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Hno. Gabriel Taborin: El desafío de un religioso laico en el siglo XIX

Published by Hermanos de la Sagrada Familia, 2020-07-03 16:34:09

Description: Los Hermanos de la Sagrada Familia de lengua española, deseando contar con material de valor para mejor conocer al Vble. Hno. Gabriel Taborin, su Fundador, realizaron la traducción de esta tesis escrita en francés por el Hno. Enzo Biemmi, de la Provincia Madonna di Loreto (Italia).

La tesis fue presentada en la Universidad de París el 22 de junio de 1995 ante un tribunal formado por profesores de la Sorbona y del “Institut Catholique” de París, para la obtención del doctorado en Historia de las religiones (Antropología) y Teología. Ambas instituciones académicas dieron a la tesis la máxima calificación, lo que ofrece a este estudio una garantía científica de primer orden.

Agradecemos y felicittamo al Hno. Enzo Biemmi por el trabajo realizado.
Este libro, impreso en enero de 2019, es la segunda edición de la traducción al español (la primera data de 1998).

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HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX bre de gran moderación y prudencia, como se verá más adelante. Decidió pues sal- var a Bochard enviando a Roma el 12/02/1827, una respuesta moderada, demostra- ba que la pretensión de Bochard era puramente especulativa, porque no había realizado ningún acto de jurisdicción en relación con su pretensión. Tampoco era el autor de los libelos, de los que había alabado el arte de su presentación y no sus ideas. En cuanto a la acusación de haber creado una secta, Mons. pudo fácilmente explicar al Papa que se trataba de una congregación religiosa de Hermanos de los que tejía el elogio. La moderación de Devie salvó a Bochard, pero las relaciones entre los dos que- daron tensas. Bochard, continuó “concediendo poderes” y en junio de 1827, se vio en la obligación de volver a Menestruel para amonestarle severamente. Es en medio de estos acontecimientos que Gabriel se encuentra en Châtillon les Dombes, reemplazando de hecho al director, enfermo e incapaz de soportar la ta- rea  87. Los Hermanos de la Cruz de Jesús habían sido llamados por el párroco al ini- cio de 1824 y habían abierto una escuela primaria que ocasionó la caída de la municipal del maestro Maire. Es el inspector Guillard que se inquieta por esta es- trategia congregacionista desde su visita de 1825: “El Sr. Maire que tuvo 14 alumnos en 1821-1822; 20 en 1822-1823; 29 en 1823-1824; tuvo 49 al principio de 1824-1825, con la esperanza de aumentar el número; pero hoy tiene sólo 28 y teme disminuir aún, porque a pesar de una deliberación del consejo municipal, que decía que el Sr. Maire se encargaría de la escuela primaria unida a su establecimiento..., el párroco ha llamado por propia iniciativa, Hermanos formados por el P. Bochard, que recibiendo a los alumnos por 60 y 75 céntimos, no dejarán ninguno para el Sr. Maire que cobra de 2 a 3 francos  88”. Al co- mienzo del año 1827, el Sr. Guillard vuelve a inspeccionar la escuela de Châtillon y allí encuentra al Hno. Gabriel. “La competencia que el Sr. Párroco ha originado al traer a los Hermanos, llamados de la Cruz, anula a la escuela creada por la Villa. Uno de sus Hermanos que no ha cursado sino hasta 5º año y mal, se atreve a enseñar el latín con la única autorización del Sr. Párroco  89”. Es Gabriel el que provoca la cólera del funcio- nario, que ve, en su enseñanza no autorizada, una amenaza para la escuela del mu- nicipio. (87) Estas dos versiones: la de Bernardo Alombert y el Hno. Hipólito. (88) Informe del Sr. Guillard, inspección de 1825, A. D. R., Versement de l'Université T XXV. (89) Ibid., inspección de 1827, antes del 25 de febrero. 177

HNO. ENZO BIEMMI En medio de los problemas de Bochard, el P.Corsain viene a Châtillon para invi- tar a Gabriel a profesar en la congregación de Menestruel. Pero su insistencia tiene como resultado, precipitar una decisión ya estudiada. Gabriel no tiene ninguna in- tención de quedarse con los Hermanos de la Cruz de Jesús y deja bruscamente la comunidad hacia la mitad de febrero de 1827. La partida de Gabriel provocó el descontento y las críticas en la sociedad de la Cruz de Jesús. Críticas justificadas por una acusación de la que no se puede verifi- car su veracidad: encargado por su superior de hacer una colecta en Lyon para la comunidad, la habría continuado en favor de la fundación que él proyectaba, no volviendo a Châtillon  90. El entonces novicio en Menestruel, recuerda la reacción del P. Bochard, un tiempo después de la partida de Gabriel: “Pobre Hermano, decía a los suyos, el orgullo le ha perdido, ha despreciado nues- tros consejos; hele aquí abandonado a sí mismo, es el hazmerreír del clero de nuestras montañas, va a predicar jubileos en las parroquias, hace el ridículo con su pedantería y va de extravagancia en extravagancia y convenceos que su obra irá de fracaso en fracaso, sin llegar nunca a poner la primera piedra de su con- gregación. Al pobre joven le falta prudencia y conocimiento de los santos cánones. Ultimamente (1827) ha hecho pronunciar votos solemnes a un adolescente de 15 ó 16 años”. El autor del apunte comenta: “El error de su corresponsal provenía de que N. R. P. le había cubierto con un paño mortuorio, como se practica en nuestro Instituto  91”. 4.3 Primer encuentro con Mons. Devie Dejado Châtillon a mitad de febrero, Gabriel se dirige a Lyon acompañado de un Hermano de la Cruz de Jesús. Fueron acogidos por un rico señor domiciliado en el barrio de Fourvière que les dio un dinero. Después de una visita a Fourvière y a diversos santuarios de la ciudad, se separaron y Gabriel se dirigió a Brenod parro- quia atendida por el Padre Charvet, antiguo párroco de Belleydoux, su amigo y con- (90) Carta de Bernardo Alombert y carnet del Hno. Hipólito, o. c., sobre esta acusación ver el análisis hecho en la Positio, pp.71-74. (91) Carnet del Hno. Hipólito. 178

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX sejero. Este le invita a presentarse al obispo y Gabriel se encamina a Belley. En el obispado le dicen que Mons. está en gira pastoral en el distrito de Trevoux. Gabriel se encamina allí y obtiene una entrevista en Genay. Era el 25 de febrero de 1827. Esta entrevista queda grabada en los recuerdos de Gabriel, como el giro decisi- vo en su vida. Varios años más tarde escribirá: “Desde que pude abrir mi corazón al Santo Obispo de Belley sobre mi vocación, sobre la asociación que quería formar y sobre las pruebas a las que la Providencia quiso someterme al principio, el venerado prelado me predijo que las tendría aún mucho mayores, pero me pidió no desanimarme. Me prometió su ayuda y protec- ción y aún su ayuda económica cuando fuera necesario; sus promesas han sido inviolables y cumplidas hasta la muerte, por eso Mons. Devie ha de ser considera- do, como yo, Fundador de nuestra sociedad, y así como le considero yo, le deben considerar todos nuestros Hermanos y Novicios  92”. Esta conciencia del papel determinante de Mons. Devie, no abandonará nunca a Gabriel. En sus cartas y en la última edición del Nuevo Guía de 1858, declara: “La piadosa asociación de los Hermanos de la Sagrada Familia, fundada en Francia, en la diócesis de Belley, en 1827, por el Hno. Gabriel y por el ilustrísimo y Reverendísimo obispo de Belley, Mons. Devie...  93”. Este encuentro señala el principio de un nuevo intento, no en diócesis extraña, sino en la diócesis de su parroquia de origen. El paso de Gabriel por la sociedad de la Cruz de Jesús, constituye un elemento de transición para Gabriel de las manos de Mons. de Chamon a las de Mons. Devie. Esta corta permanencia (un mes y medio en Menestruel y dos y medio en Châtillon les Dombes) ha jugado un papel no despreciable, en la conciencia de Gabriel. Ante todo hay que tener en cuenta que se trata, para él, de la primera experiencia de vida religiosa estructurada y también del primer encuentro con formadores preparados. En el correr de esos meses él “capta”, según sus propias palabras, el espíritu de la vi- da religiosa, aprende a vivir en comunidad, conoce las constituciones de una con- gregación de Hermanos y experimenta su organización. Las constituciones de los Hermanos de San José que sigue redactando y corrigiendo desde Saint Claude, de- (92) Historique, manuscrito 5. En el borrador 3, Gabriel precisa haber comunicado el Sr. Obispo “su propósito y los motivos que obligaron a los Hnos. a dejar la diócesis de Saint Claude”. (93) Nouveau Guide des Frères de la Sainte Famille, De Leguay, Belley 1858, Cf. Positio, pp. 76-78. 179

HNO. ENZO BIEMMI ben mucho a la Sociedad de la Cruz de Jesús. En particular la concepción del go- bierno por tres Hermanos (Director, Asistente, Celador) y la referencia directa al padre de los monjes, la regla de San Benito, vienen de Menestruel. Esta experiencia permite al mismo tiempo a Gabriel, verificar su propio proyecto, clarificarlo, sepa- rándolo netamente del Padre Bochard. Los Hermanos de la Cruz de Jesús no son los “Hermanos de Belleydoux”, ni los “Hermanos de San José”, ¿Por qué?. Según el Hno. Federico, la razón está en que esta congregación no contempla en su regla el servi- cio en las iglesias. El P. Roland que sabía la partida del Hno. Gabriel (por el P. Cor- sain) y que había quedado afectado, escribe a Gabriel después de las explicaciones que éste le da: “Estoy persuadido, después de su carta, que ha tenido motivos plausibles para abandonar la comunidad de Menestruel. Comprendo lo que ha querido decirme. Quizás estando frente a frente, le haría alguna observación, pero la cosa está terminada, su paso está dado, atengámonos a ello  94”. El antiguo párroco de Courtefontaine, hace referencia a motivos más comple- jos, que nos limitaremos a suponer ya que no tenemos cartas explicativas de Ga- briel. Ciertamente la finalidad de los Hermanos de la Cruz de Jesús era más limitada que la de los Hermanos de San José. ¿Pero no hay también razones debidas a la organización de la Sociedad que dependía totalmente de los sacerdotes y deja- ban en inferioridad a los Hermanos, que eran mayoría? Hemos de decir que era la globalidad de la interpretación de la vocación de Hermano y el conjunto de la organización, lo que no respondía a la experiencia de Gabriel, que se encontraba mejor en una de sólo Hermanos y Hermanos de San Jo- sé, es decir, encargado de todo lo que se relaciona con la vida religiosa de una pa- rroquia y no sólo de la escuela y de la catequesis. El pasaje por Menestruel fue también importante a los efectos de la acogida de Gabriel por Mons. Devie. El encuentro en Genay el 25/02 fue 13 días después de la respuesta de Devie al Papa sobre el asunto Bochard. Este Hermano que se presenta- ba a él, venía de la comunidad de este hombre tan difícil y problemático. Le confía todos sus fracasos en Saint Claude, la fusión impuesta con Bochard, su partida de Châtillon, su proyecto de fundar una congregación de Hermanos de características diferentes a la de los Hermanos de la Cruz de Jesús. Monseñor tenía más de una ra- zón para escucharle y concederle su confianza. (94) 30/04/1827, ASFB, Legajo Roland Robert-Desrumeaux. 180

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX V. LOS HERMANOS DE SAN JOSÉ EN LA DIÓCESIS DE BELLEY (1827-1829) Mons. Devie, nombrado obispo de Belley el 13 de enero de 1823, hizo su entrada en la villa episcopal el 23 de julio. Su diócesis comprendía todo el departamento del Ain que se separa de la jurisdicción del arzobispado de Lyon, del cual, durante mu- cho tiempo, había sido la parte más abandonada. Era considerada por los sacerdo- tes de la época, como una especie de Siberia de la diócesis  95. Mons. Devie encontró, por consiguiente, una iglesia que reorganizar, un clero de edad, un culto celebrado sin dignidad, los fieles sin instrucción, ni escuelas. Experimentado por su larga ac- tuación como vicario general de Valence, creó ante todo en la diócesis, dos semina- rios menores (en Belley y en Meximieux) y un seminario mayor en Brou. Restable- ció en las parroquias las misiones y su tercera preocupación fue la de las congrega- ciones religiosas para la enseñanza de la juventud. Desde la época en que era segundo vicario de Montelimar (1810-1811), sus preferencias eran las congregacio- nes religiosas de Hermanas, dedicadas a la enseñanza de las niñas. A él se debe la restauración del monasterio de las Visitandinas de Montelimar y después las de Va- lence. Tiene que ver también con el comienzo de la congregación docente, de las Hermanas de Santa Marta de Romans, habiendo dado el hábito en 1816, a la funda- dora Hna. Duvivier  96. Esta predilección por las Hermanas se confirmó en la dióce- sis de Belley. A su llegada encontró un centenar de Hermanas de San José de Lyon reagrupadas en 14 casas. Comprendió la enorme ventaja de poseer una congrega- ción independiente, y obtiene su separación de la congregación de origen. Nombra a la Hna. San Benito superiora general de la nueva congregación, para la que obtie- ne la autorización del gobierno por una ordenanza del 21 de agosto de 1828. Esta congregación de Hermanas fue objeto de su constante y afectuosa solicitud, lo que no le impidió sostener, al mismo tiempo a las Visitandinas (Bourg, Montluel y Gex), las Damas Bernardinas (Belley), las Ursulinas (Thoyssey y Trevoux), las Hermanas de San Carlos de Lyon, las de Santa Marta, las de San Vicente de Paul y las Herma- nas Maristas, cuya casa madre estaba en Belley. (95) Cf. COGNAT J., Vie de mgr. Alexandre Raymond Devie, évêque de Belley, Pélagaud, Lyon Pa- rís 1865, Vol. 1, pp. 180 ss. (96) Id., p. 132. 181

HNO. ENZO BIEMMI En cuanto a las congregaciones religiosas masculinas, el obispo sólo había en- contrado en 1823, la comunidad de los Hermanos de la Cruz de Jesús de Poncin y dos pequeñas comunidades de Hermanos de las Escuelas Cristianas en la parroquia de Beynost y en Belley, donde habían sido llamados por la villa en 1818  97. Desde su llegada favoreció la instalación del P. Colin de la Sociedad de María y la formación de grupos de sacerdotes misioneros  98. A pesar de las dificultades creadas por el P. Bochard, el obispo sostenía aún a sus Hermanos establecidos en unos 10 pueblos. Pero su presencia no bastaba para satisfacer las necesidades de las parroquias y cumplir los programas de educación de la juventud que él aspiraba, en esta situa- ción de falta de congregaciones docentes masculinas es que Gabriel vuelve a su dió- cesis natal. 5.1 El catequista itinerante El 27/02/1827 Gabriel se instala en casa del párroco de Brenod, el P. Charvet. Es- taba provisto de una carta de nombramiento provisorio de Mons. Devie. En la in- tención del prelado esta estadía en casa del antiguo párroco de Belleydoux, era una solución de espera que permitía verificar las intenciones y la capacidad de este jo- ven laico que continúa vistiéndose y presentándose como un Hermano de la Orden de San José. Una carta del P. Roland, padre espiritual del seminario de Orgelet, nos permite conocer el proyecto de una especie de promesa de obediencia hecha por Gabriel a Mons. Devie hacia fines del mes de abril. “Usted me hace saber que él [Mons. Devie], quiere recibir su profesión a fines de este mes; sería un placer para mí saber si la hizo, lo celebraría con una misa de acción de gracias  99”. Es probable que Mons. Devie haya querido regularizar la situación de Gabriel. La expresión “profesión” significa- ría más bien, una especie de promesa, más que una emisión de votos, conociendo la prudencia acostumbrada del obispo y el hecho de que Gabriel era el único Herma- no de San José  100. (97) Cf. PRINCIPIN José y ABDON F., “Los Hnos. de las Escuelas Cristianas en la diócesis de Be- lley 1823-1923”, en Bulletin de la Société Gorini, Nº 69, 1930, pp. 17-22; y Nº 70, pp. 36-46. (98) COSTE Jean. Cours d'histoire de la Société de Marie (Pères Maristes), 1786-1854, Roma 1965, pp. 55-58. (99) Carta de Roland a Gabriel, 30/04/1827 (ASFB, legajo de Roland Robert Desrumeaux). (100) Sobre las diferentes hipótesis posibles, ver: Positio, pp. 79-80. 182

