un poema puede denunciar la orfandad de un niño en una ruta; en otro, describir el crecimiento y los albores de los hijos; en el siguiente, la épica del esfuerzo y la ilusión: “están los días,/ el fulgor inquietante/ de sus líneas en blanco,/ su implacable inocencia…” (“Los días”). Y así construye, verso a verso, una poesía de desvelos, que refrenda la condición de constituirse –como digo- en un arte del conocer que se convierte, al cabo, en un modo de participar de lo existente. Con su sintaxis limpia y la modulación que exige lo poético para no ser la mera sucesión de líneas quebradas sino la conjugación del verso –unidad rítmica, semántica y formal-, Simiz parte de sucesos diarios –lo que se da en llamar “la realidad de lo cotidiano”- y los eleva, mediante sucesivas mudanzas, a la dimensión de significado. Eso es lo que expresa su poesía: el instante en que la vida humana se descubre en su condición de advenimiento. “Estoy aquí”, parece decir: este episodio es tu imagen; este accidente, tu lugar”. Así recupera para la poesía la condición de ser el ámbito donde la persona humana expone sus suertes y revela su identidad. No la “estética abstracta”, juegos retóricos, gracejos y alardes que 4

Borges apostrofó por su efecto simplificador de la realidad, sino la “página en blanco que compromete el porvenir”. No la descripción del paisaje ni la percepción de circunstancias, sino, antes bien, el conjunto de valores que están escritos en el corazón del hombre. Porque sabe frágil a la criatura humana, la nombra; porque la sabe amenazada, la anima, poniendo de relieve cuáles son sus amenazas y hacia dónde apunta su esperanza. De este modo, Simiz ha ido ampliando su horizonte de expectación, lo que no empaña –de manera alguna- su apuesta por la luz. Se ha ido comprometiendo más y más con la herida de esta criatura que es el objeto de sus desvelos, haciendo que lo que tuviera, en sus inicios, el primor del develamiento se convierta luego en acción reflexiva y más tarde en puesta en acto (“Tengo una cita con la esperanza”, dirá para fijar el contenido de ese encuentro). Como en un friso se observan los sitios de su mirada: la piel, el hombre, los comunes afanes, las pródigas ilusiones. En el poema “La piel”, por ejemplo, antepone la piel a lo que sería “la sabiduría del corazón”, que prefiere no saber nada y, ciego y sordo, simplemente, late. Señala que la piel, en cambio, guarda “las cicatrices de la verdad”, “los guijarros del día”. Esto es, la huella de la vida vivida. Y si en la piel está representada la subjetividad, vemos que, en sentido complementario, pero asimétrico, en el poema “El acróbata” expone el afuera –lo “abierto” rilkeano- como desafío: la peripecia, el aire que nunca será apropiado, pero que es y será el escenario de las proyecciones humanas. El poema “Barrilete de cartón” es una apoteosis de la infancia: llueve, el padre se ha olvidado de comprar el papel, el viento no es propicio entre las cuatro paredes del cuarto, pero el hijo se da a la tarea de remontar su barrilete de cartón, sin prestar atención a dichas limitaciones. Contra toda realidad, lo hace volar con su mirada, dándole una lección al padre. Y el barrilete vuela, vuela. ¿Quién puede negarlo? De este modo plural y sostenido, la 5

poesía de Claudio Simiz nos ayuda a pronunciar la palabra que falta. Esa palabra que a lo largo de los tiempos y de las historias busca construir un humanismo -tantas veces reclamado como resistido- que tiene su centro en la persona física individual. Y en el que, para su configuración, juegan papel tan fundamental las miradas del cronista, del poeta, del comunicador social y del educador. Extremos todos estos reunidos –con pasión y autoridad- en su ética de escritor. 6

