238 ESPAÑA CONTEMPORÁNEA•es otro poeta de la Academia. Vive ahora un tanto reti-rado, después de que el duque de Almodóvar tuvo laperegrina ocurrencia de quitarle su empleo en la admi-nistración; por lo cual la indignación de su verso en-vió unas cuantas abejas de su jardín á picar al caba-llero, como él dice «un poquito duque y un poquito•tuerto». Arquíloco es mal enemigo. La ciencia por un lado y el teatro por otro, apadrina-ron á D. José Echegaray para entrar á ocupar su si-llón. Castelar le hizo el dudoso favor de compararle•con Goethe al contestarle su discurso de recepción. ElSr. Echegaray es un hombre eminente, «de lo mejor-•cito que aquí t e n e m o s » , me dice don Leopoldo Alas;pero su enciclopedismo de nociones en este tiempo delas especialidades le coloca en una situación que fuera-de su país sería poco grata para su orgullo. Selles, conquistador del teatro, desde su sonoroNudo Gordiano, continúa escribiendo piezas en un ac-to, y aun se dice que abordará el libreto de zarzuela,-sin que se perturbe el decorum de su noble com-pañía. Al conde de la Vinaza le he conocido en casa del se-cretario de la legación argentina. Es uno de los aca-démicos más jóvenes. Estudioso y erudito, tiene entre•otras obras suyas un libro muy interesante sobre Goya;y prepara un estudio, que será de indudable valor,acerca de la historia del grabado en Europa, y espe-cialmente en España, para lo cual cuenta con copiososdatos inéditos y planchas antiguas de colecciones hastahoy desconocidas. El Sr. Moret está en la Academia oficialmente. Hubouna ocasión que para celebrar un acontecimiento re-solvieron los académicos ofrecer un sillón al ministro•del ramo. Le tocó al Sr. Moret, que casualmente ocu-paba entonces el ministerio. El Sr. Moret, por otra
LOS INMORTALES 239parte, es orador agradabilísimo y su palabra debeanimar y ílexibilizar las secas discusiones. Pérez Galdós, para el reglamento, vive en el Paseode Areneros, n ú m . 4 6 ; pero en realidad reside en San-tander, en la villa que se ha levantado á fuerza de nove-la. Ya he dicho que presentó su candidatura la prime-ra vez y fué vencido por el latinista Commelerán. Enpoco tiempo se cumplió su voluntad. Pereda, el monta-ñés, según la guía, vive también en la corte, en lacalle de Lista núm. 3; pero en relidad vive en Santander,en Polanco, y como las novelas no se le pactolizancomo á Galdós, á pesar de que es rico, sigue fabricandojabón. El Sr. Pereda debería no separarse de la RealAcademia, no faltar á sus sesiones. Es él quien escribelos relieves del yantar por limpiar, fijar y dar esplan-•dor á las sobras de la comida. El Sr. Balart, académico electo, es el poeta melosoy falso que ya conocéis, y crítico de una limitaciónasombrosa, que beneficia no obstante en España la másinjusta de las autoridades. D. Daniel de Cortázar es ingeniero de minas, hijodel autor de un muy conocido tratado de matemáticaselementales. Su ciencia le ha ganado la honra. Losacadémicos aquí, como en Francia, quieren tener detodo en su casa. El último académico electo es el poeta Ferrari. Sucandidatura ha brotado de los salones influyentes quefrecuenta y en donde sus recitaciones son prover-biales... Conste que una vez yo le he visto defendersecon bravura — y al fin sucumbir — en casa de D . a Emi-lia Pardo Bazán. La Academia cuenta con innumerables miembros co-rrespondientes, en Europa y América española, y condos miembros honorarios, ambos de la América Cen-tral, uno de Honduras, otro del Salvador. Esto os cau-
240 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAsará alguna sorpresa, pero lie aquí la explicación. Elpresidente de Honduras, Marco Aurelio Soto, hace mu-cho tiempo ordenó por decreto gubernativo que en larepública se usase, al menos en todos los documentosy publicaciones oficiales, la ortografía de la Real Aca-demia Española. Supongo que acompañaría el decretocon alguna demostración de afecto académico más prác-tica. El presidente del Salvador, Rafael Zaldívar, hombremuy inteligente, viajó un día por España, con gran sé-quito y con la pompa de un príncipe exótico. Tengoentendido que dio á la Academia asimismo valiosaspruebas de amistad. Se le correspondió con una sesiónespecial en su honor. Todas las personas de su comiti-va tuvieron nombramiento de miembro correspondiente.De aquí que los dos únicos miembros honorarios seanesos expresidentes centroamericanos. La labor de la Real Academia, dígase bien claro, esen nuestro tiempo inocua, como la de los inmortalesfranceses. Hacen el diccionario, reparten premios más ómenos Montyon y coronan obras mediocres y correctas. Aquí se defiende el purismo, la virginidad de estavieja lengua que ha dado y dará tantas vueltas. Y esosdefensores tienen eco en ciertas naciones de América;pues como reza un decir magistral — cito de memoria —«cuando el purismo desaparezca de Salamanca se en-contrará en algún cholo de Lima ó en el morro de unnegro mejicano ». En ese continente, en las aldeas m á sprimitivas no falta el barrigudo licenciado abarrotadoó abarretado que persiga et le y el lo, y el caso y laconcordancia, y entre tortilla de maíz y tortilla de maisno haga su discursito en caribe en defensa de los fuerosdel idioma. No puedo menos que concluir citando las palabrasde un ilustre profesor de la más célebre de las univer-sidades españolas: «Hay que levantar voz y bandera
LOS INMORTALES 241contra el purismo casticista, que apareciendo en elsimple empeño de conservar la castidad de la lenguacastellana, es en realidad solapado instrumento detodo género de estancamiento espiritual, y lo que esaun peor, de reacción entera y verdadera. Eso del puris-mo envuelve una lucha de ideas. Se tira a ahogar lasde cierto rumbo, haciendo que se las desfigure paravestirlas a l a antigua castellana. Se encierra en odresviejos el vino nuevo para que se agrie.» Y luego :« Hay que hacer el español internacional con el caste-llano, y si éste ofreciese resistencia, sobre él, sin él, ó-contra él. El pueblo español, cuyo núcleo de concen-tración y unidad dio al castellano, se ha extendidopor dilatados países, y no tendrá personalidad propiamientras no posea un lenguaje en que sin abdicar enlo más mínimo de su modo peculiar de ser, cada una delas actuales regiones y naciones que lo hablan hallenperfecta y adecuada expresión á sus sentimientos óideas. Hacen muy bien los hispanoamericanos quereivindican los fueros de sus hablas y sostienensus neologismos, y hacen bien los que en la Ar-gentina hablan de lengua nacional. Mientras no inter-nacionalicemos el viejo castellano, haciéndolo español,no podemos vituperarles los hispanoespañoles, y me-nos aún podrían hacerlo los hispanocastellanos. Yr ha-cen muy bien en ir á educarse á París, porque de allísacarán, por poco que saquen, mucho más que de esteerial, ya que lo que aquí mejor puede dárseles, la ma-teria prima de esa lengua, consigo la llevan y con librospueden perfeccionarla.» El autor de esas líneas se llama Miguel de Unamuno.Aquí y entre nosotros protestarán especialmente deellas los que no se llaman ni son nada, pos méme aca-dómiciem. 14
LOS POETAS Madrid, 24 de agosto de 1899. El modesto Manzanares no es muy propicio á los•cisnes. Antes lo eran el Darro, cpie como se sabe tiene arenas de oro, y elGenil que las tiene de plata. Los cisnes viejos de la madre patria callan hoy, esperando el mo- mento decantar por última vez. Ya os he hablado de Campoamor, cuando se pensó en su coronación, cere- monia de que no se ha vuelto á ocupar nadie, á pesar de las buenas intenciones del Círculo de Bellas Artes, cuyo presidente, el Sr. Romero Robledo, manifestaratanta excelente voluntad. El anciano poeta sigue cada•día más enfermo. Últimamente no ha podido contestarA una enquele iniciada por una revista de P a r í s , La Vague, sobre el asunto Dreyfus. Casi imposibilado de moverse, sufre en su retiro horas dolorosas, y visitarle•es ir á pasar momentos de pena. Sus últimos vers,os son una que otra dolora dolorida que ha publicado la España Moderna, una que otra humorada en que sedepositan las últimas gotas que quedan del humor^antiguo en el vaso de ese espíritu que fuera tan be-llamente lozano, tan frescamente juvenil. Ahora es•cuando hay que volver los ojos al viejo tesoro prodi-gado, aquella poesía tan elegante en sus sutiles arqui- tecturas y tan impregnada del amargor que el labio del artista siente al primer sorbo de vida.