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX El párroco Charvet conocía las capacidades de Gabriel desde la época de Belley- doux. Le encomendó, pues, la catequesis de la parroquia y sobre todo del aconteci- miento más importante para los niños: la preparación a la primera comunión. Gabriel era un especialista en esto y se entregó a ello con todo ardor. Acompañó a los niños a un retiro en la capilla de Nuestra Señora de Mazières, un lugar impor- tante de peregrinación de la región. Pronto las parroquias vecinas pidieron el mis- mo servicio, a lo que Gabriel se prestó sin titubear. La semana después de Pascua, es llamado en Hauteville para un retiro. El párroco, y el alcalde, también sacerdote, tuvieron en esta ocasión la posibilidad de comprobar la capacidad del joven Hno.  Gabriel quien guarda de esta experiencia de catequista itinerante un hermoso recuerdo: “...Fui llamado de las parroquias de Brenod, de Champdor, de Hauteville; los pá- rrocos de estos lugares me encargaron catequizar a los niños y prepararlos a la primera comunión, función a la que me dedicaba con ardor  101”. “Me entregaba a este santo ejercicio con dicha y al mismo tiempo me preocupaba de dar al acto de las primeras comuniones, la mayor solemnidad posible y prepa- raba a los niños con un retiro a este gran acontecimiento donde el niño piadoso recibe a temprana edad, las arras de la vida eterna. En mis exhortaciones les in- vitaba a renovar, cada año, con piadoso ardor, el aniversario de su Primera co- munión. Es lo que yo mismo he hecho siempre  102”. Aunque satisfactoria, la situación de Gabriel en Brenod era precaria. Su sueño era el establecimiento de una comunidad de Hermanos de San José y como en Bre- nod no había local apropiado, empezó a mirar a otra parte. El P. Roland, informado constantemente por el Hno. Gabriel de sus proyectos, estaba inquieto y aconsejaba a su antiguo discípulo, prudencia.. “He recibido el 27 su carta del 18 del corriente en la que me informa de su proyecto. Deseo ardientemente su éxito, pero para eso, ponga bases sólidas. Confianza en la providencia es necesaria; ella debe tener parte importante en empresas de esta naturaleza, pero tampoco hay que ten- tarla temerariamente. Usted ha visto lo que fueron los tres primeros intentos  103”. Para es- (101) Historique, borrador 3. (102) Historique, manuscrito 5. (103) Carta del P. Roland, 30/07/1827 (ASFB, legajo Roland Robert Desrumeaux). 183

HNO. ENZO BIEMMI te buen sacerdote, Gabriel era un poco temerario y tentaba a la providencia. Los portadores de la carta eran dos Hermanos de la Cruz de Jesús de Lect, los Hermanos Juan y Pedro que venían a visitar a Gabriel. Encontraremos al Hno. Pedro algunos meses después en Hauteville con Gabriel. ¿El Hno. Pedro se unió a él?. Es probable. La invitación de Roland a la prudencia no fue escuchada. A finales de agosto, Gabriel se instala en Champdor en casa del P. Gache y reúne algunos novicios. El municipio acababa de restaurar la casa parroquial y el párroco disponía, en el des- ván, de un buen dormitorio de casi seis metros cuadrados  104. Mons. Devie está al corriente y el Párroco es el superior de la pequeña comunidad. Tres novicios toman el hábito en la iglesia parroquial. Su preparación se hace con la misma precipita- ción que en Bouchoux, en Jeurre y en Courtefontaine, y con los mismos resultados. Sólo quedaba un novicio a fines de octubre cuando fue llamado por el alcalde y el párroco de Hauteville, para ejercer las funciones de maestro y de “clerc”. 5.2 El conflicto de Hauteville El municipio de Hauteville había cerrado su escuela primaria en 1793 y la ense- ñanza había quedado reducida a unas lecciones de lectura y escritura que algunas personas aisladas daban en invierno a un reducido número de niños. Pero fue uno de los primeros en la región, en responder a la solicitud de la ordenanza del 29 de enero de 1816. En efecto, en diciembre de 1817, el consejo municipal se decide a arreglar la antigua escuela en ruinas. Para hacer frente a los gastos, calculados en 757,25 francos, una tala de 150 árboles fue aprobada, se decidió proveer de un local provisorio para el maestro y se plantearon en detalle los medios de subsistencia del mismo  105. El dinero para reconstruir la escuela sólo pudo obtenerse en 1826, cuando el al- calde Collet  106, sacerdote originario de Hauteville, decidió ocuparse seriamente de (104) 25/06/1825: deliberaciones del consejo municipal de Champdor. El consejo delibera sobre las reparaciones a hacer en la iglesia y en el presbiterio. Entre otras cosas, un dormitorio en el desván del presbiterio de 5,66 metros cuadrados hecho de tablas (Registro, 1822-1830, A.M.C.). (105) Registro de deliberaciones del consejo municipal de Hauteville, sesión del 15/12/1817, A.M.H. Para una reseña sobre la historia de la escuela de Hauteville, ver: DUBOIS Santiago, “Peti- tes écoles d'autrefois”, en La traverse, nº 10-11, octubre-noviembre 1960. (106) Pedro Meygret Collet desempeña el cargo de alcalde de Hauteville desde 1825 a 1833. Muere en 1846. 184

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX la enseñanza primaria en su pueblo. En el mes de enero de 1826 el consejo votó, a su propuesta, dos decisiones importantes: compra de una casa cercana a la iglesia para alojamiento de tres Hermanas maestras y la reconstrucción de la antigua ca- sa-escuela, en ruinas, para un maestro de niños. Era un proyecto ambicioso para un pueblo de apenas 700 habitantes. El alcalde quería dos casas distintas, una para educación de los niños y otra para las niñas. El gasto no era menos importante 4.803,47 Frs. para la compra y reparación de la casa de las Hermanas y 3.427 Frs., para la reconstrucción de la escuela de niños  107. El alcalde Collet, reelegido en el mes de febrero de 1826, se compromete en la empresa. Hacia fines de 1826, las tres Hermanas de San José se instalaron en su casa 108; las reparaciones y los objetos in- dispensables costaron al municipio 3.186,44 Frs.. Así Hauteville tuvo una escuela para las niñas y otra para los niños. El 15 de abril de 1827 el Hno. Gabriel era llamado a Hauteville para predicar un retiro. La idea de confiar a los Hermanos de San José la escuela de niños fue del pá- rroco y del alcalde. No se conocen los detalles de la decisión, pero el 28 de octubre de 1827, un año después de la llegada de las Hermanas, la escuela “estaba pronta pa- ra recibir a los dos Hermanos de San José que Mons. el obispo de Belley, destinaba como maestros para el municipio  109”. El consejo municipal se preocupó de asegurar el sus- tento conveniente de los Hermanos y Hermanas lo que se estipuló de la siguiente manera: 1) Un aporte fijo a los Hermanos de 300 Frs., por la enseñanza gratuita de los ni- ños y 100 Frs. a las Hermanas de San José por la enseñanza gratuita a las niñas. 2) Como este aporte era insuficiente, los Hermanos se encargaron del trabajo de “clerc” y recibían como sus predecesores 5 Kilos de trigo por familia, lo que equivalía cerca de 175 Frs.. También recibían 25 céntimos por cada bautismo, casamiento, sepelio y por cada misa de difuntos cantada, lo que hacía 20 a 25 Frs. por año. (107) Registro de deliberaciones del consejo municipal de Hauteville, sesión del 27/01/1826, A.M.H. (108) Se trata de la Hna. Clemente Vulin de Narboz (Ain), la Hna. María Flaviana Pignet de Oyonnaz, la Hna. Alipius Branciot de Ambérieu. Su escuela fue laicizada en 1901, (Archivos de las Hermanas de San José, Bourg en Bresse). (109) Registro de deliberaciones del consejo municipal de Hauteville, sesión del 28/10/1827, A.M.H. 185

HNO. ENZO BIEMMI 3) Estaban encargados de tocar al angelus de la mañana, a mediodía y al atarde- cer, por lo cual, al encargado de tocar le correspondía un cuarto de la retribu- ción de 50 dobles celemines de trigo-cebada. 4) Disponían de una hectárea de terreno municipal cultivable para sembrar pata- tas u otras legumbres. 5) Cobraban la contribución ordinaria por los alumnos extranjeros, “retribución cuyo producto dependerá de la confianza que despierten por su celo en cumplimiento de su deber de maestros”. En cuanto a las Hermanas que debían impartir la enseñanza gratuitamente a 20-25 niñas, su remuneración fue fijada en 100 Frs. anuales, a la que se podía agre- gar la modesta retribución de las niñas que podían pagar y una pequeña indemni- zación por el lavado y cuidado de la ropa de la Iglesia y el producto de su trabajo de costura. El alcalde tuvo que dar razón del por qué de esta desproporción de 300 Frs. a los Hermanos y 100 Frs. a las Hermanas, lo que parecía, “a primera vista, poco equi- tativo ya que ambos tienen como finalidad ayudar a los niños de los dos sexos”. Esta di- ferencia, según su criterio, era debida a los cuatro motivos siguientes: “primero porque era natural y razonable el dar más importancia a la enseñanza de los niños que a la de las niñas; segundo porque es menor el número de las niñas pobres, que el de los ni- ños; tercero porque cuesta más mantener a un Hermano que a una Hermana; cuarto, en fin, porque del estudio de los medios de subsistencia de los Hermanos y de las Hermanas, resulta la probabilidad de que los 100 Frs. sean relativamente suficientes”. La solución adoptada por el municipio de Hauteville en 1826-27, para la educa- ción de la juventud, refleja, por una parte, la situación de la época y, por otra parte, se adelanta a ella, se ve bien que se dé más importancia a la educación de los niños y por consiguiente a la remuneración del maestro. Pero, al mismo tiempo, uno que- da un poco extrañado al ver que un pueblo de 700 habitantes tiene, en 1827, una es- cuela particular casi gratuita para niños y otra para niñas, con locales separados y maestros y maestras pagados. No olvidemos que habrá que esperar la segunda mi- tad del siglo para ver la mayoría de los pueblos con dos escuelas para ambos sexos y los años de 1880, para tener en Francia, enseñanza gratuita y obligatoria. En cuanto a la retribución de los maestros y maestras, era modesta, pero más alta que la de otros municipios de la región. 186

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX Gabriel llegó a Hauteville con un novicio y después de Todos los Santos abrió una escuela. Mons. Devie le había autorizado a ello  110. Este nuevo intento parecía comenzar bajo los mejores auspicios: el alcalde y el párroco eran favorables, el obispo. condescendiente, el P. Gache seguía ayudando. Si la casa-escuela, no le per- tenecía, estaba sin embargo a su entera disposición y era bastante amplia para aco- ger pensionistas y por cierto, novicios  111. El consejo de fábrica en el mes de diciembre estaba conforme con las decisio- nes del consejo municipal y confiaba a los Hermanos el trabajo de “clercs”, en reemplazo del Sr. Macodier, de quien no se tenía ninguna queja, pero no sabía el canto llano  112. El primer año se desarrolló sin ningún problema para los dos Hermanos de San José. El P. Roland que seguía de lejos a la comunidad, se tranquilizó. Envió al Hno. Gabriel, que le pedía candidatos insistentemente, un seminarista débil de salud, pero bien dispuesto. En Todos los Santos de 1828 se abrió la escuela y pronto se llenó. Gabriel aloja- ba alumnos internos. El trabajo no faltaba: llamó entonces a Juana Vuillermoz, an- tigua doméstica de la familia Taborin, que entró a su servicio el 15 de noviembre  113. En diciembre, para regularizar la iniciativa, el alcalde y el párroco  114 solicitan la primera autorización al comité del distrito de Belley. Pero el artículo 12 de la or- denanza del 21 de abril de 1828, acababa de establecer que para abrir un pensiona- do era necesaria la autorización del Consejo Real y presentar, además del visto bueno favorable del comité de instrucción primaria, el plano del edificio y la con- formidad de las autoridades locales. A esto hemos de agregar que Gabriel sólo tenía un certificado de tercer grado que no le permitía la dirección de un pensionado. Decidió, pues, presentarse al examen para el certificado de 2º grado y continuar to- dos los trámites, para transformar su escuela en pensionado debidamente autori- zado. Es probable que hubiera pensado ocupar también la casa de las Hermanas que estaba frente a su escuela, para abrir un noviciado. Era, sin duda, una solución (110) ASFB, registro, “Grandes piezas”. (111) Ver la descripción del edificio hecha por Gabriel al Rector, Anexo16. (112) Registro de Fábrica, sesión del 30/12/1827, A. P. de Hauteville. (113) Libro de cuentas, ASFB. (114) El párroco era Francisco Grillot (1769-1861), originario de Voiteur (Jura). Murió en Hautevi- lle a los 93 años, después de 55 años de ministerio en esta parroquia (1803-1858). 187

HNO. ENZO BIEMMI ideal poder disponer de una casa escuela y otra para noviciado a pocos metros de distancia. Es lo que podemos pensar, por las líneas poco amables del obispo al pá- rroco Grillot: “Aprovecho la oportunidad para decirle que comunique al Hno. Gabriel que no estoy contento por sus intrigas y sobre todo la agitación que manifiesta para for- mar un establecimiento de Hermanos, en la casa de las Hermanas, que quisiera, dicen, estuviera en otra parte. Aunque estoy persuadido de que ni usted y ni el alcalde, se pres- tan a todos estos manejos; sería conveniente detener las primeras intrigas, que después pueden ir más lejos de lo que uno quisiera  115”. Gabriel tuvo que abandonar inmediatamente su proyecto y limitarse a la cons- trucción de la escuela. Esto no impidió que las relaciones entre él y el párroco Gri- llot empezaran a deteriorarse. En efecto, en el mes de julio, Gabriel, el alcalde y el párroco de Champdor ade- más del P. Gache, comenzaron ante el rector de la Academia de Lyon, los trámites para obtener la autorización del pensionado de Hauteville. El alcalde redactó el cer- tificado de buena conducta y solicita la autorización “ya que muchas familias lo pi- den y que el local que ocupa es de lo más apropiado  116”. El P. Gache, por su parte, considerándose nombrado por Mons. Devie como superior del Hno. Gabriel y ha- biendo visitado varias veces la escuela, se une al alcalde para rogar al Rector se dig- ne conceder a Gabriel la autorización para abrir un pensionado: “Todos los habitan- tes habiendo podido juzgar fácilmente los buenos principios que inculca a los alumnos, han manifestado el deseo de confiárselos totalmente  117”. Gabriel se presenta al Sr. Gui- gard, antiguo responsable del colegio de Belley, delegado por el rector y rinde con éxito su examen para obtener el diploma de segundo grado. Lo que llama la atención en ese asunto es que el párroco de Hauteville, a quien compete directamente el asunto, sea dejado de lado por el trío Gabriel, Gache y el alcalde Collet. Es evidente que en el mes de julio de 1829, al final del año segundo de servicio de Gabriel, éste y el alcalde saben que no pueden contar con el Sr. Grillot y bordean el obstáculo, dirigiéndose al párroco de la vecina parroquia de Champdor, que tenía todavía una cierta autoridad oficial sobre Gabriel. ¿Esta estrategia podría (115) Carta de Grillot, párroco de Hauteville a Mons. Devie, y respuesta de Mons. Devie, 27/03/1829 (ASFB, legajo “Hauteville. Asunto Taborin”). (116) 17/06/1829, certificado de buena conducta enviado por el Sr. alcalde Collet al Rector de Lyon, A. M. de Hauteville, legajo “Maestros”. (117) 24/06/1829, Gache, párroco de Champdor, al Rector de la academia de Lyon, ASFB, legajo “Hauteville. Asunto Taborin”. 188