PALABRAS PREVIAS Buscar no es un verbo sino un vértigo, escribió Alejandra Pizarnik. Sentencia o destino que todo buscador habrá de confirmar; experiencia que nos construye ante el mundo y ante nosotros mismos. Y que nos identifica, y que nos refleja ante otros buscadores, a través de la misma pasión. Porque eso es la poesía: un estado de apasionamiento ajeno a la propia voluntad; una pertenencia de la que tantas veces se quisiera escapar, pero en la que se quedará más inmerso luego de cada intento de evasión. Porque vivir en poesía no es abstraerse en una torre de supuesto marfil y dejarse llevar por un aura arcangélico intangible. Vivir en poesía requiere de todos nuestros huesos, de toda nuestra sangre, hasta la última gota. Porque nada más (y nada menos) que eso implica la búsqueda a la que todo poeta, todo artista se encamina; un recorrido que, lejos de agotarse, se expande y se multiplica con cada descubrimiento. No resulta casual, pues, que “Tránsitos y persistencias” sea el nombre que Claudio Simiz ha escogido para realizar, en una antología personal (Tahiel Ediciones; Bs. As., 2018), su recorrido poético. En ese transitar y persistir, he tenido la fortuna de encontrarlo. Fue en el año 2015, en una de mis navegaciones y regresos por Internet: “La pregunta es qué hacer con la memoria, convivir con sus gestos escorzados, su intangible gravedad, desafiar sus meandros, sus abismos, hacerle un lugar en nuestra cama dándole vanamente la espalda, como a la mujer de cada noche o al insomnio” .”1 1 EL NÁUFRAGO. Primer premio de poesía. Antología del Concurso Bonaventuriano de Poesía y Cuento. Cali. Colombia. 2013. 7

Quedé abstraída en esas imágenes, en ese modo de decir lo esencial, con palabras para siempre. Releí el poema completo, una y otra vez. Y a partir de esta maravilla rescatada en el mar de la web, comenzó mi búsqueda internáutica: “Claudio Simiz obra poética”; “Claudio Simiz libros”; “Claudio Simiz Wikipedia”… Las páginas de búsqueda no me devolvieron demasiado: escasos datos biográficos; escasa referencia bibliográfica y una exigua cantidad de poemas (que un blog repetía de otro). Me quedaba el consuelo de la distancia geográfica, menos desbordante que el océano de la banda ancha: Claudio tiene domicilio en Moreno; yo en Ituzaingó (cuatro estaciones de ferrocarril; media hora de remís, pensado desde mis posibilidades). El vértigo de la búsqueda y la pasión por la poesía convergen en un destino que nos habita, por el que transitamos y persistimos, por el que nos descubrimos y nos reflejamos. Así fue que en el Café Literario Tita Merello de la ciudad de Moreno, coordinado por la escritora Silvina Crespo, conocí a Claudio personalmente. Reconocidos en el mismo vértigo, y en la misma pasión, hemos ido construyendo una amistad honesta, abierta, donde el intercambio de ideas y proyectos nos moviliza y nos enriquece a ambos. He encontrado en la persona lo que intuía cuando leía sus poemas en la pantalla. Más aún, en el enorme poeta que ya conocía, hallé un hombre infatigable, un ser humano observador y comprometido, que jamás deja cosas por hacer o por decir. Y su manera de hacer y de decir, es esencialmente poética. El propósito de este abordaje es recorrer la nutrida labor literaria de Claudio Simiz, como así también su actividad como animador cultural, tan prolífica como su escritura. Un recorrido tan apasionante como necesario, por tratarse de una voz que da cuenta de su tiempo con absoluto compromiso, talento y lucidez; que expone con mirada reflexiva e inquisidora los más íntimos acervos humanos, a través de un estilo personal que le confiere una identidad poética reconocible y consolidada. Silvia Rivas 8

JORGE CLAUDIO SIMIZ2 (Buenos Aires, 1960). Es escritor, docente, animador cultural e investigador. Ha publicado once poemarios (Actas del naufragio de 2014 y Café con lluvia de 2016, son los últimos) y dos volúmenes de cuentos: De solitarios (2010, Premio Internacional Artetilcara) y Los años pasan según (2015, Premio Internacional Antonio Di Benedetto). Ha obtenido por su obra poética numerosas distinciones en el país y en el exterior, entre las cuales se destacan premios de la Universidad de Buenos Aires (1982), Universidad Nacional del Sur (1980), Faja de Honor SADE y Asociación Cultural Dante Alighieri (2009 y 2015), Internacional de Poesía Guajana (Puerto Rico, 2010), Primer Premio Concurso Bonaventuriano de Poesía (Cali, Colombia, 2013). Colabora en publicaciones académicas y literarias de Argentina y Latinoamérica (Letras Salvajes, Baquiana, La Pecera, Letra en Línea, La Termita del Caribe, Cronopios, La Guacha, Archivos del Sur, Nueva Lilith, entre otras). Su poesía ha sido traducida al guaraní, portugués, italiano e inglés. Entre sus obras dramáticas, se han representado Historias de chicos (1991), Don Pedro de la Cueva (2015) y Niquinohomus (2017). Formó parte del proyecto El teatro y la historia con su obra Circo Éxodos (2010), que se sigue representando en distintas provincias argentinas. Su dramaturgia breve ha sido premiada reiteradamente en el Certamen Internacional Garzón Céspedes. Dirigió la revista virtual Conurbana.cult y ha desarrollado periodismo cultural y social en medios gráficos, radiales y televisivos. Se ha desempeñado como docente e investigador en institutos de formación docente y universidades nacionales: UBA, UNM, UNGS, UNSA (Buenos Aires, Moreno, San Miguel, Salta). Ha publicado ensayos y coordinado 2 Texto tomado de TRÁNSITOS Y PERSISTENCIAS. Antología personal. Buenos Aires. Tahiel. 2017. 9