LOS POETAS Recordad aquellos perlas brillantes de ironía, de las doloras ; y aquellos pequeños poemas que conducen por-uña corriente de sonoras transparencias verbales, á la finalidad de una inevitable melancolía, la melancolíaque por ley fatal florece en los jardines de la humana;existencia. ¡Amable filósofo ! Daba la lección de verdadadornada de la gracia de su música, su música perso-nal, inconfundible en toda la vasta orquesta poética de-las musas castellanas. Núñez de Arce, también silencioso. Dirige las ofici-nas del Banco Hipotecario, y Luzbel, anunciado hacelargos años, no se concluye. Dicen que padece el poetade enfermedad gástrica, y así debe ser por el continuo'gesto de displicencia que presenta su faz. No es ya-,e! tiempo de los Gritos del Cómbale y de la Visión defray Martin. El vale de antes se encuentra ya t r a n s -puesto en época que desconoce sus pasados versos, elalma de sus pasados versos, alojada hoy en una casillade retórica. No es esto desconocer el inmenso méritode ese noble cultivador del ritmo, que ha domi-nado á más de una generación con su métrica debronce. Hoy España no cuenta con poeta mejor. Másaún, no existe reemplazante. Cuando deje de apareceren el nacional Parnaso esa dura figura de combatienteque ha magnificado con su severa armonía la lenguacastellana, no habrá quien pueda mover su armaduray sus armas. Porque Núñez de Arce, dígase lo quevenga en antojo á los que no es simpático intelectual ó-personalmente, ha sido un admirable profesor deenergía. En verso, pero de energía. Ha mezclado más deuna vez la prosaica política en sus imprecaciones, y h asido ministro de ultramar, cuando había ministros deultramar. Ha sido con su manera sonante y oratoria unparlador de multitudes, un dirigente del espíritu pú-blico de su época. Y si de algo se resiente el conjunto
244 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAde su obra, es de haber sacrificado más de una palomaanacreóntica ó cordero de égloga, á la diosa de pechosde hierro que no tiene corazón, á la patria, en su mástriste ídolo: el ideal de un momento. Porque elmayor pecado de este poeta es no haber empleado susalas para subir en el viento del universo, sino que seha circunscrito ó su terruño, al aire escaso desu terruño aun en los poemas de tema humano en.que debiera haber prescindido de tales ó cualesideales de grupo. Krausistas y neos han tenido en estatierra liras en sus batallones. La obra de Núñez deArce aun persiste. Su puesto, como he dicho, se man-tiene el primero. Que su Visión de fray Martín tengapor origen el abad Híeronimus de Leconte de Lisie, queLa Pesca tenga la fisonomía familiar de la copiosa pro-ducción coppeista, eso no obsta á la marca individualde este forjador de endecasílabos; endecasílabos deToledo que vibran y riegan su resonante son: spargenssonus. Mas eso no basta al deseo de la juventud queobserva la deslumbradora transfiguración del arfe mo-derno. No dice nada á las almas nuevas el conocidoalternar del endecasílabo y heptasílabo en la estrofanúñezdearcina, que por otra parte, es estrofa dantesca,del Dante de las poesías amatorias. Y Núñez de Arcequeda solo ante su ara, ó ante su Banco Hipotecario,como el finalizado Campoamor entre el recuerdo y latumba. Manuel del Palacio, tan conocido en el Río de laPlata, vive también dotante en las brumas de su Olimpomuerto. Bueno, triste, aun guarda una- chispa de entu-siasmo que brillaen el fino azul de sus ojos penetrantes.Esa tristeza suya me recuerda cierto pequeño poemade Baudelaire, el de los viejos juglares. Pasó para delPalacio el buen tie mpo en que un soneto espiritual dabala vuelta á la corte entre preciosos comentarios, pasó el
LOS POETAS 24btiempo déla diplomacia lírica que ponía en humor jovialá los bonaerenses, gracias á este excelente D. Manuel,entonces ministro en el Río de la Plata, y al nuncabien ponderado colombiano señor Samper. Hoy estáaún más amargado el ingenioso poeta, porque ha que-dado cesante de su empleo de secretario de la orden deIsabel la Católica, por obra del duque de Almodóvar.El cual no ha contado con que la indignación del versodebía venir. Y ha venido. Ño hace muchas noches nosleía D. Manuel á varios amigos las vengadoras ocu-rrencias de su musa:Alegre por fueray triste por dentro,con la carga encimade muchos inviernos,muchos desengañosy muchos recuerdos,voy ya por el mundoá paso de espectro,como va entre brumasla nave hacia el puerto.A mi espalda quedancada vez más lejos,placeres y glorias,quimeras y sueños;y al fin del camino,que cercano veo,dos sombras me aguardanolvido y silencio.Centinelas mudosdel reposo eterno,¿pensáis que ya lardo ?Pues no estéis inquietos :ni os odio, ni os amo,ni os busco, ni os temo. 14.
246 ESPAÑA CONTEMPORÁNEA. Cansado de luchas del alma y el cuerpo para toda empresa inútil me siento. De hacer beneficios que era mi embeleso, un ministro imbécil me quitó los medios, y nunca á los pobres- negando consuelo al darles mis lágrimas les doy cuanto tengo, de lo cual resulta que, de puro bueno, la vida me paso haciendo pucheros, ¿y vale la pena de vivir para esto ? Sirva usté á su patria, defienda el derecho;, por él y por ella sufra usté destierros, prisiones, calumnias y otros vilipendios, y cuando juicioso la edad le haya vuelto, logre entre los sabios pasar por discreto y entre los tunantes fama de no serlo, mientras llega el día en que un majadero,, un poquito duque y un poquito tuerto por chiripa jefe de elevado centro, venga y diga. : « ¡Basta ! ¡Vaya usté á hacer versos ! »
LOS POETAS 2iTY usté que en la lenguanunca tuvo pelos,le responda : « Sánchez,Vaya usté á paseo ! » Manuel del Palacio, á quien poéticamente el satírico-Sr. Alas tasaba en 50 céntimos, es decir, 50 céntimos depoeta, da señales de perseverancia de cuando en cuando-en las revistas de la corte, aunque no ya con la frecuen-cia de antaño. Cuando la guerra, se puso él tambiénen campaña contra el yankee; sus « chispas » no p r o -dujeron desde luego ningún incendio. El Sr. donSinesio Delgado, Casimiro Prieto y Manuel del Palacio-fueron los tres patriotas del. consonante. Manuel Reina ha logrado recientemente un triunfocon su Jardín de loa Poetas. Lírico de penacho, en colorun Fortuny. Ha llamado la atención desde ha largotiempo, por su apartamiento del universal encasi-llado académico hasta hace poco reinante en estasregiones. Su adjetivación variada, su bizarría de rima-dor, su imaginativa de hábiles decoraciones, su pompaextraña entre los uniformes tradicionales, le '.dieronun puesto aparte, alto puesto merecido. Le llamandiscípulo é imitador del Sr. Núñez de Arce. No veo lafiliación, como no sea en la manera de blandir el verso..Núñez de Arce es más severo, lleva armadura. — Reinava de jubón y gorguera de encajes, lleno de su bienamada pedrería. No hay versos suyos sin su inevitablegema. En el Jardín de los Poetas se ven sus preferenciasmentales, un tanto en choque, por la variedad delas figuras. Su jardín es trabajo de virtuoso. Cadapoeta le da su reflejo, y él aprovecha la sugestiónfelizmente. ¿ Grilo ? Es una situación literaria especialísima lade Grilo. Es el poeta laureado de España, aunque
248 ESPA.Ñ A CONTEMPORÁiN EAEspaña no tenga oficialmente poeta laureado. Su barrilde malvasía, ó pongamos de Jerez, debe tenerlo porobra y gracia de la infanta D . a Isabel, y demás gentesde palacio. Grilo ocupa un lugar especialísimo, seme-jante al de ese pobre Mr. Austin en Inglaterra. Losintelectuales y aun la mayoría, sonríen ante la paradade esa áulica musa de ocasión que dice sus rimas conacompañamiento de piano. Grilo es el poeta de la reinaIsabel, de la reina regente, del rey, y de las innume-rables marquesas y duquesas que gustan de leer el díade su sanio un cumplimiento en renglones musicales.¡ Aun hay melenas! La poesía suya es de esa azucaraday húmeda propicia á las señoras sentimentales y devo-tas. Según se me informa, la protección práctica desus altas favorecedoras es eficaz, y ese ruiseñor nopuede quejarse de los cañamones del mecenato. Don José Echegaray, á quien Castelar hizo el pere-grino obsequio de compararle con Goethe, no ha vueltoá taquiner la musa. Es saludo que de todo entiende,y gratifica periódicamente á sus compatriotas con lainformación de una ciencia de colegiales. El ingenieropoeta goza de una enorme popularidad, y cada vez queyo manifiesto mi asombro por la ocurrencia castela-rina, no falta quien se asombre de mi asombro. Su musaconcluyó en los empujes de sus dramas elásticos, enlas tiradas déla Guerrero. Ferrari es también un poetade salón, y he tenido la honra de compartir con él unanoche el curioso éxito de una recitación para « ladiesand gentlemen ». No puede negarse su mérito, bajo elárbol frondoso de don Gaspar. Don Juan Valera hahecho versos correctísimos; hoy ya no los hace. Menén-dez Pelayo asimismo lia frecuentado el Helicón. Esteerudito humanista, cuando se le presenta una niñacon su álbum, sale del paso con escribir unas estrofasde su antigua composición : Puso Dios en mis cántabras montañas...
LOS POETAS 249 Salvador Rueda, que inició su vida artística tan be-llamente, padece hoy inexplicable decaimiento. No esque no trabaje; pues ahora mismo acabo de ver elmanuscrito de un drama de gilanos — otro modo dever que el de Richepin — que piensa someter á loscómicos en la temporada próxima; pero los ardores dolibertad ecléctica que antes proclamaba un libro taninteresante como El Ritmo, parecen ahora apagados.Cierto es que su obra no ha sido justamente apreciada,y que, fuera de las inquinas de los retardatarios, hatenido que padecer las mordeduras de muchos de suscolegas jóvenes; dándose el caso de que se cumplieseen él la palabra del celeste y natural Francis Jammes :« Los que más te hayan nutrido con las migajas de tumesa, los que te atacarán serán aquellos que más tehayan imitado y aun plagiado .» Los últimos poemasde Rueda no han correspondido á las esperanzas de losque veían en el un elemento de renovación en la secapoesía castellana contemporánea. Volvió á la maneraque antes abominara; quiso tal vez ser más accesibleal público y por ello se despeñó en un lamentable cam-poamorismo de forma y en un indigente alegorismo defondo. Yo, que soy su amigo y que le he criado poeta,tengo el derecho de hacer esta exposición de mi pensar. Dicenta ha encontrado su filón en las tablas, y nohace otra cosa que obras para el teatro, como su com-pañero Paso. Se nombra mucho á Ricardo Gil. Hebuscado sus obras, las he leído; no tengo que darosninguna noticia nueva. Es la poesía que conocéis, conun copioso número de aedas, entre los cuales, estosnombres más resaltantes : Catarineu, Ansorena, Morera,Galicia, Melchor de Palau. El espíritu regional cuentacon buenos representantes. Hay ahora un poeta deMurcia que ha conquistado Madrid, Vicente Medina.Se le ha elevado á alturas insospechables, se le ha de-
250 ESPAÑA CONTEMPORÁNEA clarado vencedor. Es verdad que trae con su emoción, con su sencilla facultad de ritmo, su gracia dialectal y su fondo de sensitivo, una nota desconocida hasta hoy; es un hallazgo. Pero lo monocorde de su manera llega á fatigar, con la repetición de la queja, una queja continua, picada de diminutivos que por su copia llegan á causar otra impresión que la buscada por el poeta. De todas maneras Vicente Medina es un excelente poeta campesino. El Sr. Vaamonde ha intentado algunos cambios deritmo, algunas flexibilizaciones de verso, y ha conse-guido interesar. Después de la guerra, publicó unlibro de inspiración patriótica. Los catalanes tienenbuenos poetas, desde su padre Verdaguer, el de laAtlánlida, hasta los modernos Maragall, Pajes deP u i g , y Maten. Son infinitos los rimadores y meslresen gay saber. Los andaluces forman también su grupo,con Diaz Escobar, especialista en cantares, ArturoReyes, de la familia de Rueda, como el joven Villaes-pesa, bello talento en vísperas de un dichoso otoño, yotros escanciadores de sol y manzanilla. Los vascosno sé que tengan un poeta representativo; debe habervarios, que escriban en su idioma y no quieran con-fundirse con el Parnaso de la Maquetania. Pero conUnamuno basta para tener aún en la lírica representa-ción digna en la corte. Los jocosos son legión. Los diarios y revistas publi-can una cantidad increíble de chistes rimados, y perió-dico como el Liberal tienen un redactor especial quetrata asuntos de actualidad, en verso. Pues aquí FelipePérez y González, como antes Antonio Palomero ó JoséMaría Granes, tiene por tarea dar diariamente ciertacantidad de estrofas á los lectores, sobre sucesos delmomento. Y la gente paga, y pues lopaga, es justo.
