Important Announcement
PubHTML5 Scheduled Server Maintenance on (GMT) Sunday, June 26th, 2:00 am - 8:00 am.
PubHTML5 site will be inoperative during the times indicated!

Home Explore España contemporanea - Rubén Dario

España contemporanea - Rubén Dario

Published by Ciencia Solar - Literatura científica, 2016-05-29 08:41:29

Description: España contemporanea - Rubén Dario

Keywords: España contemporanea - Rubén Dario

Search

Read the Text Version

338 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAbien y de valor. Alguien ha dichoque en vez de llamarseTodo un pueblo, debería ser lodo un continente. Enefecto, con la excepción de los dos pueblos cuerdos quevan á la cabeza de la América española, el resto puedereclamar como retrato propio el libro de Pardo. Setrata del famoso South America, un South Americaque se extiende hasta la frontera de los Estados Unidos.Yo no se si su autor ha querido ponernos á la vista suVenezuela; pero por más de un retrato hecho á lo vivo,se sacaría por consecuencia que sí. Mas lo que pasa enlas doscientas y tantas páginas del libro puede tenerpor escenario más de un país americano que conozco.Es la lucha del espíritu de civilización con un estadomoral casi primitivo que permite el entronizamientodel caudillaje en política, del fanatismo en religión, yen lo social de una vida, ó retardada en la que confinacon la choza de antes, ó advenediza hasta producir esefruto de exportación único y de legítima procedenciahispanoamericana : el raslaquouere. En este libro deliterata hay el pensamiento de un sociólogo. La tra-gedia que anima la narración tiene por escenario unpedazo de esas Américas cálidas, con sus ciudadessemicivilizadas y sus campañas pletóricas de vida,sembradas de bosques en que impera la más bravianaturaleza y en donde se refugia el alma del indio, elalma libre del indio de antaño, afligida de la opresióny decaimiento de los restos de tribus del indio de ahora.Y es la preponderancia de los descendientes de losconquistadores, de los mestizos enriquecidos; el pro-ducto de la raza de los aventureros y hombres de presaque llegaron de España y la raza indígena, que dio porresultado « una sociedad sin génesis bien esclarecido,que tuvo como las sociedades europeas su aristo-cracia, su clase media y su plebe. La primera, másanémica y por ende menos copiosa que la abundante

LA NOVELA AMERICANA EN ESPAÑA 339-clase media, engendró seres degenerados y enclenqueslos cuales seres, creyendo á pie junlillas en su alcur-niada descendencia, se proclamaron de la noche á lamañana raíces, ramas flores y capullos de aquellosárboles egregios que fueron orgullo genealógico delpueblo que por casualidad hizo nido en las montañasde la egregia Villabrava. Villabraba, como he dicho,puede estar en la república americana que el lectorguste. En política es esa interminable serie de revueltas,,motines, asesinatos, pandillajes, asonadas, pronuncia-mientos; los feroces coronelotes zambos y los crueles-generalotes indios; el aventurero que logra en paísessemejantes altos puestos públicos, á fuerza de habi-lidad y audacia; los oradores de oratoria rural, losdiputados fantoches y guapetones, / y La Patria!¡La Libertad! ¡El 93! ¡Los derechos del hombre! laprensa grotesca, adulona ó de presa; los distinguidos-personajes que rodean á su excelencia; la policía deverdugos; los vicios desbragados al son de las ban-das palaciegas... oh, es eso de un pintoresco de ope-reta que mezcla lo terrible con lo bufo. P u e s bien, de-eso hay mucho en el decorado de la obra de Pardo;y en el fondo el problema de la regeneración, ó mejor,,de la verdadera civilización de esas comarcas. Garó-es que en la fábula debía haber su llama de amor, y lahay; es la lámpara que arde en su pureza entre lasagitaciones del cómico y sangriento carnaval. Pardo-es escritor de prosa violenta, algo desenfadada, perose ve que ama el arle por los lujos verbales que ostentade lanío en tanto. Su estilo va al galope ; mas, comoel caballo en que un duque puede entrar en la iglesia,,lleva herraduras de piala. Sobre las rocas de su tierradeja un reguero de bellas chispas.

LA CRÍTICA Madrid, 1899. Hace algún tiempo decía Leopoldo Alas : « En lite-ratura estamos muy mal. Muchos no lo notan siquiera,ó porque su grosera naturaleza no da importancia á loespiritual, no siendo de interés egoísta, ó por falta degusto y de inteligencia; otros sí lo notan... peroquieren ganar amigos, no perderos, y hacen como sicreyeran que todo va perfectamente. Censuras gene-rales, anodinas, que no ponen el dedo en la llaga ni com-prometen, eso sí; todo lo que se quiera. Pero censuradirecta, concreta, persona?, con motivo de este autor, deesta obra ¡ oh! nadie se atreve. Hablo de la censurabien intencionada, imparcial, desapasionada, por amoral arte. No llamo censura á los gritos del rencor, de laenemistad, de la burla baladí, que todo lo mancha ypisotea por dar que reír á los malvados, á los imbécilesy á los envidiosos. Ruindades y cascabeles de bufóninmoral, casi inconsciente en sus injusticias de Momo,no faltan. Alardes de procaz insulto, de falta de res-peto á ideas y legítimas autoridades, abundan; peroeso¿ qué tiene que ver con la crítica honrada, con-cienzuda, edificante? » El señor Alas se refiere, como veis, a la crítica quecensura; yo encuentro iguales ó más lamentables.tachas en la crítica que quisiera tender á sociológica;

LA CRITICA 341en la critica que admira. Pero ante todo, ¿ existe lacritica española? Un amigo escritor me contestaba : « Crítica, no hay; hay críticos. » Desde mi llegadahe buscado en libros y periódicos alguna manil'esta-tión nueva. Los pocos reconocidos como maestros ca-llan, ó porque los órganos principales no solicitan susopiniones ó porque el desencanto les ha poseído. Valeraprefiere volver á la novela; Balart hacer versos decuando en c u a n d o ; Clarín, el más militante de todos,escribe paliques en vez de ensayos, porque los paliquesse los entienden. En las publicaciones de cierta autori-tad, revistas é ilustraciones, ejercen unos cuantos vete-ranos anónimos, cuyas palabras no encuentran el másdébil eco; extraen sus pensares de antiguas alacenas,los exponen á propósito de cualquier tópico y los vuel-ven á guardar. Los hay que tienen cierto nombre comoeruditos en materias especiales ; pero á uno de éstoshe visto juzgar en la revista más seria de España y encuatro líneas, como obra mediana y de autor que pro-mete, el magistal Del Plata al Niágara — d e Groussac,y deleitarse en el espacio de dos ó tres páginas concualquier producto nacional que entre nosotros apenaslograría ser mencionado en la sección bibliográfica deun diario. Ciertamente, de Larra á estos tiempos, la critica enEspaña ha tendido á salir de la estrechez formalista yutilitaria. Quedan rezagos de la época hermosillesca ydómines tendenciosos, á quienes mataría una ráfaga deaire libre. Las pocas figuras sobresalientes en la medio-cridad común han conseguido hacer entrar alguna luztras muchos esfuerzos ; pero esos rayos quedan aisla-dos. La crítica tiene que encogerse, tiene que reba-jarse para ser aceptada. No se demuestra la voluntadde pensar, en ninguna (dase de muñíales especulacio-nes. Y Luis Taboada dice una corrosiva verdad, —que

342 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAme permito creer de terrible intención, — cuandoafirma que en España, entre « el señor de Ibsen » y él,él. Así os explicaréis que Clarín siga en una inconte-nible exuberancia de paliques, y que ese grotesco ydistinguido gramático de Valbuena tenga lectores. Hay que advertiros que en revistas y diarios apar-tando los nombres célebres que conocéis, todo escritor,malo ó bueno, es crítico. La tendencia que entre noso-tros se acentúa y que en todo país culto es boy ley delespecialismo, es aquí nula. Todo el mundo puede tra-tar de cualquier cosa con un valor afligente. ¿Hayquedar cuenta de una exposición artística, que juzgará un poeta ó á un músico, ó á un novelista? — El direc-tor de la publicación confiará la tarea al primero delos reporlers que encuentre. Aqui no hay más espe-cialistas que los revisteros de toros ; los cuales revis-teros también hacen crítica teatral, ó lo que gustéis,,con la mayor tranquilidad propia del público. Pero hay autoridades notorias. Ante todo Menéndez.Pelayo, cuyas preocupaciones de ortodoxia no hanimpedido que sea el más amplio al mismo tiempo queel mas sólido criterio de la literatura española de estesiglo. Es una vasta conciencia unida á un tesón incom-parable. Hace algunos años he tenido ocasión de tra-tarle íntimamente, cuando vivía en su departamentodel hotel de « Las cuatro Naciones ». Hacía vida m u n -dana, no faltaba á las reuniones de sociedad ; tenía sucátedra; y sin embargo, le sobraba tiempo para escri-bir en varias revistas, informarse de los libros en cua-tro ó cinco idiomas que le llegaban del extranjero, yproseguir en su labor propia, en la producción de tantaobra saturada de doctrina, maciza de documentación,imponente de saber y de fuerza. Es el enorme trabaja-dor de los Heterodoxos y de las Ideas eslélicas. Creoque abandonó su antiguo proyecto de escribir una

LA CRÍTICA 343Historia de la literatura española. Su labor realizadavale verdaderos tesoros que son desde luego más esti-mados en su justo valer en el extranjero, que enEspaña; fuera se pesan su ciencia y su conciencia;aquí se admira su fetiche y se le coloca entre variasbeneméritas momias. Entregado á estudios universales, á labores de difi-cilísima erudición, la crítica de Menéndez Pelayo no seaplica la producción actual como no sea á trabajos quetengan relación con sus señaladas disciplinas. Ence-rrado en la Biblioteca National, cuyo director es, con-tinúaensus tareas benedictinas,lejos de las agitacionescuotidianas y en relación tan solo con los eruditos ysabios de otros países. Don Juan Valera, en sus últimos años, ha vuelto alanovela. No se lee más aquella sabrosa crítica suya en quelas ideas expresadas no tenían tanto valor como la ma-nera de expresarlas. No es esto decir que el famoso tra-bajo sobre el Romanticismo en España, ó sobre el Qui-jote, carezca de vigor'ideológico; pero su manera, quedesenvuelve tan gratamente las más sutilísimas com-plicaciones, ha sido el principal distintivo de su excep-cional talento. Su cultura es mucha, y posee esa cosahoy muy poco española en el terreno de la crítica : dis-tinción. Lo cual no obsta á que á través de la trama desus discursos, aparezca cierta fina malignidad, un buenhumor picaresco, que suele dar á los más calurososelogios una faz de burla. Y esto es de tal modo, quelos enconados ó los envidiosos, suelen ver aun en losmás sinceros aplausos de don Juan, un setido oculto ydesventajoso para los que él cree dignos de su ala-banza. Lo cierto es que tiene singular habilidad para mane-jar contradicciones y recrearse recreando con parado-jas. Teje alrededor de una idea complicadas redes,.