talleres y ciclos literarios desde 1980. Compiló junto a Mónica Angelino la antología de poesía social Pan de agua (La luna que, 2017). Más allá de su permanente actividad como movilizador cultural, gestor y participante en proyectos artísticos, no se lo puede vincular a una línea o movimiento poético en especial. En los últimos años, su aporte a la Educación Poética lo ubica en la intersección entre la literatura concebida como dinámica social y la poesía como formativa insoslayable del ser humano. SILVIA CLAUDIA RIVAS. Ituzaingó, Buenos Aires, Argentina; 1962. Poeta y docente. Desde 2019 coordina, junto a Claudio Simiz, la plataforma educativa ALEGRANZA, Hacia Una Educación Poética. Es autora de once poemarios, de los cuales ha editado Tabloide y otros poemas (Ediciones iNSomnes, 2019). Ha recibido premios y menciones nacionales e internacionales. Sus textos han sido publicados en revistas y antologías de Argentina, Chile, Colombia, Cuba, México, República Dominicana y España. 10

CLAUDIO SIMIZ - POESÍA REUNIDA (1980-2017) 11

CELDA (1980) 12

A mis padres CELDA (Diciembre 76 – Mayo 79) 13

PRÓLOGO Con Claudio estuve sólo una vez. Retengo la imagen del claro rostro, casi adolescente, levemente ingenuo; sus espigadas manos pálidas; la pasión literaria de sus palabras. Con los poemas compartí horas de reiteradas lecturas. Ahora creo conocer a Claudio. Porque ellos, los poemas, espejan de algún modo las facetas más íntimas, las galerías subterráneas de esa alacena interior a partir de la cual Claudio crece. Es. Porque del riesgoso movimiento del alma, de sus vivencias, con infatigable paciencia, con empecinado rigor, extrae la sustancia de su creación. Su poesía resulta, así, una suerte de reconocimiento primordial de sí mismo y de su espacio existencial. Y la conmoción provocada por esa requisitoria interior –que todo conocimiento o re-conocimiento supone– es transferida en imágenes poéticas atentas más que a los prestigios de la elocuencia a sosegados ritmos de cálida comunicatividad. El precio del crecimiento es, quizá, la soledad. La conquista de la libertad, sin duda, el dolor. Pero sólo a través de ambos la criatura puede alcanzar su identidad. El poeta testifica esa búsqueda por conferir coherencia a su ser. Y el espacio de revelaciones alcanzado por Claudio hombre se amalgama al de Claudio poeta. Porque si ejercita sabia reflexión para esclarecer a uno, para fundar al otro maniobra su palabra con identidad estética. Escribe sus silencios y sus luminosidades. En ellos se da cita la poesía. Con ellos, asume su destino. Pero sólo en la comunicación, el hombre halla la unidad. El poeta lo sabe. “El monólogo es el comienzo de la locura, el enfrentamiento con el otro es el comienzo de la sabiduría”, decía Georges Gusdorf. Por eso, aún en el soliloquio, palabra interior, el poeta se refiere a sí mismo como a otro: desde la conciencia llama a la conciencia. Por eso, el corazón, abierto al descampado, busca al otro o a ella: “de mis cerrojos/son la única llave/hacia la luz”. “El cosmos más prójimo al ser humano es otro ser humano” decía Max Scheller. Y Claudio, que desde la marginalidad de la adolescencia ha indagado la materia del mundo, la raza (impreciso don o fatalidad que vulnera), el vacío cuenco que, en ocasiones, es la misma criatura, tras crispados estallidos advierte su esperanza final: “las bayonetas nunca pueden herir el cielo”…”la noche augura auroras sementales” y el único temor cierto es “que al final de la 14

vida/aquel hombre no vaya a recordarte/como a una vaga, inútil pesadilla”. La poética de Claudio Simiz se postula como una metafísica. Y un humanismo. Enhorabuena. María Esther de Miguel 15