UN MEETING POLÍTICO 4 de octubre de 1899.• He asistido hace pocas noches á un meeting repu-blicano. Sabía que la concurrencia sería numerosa, yprocuré llegar á tiempo, para no perder en ese acto ninguno de los hechos y gestos del « pueblo sobera-no ». Nuestro compañero Ladevese, uno de los orga-nizadores, me había conseguido un puesto de prensa.Allí me senté, cerca de un francés y un ruso. Eraenorme aquel hervor humano. Todo el circo de Colónlleno, y por las entradas, la aglomerada muchedumbrehacía imposible que penetrase la gente que todavíaquedaba en las calles cercanas. No gusto mucho delcontacto popular. La muchedumbre me es poco gratacon su rudeza y con su higiene. — Me agrada tansolamente de lejos, como un mar ; ó mejor, en lascomparsas teatrales, florecida de trajes pintorescos,así sea coronada del frigio pimiento morrón. Estagente republicana, debo declarar que estaba con com-postura, á la espera de los discursos, y cuando lacampanilla presidencial se hizo oir, el silencio fuéprofundo. El presidente, hombro de años, y sin duda de respe-tabilidad, inicia su alocución de apertura, con ciertagravedad, y luego, A la bonne franquelte, como habla•con cierta dificultad, se explica: « Estos dientes no
2D2 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAson los míos, y por eso... » El buen pueblo está con-tenió. Se encarga á un pésimo lector las cartas recibi-das de personajes extranjeros. El pobre hombre mutilaá Goblet y le convierte en niumsiú Rene, y no haymedio de que oiga al soplón que al lado le corrige :Clemansó, Ciérnanse; él sigue impertérrito: Cle-men-ceau, Cle-men-ceau. El público protesta, no por eldescuartizamiento de los apellidos franceses, portu-gueses é italianos, sino porque no se oye nada, y unvarón de buena voluntad salta á la tribuna y se ofrecepara leer. Al fin acaban las cartas, que Ladevese oyedescuartizar con impaciencia visible, — pues graciasá sus buenas relaciones han venido, — y él va á pro-nunciar su discurso. Se sabe que el conocido corresponsal de La Nacióny exsecretario de Ruíz Zorrilla es español, por consi-guiente, demás está decir que es orador. Desde susprimeras palabras fué acogido con los más nutridosaplausos. Dijo á los partidarios de la república quees el momento de que el pueblo vuelva á ser lo que fuéhace treinta y un años. Ahora que la patria está másabatida después de las recientes catástrofes, es horade levantarse. « Yo estoy seguro de que este pueblovolverá á ser grande, fuerte y libre. Algunos al vertepor la desdicha y el dolor postrado, se figuran que estásde rodillas... ¡No, no estás de rodillas! Levánlate ycubrirás con tu sombra á los que hoy aparecen másaltos. » En este punto nuestro amigo recibe una sonoray larga ovación. « Pero si estas reuniones han de serútiles á la idea que las inspiran, es preciso que salgade ellas algo práctico, y nada más práctico que. señalarlas causas de nuestra impotencia, para remediarlas.Una de las principales causas del estado en que nosvemos, es el funesto y antidemocrático sistema de lasjefaturas personales, Ruíz Zorrilla á quien por cierto
UN MEETTNG POLÍTICO 253se le acusaba de querer ejercer una jefatura personal,quejábase amargamente de ese sistema funestísimo enuna democracia, y muchas veces, allá en la emigra-ción, nos decía: « Si me duele la cabeza, le duele la cabeza á todo el» partido ; si me duele el brazo, á todo el partido le» duele el brazo » . Con motivo de este meeting hemostocado otra de las lamentables consecuencias de jefa-turas personales. Hay republicanos que para venir átomar parte en este fraternal abrazo, han ido á pedirpermiso á un jefe... y luego no han venido. El repu-blicano que para abrazar á sus hermanos necesita elpermiso de un jefe, ¡ valiente republicano estará ! «...Se oyó primero una voz de las filas laterales, luegocien voces, luego gritos de todos lados, dicterios, pro-testas, insultos. Unos contra otros; era una tormentade interjecciones, de amenazas. Y nuestro buen Lade-vese se paseaba al ruido de aquella tempestad, espe-rando el silencio. Que al fin se hizo. Reconquistósu público el orador y prosiguió : « A las jefaturas per-sonales deben reemplazar las direcciones democráti-cas. Verdad es que ya se ha hecho algo en ese sen-tido. Pero al hacerlo se ha incurrido siempre en elerror de excluir sistemáticamente de esas direccionesá todos los elementos revolucionarios. Por eso noexiste la estrecha armonía que debiera haber entredirectores y dirigidos. — Nadie ignora que mientrasel pueblo quiere la lucha, hay hombres que quierenla república sin esfuerzo y sin peligro. Sin duda espe-ran que va á caer llovida de las nubes... y ya ven loque cae délas nubes: ¡ contribuciones, jesuítas y epide-mias ! » Aquí, mientras el pueblo aplaude rabiosa-mente, yo no puedo dejar de observar una guapísimamuchacha, elegantemente vestida, que en uno de lospalcos da muestras del más vivo entusiasmo. La repu- lo
ESPAÑA CONTEMPORÁNEAblicana ostenta el par de ojos más librepensadores queos podáis imaginar, y, decididamente, manifiesta elpropósito de romper sus guantes. El orador hace ver la conveniencia de la unión. Larepública, una vez constituida, velará por la suerte delos que trabajan. — Concluye con estas palabras : « En todo estamos conformes los republicanos. Ycomo los estamos además en que nuestra fraternidad,que hoy vamos á sellar aquí, sea la fraternidad de lalucha, podemos darnos ese abrazo. » La organización de la república, la decidirá la so-beranía nacional, representada en Cortes constituyentescuyo fallo todos acataremos. Y como la república quequeremos no ha de ser sólo para los republicanos, sino-que ha de ser, como el sol, para todos los españoles,yo tengo la esperanza de que este abrazo ha de exten-derse á todos los patriotas de buena voluntad, queaunque no militan en nuestro campo, desean paraEspaña mejores días. También á ellos les abro misbrazos y á aquellos que hace treinta y un años estuvie-ron con nosotros, les digo : ¡ Ya ha llegado la hora depasar el puente! A pasarlo y estaremos en seguida\inidos todos los españoles. Y no olvidéis que el río nose pasa sólo por el puente sino también por el vado. Sipara pasar el río queréis nuestra mano, la mano deípueblo es fuerte ; ¡ nosotros os la daremos ! ¡ Arriba yadelante! Sólo viven los que luchan y sólo de los queluchan es la victoria. Si el que ayer hizo treinta y unaños pasó el puente á la cabeza del ejército, el quehoy lo pase lo pasará al frente de un pueblo! » Lade-vese es rodeado y aclamado. Luego sube á á la tribunaun joven zaragozano, que se descubre como un copio-rísimo orador. Y luego varios más. Se habló con liber-tad completa. El representante de la autoridad pareceá veces querer protestar, cuando son ya demasiado
UN MEETING POLÍTICOviolentos los golpes á la monarquía. Bien puede ser latolerancia convencimiento de que no se trata más quedepalabras, palabras y palabras... De pronto un hombre'del campo solicita hablar. El también quiere decir sudiscurso, y, á vuelta de varias observaciones del pre-sidente, « Evaristo Jiménez habla en nombre delpueblo de Colmenar de Oreja ». Y habla bien. Untadode periódicos, aborrecedor de los curas, probable subs-criptor de El Motín, sus palabras brotan con una faci-lidad de fuente. Su retórica pasa de pronto á un colorpoco diplomático y de indudable irreverencia para conel congreso católico de Burgos. « Alli nos han arrojado'el guante; nosotros debemos recogerlo y darles con élpor los hocicos... » El pueblo aplaude al temerariopaleto. El presidente le llama al orden; mi muchachade los ojos soberbios continúa en su entusiasmo. El« orador » se retira, no sin protestar. Al pasar por milado le oigo decir : « ¡ Qué van á ser republicanos éstos ! »La gente vocifera y la tempestad vuelve á estallar enel circo. Por fin se logra la tranquilidad, y el meetingsigue; se aprueban las conclusiones formuladas por lacomisión iniciadora y se nombra una comisión ejecu-tiva encargada de realizar los acuerdos. Persona informada me da los datos siguientes: Ellocal en que solían celebrarse las grandes reunionespolíticas de los partidoseraelcircodel Príncipe Alfonso,,que estaba situado en el paseo de Becoletos, frente alpalacio de la biblioteca y museos. Aquel circo, al que se-le llamaba circo de Rivas por el nombre de su propie-tario, fué demolido hace algunos meses. Allí se celebró'una reunión memorable en los últimos meses de 1868,.en la cual se fundó el Partido Republicano español. Aca-baba el gobierno revolucionario de Serrano y de Primde lanzar al país un manifiesto en favor de las institu-ciones monárquicas (redactado par Núñez de Arce, á.