3i4 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAtraza ingeniosos laberintos en donde él camina contoda holgura y sin peligro, mientras sus lectores pocoavisados caen en la trampa ó juzgan salir del enredocuando más en él se internan. Y no obstante, yo creoen la lealtad de sus opiniones. A este respecto leencuentro mucho de semejante con Anatole Franee. Leopoldo Alas, ó sea Clarín, ha sufrido la imposi-ción de un público poco afecto á producciones que exi-jan la menor elevación intelectual. Clarín ha demos-trado ser un literato de alto valer, un pensador y unescritor culto, en libros y ensayos que fuera de su paíshan encontrado aprecio y justicia; mientras los lec-tores españoles no han podido sino gustar sus cuali-dades de satírico, obligándole así á una inacabable seriede charlas más ó menos graciosas, en que, para nocaer en ridículo, tiene que desperdiciar su talentoocupándose generalmente de autores cursis, de prosis-tas hueros y poetas « hebenes ». Taboada en el Par-naso. Y ese es el autor de páginas magistrales comosus antiguas Lecturas, ó su ensayo sobre Baudelaire,ó el de Daudet y tantos otros. En América se tiene poresto una idea falsa de Leopoldo Alas. Este es unhombre serio; desde hace mucho tiempo doctor enderecho y profesor de Oviedo, y entregado siempre álecturas graves y poco risueñas. Mas tiene que reir yhacer reir á tontos y á malignos, so pena de no colo-car sus estudios de médula y enseñanza : pues como loacaba de decir un diario — El Liberal, —el « MadridCómico va en camino de ser el primer periódico litera-rio de España. » Claro está que el señor Alas escribeesos artículos con una precipitación febril que se veclaramente en cada uno de ellos, y así se explica quealgunas dos veceshaya confundido en el Madrid Cómico,á Richepin con... Montepin, y haya hecho la célebrecomparación entre Flaubert Eberts y Anatole France,

LA CRÍTICA 345con el Valera de Morsamor. Clarín, pues, actualmente,no escribe crítica, como no sea para el extranjero.Aquí, lo que pagan bien son paliques; pues pali-ques ! El señor Balart también hace mucho tiempo queno critica. Este escritor, cuya fama de poeta haobscurecido su renombre de crítico, ha sido comparadocon Lemaílre y Franee á título de impresionismo. Enmi entender, no lia habido en el señor Balart más queuna nueva faz del eterno padegogo autoritario, que seconmueve resrlamenlariamente v falla en última instan-cia sobre todas las estéticas; y así como su censura esestrecha, su elogio es desmesurado. Se le ve en oca-siones pasar impasible ante una manifestación artística,ante una idea llena de novedad y de belleza, y cantarlos más sonoros himnos á la mediocridad apadrinada,ó á lo que por algún lado halaga sus tendencias perso-nales, sus propios modos de ver. Se celebran sus críti-cas de arte, y jamás ha demostrado en tales asuntos sinolamas completa chatura, la «ílatitud » de un criterio ápte-ro, impermeable á toda onda de arte puro. Viene délosantípodas de un Ruskin. Yo no me explico la conquistade su autoridad á este respecto sino por la falta decompetencias y por la inconmovilidad con que lamayoría se deja imponer toda suerte de pontificados. Lamisma minoría intelectual no protesta sino en voz baja,y, sin fuerzas tampoco para poder imponerse, deja quela corriente siga. Como crítico de arte sobresale Jacinto Octavio Picón,el novelista cuyo último libro sobre Velázquez ha te-nido muy buena acogida en España y fuera de*España.Su crítica teatral ha tenido también una época de boga.A este respecto se distingue entre lodos sus colegas,el crítico de El Español, señor Canals. Al menos esquien trata con más certidumbre y más entusiasmo las

346 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAobras de que le toca dar cuenta en su tarea perio-dística. Podría señalar algunos otros nombres como el delseñor González Serrano — después de recordar lapérdida que sufrió el pensamiento español con lamuerte del catalán Ixart — pero sería la revista hartolarga. En la juventud surge hoy una que otra espe-ranza, y no es poco lo que ha de dar en un cercanoporvenir cerebro tan bien nutrido y generoso comoel del autor de Alma Contemporánea, Llanas Agui-laniedo, cuyos comienzos han entusiasmado al mismodescontentadizo Clarín. Llanas es un estudioso y unreflexivo. Comprendo lo grave que encierra el trabajode pensar y de juzgar. Hay una luz individual que élha descubierto dentro de su propio espíritu, y siguiendoel consejo de Emerson, la persigue. En lo moral, en3o intelectual, cultiva la buena virtud de la higiene.Llega en una época en que, si sabe dirigir su propiavoluntad, hará mucho bien á la nueva generación desu país. No es su libro primigenio sino la apertura deuna larga vía. En esas páginas hay mucho justo yoriginal y no poco reflejo é injusto. Pero el esfuerzosupera á todo lo que sus compañeros han producido.Antes que él está Martínez Ruiz, curioso y aislado en elgrupo de la juventud española que piensa. D e ' él he detratar en otra ocasión, como del vasco niefzschistaRamiro de Maeztu, que está llamando la atención delos que observan, por su fuerza y su singularidad.

JACINTO OCTAVIO PICÓN La reciente elección de la Real Academia Españolaha sido con justicia muy bien recibida en los círculosintelectuales. El elemento aritineo se ha sentido congran regocijo ; pues hubo lucha en el reino gramatical,y sin la oportuna llegada de votos importantes comoGaldós y Selles, es casi seguro que hubiera triunfadoel candidato conservador, el eminente anónimo D. Án-gel María Decarrete. PJcón es un espíritu simpática-mente vivaz, uno de los mejores escritores de su paísy un geutleman cuya corrección se viste de amabilidad :hice, pues, mi visita á Picón. Yo no le conocía personalmente ; no obstante, unacadémico siempre tiene ante nuestra imaginacióncierta gravedad doctoral : así, mi sorpesa al ser pre-sentado, no pudo disimularse : nada de lo imaginado,ni siquiera anteojos! En su garoonniere, donde pre-side el más discreto y elegante gusto en el arreglo ydecoración, vive entre libros y obras de arle : viudoque parece más joven que sus hijos ya hombres.Hidalgo antiguo con el aspecto de un club manmoderno : dedicado á sus libros viejos para saber ydecir cosas nuevas. Al mirar, los ojos finos parece queregistran las intenciones ; el. ademán es franco y noble,el apretón de manos da la sensacián de la sinceridad.Es afectuoso y varonil, sin melosidades falsas ni chine-

348 ESPAÑA CONTEMPORÁNEArías de fórmulas. A poco, ya eslamos viendo una nuevaedición del Quijote hecha en Inglaterra; y con tal causaadmiro su conversación erudita, su pericia de bibliófiloy su seguridad crítica. Me muestra buena parte de suslibros raros, de sus ejemplares preciosos, con orgullodo buen artesano que supiera la calidad de sus útiles,con el aire de un maestro de armas que enseñase susmejores espadas y floretes. Ya es un curiosísimo librode refranes, ya un Quevedo que tuvo entre sus manosla censura de la Inquisición, con versos y estrofastachados, que en las ediciones posteriores, ó estánreemplazados por puntos suspensivos, ó suprimidos;ó ya por mostrar lo que es el lujo aristocrático de latipografía española, volúmenes de Monfort, de laimprenta real, ó de Sancha. — « ¿ Un cigarrillo ? » Tengo que confesar con verdadero encogimiento,que mees extraño el Agréable tabae, charmant amusement Qui d'un langage muet entretient en fuman!,,como dice el ramplón rimador del Porlrait Universel;y como se sorprendiese. — ¡ Un americano que nofuma! — sostengo el honor de nuestro continentecitando á nuestros más ilustres fumadores, comen-zando con el general Mitre. Le pregunto algo sobre su recepción en la Aca-demia y cuándo se verificaría. — « Vea V. — me dice,— ha sido costumbre generalmente adoptada en esteinstituto, que los académicos elegidos dejen pasar tres,cuatro, cinco y hasta nueve años para ingresar ensesión pública y pronunciar el discurso de reglamento.Yo pienso hacerlo probablemente á principios de año,quizá en el próximo marzo. Y me salgo de la regla por

JACINTO OCTAVIO PICÓN 349»varias razones, y no es la menor el que sea don JuamValera quien tenga que contestarme. Nuestro Don-Juan está, aunque todavía fuerte, en una edad muyavanzada, ciego : y una enfermedad á sus años, porleve que fuera, le impediría ocupar su puesto en mirecepción. Confieso que prefiero salirme de la costumbre-académica á privarme de la honra y el placer de quesea Valera quien me recibaalocuparmi sillón. Además...(y aquí no sé si sea indiscreto como amigo, aunquelleno mi labor de periodista, al reproducir las palabras-del Sr. Picón), además, los neos se han portado muymal conmigo en esta emergencia. Los académicos que-me apoyaban, habían anteriormente ayudado á la elec-ción de un candidato conservador, con la condición deque mi candidatura no encontraría obstáculo de partede aquellos. Pues bien, ahora, si he podido vencer, hasido con la oposición de ellos, y gracias á que dos votos-que faltaban llegaron á tiempo, haciendo viaje ex pro-feso Galdós de Santander y Selles de Portugal endonde á la sazón se encontraban. Quiero, pues, entrar-pronto, y ocupar el puesto que me corresponde entrelos de filiación ; contribuir á evitar algunas cosas y árealizar otras... » Yo miraba á aquel hombre nervioso, vibrante deintelectualidad, en lo más firme de sus años, e x t r a n -jero entre calvas y « pelucas », y recordaba sus páginasvalientes de arte y de idea ; sus varios pinchazos á lamisma Academia, como aquella graciosa nota de un-capítulo de Dulce y Sabrosa : « El autor había escritomanguitos. La Academia dice mangotes. ¡ Paciencia! » ;.su libertad de juicio, su continuo volar hacia adelantesin perder por esto sus adoraciones antiguas y cultos-clásicos; sus declaraciones de partidario del progresomoderno y hasta sus audacias de socialista; y frasescomo aquella que en un prólogo suyo le declara « sol- 20