LA BOLSA Y nada más allá, todo se inunda riberas de la vida y de la muerte un niño vierte sueños por la vida un hombre vierte vida por los sueños y nada más allá, todo es adentro, el atroz contenido estremecido el feroz continente indiferente. El muchacho da semen a la rosa, el viejo arranca flores al olvido y nada más allá; aquí los sueños las raíces, las ramas y las hojas y luego el fruto, que también es sueño. Será la gota última, el silencio desgarrará la trama, las costuras y se irán marchitando hacia el infierno el peso de las noches y los días, el hartazgo de golpes y de sueños. 16

Y rompiste la bolsa y mil jilgueros florecieron del vientre-primavera. Hace noche y es frío, poco a poco retornan cabizbajos a esta interna bolsa que estallará resquebrajándote. Será la última gota, el silencio oportuno, el instante preciso en que mil breves muertes me hagan Uno. 17

I POEMAS CON DOLOR HOMBRE 18 He nacido con el estigma de una vieja estirpe eterno forastero labrador de azares sumiso ante el dolor y a la vez rebelde al inasible lastre del vínculo carnal. He callado mi dolor. He borrado las huellas de mi llanto. He aguardado solo. He cumplido mi condena de ser hombre. II TRISTEZA Te sorprendo a la vuelta de una página como siempre inexplicable, taciturna asomada a los rostros ambiguos de la ausencia descubriendo los rincones de la tarde. Te sorprendo en el retorno a mis orígenes como un silencio gris y sin expectativas en los desfiladeros implacables de la soledad y del hastío somos una fusión

por los tiempos de los tiempos consumada en auroras insondables, como las manos juntas de un difunto. Así de inútiles. Así de inseparables. III IMPOTENCIA Caen las hojas calladas caen sumisas aquel transcurrir gris no era la vida aún antes del viento y de la lluvia se estaba realizando la sentencia. Tú te acercas, pausadamente aleve, me cercas en estadios inmensos, insondables, en ojos que me miran y no sé lo que quieren, en los ojos que quiero, y no sé si me miran. Languidece una rama sucinta entre la brisa, como el otoño, Tú vas matando sin prisa. 19

IV SOLEDAD Este viento nocturno que me deja en jirones el alma y los sentidos este ocaso de sueños abatidos que de tanto aguardar se han hecho queja. Esta furtiva sombra que refleja los pechos balbuceantes y vencidos los horizontes grises y fallidos del muro, del candado y de la reja. Eres tú, soledad, eres la pena la universal y tácita condena en este hogar de solos que es el mundo. El silencio es la voz de tu rugido feroz, como la lástima al caído piadoso, como el filo al moribundo. V CELDA Y soy yo pese a todo pese al grito, al llamado, a este fuego entre mis manos. Pese a todo soy yo, pese a ese muro que derribé por ti, por él, por todos. Aunque extienda mi mano en un desgarro ya nunca podré ser sino yo mismo. 20

VI LASTRES Soy a dolor y sombras, soy a gritos, a empellones de tiempo, sangre, y miedo. Soy angustia y espera, soy olvido, soy el rostro insaciable de la ausencia. Soy apenas las cosas que no he sido. VII LA NORIA Toda la existencia está escrita en un círculo. Inmutables suceden las noches y los días retrocede el amor para asaltarnos de nuevo y marcharse por las puertas ocultas. Nacemos, concebimos con la sola esperanza de no morir del todo pero hasta el devenir de las generaciones se aviene al fatal péndulo de causas y de efectos. Todo gira y todo vuelve hacia un mismo punto. Sólo los nombres cambian lunes, martes, otoño, despedida. 21

Todo viene a enervarlo ELLA la rigidez del tiempo 22 y casi sin darnos cuenta vamos dejando sombras. I EL RELOJ Paso a paso por desvanes giratorios el tiempo en minuciosos engranajes, el inmutable converger del péndulo hacia su centro perfecto y repetido; ése era yo, simétricos vaivenes acusaban mis golpes sucesivos, mis giros simultáneos; ése era yo, pero te vi llegar y fui el reloj de las trece campanadas. II LA ROSA Ni la que ves temblando entre mis manos ni la que en tu cabello resplandece ésas no, ésas no son las pasajeras, las que un día se apagan y se olvidan. Lo que siento por tí, ésa es la rosa.