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX pasar desapercibida aún mucho tiempo al párroco de Hauteville?. El 4 de agosto el Rector, ignorante del asunto, envía a este último el certificado de capacidad de se- gundo grado, otorgado a Gabriel, con una carta para éste y el pedido del plano pen- sado del edificio. Por su parte, el P. Huet, párroco de Belley y presidente del comité para la enseñanza primaria, le remite los documentos referentes al pensionado que Gabriel quiere abrir y la carta del Rector que solicita la autorización del comité, con el siguiente comentario: “Como su objeto es sólo el bien de la religión por medio de la educación cristiana que se impartirá bajo su vigilancia, usted podrá contar con nuestro consentimiento  118”. La reacción del Padre Grillot no tardó. Escribe tres cartas: al presidente del co- mité, al obispo y al Rector, cuyo contenido no dejaba ninguna duda sobre su opi- nión respecto de Gabriel. Se dice extrañado por haber hecho el trámite sin que él sepa nada. “Si mi consentimiento es necesario para abrir el establecimiento, tengo el ho- nor de decirle, Sr. Rector, que mi conciencia no me permite darlo”. Las razones expues- tas son claras: la población se opone. No está dentro de la legalidad que otro párroco sea escuchado en este asunto más que el pastor del lugar; Gabriel nunca formó maestros primarios, sino sólo novicios de su congregación, que han sido en- gañados por él y que le abandonaron; el alcalde no ha consultado a su consejo y se ha dejado convencer por las intrigas de Gabriel y las solicitaciones del párroco de Champdor  119. El P. Huet, párroco de Belley y presidente del comité para la enseñanza prima- ria, responde en seguida a Grillot, asegurándole que ignoraba su oposición y el obrar independiente de Gabriel. “No podía figurarme que un maestro de escuela pudie- ra contrariar a un respetable párroco. Pero ya que así es, la cosa quedará ahí... y el Sr. Gabriel Taborin tendrá lo suyo por su intriga”. Ruega al párroco entregue a Gabriel la carta siguiente: “He quedado particularmente sorprendido por la carta que acaba de dirigirme un respetable párroco. ¿Cómo puede ser, que usted se atreva a obrar contra sus in- tenciones?. Usted me ha engañado con sus cartas, su apresuramiento, su preten- (118) 25/08/1829, El Sr. Huet, párroco de Belley, al párroco de Hauteville, ASFB, legajo “Hautevi- lle. Asunto Taborin”. (119) Borrador de carta, sin fecha, ni firma, al rector de la Academia de Lyon [de Grillot, párroco de Hauteville, setiembre 1829], ASFB. legajo “Hauteville. Asunto Taborin”. Cf. Anexo 17. 189

HNO. ENZO BIEMMI dido celo; sólo era una intriga. Pero la Providencia ha permitido desenmascarar su plan. La verdad será puesta en conocimiento del Rector, pero aún faltan algu- nos informes que impiden expedir sus papeles a París. Le prevengo que su asunto quedará ahí; el Rector recibirá mi carta al respecto. Usted es un joven sin expe- riencia y pretende saber más que los que tendrían que ser sus conductores. Ignora que tiene necesidad de la protección de su cura párroco para triunfar. Le advierto que si recibo una palabra más de queja, le retiraré su diploma. Si tiene un pedido que hacer al Sr. Párroco, es el que olvide todo y rogarle sea su guía en adelante. Le saludo. Huet, párroco  120”. Estábamos al fin de setiembre, a un mes de la apertura de la escuela y la situa- ción de Gabriel en Hauteville era comprometedora. No solamente tenía que renun- ciar a abrir su pensionado y como consecuencia su noviciado, sino que su perma- nencia en Hauteville, era un problema. Además la opinión del obispo después de este incidente, ¿le permitía continuar sus proyectos de fundar una comunidad reli- giosa?. Se presentaba a Gabriel una situación muy parecida a la que había tenido que soportar después de la carta del párroco de Jeurre, carta que había señalado el término de la confianza del obispo de Saint Claude para con él. En efecto, Gabriel empezó a buscar un establecimiento en otra parroquia y lo encontró, como luego se verá, en el municipio de Belmont. ¿Cuál fue la reacción de Mons. Devie?. El obispo se encontraba en visita pasto- ral y sólo vuelve el jueves 8 de octubre  121. El P. Huet le pone en conocimiento de la carta del párroco de Hauteville y de su respuesta. La actitud de Mons. Devie fue de lo más equilibrada. Explicó el Sr. Párroco de Belley, que las “intrigas” de Gabriel sólo se referían a la casa de las Hermanas, que en adelante no sería más cuestión y aconseja al P. Grillot formular acusaciones más claras que las expuestas en su carta “demasiado vagas aunque fuertes”. La respuesta del párroco de Hauteville contiene numerosas acusaciones pero aún más vagas: el edificio no puede alojar pensionis- tas que no sean del pueblo y Gabriel ya ha recibido algunos sin autorización; los pa- dres son contrarios; las murmuraciones sobre el poco éxito de sus hijos son (120) 26/09/1829: El P. Huet, cura de Belley, a Grillot cura de Hauteville, y a Gabriel Taborin, le- gajo “Hauteville. Asunto Taborin”. (121) El 2 de Octubre Mons. parte para Ferney... Fue a visitar Gex y vuelve a Belley el 8/10 a las 9 hs. de la noche” (Les visites pastorales de Mgr Devie, 1826-1834, notas de M. de la Croix d'Azolette, “Boletín de la Sociedad Gorini”, 89, enero 1935, p. 47). 190

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX constantes; en fin los manejos continuos de Gabriel, sus proyectos revolucionarios del orden establecido para la educación de los dos sexos y su avidez que le lleva a odiosas exigencias frente las familias  122. Los acontecimientos que siguen demuestran que el obispo tiene sólo relativa- mente en cuenta la opinión del anciano párroco de Hauteville. En efecto llegado a Belmont, Gabriel comienza de nuevo los trámites para un pensionado en esta loca- lidad. En el mes de febrero de 1830, el comité para la enseñanza primaria presenta al Rector una opinión favorable y el 26 de noviembre el consejo real concede a Ta- borin su autorización  123. 5.3 Notas sobre la experiencia de Hauteville Desde finales de febrero de 1827, hasta fines de octubre de 1829, Gabriel vuelve a vivir en su diócesis de Belley (en Brenod, Champdor y Hauteville) la experiencia infructuosa de los años 1824-1826 de Saint Claude. Más de una analogía aproxima a estos dos períodos. A las tomas de hábito: la de Saint Claude, la de Jeurre y de Courtefontaine, corresponden aquí las dos de Champdor (tres novicios) y la de Hauteville (un novicio) seguidas de rápidos aban- donos. Problemas similares, aparecen cuando Gabriel se instala en una parroquia. Al lado de un sacerdote que le comprende y ayuda, aparece otro que se le opone. En Hauteville como en Jeurre la actitud del párroco, pasa de la estima y aprecio inicia- les, a la sospecha y a la desconfianza, es decir, a las acusaciones más descaradas. El motivo de la contestación y del conflicto tiene en los dos casos un doble origen. El Hermano educador es muy activo, demasiado activo, va más allá de los límites de sus atribuciones, invadiendo las del sacerdote. Por otra parte su firme decisión de formar una comunidad religiosa, le lleva a abrir un pensionado con alumnos exter- nos para transformarlo poco a poco en noviciado. Este proceder modifica el cuadro familiar y compacto de la parroquia, controlado en todas sus manifestaciones por el párroco. ¿Se trata solamente de un conflicto debido a caracteres fuertes y dife- rentes, como quien dice, o a un conflicto de mentalidades, conflicto de poderes?. (122) Borrador de carta sin fecha, ni firma, sin indicación de destinatario [P. Grillot al P. Huet, párroco de Belley, octubre 1829, respuesta a la carta de Huet del 12/10/1829], legajo “Haute- ville, Affaire Taborin”. Cf. Anexo 18. (123) Las fuentes sobre “l´affaire Taborin” de Hauteville y sobre la autorización del pensionado son numerosas. Además de las ya citadas, ver: A. D. R. 7 T 1, 1830-1884. 191

HNO. ENZO BIEMMI Con estas actitudes y estos procederes autónomos, Gabriel va mucho más allá del papel del buen maestro del período de la Restauración, papel que continuaba como herencia del Antiguo Régimen y que consistía en ser ayudante del párroco, en todo sumiso y obediente. Pero junto con las analogías, las dos experiencias empiezan a manifestar una diferencia sustancial: la actitud del Obispo. Si para Mons. de Chamon, la carta del Padre Humbert, firmó el fin del Hno. Gabriel y de su comunidad, la carta del párro- co de Hauteville, no es sino un factor entre otros, para Mons. Devie. Este se distan- cia, ya sea del Hno. Gabriel, ya sea del P. Grillot; parece conocer mejor las personas e informarse con mayor objetividad. Este elemento hace que el fracaso de Hauteville no constituya el fin de Gabriel y que aún se presenten posibilidades para él. A Mons. Devie le inspira confianza, reservándose la facultad de verificar su buen fundamento. 192

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX Capítulo II LOS HERMANOS DE LA SAGRADA FAMILIA (1829-1842) D espués de los fracasos de Jeurre, Courtefontaine y Hauteville, el único Her- mano de San José que no se había resignado a desaparecer era el Hno. Ga- briel. El pueblo de Belmont marca formalmente la muerte definitiva de los Hermanos de San José y el nacimiento de los Hermanos de la Sagrada Familia. El cambio de nombre no es un detalle secundario; señala un verdadero lanzamiento de la institución, gracias a la constancia del Hno. Gabriel, pero también a una situa- ción favorable creada en torno de él. Los once años pasados en Belmont (1829-1840) favorecen la lenta maduración de la comunidad y la llegada a Belley, la villa episco- pal, señala su salida de la precariedad y su reconocimiento oficial. La aprobación del Papa Gregorio XVI en 1841 y la autorización del gobierno sardo en 1842, ofrecen las condiciones institucionales de protección de la nueva institución. Lejos de ser una empresa fácil, el nacimiento de los Hermanos de la Sagrada Familia, tiene más bien el carácter de un doloroso alumbramiento. Las oposiciones y los conflictos continúan, los intentos de fusión impuestos con otras Congregacio- nes también. La realización ha sido posible gracias a dos factores: la obstinación del Hno. Gabriel y la clarividencia de Mons. Devie. En 1842 gozando ya de un cierto re- conocimiento oficial, la institución de Gabriel reviste todavía las características de una creación frágil e incierta. Las fuentes para este período, que va desde 1829 a 1842, no faltan. En efecto, a partir de 1835 (año considerado como el de la fundación de la Congregación), el Hno. Gabriel hacía copiar en un registro, por sus secretarios, las cartas que enviaba, y conservaba con el mismo escrúpulo, las que recibía de los numerosos sacerdotes con los que se comunicaba, de los obispos, los amigos, los proveedores y, sobre todo, de los Hermanos destinados en las parroquias. A toda esta documentación interna, hay que agregar la que viene de los archivos externos, municipales, departamenta- 193

HNO. ENZO BIEMMI les, diocesanos y los archivos secretos del Vaticano. La dificultad ante tal riqueza es la de abrirse camino sin perder el objetivo de la investigación: encontrar en la abundancia de detalles históricos los trazos que poco a poco favorecen el nacimien- to del “Hermano” tal cual lo piensa Gabriel y que contribuyen a determinar su fiso- nomía. Un resumen de estos acontecimientos principales puede favorecer esta bús- queda: 1. Primer período de Belmont (noviembre 1829 - setiembre 1840). • 4 noviembre 1829, llegada a Belmont • Pascua 1830 - setiembre 1830: en casa del barón de Champdor • 1833: cambio de nombre: Hermanos de la Sagrada Familia • 15 marzo 1834 - 30 abril 1834: con el P. Querbes en Vourles; intento de fusión con los “Clercs” de San Viator. • 23 abril 1835: primera toma de hábito de Hermanos de la Sagrada Familia. • 6 de mayo 1835: primera fundación - sacristía de la catedral de Belley • Verano 1835: intento de fusión con la Sociedad de María del P. Colin; redacción de las Constituciones de Saint Arthaud. • Octubre de 1836: manuscrito de las Constituciones de los Hermanos de la Sagrada Familia. • 12 agosto 1838: aprobación de la Guía de los Hermanos de la Sagrada Familia por Mons. Devie. • 3 de noviembre 1838: primeros votos de los Hermanos; votos perpetuos del Hno. Gabriel que es nombrado Superior General vitalicio. 2. Período de Belley (1840-1842) • 7 setiembre 1840: la comunidad se instala en Belley. • 16 mayo 1841: estadía en Roma. • 28 agosto 1841: Breve de aprobación del Instituto. • 31 mayo 1842: Carta Oficial de autorización del Rey Carlos Alberto • julio 1842: fracaso de los trámites para la aprobación de las Reglas por Roma. • 14 noviembre: exención del servicio militar para los Hermanos saboyanos. 194

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX I. BELMONT: CUNA DE LA CONGREGACIÓN (1829 - 1840) “Lo mismo que en Belleydoux, donde todo le sonreía en 1824, el Hno. Gabriel no era feliz en Hauteville. Así como el pez no puede vivir fuera del agua, el Hno. Ga- briel no podía vivir en la atmósfera del mundo: el estado religioso era su elemen- to. Por lo demás, el Señor hablaba a su corazón, y tenía que obedecer  1”. Así nos dice el primer biógrafo de Gabriel Taborin. En efecto, lo hemos visto, Gabriel se vio obligado a dejar Hauteville, donde su situación era insostenible. 1.1 El último sobresalto de los Hermanos de San José (1829-1833) El fracaso de Hauteville, último de una larga serie, le condujo a aceptar el ofre- cimiento del alcalde de Belmont, el conde de Lauzière que residía en su castillo de Hostel y deseaba dotar a su municipio de una escuela para niños y de un buen ma- estro  2. El conde le propuso la compra de una casa, él salió como garante por el cos- to 6.000 Frs. Es el comienzo de una gran amistad que unió a Gabriel con la familia de Lau- zière durante una treintena de años. Un documento precioso y personal, el diario de la Sra. Luisa Antonieta de Lauzière, esposa del conde, redactado desde enero 1836 a diciembre de 1840  3, testimonia las frecuentes visitas de Gabriel al castillo de (1) FRÈRE FRÉDÉRIC, o.c., p. 97. (2) Carlos Luis José de Bernard de Lauzière (o Lausière), nació en Hostel municipio de Belmont, el 16/03/1772, Coronel de las guardias valonas de S.M.C. en España, capitán retirado en Francia, caballero de la Orden Real y militar de S. Luis. Se casó el 18/08/1810 con la Srta. Antonieta Luisa Feulliot de Varanges. Tuvieron 8 hijos, cuatro murieron en temprana edad. A la llegada de Gabriel, tenían a Carlota Clara, nacida el 05/07/1813 y a Luisa Alejandrina, nacida el 02/09/1814. En 1830 nació María Francisca y en 1831 Juan Julio Clériade, que continuó la línea (Généalogiques et Historiques de la Noblesse de France, Bourg-en-Bresse). (3) Notes et papiers concernant les familles Gautier d'Arestel, de Lauzière, diario personal de la Sra. Luisa Antonieta Fueillot de Varanges, esposa de Carlos Luis Bernardo de Lauzière, ene- ro 1836 - diciembre 1840, Archivos privados del señor y la señora Golléty, Charon, Cham- pagne, Cf. Anexo 19. 195