350 ESPAÑA CONTEMPORÁNEA•dado raso, contra todas las ideas casi vencidas de lopasado y á favor de las esperanzas de lo porvenir, notriunfantes todavía. » No llega, pues, con las simpatíasde los inmortales ortodoxos. Mas puede decir al entrarlas palabras de W a r b u r t o n á lord Sandwich : Ortho-•doxy my Lord, ¿s my doxy. — Lo cjue será reñido, le dije, es la elección depresidente, que debe estar próxima, pues el conde de•Cheste enfermo y cerca de los cien años, deberá tenerpronto reemplazante. — Si. Los neos querrán imponer á su candidato ynosotros haremos lo posible por imperdirlo. — Pero V. atacaría á Menéndez Pelayo ? » le pre-gunté, pensando en el más meritorio del grupo con-servador. — No se trata de Menéndez Pelayo. Marcelino,•que, con su alto pensar y su inmenso saber, no se hasujetado al cenáculo intransigente, ni se ha prestadoá ciertas combinaciones, es ahora poco simpático áuna parte de los académicos de su partido. Así es que,al llegar el momento de elegir sucesor al conde de•Cheste, como habría disidencia al tratarse de Menén-dez Pelayo, todos por unanimidad votarán á Pida]. — Debe estar V. muy satisfecho de ir á ocupar elsillón de Castelar. — CuTrTSméhte, y en esto saldré también de losusos de la Academia : en que no haré el exordio acos-tumbrado sino que, como Castelar es el tema de midiscurso, entraré llanamente á hablar de Castelar y su•obra,\" tal como yo pienso del asunto. P a r a eso estoyleyendo todo lo que sobre Castelar so ha escrito.'\"Fiíímuy amigo suyo. Ha sido el último de nuestros gran-des estadistas. Hombres, así, soñadores ó no, nosiacen falta... » Aquí la conversación entró en otro terreno. Dos día-

JACINTO OCTAVIO PICÓN 35Ímantés de energía pasaron por los ojos penetrantes..Era el hombre amante de su pobre patria venida ámenos; el conocedor de las desgracias actuales y de suscausas. -•- Ah venido V. á vernos en momentos terriblespara España. Ha caído nuestra amada y grandeEspañamuy abajo ; y lo peor es la espantosa enfermedad nuevaaquí, que ha atacado á esta tierra : la conformidad, laindiferencia con el desastre, el encogimiento de h o m -bros ante la ruina. Crea V.f aquí no nos hacen faltainteligencias, no estamos necesitados de talentos que-se encuentran á cada paso : lo que no tenemos sonvoluntades, la aboulia es la dolencia actual nuestra. | La antigua alma española ha sufrido como unatransformación. Antes se habría puesto el pecho allfrente, se habría luchado por la reconstrucción del per-dido poderío ; se habrían multiplicado los esfuerzos.Hoy, apenas se oye el levantamiento de iniciativas indi-viduales. Y el primero en impedirlas es el gobierno,.Por un lado apatía, por otro políticas dañosas y des-cuido de los verdaderos intereses del pueblo español;:saque V. la consecuencia. Y nuestro eterno enemigo : ¡ el expediente ! El p a -pelerío cierra el paso á toda obra, desde la más ele-vada hasta la más modesta. ¿ Cómo va á prosperarEspaña si lo primero que hay que pasar para la me-nor cosa que implique un adelanto, es una montaña deexpedientes y ríos de tinta oficinesca ? Voy á contar áV. un caso : En cierta provincia, hubo un individuo que quisodotar al pueblo de su residencia con una cañería. Creyó'que para hacer aquel bien municipal le bastaría consu dinero y con su buena voluntad, y encargó los tu-bos y materiales necesarios para llevar á cabo la obra..Pero sucede que, junto al pueblo de que hablo hay una

ESPAÑA CONTEMPORÁNEAcarretera, y precisamente bajo esa carretera debíapasar la cañería que conduciría el agua á la población.Comenzaron los trabajos, pero como había que remo-ver el terreno de la carretera, la autoridad manifestó•al vecino generoso, que tenía que pedir el permisonecesario para continuar la obra. Se dirigió al minis-tro y en el ministerio se tardaron largos días para,por último, ponerle « pase a la junta consultiva » : latal junta consultiva envió a su vez, después de untiempo enorme gastado, el expediente áotra comisión,•creo que de ingenieros oficiales. Allí la cosa tardó nosé cuántos meses, para pasar después á la junta y alministerio, y no sé adonde más ! Resumen: mientraslos papeles iban de Herodes á Pilatos, los materiales•de la cañería se arruinaron ; el pueblo no tuvo agua,•el vecino gastó su dinero y su paciencia; pero triunfó•el papel sellado ! Toqué el punto de la intelectualidad, del trabajo•mental, de la producción literaria. No se manifestóPicón muy optimista. Desde luego, al hablar de la crí-tica expresó más ó menos — con gran placer de miparte, — ideas, opiniones y observaciones iguales ósemejantes á las que os he comunicado ya. Pero, llamá-ronme bastante la atención revelaciones como ésta :que aquí no puede haber crítica imparcial, ó consimples preocupaciones de arte, por razones de pura•consideración personal y á veces hasta de caridad...Un autor publica un libro, cuando no es un escritorrico, para tener que echar algo al flaco puchero de sucasa. Ese autor tiene familia, mujer, hijos; conoce átodo el mundo y todo el inundo le conoce, pues en elde las letras se vive en Madrid como en familia, y elcrítico que « pega un palo » como dicen aquí, al librode aquel autor, sabe que contribuirá al hambre de mu-chos inocentes. (Desde luego, yo tenía deseos de ob-

JACINTO OCTAVIO PICÓN 353servarle á este propósito que en la campaña argentinase necesitan brazos y se hacen fortunas.) Lo propio que con los autores acontece con los có-micos. Una infeliz tiple que sostiene con sus sacrificiosartísticos ásu familia, tiene de su parte el buen corazónde la crítica, que no querrá evitarla los garbanzos.Luego, críticos y autores se ven á cada paso y son másó menos amigos. « Si Clarín residiera en la corte y noen Oviedo, le aseguro que no escribiría con la indepen-dencia relativa con que escribe. » Y esto traía á mi recuerdo el aspecto de la maycrparte de los « Lidiadores por la vida » ó strug gleforli-fers de la pluma que circulan por Madrid en situacio-nes lamentables. La perpetua preocupación del « sa-blista » en los artículos satíricos y caricaturas, laslevitas melancólicas, los sombreros imposibles, la in-dumentaria toda amargamentereveladora en el gremio.¡ Ah ! los felices que logran seis duros en un periódicopor un artículo! ¡ Ah! los que hablan de cosas fabu-losas, entre envidiosos y asombrados: « ¿ Sabe V.cuanto le pagan á Valera por artículo? 30 duros! »« ¿ Sabe V. cuánto gana Cavia al mes? Una barba-ridad ! » ¿ Y el joven que mira la suerte del autor deteatro que logra triunfar, lo cual constituye ciertamenteuna verdadera ganga, y se lanza á buscar su Eldoradode las tablas con una pieza que no le han de represen-tar nunca? ¿ Y el soñador infeliz que tiene que conten-tarse — ¡ y gracias! — con dejarse de literaturas yreportear largo y tendido por doce ó quince durosmensuales? Tal pensaba al despedirme del nuevo académico, alsalir de su encantadora casita de rico, donde se da loslujos que le vienen en antojo y compra estampas rarasy ediciones princeps. Su obra es ya considerable, desde sus Apuntes para 20*

354 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAla historia de la caricatura, hasta su valioso volumensobre Velázquez recién publicado, en la crítica dearte ; y desde Lázaro hasta sus Nóvenlas. Pero paramí y para todo el que tenga el gusto de lo humano yde lo pulcro, aparece como el más preciado fruto de suárbol literario esa Dulce y sabrosa, manzana de Garci-laso, novela de maestro, figuración llena de vida yhechizo. Libro es ese en que se nos presenta el deseoincontenido de lo lejano, de lo que no poseemos, de lodifícil, — antes que el deseo de lo imposible, tanintimo en los artistas. Dulce y sabrosa es la mujeramada, lograda y dejada ; pero que luego en poderajeno despierta una nueva ansia de posesión y arrastrahasta la locura por conseguirla. Todos hemos tenidonuestra Cristeta ; todos en lo hondo de nuestro pechosomos un poco Todellas. Y esa fabulación sencilla yvestida de una realidad que admite ura confrontacióninmediata, deja al gustarlo una grata sensación dedescanso. Jamás un final semejante ha establecido másbellamente la libertad del amor como cuando acaba« esta entre verídica é imaginada historia, con el raroejemplo de una mujer que todo lo pospone al deseo deser amada ». En lo que respecta al estilo, Piconescastizo hasta la médula, pero con una cultura modernacomo la suya, junta á los donaires y elegancias de susviejos autores la manera de describir, por ejemplo, yde sentir ciertas cosas, que poseen los maestros con-temporáneos de las literaturas extranjeras. Lo queconstituye una característica suya, su especialidad, esel modo como penetra el arte y como agrega con ele-mentos plásticos, á la arquitectura de su obra, singu-lares bizarrías y gracias. Tanto más que, por haberleído seguramente\" mucho álos místicos españoles, hayen el alma de su discurso, casi á cada paso, un ímpetuespiritual, un deseo de vuelo, un querer y un aspirar

JACINTO OCTAVIO PICÓNá la altura, que en pocos escritores contemporáneos se-pueden hallar en España. No es un incrédulo este libe-ral. ¡ Cree, al contrario! en la eterna Divinidad, estoes, en la eterna justicia, la eterna bondad y en la eterna;belleza. Por eso se deleita en la construcción de sus-ensueños de regeneración social, quiere á los infelices^de abajo, y canta los besos y celebra las « batallas deamor en campo de pluma » con las mujeres hermosas..

LA JOVEN ARISTOCRACIA Cuando el rey de España recibe á los nuevos gran-des que deben cubrirse delante de él, es costumbreque cada cual diga unas cuantas frases en que, des-pués de recordar la gloria de sus antepasados y eltimbre de sus blasones, ofrezca al monarca sus servi-cios y protestas de lealtad. Sorprendió hace algúntiempo el discurso de cierto joven grande de España,que, más ó menos, dijo á la reina estos conceptos :« Señora, mis abuelos fueron mis abuelos y su gloriaes de ellos; yo soy ingeniero y mi título y mi trabajoes lo único que puedo poner á los pies de vuestra ma-jestad. » Lo llamativo y simpático de la nota, desper-taba en la generalidad este pensar : « ¡ Hay, pues, no-bles que trabajan ! » La sorpresa era justa. Es un hechoreconocido que en nuestras sociedades modernas,según la frase reciente de M. de Montmorand, ce quicaraclérise le noble, c'esl son oisivelé, son inaplilude autravail. En todas partes, y por su propia culpa, la noblezaha perdido terreno. Las necesidades de la vida actual, el desarrollo delcomercio, las ambiciones de la gran burguesía, hantrastornado un tanto los armoriales : y el día en queun Rotlischild ha sido ennoblecido á causa de sudinero, el espíritu de Dozier flotó sobre las salazones