III CUASI-CURSI Y te miro y me miro y nos miro y compadezco a Dios que nunca ha de enamorarse. IV SONETO Desciñe el horizonte su alborada el cielo, paradigma de reflejos es una esfera guiada desde lejos por la Idea, por Dios, o por la Nada. La tormenta feral hunde su espada en la mar de corcovos y de espejos traza el timón sus símbolos complejos luchando entre el abismo y la llegada. Sigue el buey cadencioso su trazado, una mano perenne lo ha guiado en áureas albas y en ocasos rojos. Todos tienen un guía que es su clave, yo también, como el buey, el sol, la nave labro mi senda uncido, por tus ojos. 23

V CELDA Mi pecho es el cofre que guarda la semilla. Tus dedos de mujer urdiendo en el umbrío laberinto de mis cerrojos son la única llave hacia la luz. Así el Labrador logrará sembrarme. VI ETERNIDAD Inanimado informe intraducible invisible inasible todo nada toda nada secreta indestructible. Tu eternidad Mujer soy tu vacío. 24

VII POEMAS DE LUCHA AZUL 25 Guardo este amor hasta en los labios rotos parido en soledad, en sombra, en miedo. Guardo este amor entero virgen como ese vientre fecundado. Con los puños cerrados y las manos abiertas hasta en los pedregales y los túneles hasta el último peldaño de lo último guardo este amor, esta vela en la tormenta, como si fuera el último presagio, la última ilusión, la última estrella. I LLAMADO Ha quebrado la senda de mi espacio ha detenido el paso de mis horas ha pulido el cristal para enseñarme que nada es inmutable ni es eterno todo gira en su tiempo y en su espacio.

Oigo su voz, presiento su mirada no sé quién es, pero me está llamando. II MI CORAZÓN Abierto y vertical como la fosa que lo habrá de llevar, desharrapado, con sus aurículas y con sus ventrículos tallados a paloma y espadazos, con un tajo de estrellas en la frente. Éste es el astro concedido a mis noches, esta gota cansada que destiló la vida para acallar el fuego eterno de la muerte. III RIGA, 1945 Nada hubo, ni habrá sino este sueño presente de unas sombras ausentes y pretéritas. Nada hubo ni habrá sino estas briznas desgarradas al tiempo y al silencio. Nada hubo ni habrá sino este cielo 26

sediento y dislocado de la herida, esta prórroga absurda de la muerte. Nada hubo ni habrá sino la vida. IV HAMBRE A pura puerta estoy, a puro puerto a puro cielo abierto a la alborada a pura vibración de llamarada irrefrenable, cóncavo, desierto. Espero hasta morir, muero despierto y la primera nave será amada cualquier dolor, amor, cadena, espada antes de despertar y hallarme muerto. Y la espera, la espera y la espera y yo espero, y espero, y yo espero la dicha que me fue siempre extranjera en un mundo en que siempre fui extranjero. Vivir, enajenarme de algún modo, vivir, y seguir vivo, pese a todo. V CELDA La rebelión del pecho estalla claridades. Ya no quedan rincones a la sombra 27

ni a los gestos aviesos. Aunque ya no haya manos que remuevan el polvo, aunque no quede sangre que pueda derramarse las voces juntas, todas retornarán al vuelo, las bayonetas nunca pueden herir al cielo. VI ESPERA Sufre, llora mi pueblo, ya la roca con el llanto del río se hace arena, la lucha por el vuelo te hace crecer las alas y desgastar las rejas. Tus flores nacerán, crece y espera. Invierno es aguardar la primavera. VII LA ROCA Y que me labre el tránsito del agua, que el viento me despoje de escamas contingentes que el peregrino ahueque mi pecho en su fatiga. Todo en el incesante pulir de la existencia, esa noche que augura auroras sementales. Soy la roca que algún día brindará los cristales. 28