256 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAquien el gobierno encargó de aquel trabajo) y entonceslos republicanos contestaron á aquel manifiesto convo-cando al circo de Rivas á todos sus correligionarios deMadrid. Presidió la reunión el decano de la democraciaespañola D. José María Orense, y hablaron en ella Cas-telar, Pi y Margall, Figueroa, Salmerón y otros grandesoradores. Acordóse lanzar al país un manifiesto decla-rando que quedaba fundado desde aquel día el PartidoRepublicano. Todos los arriba citados —menos Salme-rón — y una multitud de republicanos no tan conocidos,firmaron aquel manifiesto, que fué el principio de lapropaganda republicana en España. Ala reunión, dondeel entusiasmo fué numeroso, acudieron 4.000 personas.Todas las que allí cabían. Desde entonces hubo en dichocirco numerosas reuniones políticas. Una de las últimasque se celebraron, pocos años antes de la demolición,fué cuando los republicanos de Madrid emplazaron á losdiputados y á los concejales del partido paraque diesenal pueblo explicaciones acerca de la conducta queseguían en el congreso y en el ayuntamiento, calificadade apática y tibia. Aquella reunión fué un continuotumulto; el público insultó y maltrató despiadadamenteá los diputados y álos concejales, y hasta volaron algu-nas sillas lanzadas contra los oradores. Estos abando-naron el local, y se suspendió la reunión entre silbidos.El 11 de febrero de 1897, habiéndose hecho la uniónentre las fracciones que acaudillaban Salmerón, Muro,Ezquerdo, y los disidentes del partido de PiyMargall,— Menéndez Pallares y Valles y Ribot — convocaron,todos éstos reunidos, á un meeting en el circo de Colón,local mucho más espacioso que el circo de Rivas. Tra-tábase de hacer una gran ostentación de fuerzas popu-lares republicanas con motivo del aniversario de laproclamación déla república del 1873, y como todas lasparcialidades republicanas — menos la federal pactista
UN MEETING POLÍTICO 287de Pi — estaban unidas, esperábase que el circo deColón, en cuya sala caben 6.000 personas, se llenase. Laconcurrencia de público fué muy grande, pero el circode Colón no se llenó. Asistirían unos o.000 republicanos.Nunca hasta entonces se había visto á tantos republi-canos juntos en un local cerrado. La reunión fué enextremo tumultuosa. El público silbó terriblemente áSalmerón y á Ezquerdo. Los discursos fueron sin cesarinterrumpidos por las protestas y los gritos hostilesdel auditorio. Salmerón se encaró con el público yempezó á insultarle ; la lucha entre el público y Salme-rón se prolongó más de media hora, y, después deaquella reunión agitadisima, no habían vuelto los repu-blicanos de Madrid á celebrar ninguna reunión pública.Los prohombres republicanos, á pesar de las circuns-tancias por que España lia pasado desde entonces,esquivaban presentarse ante el pueblo. Al meeting de« fraternidad republicana» del 29 de septiembre último,celebrado en el circo de Colón, han acudido 8.000 per-sonas. Como ya he dicho, el circo estaba completa-mente lleno, comprendida la pista, ven la calle se que-daron cerca de 3.000 personas que no consiguieronentrar en el local. De modo que ésta ha sido la reunión republicana másnumerosa que ha habido en Madrid.
UN PASEO CON NÚÑEZ DE ARCE 13 de octubre de 1899. Comienza en la Carrera de San Jerónimo el ir y venir•de las gentes á la hora del paseo de la tarde. La Ca- rrera de San Jerónimo es la calle de Florida de Madrid. Mucha vitrina elegante, mucho carruaje que va yviene; y por la noche mucha luz y alegría de ciudad moderna. En la librería de Fe, poco antes del crepúsculo,•encontré hace algunos días al poeta Núñez de Arce consu amigo Vicente Colorado, también poeta. Hacíaalgún tiempo que no veía al maestro, y le hallé, aunquequejoso de su salud, bastante mejor que como le vierala reciente vez. Tras hablar unas cuantas cosas del•obligado asunto América, se le ocurrió : « ¿ Si dié-ramos un paseo? » Acepté con gusto, y salimos lostres hacía el Prado. Despacio, pues D. Gaspar no puede fatigarse. Eltiempo estaba fresco, el aire era grato; el cielo lucíaafable; pero el poeta desde que comenzó á conversar•con nosotros, parecía verlo todo gris. Como yo le pre-guntase si tenía algún trabajo en obra, si escribíaalgo. — No, nada, me contestó, fuera de las cartas que•escribo á un diario de Buenos Aires. Y con un aire de vago desencanto :
UN P A S E O CON NÚÑEZ DE ARCE 2S9 — Ah, amigo Darío, mi tiempo ha pasado. Soy yaviejo, y las musas, como hermosas hembras que son,no gustan de los viejos. El campo es ahora de quien sellama... — Maestro, le interrumpí, eso quien menos lopuede decir es usted. El amor y el gozo de la vida,tienen á yVnacreonte y Hugo... — Lo que de Hugo vale verdaderamente fué escritoen su juventud. No quise contradecirle. Pero el hábil Colorado, cuyo ingenio es mucho,apoyado en su antiguo cariño y en su amistad íntima,le increpó con amable irrespeto. « Es que usted se estáponiendo insoportable de pesimismo. » Y le manifestó•que era cosa de los años; que en la juventud todo lovemos lleno de una luz de rosa. (Lo cual no es ciertoen nuestro tiempo, decía yo en mi interior.) Nuñez de Arce prosiguió entonces en un largo par-lar todo ornado de bellas frases de decepción. No creeni en la misma vida. ¿Acaso sabemos algo de lo quehay tras el impenetrable velo de la eterna Isis ? ¡ Laciencia! Pues la ciencia no ha conquistado sino unpequeñísimo reino, el reino de lo experimental. Lado'bdcle á que se ha hecho tanto ruido no hace muchotiempo, no puede ser más cierta. ¿El arte? Campo paralas ilusiones; total, nada, puesto que las ilusiones noson más que humo vago que deshace el menor vientode la vida. El fracaso impera en todo. La sociedad,después de tantos siglos, no ha logrado aún resolverel problema de su misma organización. Véanse lasrojas flores que brotan en tal terreno : se llaman socia-lismo, anarquismo, nihilismo. ¡ La nacionalidad espa-ñola! un sueño. Al primer cañonazo que se oiga en laPenínsula, ya verán cómo se deshace la nacionalidadespañola. Yo volvi á tocar el tema del arte y de la lite-
260 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAratura. « Ali, el arle, la literatura : todo está en plenadecadencia. Francia es el más patente ejemplo. Losideales se levantan, se ven como bellos mirajes y luegono se logran nunca. E s el inmenso camino cuyo fin nose encuentra ni se encontrará jamás, á pesar del vuelocontinuo de las humanas aspiraciones». Y así seguía,con su voz pectoral, un tanto apagada, y en sus ojosvivaces había una chispa fugitiva y en sus labios semarcaba una sonrisa que podía decir resignación y con-vencimiento. Entretanto yo me decia, — siempre para mi sobretodo : — Gaspar Núñez de Arce, ...DON of course, A true Hidalgo, freo from every stain Of Moor or Habrew blood, he traced his souree Through ihe most Gothic gentlcman of Spain... Don Gaspar Núñez de Arce, sin duda alguna el pri-mer poeta de la España de hoy, parecería por susnegros mirares y sus desconsoladores decires, un espi-rite extranjero, un alma septentrional, rara bajo sucielo de alegría, si no se supiese que en el fondo delalma española crece siempre una obscura rosa. Puedetener un rocío de creencia ó no tenerlo. Este fuertepoeta es un Carlos V sin fe que se encierra en suEscorial interior y celebra los funerales de su propiapoesía, de sus propíos ensueños, de su propia gloria.Y no es nuevo en él este modo de pensar y de ver loscuatro puntos cardinales de la existencia. Allá, yalejos en el siglo, se oyen aún sus Gritos del combale,y ya había resonado en sus oídos el fracaso producidopor la risa de Voltaire, á quien en nombre de sus sue-ños agonizantes ó muertos, maldecía en el último ende-casílabo de un soneto célebre ; decía á los poetas que
UN PASEO CON NUÑEZ D E ARCE 261colgaran, en un desconsuelo bíblico, sus harpas, delos llorosos sauces. Gracias á que la férrea contexturade su estro daba animación para la lucha, no se caíaen el anonadamiento voluntario. Por esos tiempos, ópoco después, miraba con cruel desdén al pobre Bec-quer, que vivía de pan de amor y vino de sueño. Son-reía el caballero vestido de su pesada armadura, delos que él llamaba « suspirillos germánicos » : le dis-gustaba el poco de azul que fué á traer en un ramilletede vergissmeinnichts de Alemania, para suavizar elescarlata de sus claveles, el artista triste de las Rimas,que después de todo, era esta cosa formidable : uncorazón. En el Prado reían los niños; la tarde desfallecíarisueña; en el poniente se fundía una montaña de orode sol. Don Gaspar proseguía en sus doctrinas. Lamuerte es lo único que nos interesa verdaderamente,pues da la clave del enigma. Isis aparece entonces sinvelo. El hombre no mata nada : todo se muere. Elhombre cree inventar algo : todo está ya inventado;todo ha sido. De pronto, en un yacimiento de tiempo,descúbrese alguna cosa; eso es todo. Pero nada de loque se cree nuevo es nuevo. La palabra de la Escrituradice una inconmovible verdad cuando dice : Nihilnovi sub solé. El hombre vive en lucha perpetua conla vida y consigo mismo porque, pasada la divina esta-ción de la juventud, quiere ver, quiere saber, quiereconseguir la posesión de un fantasma, descubrir loimposible, y la realidad le hiere, y le desconsuela. Elhombre sólo es feliz en el instante de su primavera. Miré en los ojos á Don Gaspar, y canté en mi memo-ria el recuerdo :¡Oh recuerdos, encantos y alegrías De los pasados días! lo.