LA JOVEN ARISTOCRACIA 357de Chicago. Desacreditada y todo, la nobleza imponesus pergaminos. Las señoritas adineradas de los Estados Unidos, y por no quedarnos atrás, algunas dela América del Sur, pagan á buen precio el derecho depoder ostentar una corona marcada en su ropa blanca,ó pintada en la portezuela del carruaje. En nuestrasdemocracias, la presencia de un noble siempre es deco-rativa en la vida social. Huelen esos caballeros, maleducados, ignorantes, obtusos, pero casi siempre ¡vistentan bien ! A América suelen llegar genílemen y escrocs;nobles verdaderos y nobles falsos Algunos han ido áparar á la penitenciaría de Buenos Aires. La nobleza francesa, que en estos últimos tiemposhadado tan poco edificantes espectáculos, diriase queconstituye el más claro tipo de decadencia. Su incapa-cidad es tan solamente igualada por su ligereza; y sien algo puede confiar la estabilidad de la república, esen la ineptitud intelectual y flaqueza moral que serevela en ese plantío de gardenias y claveles. Con granjusticia un escritor de criterio certero, Paul Duplan,dice, en un estudio reciente: « Cuando se estudia lahistoria de nuestro país de cien años acá, queda unoestupefacto de la increíble incoherencia sociológica ypolítica de los nobles. Hacen constantemente lo con-trario de lo que se podría prever; están siempre á ca-ballo cuando se debería estar á pie; parlanchines yruidosos cuando deberían estar silenciosos y pruden-t e s ; pierden en la vida pública el tacto que conservanen sus salones; empujan la república ala izquierda conla intención de atraerla á la derecha; demasiado católi-cos al fin del siglo xix después de haber sido volterianos al fin del siglo x v m , pierden el contacto con lademocracia y se obstinan en confiar sus hijos á los re-ligiosos, cuando debían hacerlos educar en nuestroscolegios; caen en el snobismo inglés, cuando debían

358 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAhacer prevalecer la elegancia francesa; chismosos ymaldicientes; descontentos y vejados bajo la Restau-ración, bajo Luis Felipe, bajo Napoleón III, bajo latercera república; vuelven la espalda á la ciencia con-temporánea que no es clerical y quieren que lo sea; sehacen ridiculamente zurrar el 16 m a y o ; se meten en« la Boulange» ; exageran el antisemitismo despuésde haber adoptado á los grandes judíos, aceptadosus regalos y frecuentado sus castillos, sus yatesy sus cacerías. En fin, gentes en su mayor p a r t esurannés y vieax jen, aun en el dominio de susplaceres. lian quedado como cazadores diligentes,y ¿qué ardor les devora? Por ejemplo, la caza á lacarrera como en las épocas prehistóricas : cansar,en nuestras pequeñas florestas, a un desgraciado ani-mal, casi amansado, que á menudo no quiere correr;entregarle á la ferocidad de los perros y gozar con eseterror y con esa muerte. ¿\"Y el estúpido tiro de pichón?¡Qué singular élite, la de esta nobleza ociosa é inge-nua, que no tiene otra carrera que el matrimonio dedinero! La nobleza española no ha llegado á este últimoestado, hay que confesarlo. (¿Es por falta de cotiza-ción?) Pero nada señala qne, la patria española puedaesperar algo de sus grandes ó de su aristocracia. Apesar de que buena parte de las principales familiaseducan álos hijos en pensiones inglesas, es difícil en-contrar aquí el gentleman-farmer blasonado. Los pro-pietarios de tierras de labranza, ó los ganaderos, óarriendan ó dejan los trabajos al cuidado de adminis-tradores, que poco interés han de tomarse, como nosea el propio provecho. El propietario cobra sus ren-tas, sin que se le ocurra pensar en introducir mejo-ras, ó aplicar la experiencia de otros países, en pro-cedimientos ó maquinaria.

LA JOVEN ARISTOCRACIA 359 Algunos se dedican á la política ; raros, rarísimos,como Valdeiglesias, al periodismo. Señalados son losque en las letras tienen nombre, ó se consagran áestudios especiales. En cuanto á los grandes nombrescientíficos, ni Cajal, ni Federico Rubio, ni Builla, niPosada, ni Pedro Dorado, ni Augusto Linares, perte-necen á la nobleza... En el teatro, durante el tiempoque llevo en Madrid, dos títulos han presentado alpúblico sendos arreglos del francés. En cambio, hayun actor grande de España, y varios emparentados conlinajudas casas. Ahora bien, con la última estadísticaá la vista, he contado 41 duques, 3o8 marqueses, 203condes, 30 vizcondes y 49 barones. De antiguo he sabido la poca afición al trabajo de lanobleza española, á causa sobre todo de las preemi-nencias de la hidalguía y de los mayorazgos. Familias llenas de oro y acostumbradas al regalo,mal podían pensar en otra cosa que en los privilegiosde su grandeza. En tiempos de Felipe II, el duque delInfantado tenía90.000 ducados de renta; el de Medinade Río Seco 130.000; el de Osuna 130.000; dependíande ellos más de 30.000 familias feudatarias. Los duquesde Alba, de Najera, y de Zúñiga poseían tierras quedaban 80.000, 60.000 y 70.000 ducados de renta, enCastilla la Vieja; el de Medinaceli, en Toledo,150.000; en Granada, Extremadura y Jaén, los duquesde Medina Sidonia, de Arcos y de Feria, 150.000,70.000 y 60.000. En Cataluña y Valencia los duquesde Gandía y Córdoba, 80.000 ducados de renta cadauno. (M*\ de Denyx Geoff'roy. V. Weiss.) Algunas de estas familias todavía conservan muchode sus pasadas riquezas. Otras, como la de los Osuna,han tenido que caer bajo el martillo del rematador. La juventud aristocrática, como he dicho, se educa

360 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAgeneralmente en el extranjero; — Inglaterra y Bélgicason los países preferidos. La educación es esencialmente religiosa.Siempre,en las altas familias está la influencia del sacerdote. Si el joven sigue una carrera, una vez obtenido eltítulo se dedica á vivir de sus rentas; se case ó no secase, en Madrid y en el extranjero, la vida social y elsport le absorberán todo su tiempo. La moda inglesa,el britanismo, se apodera de algunos ; otros tienden ála vida chulesca. Son amigos de los toreros, y, los díasde corrida, van á la plaza con indumentaria que pre-gona sus aficiones, en lujosas calesas tiradas por muíasllenas de cascabeles, ó en sus espléndidos carruajes.Hoy que medra el café-concert, hay quienes se aficio-nan á las diveiles. Por lo que toca á la vida íntima, á lafamilia, naturalmente, diré que no la conozco. Se medice, no obstante, que el padre Colonia exagera unpoco sus Pequeneces. Las antiguas virtudes esencialmente españolas,parece que también han desaparecido. Dejo la palabraá D . Santiago Alba : « Por de pronto, ya hemos revelado y hemos apren-dido que sin una educación positiva no conservan lospueblos algo de que nosotros hubimos de creernosdepositarios, á través de los siglos de los siglos, sim-plemente por el mágico efluvio de nuestras gloriaslegendarias : el valor y el patriotismo. Mientras queaquí la aristocracia déla sangre y la del dinero — conligeras y honrosísimas excepciones — seguíase divir-tiendo en plena guerra « á fin de evitar perjuicios alcomercio y á la industria », allá, en el puebio de los« mercachifles », todo un batallón de millonarios pedíapuesto en la guerra y recibía en la vanguardia el saludode los fusiles españoles » El faineantismo da esos peligrosos frutos.

LA JOVEN ARISTOCRACIA 36Ü La joven nobleza también ha sabido divertirse debastante sonoras y extraordinarias maneras. No gene-ralizo : pero un buen ramillete de hechos os hará verque la « indiada » de Buenos Aires no tendría mucho deque ufanarse ante ciertos ejemplos de por acá. En todoslugares la. jeunesse dorée es censurada por causa de supoeo juicio y de su humor, y nuestra América no estáfuera de la regla. Durante mi permanencia en Chilepude observar la campaña que la prensa entablara con-tra la famosa «juventud dorada » de Santiago; y enBuenos Aires he visto cómo se protesta ante las hazañasde los ;< indios », hoy ya casi desaparecidos, ó .susti-tuidos por precarios aunque estrepitosos compadritos.Hay que consolarse con que el caso ha sido de todoslos tiempos; y Alcibíades al cortar la cola á su perro.,y Erostrato incendiando el templo de Diana, eran yaprecursores. En la grave Inglaterra podéis recordar lasproezas realizadas por los distintos clubs de que noshabla Hugo en una de sus más bellas novelas. Loshechos sucedían entre jóvenes de la nobiHly y de lafjenlry. La broma se convertía á veces en crimen. Sedivertían « decentemente », dice Hugo. Había el Sheroi)ips club, cuyos miembros ponían con los pies paraarriba á la primer mujer que pasaba por la calle; si seoponía, se la azotaba. Los del Merry-dances « hacíanbailar por negros y blancas las danzas do los picantesy de los tintirimbas del Perú, especialmente la moza-mala. Los del Ilell/ire tenian por especialidad cometersacrilegios. Los de Las cabezadas las daban á lasgentes. Los del Fun rompían espejos y retratos, mata-ban perros, hacían circular falsas noticias, incendia-ban, hacían daño en las casas. Los del Mohoch, reíanhiriendo y martirizando á pobres transeúntes. » Y con-cluye Hugo : « Esos eran, al principio del siglo xvm,los pasatiempos de los opulentos ociosos de Londres, 21

362 ESPAÑA CONTEMPORÁNEALos ociosos de París tenían otros. M. de Charoláis sol-taba un tiro á un b u r g u é s á la puerta de su casa. Beloal temps la jeunesse s'est amusée. » Ya veis una vezmás que nada hay nuevo bajo el sol. Ahora, veamos algunos hechos graciosos de nuestrosparientes los hidalgos. En un pueblo de la provincia de Segovia, el duquede S. F . tuvo la humorada de dar una cacería, á la queinvitó especialmente al cura. De pronto, en lo másintrincado del bosque aparece un grupo numeroso de« damas alegres » con la indumentaria de Diana y susninfas. El joven conde de F. S. y el primogénito de los mar-queses de R., una mañana de invierno, al salir deuna juerga, tuvieron á bien bañarse en el estanque h e -lado del Retiro, de donde fueron sacados mediomuertos. El hijo del conde de P. R. y el del conde de F. S.,en una noche de verano encuentran en el paseo deRecoletos á una joven aguadora, y con unas tijerasejercen de peluqueros profanando una de las bellaspoesías de Gauthier... Estos mismos jóvenes risueñosencerraron en una leñera de una casa en la calle deIsabel la Católica á la portera, é hicieron apalear porel portero á un quidam. Un sobrino del duque de V. se divierte tanto, que lafamilia resuelve enviarlo á Filipinas. Allá es oumamenteatendido por el arzobispo, que le ofrece desde luego sucoche. El joven acepta y lo aprovecha para ir á ciertascasas. Las gentes que pasaban y veían allí situados elcoche y los cocheros de su ilustrísima, se hacíancruces : « ¡Qué casas visita el señor arzobispo! » Un personaje yacitado penetraen una casa de juego,y revolver en mano se adueña del dinero. Nadie ledice una palabra. Al día siguiente vuelve ; pero hay lis-