Nada hubo ni habrá LA CREACIÓN sino un hombre 29 una noche propicia y un sueño. Que las lluvias inunden a la luna Que el sol despeñe sus aristas de fuego. Todo nace, todo muere bajo un mismo signo. Sigue tú, triste semen defendiendo tu vida de la vida a puro desgarrón, a pura estrella. Ya vendrán a perder lo conquistado a empellones de sangre y alborada; tú deberás seguir, que te crepiten los ojos en la sombra con luz propia que te crujan los huesos de vergüenza ya no existen jardines jardines de marfil, de oro, de rosa. Ya tanta noche habrá para perder tus ojos ya tanto terciopelo para enervar tus manos vienen enmascarados, se te vienen con espadas de sombras y murmullos en corceles de miedo, pero el sueño ha de seguir aún, mientras te duren las uñas y los dientes desentierra, y avienta y perfora los silencios sangre vertida, temblor fecundo sangre callada, voz del futuro sangre incesante, de astros ocultos sangre sin brillo, de plomo y humo sangre de sangre, sangre sin rumbo sangre preñada de vida, sangre del mundo. Todo y nada te aguarda

aguas de extremaunción NUGAE y tierras bautismales 30 bajo una misma espera porque a veces las huellas son briznas de horizontes que jamás alcanzamos. Cómo pesan los sueños bajo estrellas arriadas la sangre tiene anclas y mástiles y puertos, y mientras sea sangre una espada en la mano y otra hundida en el pecho. Sangre mía, no sangres porque estás presa ahora sangra porque tus nietos puedan tener aurora. Que al final de la vida aquel hombre no vaya a recordarte como una vaga, inútil pesadilla Veo, finalmente que hoy soy este que soy por haber sido ayer, y, lo que es más triste, por no haber sido. ❖ Ay, si la sangre hubiera llegado al río al menos habría sangre entre mis manos. ❖

¿Quién ha dicho que buenos y malos nos llamamos? Son los distintos rostros del bronce que empuñamos. ❖ ¿Cómo blandir mi lámpara en la noche? ¿Cómo sembrar palabras en los pechos abiertos? ¿Cómo vencer cerrojos al eco de mis voces? Cómo si aún no soy Claudio. ❖ Ya no me evites, Muerte si eres sólo una herida presurosa y fatal. Como la vida. ❖ Algo se quiebra entre el cristal dormido, un llamado ancestral, una opaca agonía, algo derriba telones, ilusiones, y soy de nuevo yo, frente al espejo. ❖ Alguien sufre mirando a los dichosos, alguien odia mirando a los amantes, pero a ti, pobre Claudio, ¿Qué te importa si son de esparto o seda los piolines? 31

LA POESÍA Es de savia y de oro este torrente. Palpita entre las venas subterráneas y anónimas y un día se estremece, desempolva sus alas, brisa hacia la sonrisa de las constelaciones. Y los árboles ríen, y los niños florecen. 32

EVANGELIO DE BOLSILLO (1980) Premio Ciudad de Bahía Blanca. Universidad Nacional del Sur, 1980 33

SOLEDAD “ENTONCES TODOS LO ABANDONARON Y HUYERON” (Marcos, 14, 50) I Soledad y más rostros rincones tiesos gritos muros en carne viva calla estrellas tiembla trémula espera. Soledad eterna soledad hueca, espesa soledad del calvario Soledad paso, pesa, pide, piedra. II Este viento nocturno que me deja en jirones el alma y los sentidos, este ocaso de sueños abatidos que de tanto esperar se han hecho queja. Esta crispada sombra que refleja los pechos balbuceantes y vencidos, los horizontes grises y fallidos del muro, del candado y de la reja. Eres tú soledad, eres la pena la universal y tácita condena en este hogar de solos que es el mundo. El silencio es la voz de tu rugido feroz, como la lástima al caído piadoso como el filo al moribundo. 34

EL PROFETA I He tomado tu voz, como pudo ser otra, pero es tu voz y debes desangrarte hasta la Vida. II Dichoso el sol que puede gritar su luz, el ave, dichoso el padrenuestro de esas manos, dichosa la tormenta, la hoz, la llave. Desdichada mi voz, que no ve lo que grita. Desdichados mis ojos, que no tienen palabras. III Que venga del abismo o de la rosa. Que venga de las páginas del día o del lodo que me hace las entrañas. Que venga como lluvia o como flecha, o como la súbita pantera de tus ojos. Que venga en luz, en pájaro. Que venga mustia y blanca o desbocada y roja. Que venga con plegaria o con espada. Pero que venga, que mi voz se despeña. 35

IV Yo no sé de canciones a la luna ni de un cielo feliz, lleno de pájaros. Yo con las penas hincadas en la tierra a solas me estremezco, bajo el gris balbuceo de la aurora y un pájaro fatal, lleno de cielos. V Hay que ser virgen ara esperar al viento y derramar la voz, el alma, y hasta el sueño. Hay que incendiarse hasta volverse humo para que todos Vean. VI Yo escribo los silencios de Dios a pura sangre, yo desgarro los velos de la aurora, yo escarbo el oro de un instante, pero a veces quisiera ser un verso, ese verso que siembra en cada labio su propia eternidad y su silencio. 36