HNO. ENZO BIEMMI Hostel y los lazos de íntima amistad que le unían a esta familia  4. Gabriel no duda en considerar al Sr. y la Sra. de Lauzière, como los “queridos bienechor y bienechora que les han amamantado [ a los Hermanos de la Sagrada Familia] cuando aún estaban en la cuna y se puede decir a justo título, les dieron la vida  5”. En efecto, se debe gran parte al Sr. de Lauzière, el éxito del intento de Belmont, por su ayuda económica y su protección. Mons. Devie, obispo de Belley, apreciaba mucho al conde de Hostel y se hospedaba en su casa en sus viajes y visitas pastora- les. Desde su llegada, Gabriel abrió la escuela y desempeñó las funciones de maes- tro municipal, durante el año 1829-1830. Estaba ayudado por el novicio Víctor Fa- vier que había tomado el hábito de los Hermanos de San José en Mazieres, mientras Juana se ocupaba del cuidado y la limpieza de la casa. A fin de febrero, obtiene la autorización para la enseñanza primaria, del rector de la Academia de Lyon  6, y el 13 de marzo, el secretario del obispo Guigard, informaba que el presidente del comi- té, desde hacía 15 días había enviado al Rector un informe para autorizar un pen- sionado  7. La casa, en efecto, estaba ya llena de pensionistas. En el mes de mayo, decepcio- nado por su novicio, se vio obligado a despedirlo, pero fue solo ese el problema del año escolar. El alcalde, Sr. de Lauzière, por su parte, no perdía tiempo. En la sesión del 15 de julio de 1830, propuso al consejo tratar la compra de la casa de Torombert situada a la entrada del pueblo, para servir de casa parroquial, de casa del pueblo y sala de escuela  8. El pueblo de Belmont recuperaba tiempo así, en el campo de la enseñanza (4) El Hno. Gabriel apreciaba de modo particular a los dos niños menores de la familia, el pe- queño Clériade y a su hermana María (niños “que amo y estimo más de lo que se puede ex- presar con palabras”, escribía el 31/12/1841). Los admitió en su escuela desde 1837 (sólo tenían 6 y siete años) y durante el invierno cuando había mucha nieve, subía todos los días al castillo para darles la clase, como lo testifica el diario de la Sra. de Lauzière. El 24/05/1838, día de la Ascensión, los dos niños fueron padrino y madrina de las dos campa- nas colocadas en la casa de Gabriel y bautizadas con los nombres de María y José, (ASFB, Libro de Contabilidad). Los ASFB guardan 38 cartas de la familia de Lauzière a Gabriel y la copia de 33 eviadas por Gabriel a esta familia. La comunicación epistolar va desde 1838 a 1858. (5) Gabriel al Señor de Lauzière, 31/12/1843, Lettres, III, 83. (6) ASFB, Grandes pièces. (7) Carta de Guigard a Gabriel, ASFB, Lettres et certificats avant 1835. (8) A. M. de Belmont, registro de las deliberaciones del consejo. 196

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX primaria, contando con un buen maestro y en adelante con una hermosa y amplia casa. Gabriel podía por fin, tener lo que había soñado en Hauteville; una casa pro- pia que serviría de pensionado y noviciado y una casa del municipio para escuela. Si a esto agregamos la excelente acogida del párroco, Santiago Verjus, vemos que se dan todas las condiciones para pensar en un feliz resultado de su empresa. El choque de 1830 La situación favorable fue bruscamente interrumpida en el verano de 1830. La revolución de julio fue un choque brutal para los pastores de la diócesis de Belley que veían romperse la unión del trono y del altar, por la que habían multiplicado la oración y los actos de reparación y de misión en las parroquias. “Los eclesiásticos, escribe en noviembre de 1830 el prefecto Tondut, todos o casi todos han visto con profundo dolor, la caída del antiguo gobierno... El clero es el enemigo de nuestra gran regeneración, se ve su odio, sus secretas esperanzas, pero no se atreve a manifestarlo abiertamente...  9”. En cuanto a Mons. Devie reaccionará progresivamente con prudencia y con di- plomacia, tratando de crear con la prefectura una “armonía perfecta” invitando a su clero a adoptar una actitud de “indiferencia” frente a la forma de gobierno ci- vil  10. Pero en el mes de julio, temiendo lo peor, el prelado aconseja al Hno. Gabriel cerrar la escuela y enviar a casa a los pensionistas. Gabriel no podía pues terminar este año que había empezado bajo los mejores auspicios. En efecto, las nuevas autoridades civiles del departamento se mostraron al principio del año 1830 hostiles y desafiantes con la Iglesia y los sacerdotes. La revolución de julio, trajo el cambio progresivo de las autoridades de aquel apacible pueblo de Belmont. El 15 de setiembre el Prefecto nombra a César Roux al- calde, en lugar del Sr. Lauzière, y tres nuevos consejeros en octubre. En el correr del año 1831, nuevos nombramientos dan al consejo municipal su fisonomía definiti- va  11. (9) A. .N. F 19 (8), Tondut al Ministro, Noviembre 1830, citado por BOUTRY, o.c., p. 629. (10) Sobre los efectos de la revolución de julio en el clero de la diócesis de Belley, ver BOUTRY, o.c., pp. 628-630. (11) A. M. Belmont, registro de deliberaciones del consejo. 197

HNO. ENZO BIEMMI A esto hay que agregar un segundo cambio importante: el nombramiento por el obispo del nuevo párroco, el P. Juan Claudio Bosson, en agosto de 1830. De golpe Gabriel perdió los dos protectores que le querían en Belmont: el alcalde y el párro- co. Un período de gran incertidumbre se abría. La tentación del castillo Gabriel manifiesta su desánimo a su amigo íntimo Francisco Poncet que le res- ponde desde Saint Claude: “...con extrañeza le veo con el proyecto de abandonar este paraíso terrestre para entrar en un monasterio y abrazar la vida cenobítica, pero me atrevo a pensar que usted cambiará de idea, o por lo menos si está decidido a abandonar ese tran- quilo lugar, tratará de que estemos cerca...  12”. En el mes de diciembre de 1830 Gabriel empezó a ocuparse de los asuntos del barón de Montillet, alcalde de Champdor  13, y desde abril de 1831 hasta octubre del mismo año, se instala en su castillo con el consentimiento de Mons. Devie y se ocu- pa de la administración de sus bienes. Esta corta permanencia en el castillo dejó huellas profundas en el Hno. Gabriel. En sus memorias autobiográficas, no duda en considerar a este período como un vuelco decisivo en su vida. En efecto, estuvo un cierto tiempo entre la alternativa de una vida tranquila y segura junto al barón y la continuación de su proyecto de fun- dador que parecía cada vez más a merced de las contrariedades y de las oposiciones. Como los archivos de las casa de Montillet  14 no guardan ningún rastro del paso de Gabriel por la casa del barón de Champdor, estamos obligados a quedarnos con el testimonio directo del protagonista: (12) Francisco Poncet a Gabriel, 04/08/1830, ASFB, legajo “Amis divers”. (13) Tomás Claudio Francisco Augusto de Montillet, más conocido con el nombre de “Sr. de Champdor”, nació en Belley el 06/04/1773. Se casó con la Srta. Adelaida Duronzier de Mag- nieux en 1806. Fue nombrado caballero de la condecoración de la Flor de Lys en 1814 y al- calde de Champdor en 1816. A él se debe la fundación de la escuela de niños y de las niñas del pueblo y la restauración de la Iglesia. Murió sin descendencia el 25/09/1838 en Ginebra de donde se le trajo embalsamado para sepultarlo en Champdor (Monographie sur Thomas Auguste de Montillet, por Pablo Baron de Montillet de Grenaud). (14) Los archivos de la casa de Montillet están ahora guardados por el Sr. Pablo, Baron de Mon- tillet de Grenaud. 198

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX “Era feliz, según el mundo, en esta situación de castellano: una mesa bien servida, hermosas habitaciones, trabajo apenas de una hora por día, buen sueldo, una promesa de pensión y todo asegurado por documentos escritos en regla del que tengo duplicado. Todo estaba lejos de cautivar mi corazón; yo suspiraba, estaba sombrío y soñador, como un pez fuera del agua, sólo pensaba en volver a mi ele- mento. Sin embargo, el Barón me apreciaba, quería absolutamente que me que- dara con él, y me decía: “Mire el hermoso futuro que le espera quedándose conmigo; no tengo esposa, ni hijos, mis bienes son muchos, tengo una buena posi- ción para dejarle, ¿que ganará con instruir a los niños, sino penas e ingratitudes? ¿Qué ganará con formar Hermanos sino un sinfín de problemas, de preocupacio- nes y una gran responsabilidad?. Además ¿cómo los alimentará?. Créame, quéde- se conmigo.” No negaré que fuera insensible a todos estos ofrecimientos, pero no fueron capaces de convencerme cuando vi que la tormenta política de 1830 no te- nía las consecuencias fastidiosas temidas, hice todo lo posible para volver cuanto antes a Belmont para entregarme por entero a mi vocación primitiva, a la que no había renunciado al ir al castillo de Champdor  15”. En efecto, en el correr del verano de 1831, Gabriel tuvo tiempo para redactar el reglamento de su pensionado que sometió a la aprobación del Rector  16 y en setiem- bre vendió al P. Pedro Depommier de Lyon la mitad de la casa, por 5.000 Frs. Tenía la firme convicción de poder contar con la nueva casa-escuela del municipio. El pri- mero de octubre deja el castillo y vuelve a Belmont, donde había quedado Juana. En Todos los Santos abre su escuela y pensionado y se hace ayudar durante el in- vierno, en la clase, por un joven de Belmont, Juan Richard, que será luego Hermano de San Viator y más tarde Hermano de la Sagrada Familia. La humillación de la sacristía Es en el correr de la primavera de 1832 que dos acontecimientos fastidiosos de- muestran a Gabriel que está nuevamente en una difícil situación con el nuevo pá- rroco y con el consejo municipal. (15) ASFB., Historique. (16) Pensionnat pour les jeunes gens. École primaire à Belmont, arrondissement et diocèse de Be- lley, en Valromay, (Ain), aprobado el 02/09/1831 por el inspector delegado Guillard, impre- so, 4 pp., ASFB. 199

HNO. ENZO BIEMMI Al mismo tiempo que atendía a su escuela y su pensionado, Gabriel se ocupaba de preparar a los niños de las parroquias vecinas a la primera comunión y por cier- to del servicio litúrgico de su parroquia. Era el 29 de abril de 1832, domingo de Qua- simodo, en la pequeña iglesia de Belmont tuvo que soportar una de las más grandes humillaciones de su vida: el párroco Bosson, le hace quitar el hábito, gesto que agradó a la municipalidad  17. Se adivina fácilmente el significado de este gesto: toca, una vez más a la rela- ción entre el Hermano y el sacerdote en el interior de una parroquia de la primera mitad del siglo XIX. El hecho que esto pase en la sacristía, nos indica dónde hemos de situar el conflicto: la parroquia y su animación espiritual. Llevar el hábito cleri- cal y trabajar como protagonista en la animación del culto, es la reivindicación cla- ra de este laico y religioso muy especial, cuya iniciativa rompe el equilibrio existente hasta ahora, entre las dos autoridades reconocidas (el párroco y el alcal- de), introduciendo un tercer polo parcialmente independiente. Por esto asistimos a la más llamativa de las alianzas en el cuadro del nuevo ré- gimen liberal: el acuerdo entre el párroco y el alcalde; consejo liberal, contra este intruso que es al mismo tiempo religioso y laico. Efectivamente, Gabriel escribía un mes después de esta humillación, al consejo municipal para tener derecho a la nueva escuela y a los demás derechos de maes- tro. Inducido por el párroco, el consejo rechaza su pedido y responde que ya había hecho elección de otro maestro, Víctor Favier, el mismo que había sido despedido en mayo del año anterior y que se convierte así en su rival  18. Gabriel es pues contrariado en sus dos actividades esenciales: la de “clerc” de la parroquia y la de maestro. Es el “Hermano” que está en la mira. Dos años después de su llegada a Belmont, nos encontramos con la misma situación que en Jeurre y Hauteville. El párroco y el consejo municipal, le son hostiles y su presencia se hace insostenible. ¿Cuánto tiempo permanecerá en Belmont?. Esta vez, es verdad, puede contar con una casa propia, con la autorización de enseñar como maestro y la autoriza- (17) Este episodio está documentado por dos fuentes: un borrador autobiográfico de Gabriel, (AS- FB, Diverses dates...) y el Hno. Federico, (Fr.Frédéric o.c., p. 108, nota 116). Este último no ha- bla del hábito, sino del roquete. Pero hay que creer aquí a Gabriel, que no era sin duda el hombre que podía confundir el roquete con hábito clerical. (18) ASFB, Diverses dates...; A. .M. de Belmont, sesión del 22/05/1832: elección de Víctor Favier como maestro del municipio (registro de deliberaciones). 200

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX ción de un pensionado por el Rector, lo que no es poco, con el apoyo del Sr. de Lau- zière y al menos por ahora con la imparcialidad de Mons. Devie. La red de alianzas se dibuja. La tentación de la Trapa Siendo la situación incierta aún, durante el verano de 1832, Gabriel va a Cham- bery para consultar a un sacerdote misionero muy conocido, al P. José María Fa- vre  19 y pedir su consejo. Este le aconseja hacer un retiro de ocho días meditando sobre la elección de estado de vida. Gabriel abrió su corazón al padre para recibir sus luces y tomar una determinación. ¿Se trata de fundar una congregación religio- sa o de renunciar a ello como proyecto no venido de Dios?. Su situación en Belmont le había desanimado profundamente. “El consejo del confesor, escribe el Hno. Federico, no fue un consejo sino un man- dato y una predicción: “Usted fundará una congregación religiosa, encontrará muchas dificultades para llevar a cabo su proyecto, pero tendrá éxito y Dios ben- decirá su obra que hará mucho bien. Ella se extenderá en Saboya; el Gobierno Sardo la reconocerá y un día usted poseerá la casa de Tamié  20”. (19) José María Favre nació el 07/11/1791 en Samoëns (Alta Saboya). Ordenado en 1817, fue nombrado vicario de Sallanchel y pronto director de conciencias emérito y predicador sagaz y de talento. La experiencia en parroquias le permitió constatar, como al futuro cura de Ars, la estrechez y el callejón sin salida de una moral jansenista muy extendida entre el clero. Atraído por la teología de San Alfonso, que leía secretamente, pidió su cambio y fue nombrado profesor de Letras en el seminario menor de San Luis del Monte, en Chambery. En 1822, Mons. de la Solle le confió la dirección de las misiones diocesanas a las que se con- sagró desde 1822 a 1830. En este año el nuevo Arzobispo, Mons. Martinet, concibió la idea de fundar una congregación de sacerdotes misioneros en Tamié. El Padre Favre será maestro de novicios en 1834, pero la experiencia fracasó porque tuvo que soportar una especie de re- volución de sus alumnos. La comunidad se disolvió y mal vista por una parte del clero y de los Obispos, el P. Favre se retiró desde entonces, a Conflans donde moriría en 1837 en la sole- dad y la penitencia. Sobre el P. Favre ver: BOUCHAGE Francisco, Le serviteur de Dieu Jose- ph-Marie Favre maître et modèle des ouvriers apostoliques (1791-1838), Beauchesne, París 1901; PERROUD Marcos (canónigo), Le jansénisme en Savoie, Chambéry 1945; GUERBER J., Le ralliement du clergé français à la morale liguorienne, Rome, 1973; LOVIE Jacques (bajo la dirección de), Les diocèses de Chambéry Tarentaise Maurienne, Historia de las diócesis de Francia 11, Beauchesne, París 1979. (20) FRÈRE FRÉDÉRIC, 122. 201