LA JOVEN ARISTOCRACIA 363tos dos sujetos « de buena voluntad » que le meten enun coche, le llevan al camino de Chamartín de la Rosay le pegan tal paliza que queda casi sin vida. El marquesito de R., temible por lo que llama elsabio Cajal el matonismo, arruinó á un tabernero de laplaza de Santa Cruz, con la célebre frase « apunteusted. » El infeliz se dejo arruinar sin proferir una ;~queja. A veces la farsa es trágica. En una provincia, doscaballeros joviales encuentran á una desgraciada y« porque está melancólica » determinan echarla al río.Lo hacen, y la mujer se ahoga. En un balcón de cierta casa de la calle de la Palmatuvo toda una noche vestidas de Eva á tres jóvenes delbatallón de Citeres, el duquesito de S. F . Un burgués rico, andaluz y muy chistoso, va conuna dama en un carruaje; ordena al cochero quevuelque, y resulta la dama con las piernas rotas. Otravez se complace en meter á un bufón popular en elvientre de un caballo muerto. El hijo de un gran general entra en un café sableen mano cierta noche, con una compañera de escasaindumentaria. Hace desalojar la sala y la convierte enalcoba de placer. Este mismo va auna funeraria yencarga un servicio para cierto difunto que estaba muyvivo en su casa. El nieto de un célebre escritor, hijo del conde deC. A., y emparentado con la más alta nobleza, estandoen el teatro de cierta ciudad, contestó el saludo de unamigo que estaba en la platea, tirando de su palcosilla tras silla. El mismo rompió en Gijóu todo el ser-vicio de un café, sin la menor protesta ¿el dueño. Des-pués, en un teatro de otra ciudad, suspendió la. funcióná garrotazos. A veces las cosas resultan mal. Al hijo natural de

36i ESPAÑA CONTEMPORÁNEAun insigne hombre político le asesinaron en la calle dela Flor unos cuantos chulos. En Almería un joven distinguido va á una casa dediversión. La dueña se opone á que entre, y él la dejamuerta de un tiro. Tres de los ya señalados ataron una noche á unsereno ante la estatua del teniente liuiz— cara á JulioRuiz. Un buen día el marquesito R... necesita dinero, y sacay lleva á una casa de préstamos las más ricas ropas dela señora marquesa. El conde de P... apuesa con un amigo que iráá París á ganarse la vida pidiendo limosna y tocando laguitarra por las calles. Y lo hace. Hay otras tantas cosas delicadas de citar, por laaltura de los personajes que tomaron parte; pero que,aunque la prensa no se haya ocupado de ellas, estánen la memoria de todo Madrid. Así, nuestros indios con su fun ya veis que se hanquedado un poco atrás. Sus ocurrencias no son causa-das por el soplo que viene de la Pampa y que aún traeel eco del malón. La « indiada » de las noches alegresbonaerenses tendría que aprender de los descendientesde ilustres casas, de jóvenes cuyos cuarteles de familiatienen la consagración de muchos reyes. La filosofíadel asunto sería que el deseo del mal por el mal esinnato, y que el sentido de la perversidad de que hablaPoe duerme en su célula, esperando la oportunidad deaparecer. El estudio y el trabajo son los únicos antí-dotos contra ese veneno natural é íntimo. Con ellos sedoma la fierecilla que va con nosotros. Mas en lasclases ricas y extrañas á todo lo que no sea caprichoy goce de la existencia, entre la ociosidad y el fastidio,el trabajo y el estudio no pueden obrar. Agregar á estolos privilegios sociales, la pobreza fisiológica y la dege-

LA JOVEN ARISTOCRACIA 365neración demostrada de las familias nobiliarias, ydecidme si se puede « hacer patria » con tales ele-mentos. No, no puede aguardar nada España de su aristo-cracia. La salvación si viene, vendrá del pueblo guiadopor su instinto propio, de la parte laboriosa que repre-senta las energías que quedan del espíritu español,libre de políticos logreros y de pastores lobos.

CONGRESO SOCIAL Y ECONÓMICO IBERO-AMERICANO 21 de febrero de 1300. La sociedad Unión Ibero-Americana, trabaja en estosmomentos por que se celebre un congreso, que deno-mina social y económico, y al cual concurrirían lasrepúblicas americanas y España con objeto deestrechary aumentar las relaciones sociales comerciales. Concongreso, ó sin congreso, ya era tiempo de ocuparse eneste asunto. La situación en que se encuentra la anti-gua metrópoli con las que fueron en un tiempo suscolo-nias, no puede ser más precaria. La caída fué colosal.Las causas están en la conciencia de todos. La expan-sión colonial de otras naciones contrasta, al fin de lacenturia, con las absolutas pérdidas de la que fué señorade muchas colonias. Después del desastre, recogida ensu propio hogar, piensa con cordura en la manera devolver á recuperar algo de lo perdido, ya que no enimposibles reconquistas territoriales, lo que pueda enel terreno de las simpatías nacionales y de los merca-dos para su produción. Reconocido está ya, que la culpade la decadencia española en América, no ha sido,como en el verso, obra « del tiempo ». Ha sido culpade España. En cuanto á los males interiores, cierto esque no pocos se los causó el descubrimiento del nuevomundo. Esos 50 millones de habitantes; 24 millonesde kilómetros cuadrados; 48 Españas en extensión,« donde se derramó nuestra sangre, se malgastó núes-

CONGRESO SOCIAL Y ECONÓMICO IBERO-AMERICANO 307travida, y sólo suenan como un recuerdo los acentosde nueslra lengua, » que dice el escritor andaluz Sr.Ledesma, les fueron perjudiciales al reino conquistador..No porque sin la obra de Colón hubiese completado, elgran cardenal su empresa africana; sino porqne aquelKlondike continental sería el cebo de aventureros ambi-ciosos, y envenenaría de oro fácil las fuentes industrialesde la península. El hidalgo, « conquerant de l'or » notendrá sino que procurarse « peluca y espada, desde-ñando oficios y comercio, » como escribe en uno desúslibros Juan Agustín García, al citar á Gervasoni y unacédula real : « De las Indias he sido avisado que muchaspersonas q u e d e acá pasan, puesto que en ésLa solíantrabajar e vivían e se mantenían con su trabajo, des-pués que allá tienen algo, no quieren trabajar, sinofolgar el tiempo que tienen, de manera que hay muchos:de cuya causa yo envío á mandar que el gobernadorapremie á los de esta calidad para que trabajen en susfaciendas. » Eso hacía España una vez realizada la.conquista del oro, folgar el tiempo que tenía. Pri-mero fué el tiempo del aumento del poderío, la sujecióndel sol en sus dominios; mas ya con Felipe II empiezala carcoma y el decaimiento. Esto á pesar de la riquezanatural, tan copiosamente señalada por entusiastas comoMariana ó Miaño. YViss se embelesa en repetir la enu^-meración de tantos elementos de riqueza, en variosclimas y en tierras fecundísimas. Al par que los distin-tos productos ofrecen un copioso acervo para la expor-tación, ésta está favorecida por la extensión de las eos-,tas y la buena condición de los puertos mediterráneosy atlánticos. Todo esto era aprovechado en el siglo XVI.El movimiento fabril y el desarrollo comercial acrecíanla riqueza. Los tejidos se fabricaban en numerosos esta-blecimientos.Solamente en Segovia, cuyos paños se tenían por los

388 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAmás bellos de Europa, trabajaban 34 mil obreros.Seg-ún de Jonnes, en 1519 se contaban en Sevilla seismil!telares de seda, y había 130 mil obreros en lafabricación de sedería y tejidos de lana. Hay que leerá este respecto el estudio que sobre las industrias anti-guas sevillanas ha publicado el erudito Sr. Gestoso yPérez, — que tiene inédito un « Ensayo de un diccio-nario de artistas industriales que florecieron en Sevilladesde el siglo XIII hasta el siglo XV1Í1 inclusive » —para darse cuenta del progreso alcanzado en aquellaépoca y en aquella provincia, en lo referente á la pro-ducción industrial. Las marinas mercantes de Inglaterray Francia eran inferiores á la española. El inflado Mon-eada puede escribir del puerto sevillano: « es la capi-tal de todos los comerciantes del mundo. Poco ha quefe Andalucía estaba situada en las extremidades de latierra; pero con el descubrimiento de las Indias ha lle-gado á estar en el centro. » La riqueza estaba en fruto;diríase que España era la nación de las naciones; sola-mente el ojo visionario de Campanella advertía peligrosen lo obscuro del porvenir; y notaba que como hoy áInglaterra, tenían ojeriza todos los pueblos del mundoal pueble fuerte y rico que dominaba. Ciertamente ha-Man de cumplirse los temores del autor de la MonarquíaHispánica y con los sucesores de Felippe II vendría edescenso á nación de segundo orden, la pérdida en losdistintos dominios, la decadencia militar y la menguaen el comercio. La escasez de barcos se acentuó tanto,que ya bajo Carlos el Hechizado se hacían serviciosoficiales á Cuba y á las Canarias, por medio de buquesgerioveses. Los productos escaseaban, pues los cultivosfueron dejados, y los campos un tiempo florecientes,estaban despoblados de trabajadores, á punto deque nosolamente en ambas Castillas sino también en la pro-ductiva región andaluza, el abandono era absoluto. Dis-^

CONGRESO SOCIAL Y ECONÓMICO IBERO-AMERICANO 369minuyó á una cantidad mínima la exportación de la lana,en lugares como Cuenca. Los telares y sederías que-daban reducidos á señalado número. El movimientocomercial, con la renta de los productos del país, vino muy á menos; la exportación á las colonias de Américafué nula, y España tuvo que empezar á proveerse enotros países manufactureros. De más está decir que otrasnaciones aprovecharon el caso para colocar sus mer-caderías en las tierras americanas. Con la funesta expulsión de los moros padecierongrandemente la agricultura y la industria.. Aquellasgentes laboriosas por religión y por necesidad, habían,aumentado inmensamente la riqueza de la penínsulano solamente con sus labores fabriles, sino con elcultivo de los campos, como esa maravillosa huertade Valencia que les fué pingüe y que tanto hermosea-ron y aprovecharon. Una vez realizada la expulsión,claro es que el movimiento comercial é industrial,sostenido por ellos, mermó y luego concluyó. Ya en elreinado de Felipe III, á la decadencia en los trabajosdel campo se juntó una baja de población notabilísima.En Cataluña misma estaban deshabitadas « las trescuartas partes de los pueblos. » En plenas cortes, ybajo Felipe IV, se clamó contra la amenaza de unaruina segura. « Pues era üana y evidente, dice Céspe-des y Meneses, que si este estado se aumentas:3, al pasomismo que hasta allí, habría de faltar á los lugareshabitantes y vecinos, los labradores á los campos y lospilotos á la mar... y desdeñando el casamiento, duraríael mundo un siglo solo ». YVeiss demuestra la deca-dencia de la agricultura, entre otros motivos, por ladisminución progresiva de la población española desdeel reinado de Felippe II hasta el advenimiento de losBorbones;—Miguel calcula, apoyado en Ustariz, encinco millones setecientas mil almas, la población de21*