262 ESPAÑA CONTEMPORÁNEA ¡Oh gratos sueños de color de rosa! ¡Oh dorada ilusión de alas abiertas Que á la vida despiertas En nuestra breve primavera hermosa! — Yo, ya estoy viejo, repito, y creo ver en lo que dije, la verdad; ó lo que me parece la verdad, porque, ciertamente, ella no ha mostrado su faz nunca; su des- nudez no ha sido profanada por nadie. Crea usted, medijo, que la juventud es lo único que vale la pena, y esto por su jardín de ilusiones; esto es, por lo queexiste. Yo volví á clamar dentro de mi : « ¡ Oh poeta, oh querido amigo y maestro! no haces obra de bien predi-cando el desencanto, tú que sabes la perenne renova-ción de las cosas, el placer del vivir, con todo y la per-secución del dolor; no debes, porque hayas pasado yamucho más del medio del camino de la vida, quedarte entu primera etapa, y no mostrar á la juventud sedientade ideal nada más que el infierno; tú bien debes saberque en la tercera está situada la gloria incomparabledel Paraíso, así haya que pasar para penetrar en susdominios bajo el arco de la Ilusión. La misión del poetaes cultivar la esperanza, ascender á la verdad por elensueño y defender la nobleza y frescura de la pasajeraexistencia terrenal, así sea amparándose en el palaciode la divina mentira. Te ha tocado un difícil momentoen la historia de tu patria ; momento de vacilaciones yde derrumbes, de dudas y de miserias; pero tú no col-gaste el harpa del « lloroso sauce ». Antes bien, ele-vaste por tu sonora y acerada poesía las almas, reavi-vaste el amor á lo bello; de la duda hiciste hermosasesculturas de palabras en que vio la joven generacióncómo se esculpía el castellano en potentes estrofas;con el Idilio tomaste á la inagotable viña de amor, cuyo
UN PASEO CON NÚÑ'EZ D E ARCE 263jugo dará sangre á la poesía y al arte por los siglos delos siglos. No, no intentes destruir una sola ilusión. Enverdad te digo que retoñará en mil partes. La obliga-ción de la vejez sabia, es decir á los que vienen coro-nados de flores, en su estación de encantos, en palabrasde luz, lo que dice la Boca de Sombra. Hay un caba-llero cantado en tus poemas, que podía servirte deadmirable ejemplo. Es aquel maravilloso Raimundo,amoroso de amor, padre de enigmas, profesor de ilu-siones, capitán de ensueños, aquel Raimundo queencontró oculto el símbolo del dolor eterno-entre lospechos de la mujer amada é imposible. Pues bien, Rai-mundo Lulio no se fué por el camino de la desesperanza,sino que, como entró en el templo montado en su carbailo, ascendió alas estrellas, cabalgante en su pegaso,en seguimiento siempredel ideal. Aquel inmenso poeta,aquel principe del símbolo, aquel sabio, te señala unabuena pauta que seguir. No pasa el tiempo para lospoetas que tienen el alma firme y l i b r e ; para los queno reconocen fronteras, preocupaciones, limitaciones :las musas son como dices, muchachas fragantes yfrescas, pero no tienen inconveniente en ir á dormircon Booz, ó acostarse en el lecho del viejo David. Y no sé en qué libro de antiguo he leído que Abisagdespués de sus nupcias con el anciano rey del harpa,quedó en cinta y dio á luz una estrella.
TENORIO Y HAMLET Noviembre 10 de 1899. Cada comienzo de noviembre, al empezar á asarselas castañas y á inflarse los buñuelos, es sabido queD. Juan Tenorio hace su visita á Madrid. Este año haestado también el taciturno príncipe de Dinamarca.Hamlet, encarnado en Sarah, la prodigiosa comediantaque ha logrado cristalizar la más inconmovible juven-tud. Don Juan se ha visto en casi todos los teatros yhan sido largo asunto de discusión las innovaciones deun cómico que ha querido presentar un Tenorio comocortado por molde de comedia francesa á la moderna,un Tenorio á quien se ha amputado el apéndice queCyrano llevara hasta delante del Eterno Padre, y DonJuan también, un apéndice que constituye en esoscaballeros parte vital y precisa: ¡elpenacho! Pues el actor de la Comedia, Thuiller, ha creído opor-tuna la variación, y dio un Don Juan despenachado.Dijo á la sordina la décima zorrillesca; quiso imponerlo natural en punto en que la naturalidad huelga; elhombre que convida á comer á los difuntos ha habladocomo un tipo de Dumas hijo ó de Lavedan; Doña Inésdel alma mía ha tenido que corresponder en igual tonoá las declaraciones de su caballero; esto ha sido unflirt en vez de la tradicional tempestuosa pasión mani-festada; la famosa cavatina ha sido una causerie; el
TENORIO Y HAMLET 265público se ha mostrado sorprendido, le han cambiadoá su Don Juan; la crítica censuró al actor, pero losempresarios demostraron que los críticos aplaudieronen la temporada pasada lo que hoy han señalado comodefectuoso. Lo cierto es que el Sr. Thuiller ha errado.El Tenorio tipo de leyenda no cabe en la pauta de con-servatorio reformista que ha querido imponerle. DonJuan, el idealizado por los poetas y cuyo contacto segúnMusset engrandece, no tiene nada que ver con el per-sonaje histórico de quien Sevilla posee un retrato — elSr. de Manara — por otra parte, muy feo, y al cualseguramente el actor no querría copiar. El nuestro, elde todo el mundo, es un antiguo amigo, ow ancientfriend Don Juan, que dice el sublime y donjuanescolord. Para darle vida, no es preciso que el actor sedesgañite y gesticule como un loco, cual lo hemosvisto en los infinitos Tenorios que nos ha dado ladeclamación española, pues desgraciadamente no haycómico de la legua cpie no quiera entenderse con sucorrespondiente convidado de piedra. Mas algunosgrandes actores ha habido que en España lian pene-trado en el carácter de Don Juan, sin menoscabarle nihipertrofiarle. Calvo fué uno bueno, para no citaranteriores, y Vico, y aun otro actor de poco renombrepero de reconocido talento, Pedro Delgado, que esteaño ha hecho el Tenorio en... en el pueblo de Ecija. No se puede hablar de Don Juan sin recordar alpobre Zorrilla, que decía con justa amargura, pocoantes de m o r i r : « Mi Donjuán produce un puñado demiles de duros anuales á sus editores, y mantengo conél en la primera quincena de noviembre, á todas lascompañías de verso de España. » El ha contado deadmirable manera el génesis de su drama, que porcierto no fué recibido por el público con el triunfo que-mas tarde consiguiera. Fué en el año de 1844, en fe
266 ESPAÑA CONTEMPORÁNEA.brero. El actor Latorre necesitaba una obra flamantepara su rentrée en la villa y corte. Zorrilla era quiendebía entregar la obra. Había él refundido en esetiempo Las Travesuras de Pantoja; y registrando las•comedias de Moreto, tuvo la idea de la pieza; y con elBurlador y la refundición de Solís, manifestó á Latorre•que se comprometía á entregarle un Don Juan en el•término de veinte días. No conocía Zorrilla, según propia confesión, ni LeFestín de Píerre,.de Moliere, ni el libreto de DaPonte, ni lo que había ya hecho en Europa conmás ó menos igual argumento. « Sin darme, dice,•cuenta del arrojo á que me iba á lanzar, ni de la•empresa que iba á acometer; sin conocimiento algunodel inundo ni del corazón humano; sin estudios socialesni literarios para tratar tan vasto como peregrino argu-mento ; liado sólo en mi intuición de poeta y en mifacultad de versificar, empecé mi Don Juan, en una¡noche de insomnio, por la escena de los ovillejos delsegundo acto, entre Don Juan y la criada de Doña-Inésde Pantoja. » Los ovillejos los compuso á obscuras, ysin escribirlos; á pura memoria los retuvo. Del plande la obra apenas si tenía hilos tendidos. Su plan era« conservar la mujer burlada de Moreto y hacer noviciaá la hija del comendador, á quien mi Don Juan debíasacar del convento, para que hubiese escalamiento,profanación, sacrilegio y todas las demás puntadas desemejante zurcido ». Comenzó á escribir, pues, sinsaber por dónde iba. La musa le supo guiar. Puso á DonJuan en su piel; y Ciutti, es el nombre de un criadoitaliano que había tenido Zorrilla, en el café del Turcode Sevilla; el hostelero Butarelli, uno que vivía en la•calle del Carmen el año 1842, y de quien fué huéspedel poeta. De Ciutti, el de carne y hueso, ved el retrato•que traza en cuatro r a s g o s : « Ciutti era un píllete muy
TENORIO Y HAMLET 267lisio, ([lie todo se lo encontraba hecho, á quien nuncase encontraba en su sitio, al primer llamamiento, y áquien otro camarero iba inmediatamente á buscar fueradel café, auna de dos casas de la vecindad, en las cualesse vendía vino más ó menos adulterado, y en otra,carne más ó menos fresca. Ciutti, á quien hizo célebremi drama, logró fortuna, según me han dicho, y se vol-vió á Italia. » He hablado alguna vez de los postreros años de Zo-rrilla, cuando, en una existencia de enfermedad ypobreza, llevaba en su vejez todavía un rayo de susantiguas fuegos; y veía ganar dinero, mucho dinero,con sus viejas obras, á editores á quienes en otrotiempo las vendiera en lamentables condiciones.Entonces fué cuando Castelar sostuvo en las Cortes lanecesidad de pensionar al lírico, y la pensión fué negadaá quien era propietario del cielo azul, « en donde nohay nada que comer »., Hemos visto en Madrid el discutido Hamlet de París.Sarah-Hamlet. Discusión hubo sobre si Hamlet fuérechoncho ó delgado, alto ó bajo; en lo que no puedehaber es sobre lo bello de la soberana creación querealiza la gran francesa. Como lo ha acostumbradoSarah, la compañía que ha traído ha sido mediocre; demodo que toda la atención se ha concentrado en la« princesa del gesto y reina de la actitud ». Sorprendedesde luego el poder de la trágica al cambiar casi porcompleto su conocida voz de oro, por una voz de hierro,ó mejor, de acero. En la masculinización de su papel elprodigio se impone. Desde que aparece el príncipe au•pourpoint noir, el hechizo está realizado. Apenas si unotiene tiempo de protestar por los cortes y aun descuar-