HNO. ENZO BIEMMI Lejos de ser una profecía, la predicción de Favre, es una invitación interesada a Gabriel para emprender un proyecto que estaba ya en principio de ser realidad en Tamié. Efectivamente, desde 1830 el arzobispo de Chambery Mons. Martinet, había confiado la abadía de Tamié al P. Juan Bautista Hybord  21, con el fin de establecer un equipo de misioneros para las cuatro diócesis de Chambery, Annecy, Tarentaise y Maurienne  22. El más indicado y preparado para esta empresa era el P. José María Favre, que desde 1822 había reagrupado algunos misioneros y se dedicaba a la obra de las misiones, pero no le confió la dirección del proyecto de Tamié, por opo- sición de una parte del clero a sus ideas “ligoristas”. El Padre Favre vio en el Hno. Gabriel el hombre providencial para completar el proyecto de Tamié, que preveía una verdadera sociedad compuesta por un grupo de misioneros y un grupo de Hermanos encargados de las escuelas primarias de la zona, que viviría en Tamié. Habló al superior, el P. Hybord, y en el mes de noviembre de 1832 escribía al Hno. Gabriel: “Se trata ahora de abrir, en nuestra casa de Tamié, un establecimiento de Herma- nos de las Escuelas Cristianas, como ya hablamos este verano pasado. Si se siente atraído por esta buena obra venga a probar; invoque la necesidad de un viaje, há- gase reemplazar; salga sin decir adonde va y venga a probar, al menos, un mes o dos, o más en la casa de Tamié. Si le conviene y nos conviene, después de este tiempo, tomará las providencias para dejar Francia y establecerse en Tamié y continuar la obra comenzada. Tendrá candidatos, local y pedidos para las escue- las parroquiales  23”. Un mes después no habiendo recibido respuesta de Gabriel, el P. Hybord volvía a hacerle la misma invitación explicándole más detalladamente el proyecto pensa- do: (21) Juan Bautista Hybord, nacido en Allues, en Tarentaise, fue ordenado sacerdote el 18/11/1819, Sacerdote misionero con el P. Favre en 1822, fue encargado de Tamié en 1830 y allí perma- neció hasta 1835, poco antes de su muerte 06/09/1835. (22) Ver MARTIN Bruno Juan, Histoire des moines de Tamié et de quelques autres, Hénaf, Saint- Etienne 1982, pp. 106-109. (23) José María Favre a Gabriel, 29/11/1832, ASFB, “Lettres et certificats avant 1835”. 202

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX “...nos proponemos y tenemos facultad para formar con el establecimiento de los misioneros, una institución muy provechosa para Saboya: es decir, un cuerpo regular de jóvenes elegidos para dirigir las escuelas parroquiales”. Este cuerpo de Hermanos era el complemento ideal de la obra de las misiones, en cierto sentido, los misioneros de los niños. Estos jóvenes maestros sólo darían clase durante el invierno, dedicándose durante la buena estación en su propia for- mación y en el cultivo de la tierra como medio de vida  24. ¿Cuál fue la respuesta de Gabriel a la invitación del P. Favre?. Las fuentes nada dicen, pero evidentemente desechó la proposición. Sólo un certificado de buena conducta, dado por el alcalde y el consejo a principios de noviembre de 1832, da a entender que no había desechado la idea de abandonar Belmont  25. ¿Cómo podría conciliar su presencia con la hostilidad aliada del párroco y del consejo y la rivalidad de Favier, su antiguo colaborador, que, desde el primero de diciembre daba clase, como maestro del municipio, en los nuevos locales?. El Sr. Cura en jaque Habló, como de costumbre, con su amigo el párroco de Champdor, el P. Gache, que le había sostenido en su experiencia de Hauteville. Le propuso pedir a Mons. Devie su cambio de Champdor y su nombramiento como párroco de Belmont para ser nuevamente superior de la comunidad. La propuesta era audaz, a pesar de estar dirigida a un hombre que amaba a Gabriel y apreciaba sus proyectos. En el correr del verano de 1833 el P. Gache le respondía: “Desde entonces he reflexionado atentamente sobre el proyecto del que me habló y cada día lo encuentro más hermoso, muy hermoso... pero mi querido, un solo pen- samiento me detiene, helo aquí: si fuera simplemente por la casa, sería fácil mi cambio para establecer un pensionado, pero la dificultad está en la parroquia de Belmont. Habíamos convenido hablar al P. Depéry, pero pensé que no era pruden- te. El P. Depéry no sabe ocultar nada a Mons. y por lo mismo no tardaría en com- prometerme. Usted sabe que hay que ir suavemente con sus Excelencias y según lo (24) Juan Bautista Hybord a Gabriel, ASFB, “Lettres et certificats avant 1835”. (25) La Positio interpreta este certificado como “una especie de licencia” (p. 110, nota 19). Por otra parte, Gabriel no necesita este certificado, pues ya estaba autorizado por el Rector. Se trata pues de un proyecto de abandonar el pueblo. 203

HNO. ENZO BIEMMI que me había escrito el P. Bosson y que Mons. sabe, podría pensar que todo esto no es sino una maquinación. Sería mucho mejor que fuera una tercera persona la que hablara al P. Depéry; se dejaría persuadir más fácilmente por un seglar y creo que no se resistiría a la varonil retórica de la Sra. de Lauzière. Consiento desde ya todo lo que haga y seré dichoso si pudiera acercarme a gente tan buena  26”. Los dos hombres encontraron en la “varonil retórica” de la Sra. de Lauzière la clave para convencer a Mons. Devie. Efectivamente en el mes de julio Gabriel y el P. Gache tuvieron una entrevista con Monseñor a la que Gabriel se presentó solo, por- que un esguince imposibilitó al Párroco de Champdor  27. El 10 de octubre el barón de Montillet comunicaba a Gabriel la buena noticia: “En cuanto al reemplazo del párroco de Belmont, no puede ignorar que es el pá- rroco de Champdor quien ha sido nombrado para ello; se unirá a usted dentro de poco y es el P. Perrin, profesor de filosofía en Belley quien ha venido para suceder- le. Todo ha salido según sus deseos y me congratulo de todo corazón  28”. Aunque las fuentes sean avaras, se ve como una filigrana la habilidad de Ga- briel para tejer este proyecto que crearía las condiciones para poder continuar su obra. Supo aprovechar las buenas referencias: la familia de Lauzière obtiene el cambio de Bosson y el conde de Champdor consiente que salga el P. Gache. Todo estaba efectivamente de acuerdo con sus deseos. Sólo quedaba volver a su cargo de maestro municipal. En noviembre plantea al consejo sus proposiciones, pero éste, que acababa de conceder a Favier los 200 Frs. exigidos por la ley Guizot del 28 de junio de 1833, negó toda concesión  29. Los años 1829-1833 marcan un giro importante en la formación de la comuni- dad pensada por Gabriel. Por primera vez, a pesar de encontrarse frente al mismo escenario de Jeurre y de Hauteville, Gabriel rechaza las dos tentaciones, la de Champdor y la de Tamié  30 y llega a salvar el obstáculo con ayuda de buenos apoyos: (26) Gache a Gabriel, ASFB. Legajo 1820-1840. (27) Carta del P. Gache a Gabriel 12/07/1833, ASFB, “Lettres et certificats avant 1835”. (28) Carta del Barón de Montillet a Gabriel, ASFB, “Lettres et certificats avant 1835”. (29) ASFB, Diverses dates.... (30) Se puede considerar la propuesta de Tamié como una tentación para Gabriel. Se conoce su inclinación a la vida contemplativa y a las abadías. Lo que sigue demostrará, en efecto, una incurable nostalgia en su vida. 204

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX un sacerdote que le comprende y dos representantes de la nobleza, que la onda li- beral de 1830 ha suspendido de su tarea de alcaldes, pero que siguen teniendo in- fluencia en la población, el clero y sobre todo en el obispo. Un simple laico ha hecho fracasar la extraña alianza entre el párroco y el consejo liberal del pequeño municipio de Belmont. En adelante los Hermanos de San José, desaparecen definitivamente y dejan su lugar a los “Hermanos de la Sagrada Familia”. 1.2 Los primeros pasos de los Hermanos de la Sagrada Familia (1834-1835) El cambio de nombre realizado por Gabriel (de “Hermanos de San José” a “Her- manos de la Sagrada Familia”), que tiene como fecha alrededor de la mitad del 1833  31, señala el principio de una nueva etapa y también de nuevas dificultades. Los dos primeros años de los Hermanos de la Sagrada Familia se caracterizan por dos intentos de fusión con los clérigos de San Viator del P. Querbes y con los Maristas del P. Colin. El P. Querbes: una confusión más que una fusión La iniciativa de contactar al párroco de Vourles, P. Querbes, fue del nuevo pá- rroco de Belmont, el P. Marino Gache y del Hno. Gabriel. Su intención era probable- mente, aprovechar la experiencia del párroco de Vourles, que estaba organizando una “asociación” religiosa muy parecida en su objetivo al proyecto del Hno. Gabriel y que había obtenido ya la autorización del gobierno francés. Luis Querbes  32, desde su nombramiento para la sucursal de Vourles (Rhône) en 1822, se interesó por la educación cristiana de la juventud y llamó a las Hermanas (31) El primer documento que certifica el cambio de nombre es una carta del 12/07/1833, dirigi- da al Hno. Gabriel por Don Juan de la Cruz, monje de Hautecombe y que lleva en la direc- ción el nombre de “Sociedad de la Sagrada Familia”. La parte de la carta que lleva la dirección ha sido destruida sin querer por el Hno. archivero en 1975. En la fachada de la ca- sa de Belmont se puede leer aún hoy la inscripción: “Établissement religieux des frères de la Sainte-Famille”, que debe constar de la misma época. Sobre la cuestión del cambio de nom- bre ver: STANGA Florencio, “A Belmont, il y a 150 ans”. Entretien Familial, 145, junio 1983, pp. 405-425. (32) Luis Querbes nació en Lyon durante el sitio de la ciudad, el 21/08/1793. Admitido como acó- lito en su parroquia de San Nizier, a los nueve años hizo voto de castidad perpetua. El papel 205

HNO. ENZO BIEMMI de San Carlos para abrir una escuela de niñas en su parroquia en la fiesta de Todos los Santos de 1823. Pero el problema de los niños no estaba resuelto y nada le pare- ció mejor que pedir al P. Champagnat un Hermano de María. La respuesta fue nega- tiva, pues los Hermanos tenían que ser al menos dos. Tuvo entonces la idea de fundar, para la diócesis de Lyon, una congregación que, en principio, debía ser aná- loga a los Hermanos de San José del Somme. En setiembre de 1824, se asoció a un tal Pedro Magaud, de 24 años, nacido en Montluel (Ain), sobrino del alcalde de Vourles  33. Había dirigido una escuela de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en París, pero abandonó la congregación con el pretexto de estudiar para sacerdote. El proyecto de Querbes era abrir en su parroquia un “seminario menor” o novicia- do para preparar en dos años buenos maestros y sacristanes para las parroquias rurales. Poco favorable la administración de la diócesis a esta iniciativa, en el correr del año 1829 se dirigió directamente al rector y al Ministro para obtener la autorización de su congregación. Los primeros estatutos que presentó fueron rechazados, lo que le llevó a adoptar los de los Hermanos de San José del Somme, autorizados el tres de diciembre de 1823. Hizo algunas modificaciones y después de otras correcciones im- puestas, obtiene la autorización por la ordenanza real del 10/1/1830. Mons. Gaston de Pins, en primer momento contrario a la iniciativa, autorizó la “Asociación de los Catequistas de San Viator” en 1831 y sus estatutos el 11 de diciembre de 1832, exacta- mente en la época de los primeros contactos de Gabriel con Gache. en que escribió la fórmula de su compromiso se conserva celosamente en los archivos de los Clérigos de San Viator en Roma. En 1807 recibió la tonsura por el Cardenal Fesch y en 1812 entró en el seminario mayor de San Ireneo. Ordenado sacerdote en 1816, fue enviado como vicario a su parroquia, donde se consagró a una intensa actividad, hasta su nombramiento para la sucursal de Vourles. Aquí organizó la congregación de los Clérigos de San Viator, autorizada por el Rey de Francia en 1830, por Mons. de Pins en 1831 y por Roma en 1838. Murió en Vourles el 01/09/1859. Sobre el Padre Luis Querbes ver: ROBERT Pierre, Vie du Père Louis Querbes Fondateur de l'Institut des Clercs de Saint-Viateur (1793-1859), Dewit, Brúselas 1922; PRUDH`OMME, “Querbes Luis María”, en Dizionario degli Instituti di Perfezione, t.VII, Roma 1983, coll. 1130-1133; “Chieri- ci di San Viatore (CSV)”, Ibid., t. II, Roma 1975, col. 999-1004; ZIND Pierre, o.c., 420-434. (33) El inspector de la encuesta Guizot, presenta así en 1833 a Pedro Magaud: Célibe, certificado de segundo grado. Exento del servicio militar, por esta razón. Poco capaz, hipócrita, poco es- timado en la región, en buenas relaciones con el párroco, del que es alumno. Escuela dirigi- da bastante bien, enseñanza floja, poco adelanto; cuadernos bastante bien presentados. Alojado, pero sin pensión. Sacristán. “No es bien visto por los habitantes que se quejan de sus maneras taimadas y su lentitud para enseñar”, Citado por ZIND, o.c., p. 421, nota 3. 206

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX ¿Cuál era la organización de los Catequistas de San Viator en 1833?. El P. Quer- bes había modificado varias veces su proyecto desde 1824. Quedamos pues con los estatutos presentados al Rey en 1830 y con los estatutos internos aprobados por Mons. de Pins  34. La sociedad estaba concebida como una piadosa asociación y una congrega- ción religiosa. Querbes, en efecto, admitía dos clases de miembros: los catequistas Hermanos y los catequistas agregados. Los Hermanos profesaban los tres consejos evangélicos, los agregados sólo tenían que cumplir una promesa de obediencia, además de los estatutos y las normas de la sociedad y podían casarse. En cuanto a la pobreza, los Hermanos tenían la libre disposición de sus bienes, pero debían de tener la autorización del director para hacer documentos por escrito. Hermanos y agregados estaban divididos en tres ramas: los catequistas y ayu- dantes temporales menores (después de dos años de postulación), los catequistas y ayudantes temporales formados (después de cinco años), los catequistas mayores (después de diez años). El hábito de los catequistas era una levita negra, con una esclavina blanca y un sombrero con bordes un poco alargados. Los ayudantes temporales reemplazan la levita por una chaqueta negra. Los catequistas menores llevaban un rosario, los ca- tequistas formados, un anillo y los mayores, una cruz. La sociedad era gobernada por un director (el párroco de Vourles) y por su vi- cario, asistido por un consejo constituido por tres maestros de postulantes y de tres Hermanos catequistas mayores. Este proyecto era bastante complicado y en verdad totalmente teórico, ya que en 1830, Querbes sólo tenía dos asociados. El objetivo de la asociación y el interés del cura de Vourles por el cuidado de los altares y por las funciones secundarias del culto, es lo que atraía a Gabriel: “El cate- quista, escribía Querbes, será feliz contribuyendo con celo al adorno de los altares, a la so- lemnidad de las ceremonias del culto y al canto del oficio divino. Recordarán a menudo, (34) “Statuts de l'Association des Catéchistes paroissiaux de Saint-Viateur”. (Estatutos enviados por el P. Querbes el Sr. de Vatimesnil, Ministro de Instrucción Pública) 23/03/1829, en Le Pè- re Louis Querbes fondateur des Clercs de Saint-Viateur. Documents, vol. 1, Coteau-du-Lac, 1955, 101-104; “Statuts de l'Association des Catéchistes paroissiaux de Saint-Viateur”, (Esta- tutos vistos y aprobados por Mons. de Pins, Arzobispo de Amasie, Administrador de Lyon), 11/12/1833, en Ibid., Vol. 3, 10-13. 207