370 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAEspaña bajo Carlos 1 ; — la amortización eclesiástica,— « los capitales .quitados á la agricultura y a l a indus-tria para sepultarse para siempre en los conventos »;los mayorazgos de las familias nobles y las devasta-ciones anuales de las campiñas por los ganados tras-humantes, Muchos daños se debieron al « honrado con-cejo de la Mesta ». El oro americano, como antes he apuntado, fué pon-zoñoso para el movimiento industrial peninsular. Labaja de los metales fué de cuatro quintas partes en unsiglo; y el aumento de la mano de obra causó el alzade valor en la producción fabril. Se desdeañron los productos naturales de las tier-ras americanas, dejando quo se aprovecharan de ellosmercaderes de Inglaterra y Holanda, y fijos tan sóloen el codiciado producto de las minas. « A poco, diceWeiss, dejaron las fábricas de la Metrópoli de abas-tecer las necessidades de las colonias, porque eranpocos los obreros y escaseaban las primeras mate-rias. «Las colonias, agrega, suministraban bastanteoro para permitir á los fabricantes continuar sus tra-bajos, aunque lo caro de los jornales les impidieseintroducir sus productos en Francia, Italia y otrospuntos de Europa. Para esto hubiera sido necesarioque procurase España satisfacer las demandas de lascolonias é hiciese imposible el comercio de contre-bando, pero ¡ quién habia de creerlo ! los españolestuvieron por una calamidad el trueque de los productosde la industria nacional por el oro del nuevo mundo, yle atribuyeron la repentina alza de todos los artícu-los de primera necesidad. Hubieran querido que Amé-rica les remitiese sus metales preciosos sin llevarlesen cambio los objetos fabricados en su país. » Elcomercio con América desde aquellos tiempos fué tra-tado con singular error; en los comienzos hubo liber-

CONGRESO SOCIAL Y ECONÓMICO IRERO-AMERICANO 371lad de tráfico entre España y sus dependencias ; Car-los V puso algunas trabas y Felipe II ordenó unporcentaje de salida, el o, otro de llegada, el 10, a l a smercancías paralas Indias. El aumento del llamado al-mojarifazgo, fué un golpe más. En América aumentabael contrabando de otras naciones, y se dio el caso quecita Humboldt, de que los mineros de América com-prasen de tres á cuatro mil quintales de pólvoraanualmente, en los almacenes del reino, en tanto quela sola mina Valenciana consumía de diez y nuevemil quinientos á diez y nueve mil seiscientos. Entiempo de Felipe III, basta 1612, bajaron tanto lasrentas, que el quinto de las minas de Potosí, Perú yNueva España, con otras entradas de América — dosmillones doscientos setenta y dos mil ducados, fuerade gastos — estuvieron empeñadas á los genoveses.Bajo el reinado de Isabel se hizo algo por la agricul-tura y la industria en las colonias americanas; peroluego los españoles que iban á establecerse, no secuidaban sino de engordar la hucha. Por lo que tocaal Rio de la Plata, basta leer las obras de J. A. García,hijo, para darse cuenta de la obra de los virreyes, yde los hidalgos inmigrantes. Anualmente iban dosescuadras, á Méjico y al Perú, con objetos de comercio.Esos eran los galeones que volvían cargados de oro.UHoa narra pintorescamente la manera de comerciarentre. I03 mercaderes americanos y españoles. Lospobres indios eran inicuamente engañados y explota-dos por la misma codicia de los corregidores. Elcomercio disminuyó; y á mediados del siglo XVII yaEspaña no podía abastecer sus colonias. Los extran-jeros, en cambio, aumentaban su venta; de Portugalsalían «doscientos buques de trescientas á cuatro-cientas toneladas con ricos cargamentos de telas,sedas, paños, tejidos de lana, de oro y de plata,

tlí- : ESPAÑA CONTEMPORÁNEAartículos que compraban los portugueses á los fla-mencos franceses, ingleses y alemanes. Los embar-eában en Lisboa, Oporto, Mondigo, Yiana, y en lospuertecillos de Lagos, Villanova, Faro yTavira, situa-dos en el reino de los Algarbes. Llegados al Brasil,sus navios subían al Río de la Plata, y cuando cesabade ser navegable, se desembarcábanlas mercancíasy se las conducía por tierra, atravesando el Para-guay y el reino de Tucumán, á Potosí y á Lima, dedonde era fácil enviarlas á las principales ciudadesdel Perú. Los comerciantes españoles establecidos enaquellos puntos, tenían sus corresponsales en el Brasil,lo mismo que en Sevilla y Cádiz, y como los dere-chos cobrados en Portugal de los géneros destinadosal Brasil, eran más bajos que los que se percibían enaquellas dos ciudades, los portugueses podían darlosmás baratos que los españoles. » Puede verse á esterespecto la Relación dirigida á Felipe III por Alonso1dé Cianea. Los empleados de la corona ya se sabe quéclase de obra realizaban, y qué clase de gente eran ensu mayor parte. El consejo de Indias enviaba no varones de mérito,sino hábiles sacadores de dinero. Fuera de los vir-reyes; de Méjico y el Perú, grandes de España favo-recidos, los demás eran duchos expoliadores. Loscapitanes generales y demás enviados á Cuba, alengorde proverbial, tenían sus antecesores entre lospaniaguados de Indias. Comercio descuidado con lametrópoli, aumento por lo tanto del contrabandoextranjero Los holandeses, ingleses y franceses intro-ducían largamente sus mercaderías. Hamburgo no sequedaba atrás; y la China misma vendía manufactu-ras en puertos como Guayaquil y Acapulco. El malestado comercial entre la península y sus colonias continuó hasta el advenimiento de los Borbones. Algo

CONGRESO SOCIAL Y ECONÓMICO IBERO-AMERICANO 373hizo por mejorar las relaciones Felipe V. Carlos IIItransformó en 1764, el sistema comercial que se habiaempleado desde la conquista.De la Coruña salíanfijamente una vez al mes para las Antillas y dos vecesal mes para el Rio de la Plata, barcos que establecie-ron de modo regular el intercambio. La independenciavino. Y desde la paz hasta la época actual el comercioespañol en América ha pasado por diversas fluctua-ciones, llegando por fin al más lamentable descenso.Las cámaras de comercio poco han hecho, y la diplo-macia ha sido nula en sus gestiones. También es ciertoque la antigua metrópoli no se ha acordado de queexistíamos unos cuantos millones de hombres delengua castellana en ese continente, hasta que lasnecesidades traídas por la pérdida de sus últimasposesiones americanas se lo han hecho percatar. Elcongreso proyectado hará algo, como no se vaya todoen discursos. En lo social, se podrán crear nuevos y másestrechos vínculos, sobre todo ahora cpie la produc-ción intelectual americana empieza, primeriza y todo,A imponerse. Pero hacen falta españoles de buenavoluntad que digan á su patria la verdad, y que no lavayan á desacreditar en nuestras repúblicas. Unadocena de españoles como Carlos Malagarriga, encada una de las repúblicas americanas, harían m-ásque los guitarristas de la prensa y bailaores dela tribuna que van á América á hacer daño á supropia tierra. Sobran en España talentos y entrenosotros buenas voluntades que pueden realizar unaunión proficua y mutuamente ventajosa. La influenciaespañola, perdida ya en lo literario, en lo social, enlo artístico, puede hacer algo en lo comercial, y estoserá á mi ver el alma del futuio congreso. « Es un hecho patente, — dice un documentooficial, — traducido además en cifras, que, á la in-

374 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAfausta hora en que hubimos de abandonar nuestrasoberanía en Cuba, Puerto Rico y Filipinas, repre-sentaba nuestro comercio de exportación á esasposesiones, en los últimos tiempos en que pudo verifi-carse de un modo regular, la considerable suma de241 millones de pesetas, ó lo que es igual, el So0/'»aproximadamente, de la total exportación de la penín-sula. » Y otro : « En el primer quinquenio de 1880 á1884, exportábamos un total de 62 millones á todoslos mercados americanos; en cambio, en 1896. nuestraexportación quedaba reducida á 46 millones... Porejemplo : En la República Argentina, donde en aquelperíodo nuestra cifra de exportación ascendía á 17 mi-llones, ha bajado á diez. En la República del Uruguay,de 11 millones ha descendido á seis ». Es decir,de 62.564.000 pesetas, del año de 1890 al 1898, seha reducido á unos 40.000.000 y pico. En la junta delcomercio de exportación, del Ministerio de Estado,demostró la gravedad de tal situación el Sr. RodríguezSampedro, « España, decía, señora al principio delpresente siglo de todos aquellos territorios pobladospor su raza, con comunidad de idioma, de hábitos y decostumbres, ha perdido casi por entero sus mercados,de tal modo, que hoy se anteponen comúnmente á ellaInglaterra, Alemania, Francia, Austria, Italia y Bél-gica, figurando nuestro comercio, al principio del pos-trer quinquenio, tanto en la importación como en laexportación, el último de lodos, y cifrando para laRepública Argentina el 2,20 °/„ de su comercio, alde exportación; para Méjico el 8 % en la primera y el11,60 en la segunda; para el Perú, 2.50 0/„ y 0,60 res-pectivamente; y todavía, con parecer esta situaciónimposible de empeorar, sigue decreciendo manifies-tamente, pues al concluir el quinquenio de 1897, losresultados son 1,40 °/0 para la importación, y 3 % para

CONGRESO SOCIAL Y ECONÓMICO IBERO-AMERICANO 375la exportación respecto á la Argentina, 2 % para laprimera y 10,30 para la segunda en Méjico; 0,08y 0,90 respectivamente en cuanto al Brasil; y 0,10 y0,50 en el comercio con el Perú, pudiendo decirse queen muchas partes de los citados países, su comerciocon España ha desaparecido, mientras el de Ingla-terra, promediando los datos de su importación y desu exportación, es más del 3 3 % del total; de un 20 %el de Alemania; de un 23 el de Francia y así successi-vamente. » El congreso pues, vendrá, si se realiza, átratar de ver cómo se mejoran las transacciones comer-ciales entre España y las repúblicas americanas; perono tendrán poco que modificar en las leyes actuales loslegisladores, que quieren que el arreglo se lleve á buentérmino. ¿Ha sido acaso poco lo que ha trabajado elministro argentino Sr. Quesada para la simple cues-tión del tasajo y carnes conservadas? El gobiernoespañol parece que apoyará la labor del congreso y seharán invitaciones oficiales á los gobiernos hispanoa-mericanos. Si los gobiernos aceptan, es posible queuna vez más se cometa el error de elección cuandose trate de los representantes., Al saberse la noticiadel congreso, en cada una de las pequeñas repúblicasde America-Yillabravas, que dice Eduardo Pardo,habrá un grupo de compadres intrigantes qme quieranvenir á ver bailar el fandango, y á conocer á la reina;y en cuyos labios pugna por salir la gran palabra« Señores «...