CELDA “ESTAS PALABRAS LAS PRONUNCIÓ JUDAS PARA SÍ” (Evangelio según Pepino) Soy a dolor y sombras, soy a gritos, a empellones de viento, sangre y miedo. Soy angustia y espera, soy olvido, soy el rostro insaciable de la ausencia. Soy apenas las cosas que no he sido. PEDROS “EN ESE MOMENTO… CANTÓ EL GALLO” (Lucas 22, 60) Sustantivos, espadas madurando Adjetivos saetas de un día Adverbios más allá, forma vacía Verbos, sus estocadas conjugando. Preposiciones breves, ubicando Conjunciones de estirpe menos pía Interjecciones, cunas de poesía Pronombres que reclaman dónde, cuándo. Y son más que la vida, son el sueño, son los últimos jueces, las espadas de las que a duras penas soy el dueño pero ya me desbordan, desbocadas. Ay cómo duele, ay cómo está pesando el hombre que al callar me va entregando. 37

CORAZÓN “CUANDO UNO ENCIENDE UNA LÁMPARA, NO LA ESCONDE” (Lucas, 11, 33) I Y con la realidad trepándose hasta el pecho aún derrama pájaros cuando incendia sus cuerdas, aún pregona silencios hasta caer al cielo, aleteos de sangre, rosa de los vientos, se disloca penumbra vuela sueño, repta aturdido, vuelo de garganta, corazón solo, ciego, sordo, canta. II Abierto y vertical como la fosa que lo habrá de llevar, desharrapado, con sus aurículas y sus ventrículos tallados a palomas y espadazos, con un tajo de estrellas en la frente. Este es el astro concedido a mis noches, esta gota cansada que destiló la vida para acallar el fuego eterno de la muerte. ANÁNASIS “LES ASEGURO QUE EN LA MISMA MEDIDA QUE LO HICIERON CON EL MÁS PEQUEÑO DE MIS HERMANOS” (Mateo 25, 40) Ya me atardece el alma entre puñales y precipicios, ya se me cae el vuelo 38

de mendrugos de alondra y puro sueño, una bandada estéril espantando la íntima catedral del esqueleto. Sólo noche y más noche refulgente y sin párpados, sólo algún ángel pobre me sigue con los ojos. ¡Ay si supiera dónde Dios me espera, en qué verso, en qué niño, en qué rivera. FINAL “¿ELI? ¿ELI? LEMA SEBACTANI” Hay que incendiar al alma su morada Hay que desviar el cauce de las venas Hay que desmantelar las azucenas Hay que pintar de sombra la alborada. Hay que bajar la voz enarbolada Hay que atar a la brisa con cadenas Por no atizar el cáliz de mis venas Blando esta hoz ingenua de la nada. Para mí sólo habrá rosas vacías, Sin astros prójimos ni letanías, Seré de piedra, de orfandad tan sólo. Para qué tanto sueño, tanta espera, Para qué tanto afán de primavera Si al final del amor uno está solo. 39

EVOCACIÓN “LES ASEGURO QUE SI NO SE HACEN COMO NIÑOS” (Mateo 18, 3) Y los ojos en víspera de estrella, pero éramos tan mieses, y los cielos izados, y las manos gritaban en el aire, pero éramos tan pájaros inhumando la piedra, deshabitando sombras, era tu piel tu casa. Espera un poco, apenas, espera, un paso, pasa. EL PECHO ES EL ABISMO DE LOS PRÓXIMOS ASTROS “PORQUE EL REINO DE DIOS ESTÁ EN USTEDES” (Lucas 17, 21) Las dársenas, los budas, florecido la pasión, casi esquina, tu mirada, las páginas a sangre siembra sola su silencio tristes sueñan las alas clavadores y clavos y Clavado las pátinas, los náufragos, las penas todo el polvo del polvo todo el cielo del cielo anudado en los nudos de las venas. 40

VERDAD “EL QUE PUEDA ENTENDER QUE ENTIENDA” Yo lleno de palabras los papeles, alguien dirá después que eso es poesía. Yo prefiero callar, callar y llorar tinta, y soñar que Poesía es el puente, y saber que Poesía es el abismo entre Algún dios y yo y yo y tu pecho. 41