HNO. ENZO BIEMMI que estas funciones fueron, en otro tiempo, la recompensa de los cristianos que habían confesado la fe ante los perseguidores  35”. Gabriel se dirigió al P. Querbes, que alegrándose del deseo de Gabriel “de aso- ciarse” a su institución  36, el 1º de enero de 1834 le anunció una próxima visita a él y a Mons. Devie. En efecto, alrededor del 10 de enero se encontraba con el Sr. Obispo asistido por dos eclesiásticos y estudiaron la posibilidad de una colaboración. Mons. Devie decidió intentarlo a pesar de cierta “repugnancia o inquietud” por algo no bien especificado y por el carácter un poco complicado de los estatutos de los Clérigos de San Viator  37. De acuerdo con Devie  38, Querbes invitó a Gabriel a pasar un tiempo en Vourles, mientras que el asociado de Querbes, Pedro Magaud, le reem- plazaba en Belmont. Así el 15 de marzo Gabriel deja Belmont acompañado por el no- vicio Juan Richard y va a Vourles donde permanecerá 6 semanas, hasta el 30 de abril. Pedro Magaud llegado a Belmont, presenta a Devie una carta de obediencia, pe- ro el obispo, aún consintiendo que dé clase, no la firma porque estaba a nombre del arzobispo de Lyon. Magaud pronto se percató que las miras de Monseñor y de Gache, no coinci- dían con las de su superior y a fines de marzo le escribía: “He aquí lo que he sabido respecto a la casa de Belmont. La intención de Mons. y la de él, me dice el P. Gache, es que la casa de Belmont se asocie con la de Vourles, pero no bajo la obediencia del Arzobispo de Lyon. Pues quieren que los votos y el noviciado se hagan en Belmont y por consiguiente que los miembros no salgan de la diócesis de Belley  39”. Al principio del mes de abril el párroco de Belmont informaba a Gabriel sobre la situación del pensionado. Magaud no estuvo a la altura de su misión y amenaza- ba con despedir a los pensionistas y cerrar la escuela. Era necesario que Gabriel volviese inmediatamente  40. Al día siguiente, 8 de abril, Gabriel volvía a disponer de la mitad de la casa que había vendido a Depommier y el 30 entra nuevamente en ella. (35) Estatutos de 1833, art. 5. (36) Querbes y Gache, 25/10/1833, ASFB, “Lettres et certificats avant 1835”. (37) Querbes a Gabriel, 15/01/1834, .ASFB, “Lettres et certificats avant 1835”. (38) Querbes a Gabriel, 15/03/1834,.ASFB, “Lettres et certificats avant 1835”. (39) Pedro Magaud a Querbes, 29/03/1834, ACSV, P-501. (40) Gache a Gabriel, 07/04/1834, “Legajo 1820-1845”. 208

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX La experiencia de una “asociación” con los Clérigos de San Viator había fraca- sado. Pero Gabriel no volvía a Belmont con las manos vacías. Su principal ocupa- ción durante su estadía en Vourles había sido la de copiar el manuscrito del directorio del instituto  41. Había tenido la oportunidad de sacar enseñanza en casa del P. Querbes de lo que significa una sólida formación de los Hermanos consagra- dos a la enseñanza primaria y al servicio de los altares como “clercs”, cantores y sa- cristanes. Efectivamente el directorio del P. Quebes, que sólo se imprimiría en 1836  42, era un verdadero manual para la formación de los candidatos que pedían entrar en la Institución. Los postulantes debían copiarlo y estudiarlo. Estaba dividido en dos grandes partes: los deberes personales y las funciones. La primera parte (deberes personales) constaba de cuatro capítulos: Piedad, que contenía el reglamento y las prácticas de piedad; Caridad, contenía las reglas de comportamiento con las diferentes categorías de personas (en general: el Sr. pá- rroco, la empleada, los superiores, los colegas y los cohermanos, el alcalde, los fun- cionarios de la Universidad, los parientes...); Estudios, con las indicaciones de la “formación permanente” del catequista en función de su tarea; y el cuidado del cuerpo, con consejos sobre la modestia y la salud. La segunda parte (Funciones), constaba de dos capítulos: La iglesia (sacristía, ceremonias, sacramentos, canto gregoriano) y la escuela (educación y enseñanza). En esta parte se daba una gran importancia a todo lo que se refiere a la educación cristiana y a la escuela, todo está determinado y reglamentado detalladamente res- pecto a los métodos, clases, mobiliarios, premios y castigos... El directorio terminaba con un “Reglamento de la escuela parroquial de...”, una cartilla con las oraciones de la mañana y otro con las oraciones para la tarde. El estilo sencillo y el lenguaje más espiritual que jurídico, hacía del directorio un medio excelente de formación de los candidatos. Como se verá después, Gabriel aprovechará este elemento y hará de él la base de su Guía de 1838. ¿Cuáles son las razones del fracaso de Vourles? ¿Cuáles eran las reales inten- ciones de los protagonistas?. Tenemos tres interpretaciones diferentes de esta breve estadía. (41) FRÈRE FRÉDÉRIC, 114. (42) Directoire du Clerc de Saint-Viateur, catequista parroquial, Rusand, Lyon. 1836.213 pp. El texto es reproducido integralmente en Le Père Louis Querbes fondateur des Clercs de Saint- Viateur. Documents, vol. 3, pp. 106-133. 209

HNO. ENZO BIEMMI De acuerdo al Hno. Federico, el fracaso se deberá, sobre todo, a la torpeza de Magaud que estuvo a punto de cerrar el pensionado de Belmont. El P. Robert, historiador del P. Querbes, señala la imposibilidad del éxito por el proyecto del obispo de Belley que quiere una obra exclusivamente diocesana, es de- cir, novicios formados en Belmont, dependientes exclusivamente de él. Agrega a es- to las miras personales de Gabriel: “El señor Taborin se sentía humillado bajo la dirección del P. Querbes. Persuadido de que él también tenía una misión de fundador, mantenía sus ideas y no quería someterlas a otros  43”. El Hno. Stanga, autor de la Positio, sostiene que el Hno. Gabriel, no teniendo ninguna intención de fusión, se habría apartado, como en Châtillon les Dombes, de la insistencia interesada y exagerada del P. Querbes, que quería simplemente una agregación a su obra  44. Evidentemente estamos frente a objetivos diferentes y por lo tanto divergentes. El P. Querbes interpretó desde el principio el pedido de Gabriel y de Gache como una proposición de fusión, es decir, de incorporación de la casa de Belmont a la su- ya. Quería en efecto, que Gabriel fuera el único propietario de la casa de Belmont, lo que le habría permitido establecer su institución en la diócesis de Belley. Mons. Devie, por el contrario, soñaba con tener una congregación similar a la del P. Quer- bes en su diócesis. No hay que olvidar que hizo lo mismo con las Hermanas de San José a su llegada a la diócesis de Belley y había obtenido para el centenar de Herma- nas, colocadas bajo su jurisdicción, la independencia respecto de su casa madre de Lyon y transformándola de una congregación diocesana. Desde su primer encuen- tro con Gabriel, en Genay en 1827, habían pasado seis años y Gabriel era el único Hermano de la Congregación proyectada, mientras las necesidades de la diócesis, en lo referente a la instrucción de los niños, eran muchas. El prelado soñaba, pues, aprovechar de la experiencia de Querbes, pero salvaguardando la independencia de su institución. En cuanto al P. Gache y a Gabriel, no pensaban ni en la primera ni en la segun- da hipótesis. Pensaban en su institución que acababa de cambiar de nombre, señal clara de volver a insistir en ella, y querían aprovechando la experiencia, los méto- dos y la espiritualidad de los “Clercs” de San Viator. Sucede a menudo que, cuando no se tienen las mismas ideas, bajo las mismas palabras se esconden intenciones diferentes que son causa de desacuerdos y de (43) ROBERT Pierre, Vie du Père Louis Querbes, o.c., 196. (44) Positio, 119. 210

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX conflictos. Es lo que nos sucedió a cada uno de los diferentes protagonistas que sa- len de esta experiencia un poco decepcionados y en cierto sentido con la sensación de haber sido engañados. Mons. Devie escribirá un año más tarde a Querbes: “Me pareció que Ud.. estaba contento cuando él fue a su casa y nunca supe por qué la abandonó... No sé todavía lo que resultará de todo esto  45”. El P. Gache por su parte, invitaba al joven Juan Richard que permaneció en Vourles, a volver a Belmont: “Cuando le hice ir con Querbes no era cier- tamente para que se quedase con él, sino para formarse allí pensando que nuestra casa podría unirse a la de Querbes  46”. El P. Querbes guardó siempre un mal recuerdo de Gabriel, como el de un hombre apegado a sus ideas. Sin embargo sabía que, cuando uno se considera fundador, no renuncia fácilmente a sus proyectos. Es lo que él mismo había escrito al consejo arzobispal de Lyon, que le proponía que él renun- ciara a su proyecto y unirse a Vicente Coindre, para colaborar con su institución de los Hermanos de los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Le hace notar la im- posibilidad de “ponerse en contacto, y en cierto sentido bajo la autoridad de un joven que he conocido niño y que, por la orientación que me vería obligado a seguir, desconfia- ría, desde el principio, de que atenta contra su derecho de propiedad o que quiero cam- biar o modificar el objetivo de una parte de su institución, cosa que Ud.. sabe bien que, un fundador compenetrado del espíritu de su Instituto, considera como un Evangelio...  47”. Fue probablemente este mismo sentimiento el que llevó a Gabriel a que, una vez más, se viera objeto de cierta manipulación de la que pronto se liberó. La fusión con el P. Colin: una complicación inútil Con el breve paréntesis de Vourles cerrado, Gabriel y su párroco se consagra- ron con entusiasmo a consolidar su institución, que parece robustecerse en los me- ses siguientes. En mayo el maestro municipal, rival de Gabriel, Víctor F. Favier se ve obligado a dejar el pueblo: dejaba tras de sí deudas y un mal recuerdo  48. El 12 de mayo Gabriel obtiene de Devie un capellán, el P. Juan Benito Jeannet, antiguo párro- co de Lavour, que viene a Belmont con su empleada, Perrine Guillermin. Al mes si- guiente el obispo autoriza tener una capilla en casa y, a partir de noviembre de (45) Mons. Devie al P. Querbes, 11/05/1835, A. CSV, P-567. (46) Gache a Juan Richard, 06/03/1835, A. CSV, P-553. (47) Borrador de la carta de Querbes al P. Cattet, Vicario General de Lyon, sin fecha [1828], en ROBERT Pierre, Vie du Père Louis Querbes, o. c., vol. I, Nº 53. (48) FRÈRE FRÉDÉRIC, 109. 211

HNO. ENZO BIEMMI 1834, a celebrar la misa y los demás oficios cada domingo, como en la parroquia, lo que se cumplió regularmente desde esa fecha, y de erigir un Viacrucis  49. Pero sobre todo la primera parte del 1835 señala un cambio en el ritmo de la obra. El 23 de abril, en efecto, en la capilla de Belmont, en presencia de un gran nú- mero de personas, tiene lugar la primera toma de hábito de un Hermano de la Sagrada Familia, el sobrino del Hno. Gabriel (Gabriel Taborin como su tío), que to- mó el nombre de Hno. Estanislao. Algunos días después, Juan Richard, que había seguido a Gabriel a Vourles y había vestido el hábito de “Clerc” de San Viator, a in- vitación del P. Gache, entraba en Belmont y era recibido solemnemente en la aso- ciación  50. Los dos primeros novicios fueron enviados algunos días más tarde a Belley pa- ra servicio de la catedral. Era el primer establecimiento abierto por Gabriel y una demostración de confianza por parte de Mons. Devie quien acababa de escribir a Querbes: “No sé en qué terminará todo esto”. El obispo estaba en visita pastoral y el domingo cinco de julio fue el día de la visita a la pequeña parroquia de Belmont. Mons. celebró la eucaristía, dio la comunión a un centenar de niños y la confirma- ción a unas 60 personas de la parroquia y exhortó a los feligreses “a redoblar su celo por todo lo que interesa al culto divino, cuya casa ha de tener limpia y decente...  51”. La casa de Gabriel no estaba lejos de la iglesia y Devie fue a visitar a la pequeña comu- nidad. Era la primera visita, que Gabriel quería subrayar, entregándole simbólica- mente la llave “de este remanso de paz, al que nadie debe entrar si no se esfuerza en ca- minar por la senda de la práctica de las virtudes de que Ud. es modelo  52”. Era una demostración de benevolencia de parte de Devie, que Gabriel interpre- ta como reconocimiento de su institución; pero quizá no fuera la intención del pre- lado, ni de sus acompañantes. En efecto, durante el verano de 1835, Mons. Devie soñó unir la débil institución del Hno. Gabriel con la de los Maristas del Padre Colin, con el fin de instituir en su diócesis una asociación completa, que comprendiese padres misioneros y Herma- nos maestros y sacristanes. (49) ASFB, Libro de cuentas. Este sacerdote dejará Belmont el 11/10/1836. (50) 06/05/1835, ASFB, Libro de cuentas. (51) Registro de Fábrica, A. P. de Belmont (en Champagne), Proceso verbal de la visita de Mons., 05/07/1835. (52) Homenaje a Devie, 05/07/1835, Legajo 1820-1845. 212

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX La Sociedad de María  53 tuvo su origen en Francia en 1816 en Fourvière por obra de un grupo de sacerdotes recién ordenados entre los cuales estaba J. C. Cour- veille, el inspirador, J. C. Colin y el P. Champagnat. De a cuerdo a los proyectos, la so- ciedad debía comprender una rama de sacerdotes, una de Hermanas, una Tercera Orden y, por pedido de Champagnat, una de Hermanos. Los Hermanos Maristas di- rigidos por Champagnat y las Hnas Maristas comenzaron a existir desde 1817. Los sacerdotes -por el contrario- encontraron muchas dificultades para obtener la au- torización. Por eso se dirigieron, en 1822 a Roma, que animó a la asociación. El Nuncio en París, Mons. Macchi, por su parte, a pedido de los aspirantes maristas, tomó la decisión de confiar el asunto de la Sociedad de María a Mons. Devie. Este que había acogido a las primeras Hermanas Maristas establecidas en Cerdon en 1817, nombró al P. Colin como superior de los primeros Padres Maristas y les confió las primeras misiones en su diócesis desde 1825 a 1829. Les había reconocido como sacerdotes misioneros, pero no como congregación religiosa. En 1829 confía al P. Colin, a pesar de su protesta, la dirección del seminario menor de Belley, tarea que desempeñó hasta 1845. En 1829 había entonces dos grupos de Maristas: uno en la diócesis de Lyon y otro en la de Belley. En 1830 los dos núcleos se encuentran en Be- lley y sin que lo supieran las dos administraciones diocesanas, eligen a Juan Clau- dio Colin como superior central de las dos asociaciones. Aún ocupándose del seminario, Colin, continúa trabajando para obtener la au- torización de la Sociedad que no quería verla reducida a congregación diocesana. En 1833 obtuvo de Mons. de Pins, la autorización de trasladarse a Roma y, con la co- laboración del Nuncio Macchi, consiguió convencer también a Mons. Devie, que dio su consentimiento después de mucho hacerse rogar. La autorización de Roma sólo se obtendrá en 1836. En el correr de 1835, Mons. Devie, trató de dar continuidad a su proyecto, uniendo la pequeña comunidad de Gabriel con la de los Padres Maristas de Colin, para hacer una sociedad al servicio de su diócesis. Después de su visita a Belmont, confía la tarea de redactar un esbozo de reglas a Gabriel, que a pesar de una cierta (53) Sobre la Sociedad de María, ver, por ex.: COSTE Juan, “Sociedad de María (Maristas)”, en Dizionario degli Instituti di Perfezione, vol. VIII, coll. 1624-1627, Roma 1988; “Colin Juan Claudio”, Ibid., vol. II, coll. 1217-1219; COSTE J. y LESSARD G., Origines Maristes (1786- 1836), 4 Vol., Roma 1960-1967; COSTE Juan, Cours d'histoire de la Société de Marie (Pères Maristes), 1786-1854, Roma 1965. 213