LA MUJER ESPAÑOLA Marzo de 1900. Hace pocos dias, el último de carnaval, hubo en elpalacio de una distinguida señora, casada con un millo-nario y diplomático mejicano, una improvisada y ele-gantísima reunión de máscaras, que largamente hancantado los habituales cronistas de salón y entre todosy sobre todos mi incansable y ameno amigo el marquésde Valdeiglesias. La particularidad de la fiesta fué,que á ella concurrieron aristocráticas y bellas damasde esta corte, con el pintoresco mantón de Manila yotros adornos no menos nacionales. Y el entusiasmofué inmenso ; y hasta hubo quien dijese : ¡ole! con ladisculpa de los días de locura. Ese entusiasmo fué-natural. ¡ Es tan difícil en la aristocracia de Españaencontrar una belleza puramente española! Como entodas las altas clases de la tierra, el britanismo por unlado y el parisienismo por otro han hecho su invasión.No deja de ser lamentable, Una maja de Coya vestidapor Chaplin es algo encantador y desconcertante ; perome habrán de confesar que una maja de Goya vestidapor Goya es mucho mejor. No es que yo pretenda queestas duquesas de ahora vuelvan al osado peinetón, ámantilla perpetua y á los paseos por las arboledas deSan Antonio de la Florida, sino que está á la vista delos amantes de la viva estaturia humana, la desapari-ción de uno de los más bellos tipos que hayan hala-

LA MDJEK ESPAÑOLA 377gado al arte : el tipo español, cuya línea propia se habastardeado y confundido entre curvas francesas yreslas anglosajonas. La moda, he ahí el enemigo! Enesto estoy apoyado por un talento que sobre ser certe-ramente estético, es una mujer : la Sra. Pardo'Bazán.Doña Emilia considera como enemigos de la clásicagracia española, los vestidos pesados y de corte mas-culino del país de las misses; los impermeables yabrigos largos, ciertos calzados, y sobre todo, los for-midables sombreros de París. La naturaleza procede yenseña lógicamente; ha ordenado los seres y las cosasdéla tierra según las latitudes; y sabe por qué losescandinavos son rubios y los abisinios negros; porqué las inglesas tienen cuellos de cisne y las mujeresflamencas preponderantes asideros. A las españolaslas dio diversos modelos, según las distintas regionespeninsulares, pero el tipo verdadero, el tipo generali-zado p o r l a poesía y por el arle, es el de la morena demaravillosos y grandes ojos obscuros; un tanto polelée,•ondulada, y casqueada de ricos cabellos negros; nialta ni baja; todo esto animado por un produelo ma-rino y venusino, que en este sentido no tiene nombrecorrespondiente en ninguna otra lengua : sal. Ya ensus tiempos, Gautier afirmaba que para ver la verda-dera danza española había que ir á Paris; hoy en pin-tura, los que hacen admirar al mundo la gracia feme-nina de España, son extranjeros, como Sargent yEngelhart, ¿nos conformaremos dentro de poco conbuscar en viejas telas y grabados, la que fué tan ori-ginal y graciosa belleza hispánica? La moda ha comen-zado á hacer su daño en la educación. Para toda joven•de buena familia que se vaya á educar al extranjero, seimporta la indispensable institutriz, casi siempre in-g l e s a ó tudesca, á veces francesa. La goitvernanie•empieza su obra de moldeo y la flexibilidad nativa

3~,8 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAentra en la jaula angular de una disciplina por logeneral very english. Los trajes, de corte igualmenteangular, contribuyen á la reformación del original en-canto curvilíneo. Una vez la niña crecida, sus gustos ysus costumbres tenderán á lo extranjero. Hubo unaelegancia española : apenas si se recuerda en algúnbaile de trajes. Porque la moda lo requiere, los opu-lentos cabellos negros se tiñen de rubio ó de rojo ; elairosísimo andar de antaño se transforma, los gestosy maneras se aprenden. Se fué primero chic, despuésvían, después pschul, después smart, después sioell..No se leen buenos libros castellanos ; ¿pero que señorano se ruborizaría de no conocer á Ohnet en el original?Se viaja, se veranea, se adora á Worth, k Laferriére, áDoucet. Visten con gran lujo; pero rara vez se lleganá confundir con una parisiense ; desdeñando la riquezapropia, no consiguen el tesoro ajeno. V son encanta-doras. Hace algunos años un embajador oriental, alpresenciar un desfile de altas damas en palacio,expresó una frase descontentadiza y poco galante parala nobleza femenina que acompañaba á la reina. Hoy,en igual, caso, proclamaría la hermosura y la gentileza;de beldades como D\.Sol Stuard, hija déla duquesa de.Alba y otras cuyos nombres constelan la crónicasocial. Hay diversos tipos que se imponen; pues en lacorte se hallan representadas las distintas provincias.Desde luego, la mujer suavemente morena, de un mo-reno pálido, cara ovalada, cuello columbino, boca sen-sual y mirada concentradamente ardiente, cuerpo enque se ritman felinas ondulaciones ; y la rosada y firmecíe plasticidades, de cabellos dorados, un tando g r u e s a ;y la belleza decadente y tradicional, de los retratos encuyas manos puso Pantoja tan preciadas gemas; ros-tros con algo de las figuras de los primitivos ; de unóvalo marcado, como se ve en la pequeña infanta

LA MUJER ESPAÑOLA 379María Teresa, de Velázquez; y dotadas de un aire quesi indica la floración de razas crepusculares, imponesu orgullo gentilicio y su antigüedad heráldica. En elpueblo se encuentra conservado mucho del antiguodonaire. La chula ostenta su ritmo natural, sus impa-gables gestos ; y va á los toros y á las fiestas con legí-timas prendas que alegran los ojos y marcan el colorlocal tan deseado por los viajeros que buscan arte ynovedad. En la Opera, la sala es igual á todas las salasde capitales modernas ; el patrón cosmopolita impuestopor la elegancia francesa vence é iguala. Apenas losrostros, la llama de los ojos, un movimiento atávicoTdenuncian la sangre maternal, la originalidad patria. El alemán lians Parlow recientemente y todos losturistas y observadores que visitan á España, notanque en estos últimos tiempos la sociedad española, elalto mundo madrileño, se divierte poco. No se vaya ácreer que las damas vivan en una existencia lúgubre,— algo como en las páginas de M'ne Anloroy — dadasá la soledad y al aislamiento, en contacto tan sola-mente con frailes y monjas, y en plegarias y rezos,bajo una atmósfera de tiempos de Felippe II. Cierta-mente, las grandes familias actuales dan pocas recep-ciones, raras fiestas; no hay en la corte un ambientecomo el de comienzos de siglo ó bajo Isabel I I ; y lamayor parte de los bailes, banquetes y reuniones, sonofrecidos por el cuerpo diplomático. Por cierto que sedistingue el ministro argentino Dr. Quesada en reunirde cuando en cuando en la legación los más bellos pal-mitos titulados- Mas la mujer española gusta de diver-tirse ; va á París, va á Londres, ó á Italia, y en la tem-porada del veraneo, convierte en ciudades de alegría yde hechizo San Sebastián y Biarritz. La corte es untanto triste porque sobre ella se extiende la sombra dela reina. Ese viejo palacio, enorme, sombrío y fastuoso

380 ESPAÑA CONTEMPORÁNEA•que asustó al fino pájaro de Francia que se llamaRéjane, es en verdad una vasta basílica de tristeza,•que necesita para no contagiar con su embrujamiento,reinas risueñas como Doña Isabel, y reyes barbianes•como Alfonso. La regente, que guarda aún la gra-vedad conventual de sus funciones religiosas de soltera,•cuya vida de casada no fué muy agradable en lo íntimodel hogar, y cuya vida ha sido cercada de tantos cui-•dados, penalidades y desventuras, no tiene ciertamentemotivos para estar vestida de color de rosa. La única•que pone una nota jubilosa en la mansión real es lainfanta Isabel, la infanta popular, amiga de los artis-tas, un poco virago, aficionada á cazar, á cabalgar,valiente sportman, generosa, caritativa, melomana,muy madrileña, y cuyo sans gene le atrae por todaspartes, y sobretodo en el pueblo, innegables simpatías.La infanta en sus departementos de palacio, tiene unteatro en que hace trabajar á los actores que son de supreferencia y amistad; y allí mismo representancomedias, aficionados pertenecientes á la aristocratia.A esas representaciones no asisten más que la fami-lia real y la servidumbre de palacio. En algunas casassuelen señoritas y caballeros hacer piececitas francesas,•con toda corrección y propiedad. Algo lejanos estánlos tiempos en que damas de lo más encumbradorepresentaban en el palacio de la de Montijo La bellaRelena de Blasco. No existen salones literarios, en el sentido francés•del vocablo. D a Emilia Pardo Bazán suele invitar áalgunas tertulias en que priva el elemento intelectual;y don Juan Valera ha tenido sus sábados en que, fuerade las señoras de su familia y las hijas del duque deRivas, no han asistido más que hombres. La duquesade Denia de cuando en cuando invita á su mesa á seña-lado número de artistas y hombres de letras; lo pro-

LA MUJER ESPAÑOLA 381pió hace el barón del Castillo de Chirel. Pero el baró-metro de intelectualidad está marcando sus grados-reveladores ; el poeta preferido de la aristocracia es-Grilo. Hay damas inteligentes y cultas que como hedicho viajan y se instruyen; pero son perlas negras órosas azules las que sobresalen. La duquesa de Albase interesa en trabajos de erudición é historia y pone ála disposición de los estudiosos el inagotable archivo-de su casa; la duquesa de Mandas es muy entendidaen ciencias; las duquesas de Medinaceli y de Bena-vente son aficionadas á las letras; la condesa de PinoHermoso y la marquesa de la Laguna imponen suespiritualidad en los salones. La hija de esta última,.Gloria, tiene fama de agregar á la herencia de la gra-cia materna, nuevas pimientas y sales. La clase media, acomodada ó no, sigue los rumbos-de la clase alta. Basta la más ligera observación paracomprender que se ha adelantado mucho en instrucciónprimaria, desde la época no muy distante en que unaseñorita apenas sabía leer y escribir. Me refiero, esclaro, á lo común, pues antes y después de D. OlivaSabuco de Nantesy de Santa Teresa, ha habido nota-das españolas que hayan competido con los varonesen disciplinas mentales. Las preciosas no dejaron ásu tiempo de aparecer en las cultilatiniparlas. Quevedo-aquí hizo su caricatura como en Francia Moliere sucliarge. En este siglo las literatas y poetisas han sido-un ejército, á punto de que cierto autor ha publicadoun tomo con el catálogo de ellas, — y no las nombra átodas! Entre todo el inútil y espeso follaje, los grandesárboles se levantan : la Coronado, la Pardo Bazán,Concepción Arenal. Estas dos últimas, particularmente,cerebros viriles, honran á su patria. En cuanto á lamayoría innumerable de Cormas cursis y Safos de-hojaldre, entraña formar parte de la abominable sisler-