LOS MÍOS (1985) 42

Dedicatoria: Al pueblo de Nicaragua, que es Latinoamérica y el mundo. 43

INVOCACIÓN AL QUE LEA Los que se carbonizan en un grito. Los que afilan su silencio. Los que miran al mundo por las grietas del alma. Los que habrán de venir. Los que no esperan otra vida para sentirse vivos. Los que no tienen jaulas en el pecho. Los que dejan los muertos con los muertos. Los que hieren espadas con su sangre. Ellos, un día, ellos, alumbrarán mis versos. ESTE DÍA Este viento que soy, con dientes, con palomas; este rebaño indócil de las penas; este beso que pasa y te lleva con él; este niño que trae, juntos, pecho y espalda; estas dos manos mías, sin trigo, sin caricias; este frío de dios, y todo este naufragio, y este amor, sin embargo, a pesar, pese a todo. 44

SONETO DEL DESARRAIGO Me es en vano tu Cruz y tu Camino, judía es esta sangre que me ha anclado, aunque con ella se hayan prodigado el íbero, y el moro, y el latino. Judío soy, sediento y peregrino de algún trasto de Auschwitz olvidado, en el rincón de un ghetto deshojado; judía mi voz, judío mi destino. Judío en salmos soy, judío en penas, soy el que ausculta el rostro de la aurora, el que llora ante un muro que no llora hasta reconciliarse con sus venas. Sos mi Jerusalem, mujer que quiero, mi Batalla, mi Templo, mi Madero. POEMA INGENUO Yo quiero un corazón ni rojo, ni amarillo, y rojo y amarillo también, y azul, y sol; un corazón que sangre por todas sus raíces, y no sea ni cristiano… ni negro… ni español… Yo quiero un corazón como una magnolia, como un cactus lo quiero, un corazón que no tenga sentido y tenga mil sentidos, 45

y alas, branquias y flor. LOS MÍOS Y, si es posible, un poco de canela y los grifos abiertos del beso y del sudor. ARTE POÉTICA Antes que el sol se vaya de tus ojos, antes que Dios diga basta, antes que el polvo pierda las pisadas y la sangre se enfríe en los altares, antes que el viento arrase con las rocas. Esta agobiada, esta trémula rosa. I A UN CAMPESINO ¿En qué piensa ese hombre parecido a la tierra, cuando el hambre dibuja preguntas en sus flancos, cuando reza en silencio, porque el hambre es del alma, cuando el cielo se mira en sus ojos sin tregua, en qué piensa ese hombre parecido a la tierra? Con los astros dormidos con las manos despiertas, mientras olvida sueños, mientras de estar tan solo se acostumbra a la muerte. ¿En qué piensa ese hombre mientras se vuelve piedra? 46

II A Mariana, nacida apenas A UN NIÑO MENDIGO El pan es la verdad, y te han mentido tanto. Yo, que digo ser poeta, no puedo ser siquiera la corteza o la miga. El pan es la alegría que estalla entre los dientes, una hostia preñada, menos mustia, para cantarte todo el pan que no te toca me queda grande el mundo y pequeña la boca. Niño en la soledad, con vos estamos todos, las violetas, mis manos y las gatas paridas, todos estos que somos la víspera del polvo, los que amamos, jugamos y soñamos, todos todo III ROMANCITO TRISTE Endomingar los días, estrechar una estrella, remontar la sonrisa, empalomar las penas, y decirte al oído: “soy tu ángel que te vela”, juguetes, vanos chiches para tu mano quieta. 47

IV A UNA VOZ Lidia Braco. Como una cruz te lleva la guitarra, como una cruz de pájaros, que en vez del cielo vuelan por la tierra. Como una varicela de esperanza, de puro florecer, de puro verde, como un cardo te nace la guitarra, mitad del corazón, mitad del vientre. Donde pisa tu voz no crece más el miedo, se dispersa la guerra, aborta la miseria, uno a uno sus huevos. Cuando calla tu voz el silencio ya está lejos. V A UNA MUJER Hagamos una casa, Amor, con nuestros huesos, para el perro y el náufrago niño; con los huesos ilesos que queden en las sábanas, hagamos una cárcel, Amor, con nuestros besos, para el odio y el miedo. La miseria tiene hijos con labios como astillas; a la guerra le nacen hijos muertos y yo quiero unos hijos rojos, tibios, abiertos, para el gato y el ángel, 48


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