HNO. ENZO BIEMMI repugnancia, trabajó en el proyecto durante todo el verano. El resultado fue un do- cumento muy particular que merece ser examinado, aunque nunca se aplicó. Las Constituciones de los Catequistas de Saint Arthaud  54, prevén una institu- ción de lo más compleja y complicada. PADRES CATEQUISTAS HERMANOS CATEQUISTAS • Mayores: sacerdotes • Menores: tonsurados 1. Padres Superiores 1. Hermanos mayores (directores) • dirigen la Asociación • Colocados en las parroquias más impor- • hacen promesa de pobreza y tantes obediencia • promesa de pobreza y obediencia y voto de castidad por 5 años 2. Padres de coro 2. Hermanos menores • se consagran al oficio y a la • enviados solos a las parroquias contemplación • promesa de pobreza y obediencia y voto • hacen promesa de pobreza y de castidad por tres años obediencia 3. Padres predicadores 3. Hermanos legos • dedicados a la formación de novi- • se ocupan de trabajos manuales cios y a la predicación en las parro- • promesa de pobreza y obediencia y voto quias de castidad por un año • hacen voto de pobreza y obediencia Padres cohermanos Hermanos cohermanos • permanecen en las parroquias • enviados a las parroquias • promesa de unión a la Institución • permanecen propietarios de sus bienes (54) Constitutions de l'Association des pères, des frères et des confrères catéchistes de Saint-Ar- thaud fondée sous les auspices de Monseigneur Alexandre Raymond Devie, Évêque de Belley, manuscrito, 66 pp.; impreso en Roma 1970, 71 pp. 214

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX La elección del nombre viene de la lectura, que Gabriel hizo de la vida de San Arthaud, escrita por Mons. Depery, canónigo de la catedral de Belley  55. Pretende con mucho idealismo levantar de sus ruinas la antigua abadía de Arvière, situada al pie de la montaña del Grand Colombier, en el territorio de la parroquia de Lo- chieu, y abrir allí el noviciado de la nueva institución  56. La Asociación de catequistas está dividida en dos grupos (los Padres y los Her- manos), cada uno de ellos comprende tres subgrupos (Padres superiores, padres predicadores y padres de coro; Hermanos mayores, Hermanos menores, legos). A esto hay que agregar, padres, hermanos y cohermanos. Se ve que Gabriel había tratado de hacer entrar a los Hermanos y a los Padres de Colin en una organización inspirada en la de Querbes. Resultaba esto una mez- cla impracticable, pero que permitía a las dos instituciones tener su autonomía, es- tando la asociación constituida por ramas bastante independientes unas de otras. A pesar de esta precaución, la carta de Gabriel a Devie, al terminar el trabajo, reafirmaba su gran repugnancia a esta mezcla y sus convicciones personales. “Me parece escuchar interiormente una voz que me dice: que a pesar de mis po- bres medios y pocos talentos, Dios quiere sin embargo servirse de mí como de un instrumento para fundar una asociación diferente, por su fin, de todas las exis- tentes hasta hoy y que será de gran utilidad, sobre todo para la catequesis, la es- cuela y el servicio de la iglesia, tareas que podrán ejercer uno o varios Hermanos en las parroquias; me sentiría culpable si no tomara todo los medios para llevar adelante esta empresa; es cierto que no soy más que un servidor inútil y que nada puedo por mis propios medios, pero todo lo podré con la ayuda de Dios, si verda- deramente es su obra ¿Son éstas, ilusiones o efecto de la gracia? No sé nada”. Apoyado en estas convicciones, Gabriel recordará al Obispo sus juegos de in- fancia, sus actividades de “clerc” y de maestro en Belleydoux, los consejos de sus confesores, el P. Gome y el P. Favre, los “reveses y miserias” que sufrió en Saint Clau- de, las tentativas impuestas de fusión con Bochard y con Querbes. (55) Constitutions de Saint-Arthaud, Cap. 12, art. I, p. 59. (56) Constitutions de Saint-Arthaud, Cap. I, p. 11. 215

HNO. ENZO BIEMMI “Lleno de coraje y de confianza, continúa, nada me ha desviado; le confieso Mons. que en estos tristes momentos, experimentaba una alegría interior que me es difí- cil de explicar. Estas pruebas me presagiaban que las cosas irían muy bien un día sobre todo si su Excelencia las protegía  57”. La oposición bien documentada de Gabriel, la no documentada pero más cierta aún de Colin, la enorme complejidad de la propuesta, debieron convencer a Mons. Devie a dejar de lado la proposición y dejar, a pesar suyo, que las dos instituciones siguieran camino. 1835: Los primeros novicios en la catedral Por esta época, más o menos (setiembre/octubre 1835) Devie da a la comunidad de Belmont un padre espiritual, el Padre Robert  58, canónigo honorario de la cate- dral, y tres años más joven que Gabriel. Se abre así una página bastante difícil para estos dos hombres que sostenían tenazmente sus ideas, pero que no podían enfren- tarse en el mismo terreno: era la confrontación entre un laico sin instrucción y un canónigo más joven que él, muy instruido y consciente de su saber. El P. Robert in- terpretó su mandato como un superiorato: jugó el papel de superior directo de los jóvenes novicios que prestaban su servicio en la catedral y pedía a Gabriel, obe- diencia a sus directivas. A causa de esta interpretación de su papel el conflicto no tardará en aparecer. La primera dificultad que se presenta desde fines de 1835 es la poca formación de los novicios. El Hno. Estanislao, sobrino de Gabriel, había sido pensionista desde 1833; como se vio, tomó el hábito el 23 de abril y después de unos quince días de no- viciado, es enviado a la catedral. En cuanto al Hno. Constancio (Juan Richard), si- (57) Carta a Mons. Devie, 1 (conj. 15) noviembre 1835, Lettres, vol. I, pp. 16-18.. (58) Luis Francisco Robert nació en Belley el 19/09/1802. Uno de los primeros alumnos del semi- nario mayor de Brou y ordenado sacerdote en la capilla de San Antelmo de la catedral el 23/10/1825. Nombrado para el seminario menor de Belley, fue en él, durante dos años profe- sor de quinto. En 1827 fue vicario de Ceyzérieu y párroco de Bons en 1828 venido a la cate- dral fue sucesivamete capellán (01/05/1832), canónigo honorario (1838), canónigo titular (14/01/1840) y decano del capítulo (12/11/1873). Murió el 14/12/1889 a los 87 años. Hombre culto, escribió en estilo sencillo varios estudios que quedaron manuscritos, sobre todo una historia de los obispos de Belley y una noticia sobre los canónigos de la catedral (Cf. ALLO- ING Luis, “Le chapitre de la Cathédrale (1823-1923)”, en Bulletin de la Société Gorini, Nº 56, oct. 1926, 184. 216

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX guió a Gabriel a la casa del P. Querbes, donde hizo un año de postulantado (en lugar de dos como ordenaba la regla) y, recibido en Belmont el seis de mayo, es destinado a Belley algunos días después. Una vez ocupados en el servicio de la catedral, los dos jóvenes Hermanos no podían dedicarse a su formación. Agreguemos a esto la mala fe de Constancio que, desde fines de mayo, estaba nuevamente en contacto con Querbes para entrar con los suyos. Su mala conducta obliga a Mons. Devie a despedirlo en el mes de noviembre de 1835, seis meses después de su llegada. El pri- mer intento no tuvo éxito. La falta de formación de los Hermanos es un problema fundamental en los años siguientes. El P. Roland, director espiritual del seminario de Lons le Saunier, habiendo recibido de Gabriel los últimos informes sobre la evo- lución de la comunidad, le ponía en guardia al respecto: “Elija bien a sus candidatos; tenga como principio: poco, pero bueno; no se apresu- re. Si su empresa es obra de Dios, él se encargará de procurar y a traer los obreros y si son llamados por él, estarán también dotados de las cualidades necesarias. Es triste para las comunidades hombres sin vocación y sin el espíritu de la obra, son palos entre las ruedas que siempre estorban y a veces echan todo a perder. Pruebe bien a sus candidatos, asegúrese de su vocación, de su virtud y de sus aptitudes antes de admitirlos a tomar compromisos que obliguen a ambas partes  59”. Gabriel podrá verificar cuán ciertas son las observaciones de su amigo, pero se veía entre la espada y la pared: la necesidad de formar bien a los jóvenes y la necesi- dad de caminar rápido para demostrar al clero que su comunidad no era un engaño. El segundo problema que desde el principio se presenta como fuente de dificul- tades y conflicto con Robert y el clero de Belley, es el hábito. Gabriel consideraba im- portante el hábito clerical, más que cualquier otra cosa; lo había vestido sin interrupción desde Bouchoux en 1824. Pero sus Hermanos una vez colocados en la catedral, vestidos con sotana, no tardan en herir la susceptibilidad de los canónigos y de los sacerdotes de Belley. Robert fue, desde el principio, el intérprete de sus colegas: “Hemos estado encantados con el traje de Antelmo  60 [la levita], es el que todos prefieren, eclesiásticos y laicos. Mons. también es partidario, el P. Colin, lo prefiere (59) Roland a Gabriel, 18/11/1835, ASFB, Roland-Robert-Desrumeaux. (60) Antelmo Lavalette era un postulante que acababa de entrar en Belmont. Llevaba la levita porque todavía no había tomado el hábito. Es otro caso de Hermano no formado. 217

HNO. ENZO BIEMMI a cualquier otro y usted sabe lo que yo pienso. Nunca le permitiré decir que hizo bien dándoles la sotana y si el Hno. Constancio [Richard] hubiera quedado más tiempo en Belley, Ud. hubiera lamentado vivamente, quizás, de haberlo revestido. Piense en ello. Carga sobre usted una gran responsabilidad ante el mundo y ante el clero. Todos sus proyectos podrían fracasar sólo por el obstáculo que puede pre- sentar este punto de su regla. Luego está la economía; cuánto engorro significa una sotana para quien tiene que trabajar, cuánta dificultad para evitar los agu- jeros y las manchas, y lo peor es que uno no la deja sin inconvenientes, dificultad que no ofrece la levita. Le hago estas reflexiones porque se las he oído a muchos”. Las razones prácticas y económicas aducidas por Robert para desaconsejar el uso de la sotana, ocultan sin duda, otra: lo que está en litigio es por cierto la distin- ción entre clérigos y laicos, que el hábito representa y salvaguarda. El año 1835 será considerado más tarde por el Hno. Amadeo, sucesor del Hno. Gabriel en la dirección del Instituto, como el año de la fundación de los Hermanos de la Sagrada Familia  61. Pero los documentos nos llevan a creer que, en la concien- cia de los protagonistas, nada se ha concretado hasta ahora. Mons. Devie había da- do señales de confianza, permitiendo las ceremonias en la casa, la toma de hábito y nombrando un director espiritual. Pero la hipótesis de una fusión con otra institu- ción no estaba todavía descartada. Gabriel tenía aún que luchar en varios campos: con el clero de Belley, los problemas económicos, la mentalidad del P. Robert y la falta de preparación de los jóvenes Hermanos. Sin embargo, con la creación del pri- mer establecimiento en la catedral de Belley y la carta del mes de noviembre a Mons. Devie, que era al mismo tiempo una confesión y una apología, Gabriel define un momento importante en la realización de sus proyectos. Así los Hermanos de la Sagrada Familia (ya había ocho novicios en la casa) da- ban sus primeros pasos, aún inciertos, con su hábito clerical, tan hermoso a sus ojos, “pero tan fuera de lugar a los ojos del mundo y del clero”. (61) Cf. Positio, 120. 218

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX 1.3 El afianzamiento de la asociación (1836 - 1840) En la carta de felicitación del año 1836, Gabriel expresa su agradecimiento a Mons. Devie y al mismo tiempo la necesidad de su ayuda: “Bajo su protección he em- prendido la tarea de hacer el bien en su diócesis; pero necesito que, junto a Dios, usted continúe siendo mi fuerza y mi sostén. Sin esto, mi empresa será vana...  62”. Algunos me- ses más tarde, le manifiesta su determinación de “beber hasta las heces del cáliz de las contrariedades, que aún vendrán a este respecto. Pero si se trata de la consolidación y prosperidad de la asociación de la Sagrada Familia, nada me costará...  63”. A la búsqueda de un superior y de una regla Había comprendido que sin un superior y sin constituciones escritas y aproba- das, su institución estaría siempre a merced de quien quisiera verla desaparecer. Consagra pues, sus energías durante el año 1836 a buscar un superior y a redactar unas reglas. Apoyándose como de costumbre en el Sr. Lauzière, pide la disponibili- dad del P. Depery, pero éste aún asegurándole su apoyo, declina la invitación. Se di- rige entonces a su antiguo amigo, el P. Roland, director espiritual del seminario de Lons le Saunier, su confidente. Le propone ser el superior de una asociación de la Sagrada Familia, de rama masculina y femenina, Hermanos y Hermanas: a este propósito no titubeó en invitar a las dos sobrinas del P. Jeannet, capellán de la casa, a ser las primeras Hermanas de la Sagrada Familia  64. Pero era algo irrealizable y las conversaciones no tuvieron continuidad. Por el contrario, la redacción de las reglas, escritas con consentimiento de De- vie, estaban terminadas a principio de octubre. Gabriel las presentó al obispo, acompañadas de una larga carta, en la que le pi- de que apruebe la comunidad, que contaba con unos veinte novicios, como orden o congregación y que pida su aprobación por el Soberano Pontífice y por el Rey. Era, en cierta manera, hacer comprender a su obispo su determinación y al mismo tiempo, su rechazo a cualquier fusión; pedía ser considerado como los “Clercs” de San Viator, ya autorizados, y los Padres Maristas que acababan de obtener la apro- (62) Gabriel a Devie 03/01/1836, Lettres, I, 25. (63) Gabriel a Devie 01/05/1836, Lettres, I, 27. (64) Gabriel a las Srtas. Jeannet, 23/07/1836, Lettres, I, 39. 219

HNO. ENZO BIEMMI bación de Roma  65. Este pedido estaba apoyado por el testimonio de su convicción personal, el consejo de sus confesores y las pruebas que había tenido que soportar. Era consciente de que su condición de “simple laico” era el mayor obstáculo: “Por mi oscuro nacimiento, como simple laico, faltándome medios económicos y de protección, pensaba que quizá, mi empresa era temeraria... Examiné el problema desde todo punto de vista, desde el mío personal, temiendo que mi proyecto fuera engaño del demonio, que se transforma en ángel de luz, y me llevase a salir fuera de mi esfera y ocasionar mi pérdida por orgullo, como él fue arrojado del paraíso.” Pero reafirmaba al mismo tiempo la convicción de que su proyecto era obra de Dios y que nada podía detenerlo: “Mi proyecto es o no es según la voluntad de Dios; si es según su voluntad, Dios que es todopoderoso tiene mil medios y recursos para hacerlo triunfar; si no lo es, desde ya renuncio a él; pero hay que confesarlo, en medio de estas reflexiones, la voz de la vocación se hacía oír en mí y me sentía, como nunca, vivamente empu- jado a trabajar, a consagrar mis penas y mis vigilias en expiación de los pecados de que fuera culpable en mi vida y para procurar la gloria de Dios y la salvación de las almas; dispuesto a soportar con la más grande resignación todo nuevo con- tratiempo, prueba y humillación, en cumplimiento de lo que el Señor quisiera pe- dir al más débil e indigno servidor  66”. La carta terminaba con el pedido de que el obispo aprobase las reglas después de las correcciones que juzgare convenientes y de que él fuera el General de la Con- gregación. El mismo día, Gabriel firmaba su testamento por el que cedía la casa de Bel- mont y todos sus bienes a la Congregación o al obispo de Belley si ésta no estaba aprobada por el gobierno a su muerte  67. La carta y el testamento del 12/10/1836 se- (65) El decreto de aprobación de la Sociedad de María fue firmado el 11/03/1836, por la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares. Sobre los largos y laboriosos trámites de la aproba- ción de la Sociedad de María del P. Colin, ver: COSTE J., Cours d'histoire....., o.c., pp. 88-110. (66) Constitutions de 1836, o.c., 12. (67) Manuscrito ológrafo del primer testamento de Gabriel, 12/10/1836, ASFB, “Documents por- tant la signature du frère Gabriel, IV”. 220