382 ESPAÑA CONTEMPORÁNEA•hood internacional á que tanto lia contribuido la GranBretaña con sus miles de aufhoresse. P a r a ir hacia elpalacio de la mentenda Eva futura, las falta á éstascambiar el pegaso por la bicicleta. El Sr. Sanz y Escartín, catalán, en una notable obraque ha agregado Alean en París á su biblioteca filo-sófica, dice que antes que las leyes, son los senti-mientos y las ideas, los que están llamados á reformarlas costumbres actuales españolas, que tantos maleshan causado ; y que, lo primero es educar á la mujer.Esto me hace pensar en idéntica idea que la de M\"'c Nec-ker de Saussure, y su comparación de la voz femeninaen los coros cantantes. No admite discusión la eficaciadel procedimiento, y venimos á parar que en este puntohay algo de aquello « en que consiste la superioridadde los anglosajones ». No se trata de implantar enEspaña el cultivo del « tercer sexo » ; ni el espíritunativo, ni la tradición lo permitirían ; pero sí de abrirá la mujer fuentes de trabajo, que la libertasen de lamiseria y de los padecimientos actuales. Puede ase-gurarse que en raros países del mundo se presenta elespantoso dato estadístico siguiente : en España,6.700.000 mujeres carecen de toda ocupación, y31.000 se dedican á la mendicidad. F u e r a de las fá-bricas de tabacos, costuras y modas y el serviciodoméstico, en que tan míseros sueldos se ganan, lamujer española no halla otro refugio. El Sr. Alba, enun notabilísimo estudio que muchas veces he citado,asegura que conoce algunos casos en que grandes in-dustriales y almacenistas de tejidos ó de novedades,no han vacilado en dar á sus hijas un puesto en elnegociado de correspondencia, en el de contabilidad yen la alta dirección de la sección de confecciones paraseñoras y niños. Estas empleadas, dice, tienen un sueldoasignado en la casa, con arreglo al cual visten, gastan

LA MUJER ESPAÑOLA 3S3en diversiones y caprichos y hasta abonan al fondo defamilia una cantidad por su manutención. Acostum-bradas así á vivir por cuenta propia, no se parecen ennada al resto de nuestras pobres mujeres, siempredependientes de la tacañería ó la prodigalidad ajenas.Sobre todo, en la vida íntima de las familias á quealudo, no existen las preocupaciones que crea el temoral porvenir y, por ello, el afán de un necesario casa-miento de las hembras. Es este un buen ejemplo queojalá se propagase en la burguesía de este país,aunque ello choque un poco con las costumbres arrai-gadas y sea bastante yanqui. Eso quitaría laobsesión del novio rico en unas y en otras la de « unpríncipe italiano por lo menos », de que habla Cam-poamor. La ociosidad y la miseria, en laclase mediay en la baja, son un admirable combustible para laprostitución. En Paría ya en 1847 había tres mil p r o -fesores de música, mujeres, profesoras de idiomas yaun de historia. La Sorbona había establecido un cursofemenino, con grados y diplomas. Hoy, ¿hasta dóndeno se ha llegado ? En cuanto á los Estados Unidos,desde 1870 á la fecha, las arquitectas han subido de 1á 53; las pintoras y escultoras de 412 á 13.340; lasescritoras, de 159 á 3.174; las dentistas de 24 á 417;las ingenieras, de 0 á 201 ; las periodistas, de 35 á1.536; las músicas de 5.753 á 47.300; las empleadaspúblicas de 414 á 6.712; las médicas y cirujanas, de527 á 6.882; \as contables, deO á 43.071, las copistas —á mano y máquina — y secretarias, de 8.016 á 92.834;las taquígrafas y Lipógrafas, de 7 á 58.633. Y esto sincontar las actrices, que de 092 han llegado á 2.862; lasclergy-ladies, de 67 á 1.522 y las directoras de teatro,de 100 á 943. Aquí, con la escasez de trabajo y con laspreocupaciones existentes, ¿qué hace una joven queno tiene fortuna ? Además de los trabajos que he seña-

384 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAlado, no la queda otro recurso que los coros del tea-tro, que ya se sabe para donde van ; los puestos dehorchateras y camareras de café, limitados y peligrosospara la galantería, pues para ejercerlos hay que serguapa; y el baile nacional, para el país, ó para laexportación. Y las Oteros son escasísimas. De aquíque un francés, en viendo á una española, sólo pienseenelpetü air de guilare, olió! Las que quieren serhonradas y trabajar, encuentran costura, por ejemplo,se destrozan los pulmones, y por todo el día de laborsacan una pobre peseta ! Hay quienes lo soportan lodoy, ó se echan un novio también pobre, y se van á viviruna vida de privaciones, ó mueren sacrificando vida ybelleza. En la galantería tampoco pueden encontrarun paraíso... La vida galante es aquí poco productiva,para las tristes máquinas de amor. La cocolte no seencuentra aquí como en París ó Londres. La mayoríade infelices caídas va á parar á horribles estableci-mientos. Como la gracia y la belleza abundan en elpueblo, es esta una de las capitales en que el amorfácil tiene mayor número de lamentables víctimas. Auncruzan por las callejas tortuosas las viejas dueñas. Yla mujer española, entre las mil y tres, es la preferidade Don Juan.

CERTÁMENES Y EXPOSICIONES 1 de abril de 1900. En estos días cuatro exposiciones : la del Salón Amarérla de carteles de El Liberal, la del concurso del Blancoy Negro y la de fotografías de La Ilustración Españolay Americana. Antes de que la casa Amaró inaugurasesu salón, la capital de España no contaba con un localen que se expusiesen, con fines comerciales, las obrasdélos buenos artistas. En uno que otro punto solía verse,,en promiscuidad inaudita, la obra de firmas notables yla amontonada bazofia oleosa que riega en inconlenidollujo un ejército de cocineros del caballete. Barcelonatenía su Salón Pares, en donde suele encontrarse bas-tante bueno. Madrid ofrece ya al comprador un centroaceptable ; los Sres. Amaré han querido hacer algo comoLe Barc BouteviTle ó Durand-Ruel, y por ello debeneslarles agradecidos los artistas peninsulares. He visi-tado la casa. — Antes del salón en que so exhiben loscuadros, he visto la sección de muebles. No he encon-trado nada de particular. Inglaterra, Alemania, Francia,han tenido en estos últimos años un gran desarrollo ensus artes aplicadas á la industria. Holgaría aquí todacomparación con esos países. — Pero, aún Italia, cuentacon artistas que en la fabricación del mueble, sostienenun carácter propio, exteriorizan una inventiva individualdentro de la tradición nacional: quiero nombrar, porejemplo, á Bugafti y á Eugenio Quarti. En la casa 22

386 ESPAÑA CONTEMPORÁNEAAmaré no- hay una sola nota nueva á este respecto. —Todo es bonito; y es decir esto, que el público quedaencantado. Todo bien elaborado; mas inútil buscar nadade creación. Vi en los diarios que cierto inglés habíacomprado en una regular cantidad un juego de dormi-torio, para llevarlo á Londres. Me mostraron el célebrej u e g o — más ó menos rnodern slyle ! — Y pensé : el casoes muy inglés : ¡ Este sí que importa naranjas al Pa-raguay ! La sala es pequeña, suficiente para el mercado ; tienemuy buena luz y está elegantemente puesta. Háseinaugurado con excelentes firmas. Al entrar, halaga lavista un cuadrito de Cecilio Plá, La araña: una mujer,por cierto encantadora de coquetería, sentada, y enactitud de atraer la mosca masculina; la figura es pre-ciosa y de mucha gracia de factura; podría achacárseleel ser muy « efecto de salón», muy « cubierta de FígaroMusiré » ; ¿ pero qué le puede importar eso al Sr. Plá,cuya principal admiradora es en la corte la infantadoña Isabel ?... El Sr. Alcalá Galiano, creo que pariente de D. JuanValera, é ilustrador de una reciente edición da Juanitala larga, expone una pequeña tela, castigo de las pupilas,de una violencia de tintes que no superarían todos loscromos del poeta andaluz Salvador Rueda. Son unosgitanos en viaje, bajo el más fuerte de los soles; quizásea el cuadro espejo déla realidad; mas suponiendo quelos gitanos se vistiesen con el alma de las cochinillas,el jugo de las esmeraldas y el espíritu esencial de losocres, no llegarían jamás, me parece, á la realizaciónde esta escena bañada de una luz indecorosa y embijadade colores insultantes. Cuatro Benlliures exponen : D. Blas, D.José, D.JuanAntonio y D. Mariano. Me parecen lodos de condiciones.plausibles, pero me detengo en un cuadro de D. Blas.

CERTÁMENES Y EXPOSITIONES 387Reproduce un interior de iglesia, el de la Basílica deSan Francisco de Asís. El pintor ha logrado, ante todo,imponer la serenidad mística del recinto; ha tratadolos planos de admirable manera, y ha obtenido la sen-sación del ambiente. Se revela al propio tiempo que-entendido detallista, hábil imaginador de sus tubos, ensu justo y discreto colorido, y esto es ya bastante en unmedio artístico en que el virtuosismo impera en toda supotencia. Digno de nota es también el trabajo de D. José,.Pobres deS. Francisco. Dote mismo artista se distinguióen la última exposición de Bellas Artes de Venecia, consu cuadro iSVro Francesco al convenio di 8. Chiara. Se ve que los Benlliure hallan en el autor de las Fiorellitemas é inspiraciones. ¡ Que él les favorezca con la constancia y la revela-ción continua del maravilloso frale Solé! Don Aureliano de Beruetes el autor del notable libro-sobre Velázquez, que se publicó en francés con prólogo-de Bonnat, y cuya edición española es probable que nose vea nunca, tiene en esta exposición una tela intere-sante, una impresión sentida y bien trasladada, en lasorillas delTajo. El Sr.' Berruete esun paisajista de méritoy no es la menor de sus cualidades una sobriedad muyrara entre sus colegas. Mariano Fortuny...¿ no os despierta este nombre elrecuerdo de una fiesta de color, de una página deGautier ? El artista que hoy lleva ese nombre es el hijo-del glorioso, del de la Vicaría. La gloria asimismo serápara él. Y de mí diré que le consagro toda mi simpatía,pues sé que en él alienta un noble espíritu de arte, áquien Angelo Conti, en armoniosa amistad, dedicarauno de los más puros libros de belleza que se hayanpublicado en este siglo, « per la ricchezza del tuo inge-gno e per la bontá del tuo volere». La educación artís-tica de este autor es casi toda italiana, á punto de que


Like this book? You can publish your book online for free in a few minutes!
Create your own flipbook