268 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAtizamientos que se lian perpetrado en la obra, como elsuprimir entre otras cosas, la escena de Hamlet ante elrey que ora, ó el diálogo de los sepultureros. Pero enlas partes básicas de la tragedia, el encanto aportadopor Sarali vale por una de las más inmensas sensacionesde arte que puedan experimentarse. Hav entre muchas, una escena en el primer acto enque el dominio es absoluto, y en la frase final el audito-rio siente un gran sacudimiento : But breack, my heart: for I musí hold my tongue,que Sarah hace vibrar en su francés : « Mais ecíate,mon cosur, car il faul resler bouehe cióse ! » La interpretación de Sarah es de esas acciones artís-ticas que pueden apasionar hasta la violencia. Meexplico la estocada de Vanor á Mondes. Aquí Sarah se ha impuesto á pesar de eme no esmuy común el dominio de la lengua francesa en elpúblico. Cierto es que el público de Sarah Bernhardtha sido de lo más aristocrático de que se compone el« todo Madrid ». Quienes han admirado á sir Jrving, quienes conocenel « juego » de Monet-Sully, quienes recuerdan á lospotentes trágicos italianos de osle siglo, hasta Novelli,con su Hamlet gesticulador, están de acuerdo en que noha habido palacio de carne humana en que se hospedecomo en propio habitáculo el espíritu del soñador pen-sativo de Elseneur, como la carne nerviosa y eléctricade Sarah Bernhardt; ella es el príncipe delicado, perofuerte de nervios que le hacen ser buen esgrimista;lejos de la fuerza musculosa, pues él mismo exclama,en una escena, hablando de su tío incestuoso : « Butno more tlian my fatlier, — Thanllo Hercules... »
UNA EMBAJADA La embajada extraordinaria alemana presidida porel príncipe Albrecbt ha sido en estos días nota deactualidad. El es un buen gigante teutón, digno repre-sentante de su tierra militar y férrea. Le ha traído elÁguila Negra al adolescente rey D. Alfonso XIII, queen la ceremonia palatina ha dicho un muy bonito dis-curso en francés. No ha habido revistas militares, pordisposición do gran cordura. Peros los príncipesextranjeros han visto mucho de la España grande éindestructible : lian visto la sala de Velázquez en elPrado, han tenido otras varias impresiones que leshan podido dar á entender que por más que la obra delos malos gobiernos traiga ruina y desastre á la patriaespañola, queda un rico fondo de fecundidad y devida de donde brote una España dueña de su porvenir. Han podido admirar también la otra noche, en elTeatro Real, la soberbia mina de hermosura que seencierra en este pueblo lleno de bizarrías y hechizos.La aristocracia mostraba joyas de juventud y de bellezade que pocos países pueden enorgullecerse. Ya es el tipo de grandes ojos negros y cabelleras deuna riqueza incomparable que pesan sobre los cuellosarmoniosos como la carga capilar que agobia á una
270 ESPAÑA CONTEMPORÁNEA•cTannunziana virgen de las rocas; ya el tipo semiará-bigo, que denuncia la andaluza procedencia; ó lamujer maciza del norte que en su opulencia guarda elorgullo gentilicio de una raza generosa. Y mientras laDarclée hacía su Manon bravamente, yo veía al colo-so alemán recorrer con sus gemelos el jardín de lospalcos. Allí tenía la fragante flora humana del paíssolar que ha vivido en un ambiente de heroísmo caba-lleresco bajo un cielo de poesía ; alli las descendientes•de los más preclaros nombres de la nobleza española,mantenedoras de la gracia que pintaron tantos pincelesilustres y que cantaron tantos luminosos poetas. YT algo de D. Alonso Quijano el Bueno decía á mia l m a : « Deja que la bala dum-rlum se ensaye en el boer,y que el fin del siglo xix sea de sangre y de matanzasrazonadas ó sin razón. Alguien ha dicho que Krupp es Hegel y que Chamberlain es Darwin. No hay que deses- perar. Estos descorazonamientos científicos pueden ser.sucedidos por razonables y necesarios vínculos líricos.Nunca es malo Don Quijote. Y Guillermo II hace versosy pinta cuadros y escribe óperas é himnos. España no•debe pensar ahora en guerras y cosas que le han ense-ñado lo vario de la suerte y lo frágil do la grandeza. Y'•cuando el César germánico envía una águila negra, sele debería corresponder con una paloma blanca. »
UNA NOVELA DE GALDÓS 26 de octubre de 1899. Otro nuevo « episodio nacional » estalla en los esca-parates de librería, con sus colores amarillo y rojo enla cubierta, formando bandera española. Y bajo el títuloy el 7.000 que se refiere á los ejemplares, la esfingesentada sobre el globo nos anuncia que aparece unlibro más en que se tiene por divisa Arte, Naturaleza yVerdad. Ya os be dicho del ordenado fabricar del maes-tro novelador. No censuro — sino todo lo contrario —el método y la exactitud en eltérmino de la producción.Eso indica que la voluntad priva sobre el talento, locual es razón que honra al carácter humano. Lo quelamento es que se transparente hasta casi llegar alpúblico, un plan industrial con mengua de propósitos 1mentales. Quién encuentra una familia como la Rou-gon Macquart, quién la historia de España. El Sr. Cal-dos pudo comenzar en los tiempos de W a m b a y con-cluir en los de Sagasta. Habríase llenado una bibliotecay desbordado el Capital do la casa editora. Pero elpotente autor de Gloria, de León Roch, de la primeraserie de los Episodios no tiene el derecho de descen-der en calidad por ascender en cantidad. Yo respeto ysaludo ese admirable y sereno talento que ha produ-cido innegables obras maestras, pero ese mismo res-
272 ESPAÑA CONTEMPORÁNEA pelo es el que me hace contristarme ante una fecundi- dad inquietante, porque la obra precipitada de ahora no resiste comparación con la madura de antaño. Claro está que un libro de Pérez Galdós no podrá nunca ocul- tar el lustre original; no será un libro malo jamás, ni un libro mediocre, que es peor. Pero se advierte que falta la gestación, indispensable en partos de esta índole, — gestación casi siempre elefantina. —Sale el libro ilojamenfe vertebrado, un si es no es anémico,con marcada tendencia al raquitismo; aunque se obser-van— como en los ojos del niño — reflejos y chispazosdel alma paternal. Son libros faltos de tiempo. La Esta-feta romántica, está escrita de julio á agosto de esteaño, en que van publicándose ya cuatro episodios.Cabalmente acabo de salir de la inmensa floresta deFécondité, y al dejarla he visto el tiempo que Zolaha empleado en ella. Cerca de un año. lis el lapso máscorto para realizar una labor de conciencia, sin llegar ála religiosidad flauberfiana. Zola, con todo y su simé-trica tarea de gran obrero, sabe que tiene que elevarseá sus Cuatro Evangelios con la mayor energía y elaliento de su idea, y que no es sino con ímpetu aquilinoy ansias de grandeza moral cómo podrá escudriñar ásu manera las que llama san Agustín « montañas delSeñor », para bien de su patria la Francia. Bien podríael señor Galdós dar á España un libro cada año, en elcual libro pusiese la esencia saludable de su pen-samiento y ayudase á la obva social y al resur-gimiento de la nación española. De estos volúmenesse ocupa escasamente y mal la crítica de casa; y laextranjera, por respeto al nombre del autor, suele haceruna que otra comple renda, aunque sea como la deM. Vincenf, del Mercitre de France, que ha hojeadoseguramente el libro, y ha sacado en claro, traducidauna novedad del título de La Campaña maestrazgo. Su
UNA NOVELA DE GALDüS 273precario español llega á confundir campaña con cam-pana, y traduce : La Cloche da Maestrazgo. Es el caso de decir que ha oído campanas y no sabedónde. No veo que en la prensa de Madrid se le haya hechola menor observación al ilustre novelista, respecto á eseproducir absolutamente mecánico. No hay duda quecausa el silencio, la consideración á sus altos méritos yá su celebridad. El propio debía notar que si antes elaparecimiento de un libro suyo era lo que llama elclisé un acontecimiento literario, hoy apenas conmuevela atención y suscita uno ó dos artículos de complacen-cia y las rituales gacetillas. Es natural que nunca suproducción será colocada entre la copia inmunerable yrepetida de los multíparos conejos de las letras. Veamos la Estafeta romántica. En estos libros, donde dice Benito Pérez Galdós, nose pone el aditamento : De la Real Academia Española.Debía hacerse, pues pocos escritores contemporáneoscontribuyen más á sostener dignamente la amojamadacastidad del idioma. Con ser heterodoxa la medula, lo exterior va siempreen una lengua conservadora y depurada y cuya espon-taneidad non infiere el menor agravio á su legítimo ycastizo abolengo. Esta novela de que trato está com-puesta de una serie de cartas, y de ahí que sea Esta-feta. Romántica es por la época en que el argumentose desarrolla. Y el ser la novela en cartas, quizás, nosea ajeno al título, pues el género en dicha época tuvosu boga. Consta la obra de cuarenta cartas en que sedesarrolla una intriga amorosa, se trata de la políticadel tiempo y de literatura. El autor no ha descuidado
274 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAla documentación; se ve que se ha tomado el trabajode informarse en las mejores fuentes; y pone ante ellector, viviente y palpitante, esa curiosa vida decomienzos de siglo. Algo de lo más interesante es el episodio de lamuerte de Larra, narrada y comentada en el curso deestas epístolas. Figura en la estafeta una carta simulada deD. Miguel de los Santos Alvarez, el amigo íntimo deEspronceda y de Fígaro. No hay duda de que el señorGaldós trató á Alvarez y de sus labios obtuvo muyinteresantes informes. Yo tuve oportunidad de conocerá dicho personaje en casa de D. Juan Valera, y nodejé pasar la ocasión de despertar en más de un puntosus recuerdos, especialmente en lo referente á la amis-tad estrecha que le unía con el poeta del Diablo Mundo.Alvarez, ya muy viejo y bastante sordo, no había per-dido sus facultades de delicioso parlante. El general Mansilla ha publicado en sus intere-santes causeriea algo sobre la vida de aquel originalingenio en Buenos Aires. Es sabido que, creo que entiempo de Rozas, fué al Río de la Plata, enviado por elgobierno español. El se complacía en rememoraraquella época de su vida y guardaba muy buenasimpresiones de sus noches y días americanos. Digonoches, porque don Miguel de los Santos fué incorre-gible noctámbulo durante toda su larga existencia.A los setenta y tantos inviernos, y hasta muy pocoantes de su muerte, era de los últimos en abandonar ála madrugada, el tresillo del Casino. « Vea usted, medecía, dicen que el trasnochar es malo. Tengo dehacerlo tantos años y me va perfectamente. » La carta fingida de Alvarez al tipo principal de lanovela, Fernando Calpena, está escrita de manera quebien podía considerarse como no apócrifa. Es alabar