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX ñalaban su determinación ante el obispo y constituyen una especie de “camino sin retorno” en su vocación. El hábito contestado A finales de octubre Gabriel abría dos nuevas comunidades, una en Seyssel (Ain) y otra en la Motte Servolex (en Saboya) y allí enviaba sus jóvenes novicios. El establecimiento de una comunidad en Saboya, en la diócesis de Chambery se pudo hacer gracias al P. Piccolet  68, director espiritual en el colegio de Evian, que le man- dó postulantes y que había estudiado, en el correr del año 1835-1836, la posibilidad de abrir un noviciado de los Hermanos de la Sagrada Familia en Saboya. Los tres novicios destinados a la Motte Servolex: Hnos. Bernardo, Juan y Nicolás fueron acompañados por Gabriel el 29/10. Una semana después el P. Piccolet escribía a Ga- briel: “Le diré algo que le será útil: el clero de esta zona está molesto con el hábito (de los Hermanos) que puede serle algo negativo por causa de alguno de los miembros de su congregación que pudieran cometer alguna falta y aún yendo al cementerio o al mercado... con nuestra sotana, etc., adopte un alzacuellos azul, como antigua- mente los sacerdotes y será bien acogido. Su hábito no debe confundirse con el nuestro; esto es serio; y Ud tendría más éxito. Nuestros eclesiásticos los miran ya con repugnancia por esto; el alzacuellos azul les distinguiría de nosotros y de los otros Hermanos. He visto todavía llevar el alzacuellos a los antiguos  69”. En Belley como en la diócesis de Chambery el clero entra inmediatamente en polémica por el hábito de los Hermanos. En Lyon, el consejo episcopal prohibe a (68) María Francisco Piccolet, dicho el Petit, había nacido en Saint Julien (Genevois) el 30/07/1765. Durante la revolución estuvo encargado de las misiones clandestinas en Semi- ne. En 1815 es nombrado director espiritual del colegio de Evian. Con sus dos hermanos, los PP. María Gaspar y María Santiago, trajo a Evian a las Hnas. de San José y a los Hnos. de las E. Cristianas. Publicó una serie de libros religiosos como “Miroir des âmes”, “Vie des Saints”, “Défense de la religion”, “Instruction pour les clercs de paroisse”. En la época que se encuentra con Gabriel, trataba de fundar en Saboya una congregación de Hnos. de San Jo- sé, es decir de Hnos. que fueran a las parroquias, para ocuparse de la instrucción de la ju- ventud y del servicio de la iglesia. Cf. ALBERT Néstor, Les trois Picollet de Saint-Julien. Leur vie et leurs institutions, Académie Salésienne Nº XXI, Annecy 1898.. (69) Carta de Piccolet a Gabriel, 04/11/1836, ASFB, “Clero, Curas, vicarios, capellanes”. 221

HNO. ENZO BIEMMI Querbes, adoptar la sotana para sus “Clercs” de San Viator. Pero el párroco de Vour- les defiende a sus Hermanos y acusa indirectamente a Gabriel: “Usted ve, Señor Vicario General, que el hecho que menciona no se refiere a nin- guno de ellos, al menos que haya querido referirse a un tal Taborin de Belley, que se presenta a veces en Lyon, con hábito eclesiástico completo, llevando ostensible una cruz de misionero, presentando cartas de recomendación firmadas por Mons. de Belley y diciéndose a veces, asociado a nuestro Instituto en la diócesis de Belley. El obispo me lo mandó hace tres años y me envió a él, para ver la posibilidad de establecer nuestro instituto en su diócesis. El prelado ponía condiciones que po- dían dividirnos y que yo no podía admitir. El Sr. Taborin, nunca llevó nuestro hábito, pues nunca fue admitido entre nosotros. Ha sido revestido con la sotana que lleva, por Mons. el obispo de Belley. No podemos ser responsables de sus actos, ni de sus gestos...  70”. El clero de las tres diócesis donde es conocido Gabriel, Belley y Chambery don- de había colocado a sus Hermanos y Lyon donde regularmente hace colectas para su comunidad, se oponen a la adopción del hábito clerical por parte de los Herma- nos. El hábito viene a ser un elemento revelador de la dificultad encontrada para inscribir en el panorama del siglo XIX caracterizado por el binomio Clérigos-Lai- cos, un tercer polo, que participe de los otros dos, aunque distinto de ellos. El Hermano y el Canónigo El año 1836 terminaba con un ligero refuerzo para la institución de Gabriel: el noviciado de Belmont, tres comunidades y con las constituciones que estaban en las manos de Mons. Devie. Pero también terminaba con las relaciones cada vez más difíciles entre Gabriel y el director espiritual de la comunidad, el P. Robert. Este no perdía la oportunidad para manifestar su descontento de los Hermanos novicios encargados de la catedral que, de acuerdo a su juicio, “cada día hacían añorar a los laicos que antes se encargaban de ella”. En su última carta de 1836, parecía haber lle- gado a una especie de ruptura.: “...me contentaré de dirigirlos en lo que concierne al ser- vicio de la iglesia; por lo demás me he liberado y descargado de toda responsabilidad  71”. (70) El P. Querbes al vicario general P. Cattet, 25/11/183, ACSV, Nº 164.. (71) Carta de Robert a Gabriel, 01/12/1836, ASFB, legajo Roland-Robert-Desrumeaux. 222

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX Gabriel trató de reanudar las relaciones, pidiendo perdón y suplicando el olvido de todo y de continuar ocupándose de los intereses de la institución ante el obispo, so- bre todo, de la aprobación de las reglas y la aprobación del Instituto por el gobierno francés  72. El canónigo, impresionado por los sentimientos de Gabriel, le confiesa que había aceptado encargarse de su comunidad “únicamenrte a la fuerza” y que se limitaba a ser canal por el cual le llegarían las órdenes de Monseñor  73. Con estos mismos sentimientos en el correr de 1837 se encargó, por orden de Devie, de exami- nar los dos cuadernos manuscritos de las Reglas de Gabriel. El Hermano tenía urgencia en imprimir las Reglas aprobadas por Mons. Devie antes del comienzo de 1837. En efecto los párrocos que contaban con Hermanos se las pedían; ellas podían ser un punto de referencia esencial para novicios mal for- mados. Pero a la impaciencia de Gabriel, no correspondía el dinamismo de parte del canónigo que se tomaba mucho tiempo para cumplir su tarea. Se llegó a un se- gundo momento de tirantez entre los dos hombres que, en su intercambio episto- lar, aunque respetando las reglas de la buena educación, no dejaban de manifestar las notas de su carácter. En el mes de agosto de 1837, Gabriel no teniendo nuevas noticias de su manuscrito, escribía a Robert, pidiéndole apurar el trabajo: “Sí, Rdo. Padre, estos dos cuadernos contienen todo lo que tenemos que hacer para salvarnos siguiendo nuestra vocación. No están escritos por superiores, como se podía pensar, pero son el fruto de una vocación, puedo asegurarlo con la certeza que viene de Dios; tengo esa firme convicción. Estas reglas parecen venir del cielo; tengo ese presentimiento y no creo que hayan sido inspiradas a quien no estuvie- ra llamado a seguir los consejos evangélicos al entrar en nuestra asociación que, dicho sea de paso, tiene muchos enemigos y no tiene otro sostén que el de nuestro santo y venerado obispo, hombre imparcial y que sólo busca el bien  74”. Esta alusión a la imparcialidad del obispo solo no podía dejar sin reacción al canónigo que aprovecha el despido, por mala conducta, de un Hermano, para res- ponder a Gabriel: “Si su obra ha de ser para gloria de Dios resistirá a todo. Ella viene de Él. Si no, un cristiano pronto se consuela cuando lo que se pierde no está de acuerdo con (72) Carta de Gabriel a Robert, 30/12/1836, Lettres, I, 49. (73) Carta de Robert a Gabriel, 01/1837, ASFB, legajo Roland-Robert-Desrumeaux. (74) Carta de Gabriel a Robert, 18/08/1837, Lettres, I, 65. 223

HNO. ENZO BIEMMI los intereses de esta gloria que debe ser lo primero  75”. Era una invitación explícita a pensar en el fracaso eventual de su obra. La perfidia de una tal exhortación es evi- dente, tanto más que Robert emplea aquí un lenguaje muy querido por Gabriel que constituía para él una especie de refrán en los momentos difíciles. Algunos días más tarde, Gabriel comunicaba al Padre espiritual que había deci- dido dejar para otro año la profesión de sus votos perpetuos porque antes prefería ver aprobadas sus reglas. Robert vio en esta decisión una manifestación de fuerza y no midió sus palabras: “Usted dice que ha reflexionado; lo creo, pero tenga cuidado: su idea sobre la apro- bación escrita de Mons. no ha de lograrse como por asalto, puesto que él dice que quiere que las reglas sean experimentadas antes de ser aprobadas. ¿Cree usted que cambiará?, soy de su parecer  76”. Terminaba invitándole a volver sobre su decisión referente a los votos. Gabriel no cambió de idea, y explicó al obispo sus motivos: “Aprovecho la oportunidad para decirle que iba vivir un gran momento, al unirme a nuestra congregación con los votos, pero he creído, como le dije al P. Ro- bert, que era prudente prepararme más a un acto tan santo y dar a Su Excelencia el tiempo para examinar y arreglar las cosas para dar mayor estabilidad a nues- tro establecimiento; pienso que no haya interpretado mal esto de mi parte; por lo demás estoy siempre dispuesto a hacer lo que su Excelencia quiera. Espero que el año 1838 no pasará sin tener la dicha de hacer mi dulce sacrificio entre sus ma- nos  77”. El “Guía” autorizado “El tiempo para examinar y arreglar las cosas y dar estabilidad a nuestro estableci- miento”, era para Gabriel la aprobación de las Reglas y la autorización del gobierno. Fue obligado a esperar al mes de julio de 1838 para que el P. Robert le entregase el manuscrito corregido y aprobado. Pero cuál no fue su sorpresa cuando vio la firma (75) Carta de Robert a Gabriel, 29/08/1837, ASFB, legajo Roland-Robert-Desrumeaux. (76) Carta de Robert a Gabriel, 16/09/1837, ASFB, legajo Roland-Robert-Desrumeaux. (77) Carta de Gabriel a Devie, 30/12/1837, Lettres, I, 71. 224

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX del canónigo y no la del obispo. Se apresura a escribir a Mons. Devie suplicándole su autorización auténtica: “el P. Robert no era autoridad reconocida, su aprobación se- ría considerada nula por el público  78”. Dos semanas después le presentó también el reglamento de los ejercicios de piedad y el reglamento para las escuelas. Mons. De- vie, aprobó el 12 de agosto de 1838 los estatutos revisados por Robert y los regla- mentos redactados por Gabriel. El Hno. Gabriel obtenía así su primer objetivo. El “Guide” de 1838  79 es el resultado de una intervención bastante radical del P. Robert sobre el manuscrito de Gabriel de 1836  80. La innovación principal introducida por el canónigo consistía en la distinción entre estatutos propiamente dichos y reglamentos de vida. El manuscrito de Ga- briel pierde de este modo su carácter híbrido, que mezcla sin preocuparse, elemen- tos jurídicos, disposiciones disciplinarias y exhortaciones. El documento final estaba dividido en dos partes: los Estatutos y un Directorio compuesto por una se- rie de cinco reglamentos y una recopilación de oraciones. La mano del sacerdote se adivina en la formulación de los estatutos, que son la carta de presentación de la institución, a la autoridad gubernamental y eclesiástica. Quedan reducidos, en relación al manuscrito de Gabriel, de 41 a 30 artículos y re- dactados en estilo suscinto y claro. La preocupación de presentarlos en forma correcta al gobierno aparece desde el primer artículo. La institución es llamada con el nombre común de Asociación de los Hermanos de la Instrucción Cristiana, es decir, con el nombre que el go- bierno utiliza para los institutos de Hermanos docentes considerados de utilidad pública. La finalidad de la asociación se precisa después: “ayudar a los señores curas del campo y de la ciudad, como maestros de las escuelas parroquiales, catequistas, “clercs”, cantores y sacristanes”. Sigue un párrafo esencial que limita la enseñanza que los Hermanos pueden impartir. Se trata de la enseñanza primaria y las disciplinas es- tán claramente indicadas: “lectura, escritura, elementos de la lengua francesa y del cál- culo, el sistema legal de pesas y medidas, las primeras nociones de geografía e historia y (78) Carta de Gabriel a Devie, 08/07/1838, Lettres, I, 77. (79) Guide des Frères de la Sainte-Famille, contenant les règles de conduite qui leur sont prescri- tes, et qui sont approuvées par Mgr l’Évêque de Belley, premier supérieur de l’Institut, Bo- ttier, Bourg 1839. (80) Constitutions et Règlements des Frères dits de la Sainte-Famille formés à Belmont, arrondis- sement et diocèse de Belley. Ain, impreso, Roma 1980, 180 pp. 225

HNO. ENZO BIEMMI agricultura. Enseñan, sobre todo, el catecismo y forman a sus alumnos en las virtudes cristianas, en las buenas costumbres y dan clases de canto gregoriano  81”. Se adivina, por este artículo, la intención de mostrar que los Hermanos se limi- tan a la enseñanza primaria, que puede impartir todo maestro en posesión del di- ploma de segundo grado. Lo “no dicho” en el artículo es que los Hermanos no enseñan el latín, lo que les llevaría a entrar en el campo de la enseñanza dada en los colegios. El artículo XXVI afirma la personalidad jurídica de la congregación y por ende el derecho de aceptar fundaciones y legados, “adquirir propiedades, vender, cambiar y pleitear”, observando todas las leyes del gobierno. Pero la institución de Gabriel no tiene, por ahora, ninguna autorización y la personalidad jurídica no puede obte- nerse si no está autorizada. En vista de esta autorización por el gobierno el P. Ro- bert piensa y redacta los estatutos. La segunda preocupación del canónigo era determinar en forma clara y en conformidad con el derecho canónico el estatuto eclesial de los Hermanos. El noviciado, que era de dos años en el manuscrito de Gabriel, volvía a ser de uno. Los novicios, en la profesión, tomarán el nombre de religión. Pronuncian los cuatro votos de castidad, pobreza, obediencia y estabilidad, por tres años. Pero los renuevan todos los años, lo que hace que no expiren nunca. Los estatutos determi- nan que los Hermanos conservan la propiedad de sus bienes patrimoniales, acla- rando así un punto demasiado vaporoso en las reglas precedentes. De las promesas, introducidas por Gabriel en sus manuscritos de 1836, sólo queda un débil rastro: pueden hacerse por los novicios durante su noviciado, pero no existe otra profesión que la de los tres votos canónicos. Un segundo punto que el canónigo simplifica es el de la jerarquía de los supe- riores. El obispo sigue siendo la autoridad mayor, está representada por un ecle- siástico que se le conoce con el nombre de “padre espiritual”. Pero la verdadera autoridad en el Instituto es el superior. Es elegido de por vida y todos los Hermanos le deben obediencia incondicionalmente. Es él quien mantiene todas las relaciones con los Señores curas y las otras au- toridades. Es asistido por un consejo compuesto por un subdirector, el ecónomo y el maestro de novicios. (81) Art. I, p. 1. 226


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