UNA NOVELA DE GALDÓS 275.demasiado la inteligencia de Pilar creerla capaz deuna imitación palpablemente difícil. Y Galdós, en estacarta, como en muchas de las del libro, demuestra que-posee una flexibilidad de pensamiento que no siemprees un don de los fuertes. Todavía no se ha escrito la-vida íntima de la época en que pasan estos sucesos-de la Estafeta, y no se conocen detalladamente,,pongo por caso, las causas que condujeron á Larraá suicidarse. El romanticismo tuvo, sin duda ais-una,gran parte en el arrebato de aquel brillante espí-ritu. Era el tiempo en que el romanticismo estaba,más en el ambiente que en la literatura, y en que, enParís, como cuenta el Dr. Verón en sus memorias, unserio y conservador hombre de letras, después de ata-car y negar la revolución romántica con la pluma, sefué á echar al Sena, por causa de un amor imposible..Larra, según dicen, se mató también por amor. Suquerida, una dama casada, cortó la intimidad obligadapor la severidad de su confesor. El poeta no pudo-lograr que se reanudasen las relaciones y, enamorado-de veras como estaba, se precipitó en la muerte. No>puedo dejar de haceros conocer el párrafo de la cartade Alvarez á Calpena, en que trata del desgraciado-acontecimiento, y que, como digo, debe estar basado-en algunas conversaciones entre Galdós y D. Miguel :« Supe yo la muerte de Larra al día siguiente delsuceso, ó sea el 14 de febrero. Fui á verle con otrosamigos á la bóveda de Santiago, donde habían puesto-el cadáver, allí me encontré á Ventura y á Roca Togo-res, tan afligidos como yo, y Harfzenbusch, que meacompañaba. ¿ Y por q u é ? . . . decíamos todos, que es lo-que se dice en estos casos. — ¿ Cuál ha sido el móvil?...Quién hablaba de un arrebato de locura; quién atribuíatal muerte al estallido final de un carácter, verdaderabomba cargada de a m a r g u r a explosiva Tenía qu&
270 ESPAÑA CONTEMPORÁNEA suceder, tenía que venir á parar en aquella siniestra caída al abismo. ¿ Y ella? Si alguien la culpaba en momentos de duelo y emoción, no había razón para •ello. No era ya culpable. Por querer huir del pecado, había surgido la espantosa tragedia. En fin, querido Fernando, suspiramos fuerte y salimos después de bien mirado y remirado el rostro frío del gran Fígaro, de •color y pasta de cera, no de la más blanca; la boca ligeramente entreabierta, el cabello en desorden; junto, á la derecha, el agujero de entrada de la bala mortí- fera. Era una lástima ver aquel ingenio prodigioso •caído para siempre, reposando ya en la actitud de las •cosas inertes. ¡ Veintiocho años, una gloria inmensa alcanzanda en corto tiempo con admirables, no iguala- dos escritos, rebosando hermosa ironía, de picante gra- cejo, divina burla de las humanas ridiculeces!... No podía vivir, no. Demasiado había vivido; moría de viejo, á los veintiocho años, caduco yo de la volundad, decrépito, agotado. Eso pensaba yo, y salí, como te •digo, suspirando y me fui á ver á Pepe Espronceda, -que estaba en cama con reuma articular que le tenía •en un grito. ¡ Pobre P e p e ! Entré en su alcoba y le hallé casi desvanecido en la butaca, acompañado de Vi- llalla y Enrique Gil, que acababan de darle la noticia. El estado de ánimo del gran poeta no era el más á pro-pósito para emociones muy vivas, pues á más de la•dolencia que le postraba, había sufrido el cruel desen- gaño que acibaró lo restante de su vida. Ignoro si•sabes que Teresa le abandonó hace dos meses. Sí,'hombre, y... En fin, que esto no hace al caso. Gran•fortuna ha sido para las. letras patrias que Pepe no:haya incurrido en la desesperación y demencia delpobre Larra. Gracias á Dios, Espronceda sanará desu reuma y de su pasión y veremos concluido el DiabloMundo, que es el primer poema del idem... Sentóme á
UNA NOVELA DE GALDÓS 2\"su lado y hablamos del pobre muerto. En un arranquede suprema tristeza, vi llorar á Espronceda; luego serehizo trayendo á su memoria y a la de los tres allípresentes, los donaires amargos del Pobrecilo Hablador,el romanticismo caballeresco del Doncel, y el concep-tismo lúgubre de El Día de Di/untos. También hablaronde ella, y tal y qué sé yo, diciendo cosas que no repro-duzco por creerlas impropias de la gravedad de la his-toria. Villalta y Enrique Gil se fueron, porque teníanque dar infinitos pasos para organizar el entierro deFígaro con el mayor lucimiento posible », y me quedésolo con el poeta, el cual, de improviso, dio un fuertegolpe en el brazo del sillón diciendo : « Qué demonio!Ha hecho bien. » Yo rebatí esta insana idea como pude,y para distraerle, recité versos, de los cuales ningúncaso hacía. A media tardo entró de nuevo Villalta conFerrer del Río y Pepe Díaz. Espronceda sintió frío y semetió en la cama. Yo, caviloso y cejijunto, hacía miscálculos para ver de dónde sacaría la ropa de luto quenecesitaba para el entierro... » Luego narra lo aconte-cido en el entierro, con la nota saliente del apareci-miento de Zorrilla, « de la estatura de Hartzenbusch,y con menos carnes; todo espíritu y melenas ; un chicoque se trae un universo de poesía en la cabeza »; eltriunfo del poeta, en un tiempo en que los banqueros ylos ministros se entusiasmaban con los versos, y losfestejos de que fué objeto. Zorrilla no duerme esanoche; al día siguiente va á ver á Alvarez, le toma 'su chocolate y le da la estupenda noticia de que le hancolocado en el Porvenir, Pacheco y Pastor Díaz, ¡contreinta duros de sueldo! Toda la carta está escrita\"ingeniosa y vibrantemente, es un documento de ver-dad; y crea el mismo Pérez Galdós que ella no es obrade Pilar ni suya. D. Miguel de los Santos Alvarez se laha dictado desde el otro mundo como otros espíritus lo 16
2 7 8 ESPAÑA CONTEMPORÁNEA han hecho con Hugo ó Claretie... ¡ El Sr. Galdós hasido espiritista sin saberlo ! La intriga principal de la novela no interesa tantocomo esos episodios en que se resucita la vida privadade la España de aquellos días. Lo anecdótico históricotriunfa sobre la inventiva del escritor. Hay cartas quesobresalen, como las firmadas por la joven Gracia, lacual pone en su escritura mucho de su nombre aunqueescasísima ortografía. En este caso podría ella decir,con gran justicia, que la ortografía no es lo primero-y que epitológrafa de tanto vuelo como madame deSevigné, no era muy católica en tales disciplinas. Entre otras figuras que aparecen en el desfile depersonajes, está la del célebre banquero Salamanca,,pero apenas esbozada y falta de detalles que abríansido muy del agrado del lector contemporáneo. Apenassi se entrevé algo de la juventud de Zorrilla; no se nos-informa de la vida intelectual del somiargentino Ven-tura de la Vega. De Espronceda habrían sido muy bien-recibidos datos sobre sus amores con la famosa Teresadel no menos famoso canto. Pudo el Sr. Galdós aumen-tar la parte íntima de sus tipos, para lo cual no le fal-tarían seguramente buenos informantes. Muchas genteshay en España que han vivido parte de esa época, notan remota, y que, testigos de varios hechos, ayu-darían eficazmente á la documentación del novelista. A propósito del suicidio de Larra. La primera vezque fui á visitar á Mariano de Cavia, este excelentecamarada y escritor de tan rico ingenio, me llevó áuno de los balcones de su casa y señalándome uno dela casa de enfrente, que forma esquina en la calle deAmnistía, me dijo : « Cada vez que me asomo, veo
UNA NOVELA DE GALDÓS 279allí una página de gran filosofía.» Y me explicó de ememanera en aquella casa se había dado muerte uno de losmás firmes y finos talentos de la España de este siglo,el pobre Mariano José de Larra. En lo primaveral de lajuventud, en un tiempo en que todo favorecía alencumbramiento de su personalidad, al definitivotriunfo, á la gloria segura, aquel hombre que habíarecibido de la implacable Eironeia las más temiblesarmas del estilo, los más sutiles venenos del pensa-miento, fué una víctima de ella misma. La aventurapasional se cristalizó en un diamante de sangre, yaquel amargo dueño de la sátira, murió por desdenes•de amor, muerte de buen romántico. No querráis nunca ver el reverso de la sonrisa.
LA ENSEÑANZA 8 de septiembre 1889. Cuéntanme que cuando hace poco tiempo estuvovacante la plaza de verdugo, hubo entre los que la soli-citaron abogados y médicos. Un amigo mío terrate-niente, me asegura haber empleado como guardaforestal á un abogado. Esto no es una rareza. En lospaíses menos civilizados, como en los más florecientes,ya se conoce lo que es el proletariado intelectual. Enel país de mi nacimiento hay quien puede decir más deuna vez : « licenciado, lústramelas botas ! » y en BuenosAires, cuando fui secretario del director general decorreos y telégrafos, recuerdo solicitudes para puestosde escribiente ú otros más modestos en que los reco-mendados podían responder al vistoso apelativo « doc-t o r » . En toda la América latina el titulismo es endé-mico ; pero el origen está aquí, en la tierra clásicaen que se asienta Salamanca. El mal está en la raíz. La ignorancia española es inmensa. El número deanalfabetos es colosal, comparado con cualquiera esta-dística. En ninguna parte de Europa está más descui-dada la enseñanza. La vocación pedagógica no existe. Los maestros, ómejor dicho, los que profesan la primera enseñanza,son desgraciados que suelen carecer de medios inte-
LA ENSEÑANZA 281lectuales ó materiales para seguir otra carrera mejor.El maestro de escuela español es tipo de caricatura óde sainete. Es el eterno mamarracho hambriento yescuálido, víctima del gobierno; pero persona de valíay al tanto de las cosas de su tierra, me demuestra queque realmente no son por lo general dignos de mejorsuerte esos maniquíes de cartilla y palmeta. « Losniños, me dice, no aprenden siquiera á leer en laenseñanza primaria. De gramática no hablemos, raro esel que sabe lo más elemental y escribe con ortografía.Y no habiendo aprendido á leer, no es posible aprenderá estudiar. El maestro de primaria, por lo generalignorante, carece de todos los conocimientos y de lamansedumbre necesaria para cumplir su misión, perotiene la bastante soberbia para suponerse dueño yseñor de sus párvulos en la escuela. Como todo buenespañol con su poco de autoridad, quiere que ésta res-plandezca constantemente á los ojos de todos, y ¡ aydel que no la acate! Lo primero que exige es la humil-dad, él que no es humilde, y la obediencia, él que consu proceder descubre la alegría del mando. Los niños,hartos de ser traídos y llevados sin más ni más, sueñanen que llegue su hora de mandar. Un hombre por con-veniencia se aviene bien á todo; pero el niño entiendeantes la justicia que la conveniencia, y el maestro nocuida generalmente de razonar sus actos : es un reyabsoluto. En la mala enseñanza primaria está el origende todos los males. El maestro, cuando pica muy alto— pican hasta los más ruines — no quiere que lellamen maestro sino profesor. Este título incoloro loprefieren al de maestro, porque generalmente sellaman profesores los que dan cursos en institutos yuniversidades; bien es verdad que también se llamanprofesores los barberos y sacamuelas. El profesor deprimeras letras da sus explicaciones (aquí son oradores 16.
282 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAlodos los que hablan) que los niños no entienden,porque en vez de facilitar la comprensión, hace dis-cursos, esperando que sus infelices discípulos le creanun hombre superior. También hace sus libros, y el másimbécil tiene una gramática, una geografía, una his-toria ó unas matemáticas ; generalmente les da porlos estudios gramaticales. Todos velan por la inte-gridad del purismo. Gramática hay por esas escuelasen que al niño le es absolutamente imposible aprender;el alan de definir de un modo nuevo condúceles á losmayores disparates; y los pobres muchachos aprendende memoria lo que debiera ser base de su estudio y esorigen de su abotagamiento intelectual. Tampoco secultiva mucho la escritura; unos adoptan la española,otros la inglesa, casi nadie enseña á escribir; total, queá los diez años de edad y cinco de materias, pasan lospárvulos de la enseñanza elemental á la segunda ense-ñanza, sin haber aprendido siquiera á leer y escribir.De cada 100 niños aprobados de ingreso en el instituto,90 saben apenas firmar y no hay uno que escriba aldictado correctamente; la lectura también pertenecepara ellos a las ciencias ocultas; y sin saber escribir nileer, les meten en latines. El catedrático de instituto, ymás aún el de colegios particulares, no está prepa-rado para la enseñanza; cuando más, conoce vagamentela asignatura que explica, pero no penetra en la mentede los niños. El profesor, como el maestro, tiene lamonomanía del discurso. Todos los días hace su expli-cación en forma oratoria altisonante; si no tiene unlibro de texto propio, no se ajusfa en todo á ningúnautor y obliga á los alumnos á tomar apuntes; asíacaban los cursos, y la mayoría de los estudiantes nose ha enterado aún de lo que sean las asignaturas quecursaron; algunas definiciones, alguna clasificación,algún razonamiento aislado : cuatro lecciones pren-
LA ENSEÑANZA 283•didas con alfileres, que se olvidan luego, y el que tienela suerte de salir aprobado no vuelve á pensar en aque-llas cosas. Así el niño que salió de la primera ense-ñanza, virgen de conocimientos elementales, sale de lasegunda sin comprender las ciencias y las letras quedebieron determinar su vocación, y no emprende lacarrera que le aconseja su instinto, sino la que suspadres le imponen por considerarla más lucrativa. Lasuniversidades aparecen con mejor organización; hayen ellas algunos profesores sabios y cultos — unPosada ó Unamuno figurarían en su especialidad encualquier universidad del mundo; — aunque por logeneral, vicios de constitución y lo que viene desde el•origen, la falta de conocimientos elementales, no per-mitan á los alumnos aprovecharse de la enseñanzasuperior : con todo y no ser ésta deplorable como lasotras, deja mucho que desear. Unamuno precisamente,ha dicho en una serie de luminosos artículos mucho ymuy interesante acerca de la enseñanza superior enEspaña. Pero mucho más que las universidades dejan quedesear las escuelas de ingenieros y las academiasmilitares. Nombrándose de real orden los profesores ysiendo aptos pera el cargo de profesor todos los indi-viduos del escalafón después de un cierto número deaños de servicio, resulta que en ciertas épocas y enciertos cuerpos que tienen su centro de enseñanza enbuena población, todo el mundo quiere ir á desem-peñar cátedras, no por sus aficiones á la asignatura,sino por la residencia. Y en cambio, á otros hay queenviar á la fuerza á quien explique, y claro es que novan los más aptos sino los más desvalidos. Concederaptitud para desempeñar una asignatura por el merohecho de haberlo cursado, es una estupidez colosal; ycuando la asignatura es cálculo diferencial, mecánica,
284 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAgeología, construcción, botánica, química, sube depunto el disparate. Así en las escuelas y academiasespeciales se repiten todos los errores de que vienesiendo víctima el joven desde que tuvo la mala idea deponerse á estudiar, y esta vez aumentados prodigiosa-mente. Me dicen cosas monstruosas de tales centros deenseñanza, y si no las refiriese persona muy culta ymuy conocedora, serían increíbles. En una clase detopografía, después de trabajar todo el año entre losalumnos y el profesor, al hacer las prácticas de fin decurso, no consiguieron cerrar un perímetro. Las clasi-ficaciones botánicas y mineralógicas, los experimentosquímicos, no van más allá. Muchos libros, muchashoras de clase, muchas horas de estudio; mucho ati-borrarse de teorías, leyes y teoremas; pero la ciencia,la verdadera ciencia no aparece. De algo semejante se quejan en algunos países euro-peos, pero la falta de conocimientos elementales no seatal vez tan grande como en España en nación alguna.Precisamente la cuestión del surmenage preocupa enFrancia á muchos espíritus cultos que desean dar alestudio una marcha menos violenta y no tan apartadade la vida práctica. Es verdaderamente lastimoso ver á los jóvenes su-friendo por ocho años la ingestión de voluminosos tra-tados, rozando las más graves teorías científicas, paravenir al fin, terminada la prueba oficial, á trabajar, losque trabajan, con el auxilio de los anuarios de bolsilloextranjeros. Tanta ecuación, tanto integración, parasujetarse á las fórmulas calculadas ya de resistencia,pendientes, velocidades, etc.; tanta bambolla de expe-rimentación para someterse á las apreciaciones, nosiempre exactas, de una cartilla de análisis. La verdades que si esto no fuera terrible sería bufo. Luego la influencia clerical en la enseñanza. La alta
LA ENSEÑANZA 285clase española está convencida de que no se puederecibir una buena instrucción sino en establecimientosreligiosos. Hay multitud de colegios regentados porórdenes religiosas ; ahí están las universidades libresde Deusto, manejadas por los jesuítas; el Escorial, porlos padres agustinos, y así otros centros docentes. Laexperiencia ha demostrado aquí y en muchas otraspartes que los internados son funestísimos. La institución libre de enseñanza que empezó hacetiempo con muchos bríos, fracasó por completo. Paraesa forma nueva se unieron á D . Francisco Giner muybuenas inteligencias, y no consiguieron nada ; lo cualprueba que ó ellos no supieron enseñar, ó el sistemano es aplicable á esta raza; yo creo ambas cosas. Para ese género de enseñanza se necesita en el pro-fesor un instinto paternal y humano que no permiten lafrivolidad y ligereza españolas; y en el alumno unaatención y voluntad que las mismas causas hacenimposibles. Lo que habría que hacer en España sería formalizarla enseñanza elemental, leer y escribir correctamente,gramática y aritmética. Esta antigualla sería más quesuficiente base para que luego cada cual siguiese surumbo. Probablemente ahora es cuando hay menos cul-tura general en la Península, á pesar de la revolucióny de los esfuerzos de algunos cosmopolitistas. Elsiglo XVIII fué más culto que este fin de siglo; y si lasuniversidades llegaron entonces á una situación cala-mitosa, fué por falta de administración y gobierno, porla preponderancia clerical, que ahora nuevamente ame-naza con mayores ímpetus, por falta de base, por in-cultura elemental, por cubrir con el relumbrón acadé-mico la miseria de una ignorancia vasta. No hacen falta reformas,ni planes nuevos ni estudiosnovísimos. Lo que necesita con urgencia la juventud
280 KSP A.\ A COKTE51PORÁNEAespañola, es que le enseñen á leer ¡que no s a b e ! quese mueran de una vez lodos los maestros agonizantes,en cuyas manos se deshilaclia como una vieja estofa elespíritu nacional, y que se pongan las fabulosas « Car-tillas » en manos de hombres de conciencia, hombresque den al abecededario la importancia de un cimientosobre el cual ha de apoyarse el edificio de la comúncultura. Santiago Alba, ¡buena cabeza! A propósito del soñadolibro de Desmoláis se pregunta : ¿ El régimen escolarespañol forma hombres? ¡Y con la universal voz secontesta : no! Hay mucha disposición, mucho regla-mento, — estamos en el reino del expediente del cualhemos sido herederos directos ! — y en el fondo, nada.Todo en los papeles. Alba ha hecho una comparaciónestadística. — El 1 °/o (0,73 por habitante) del totaldel Estado consagra éste en España á la pública instruc-ción, mientras Francia el 6 ' / 2 (5,82 francos por habi-tante), Italia el 2 (1,73); y hasta Portugal el 2 '/.„(1,11). No hablemos de Inglaterra, donde el espírituanglosajón y la riqueza del país por el mismo espíritucreado, permiten dedicar á la enseñanza el 8 */.2 °/0 delpresupuesto total, esto es, más de siete francos porindividuo. Entrando en lo hondo del asunto, la palabradel Sr. Alba no puede ser más franca ni más justamentedura. «¿Es que nuestros bachilleres, dice, nuestrosabogados, nuestros médicos, nuestros ingenieros, nues-tros peritos mercantiles y hasta nuestros militares ynuestros marinos, no son víctimas también del inevi-table chauft'afje, de que Desmolins abomina escanda-lizado y dolorido? Bachilleres incapaces de escribir una carta con ortografía, abogados ignorantes al salir de universidad de lo más rudimentario de la profesión ;médicos que no saben ni tomar el pulso; ingenieros á quienes se hunde la primera obra en que ponen mano;
LA ENSEÑANZA 287peritos mercantiles que no podrían llevar regularmenteni un libro diario; — en fin, militares á quienes « nocaben en la cabeza » cien hombres, y marinos de cuyosviajes da precisa y exacta cuenta el número de las ave-rías del barco que dirigen, entonan á coro himno gran-dioso al admirable sistema que empieza por hacer inú-tiles á cientos de hombres de uno de los pueblos másreconocidamente dispiertos del planeta. Lo dice el vulgo con toda claridad : « Aquí el bachi-ller, el abogado, el médico, el ingeniero, el perito mer-cantil, el militar, y el marino que llegan de veras áserlo « se hacen » por sí solos cada uno en su casa, ensu hospital, en su taller, en su cuartel ó en su barco;lo que estudian en el instituto, en la universidad, enla escuela, ó en la academia, es sólo por coger el título ó la estrella. » En lo relativo especialmente á la enseñanza superior,' ha iniciado ahora, como he dicho, el catedrático de griego de la universidad de Salamanca, Sr. Unamuno, una campaña nobilísima y valiente.
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