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Hno. Gabriel Taborin: El desafío de un religioso laico en el siglo XIX

Published by Hermanos de la Sagrada Familia, 2020-07-03 16:34:09

Description: Los Hermanos de la Sagrada Familia de lengua española, deseando contar con material de valor para mejor conocer al Vble. Hno. Gabriel Taborin, su Fundador, realizaron la traducción de esta tesis escrita en francés por el Hno. Enzo Biemmi, de la Provincia Madonna di Loreto (Italia).

La tesis fue presentada en la Universidad de París el 22 de junio de 1995 ante un tribunal formado por profesores de la Sorbona y del “Institut Catholique” de París, para la obtención del doctorado en Historia de las religiones (Antropología) y Teología. Ambas instituciones académicas dieron a la tesis la máxima calificación, lo que ofrece a este estudio una garantía científica de primer orden.

Agradecemos y felicittamo al Hno. Enzo Biemmi por el trabajo realizado.
Este libro, impreso en enero de 2019, es la segunda edición de la traducción al español (la primera data de 1998).

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HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX rior, desde las primeras casas abiertas hasta 1842, demuestran a la vez la fidelidad global a los reglamentos y la distancia impuesta por la práctica de los mismos. El jo- ven Hno. Antelmo, desde su llegada a la parroquia de Sornay, en el mes de setiembre de 1838, se lamenta de no poder disponer todavía de la Regla: “Soy religioso de la Sagrada Familia, quiero vivir su Regla”. La descripción que hace de su jornada, permite dar una idea bastante acertada de lo que un Hermano solitario vive en su parroquia. “Mi clase es numerosa. Está compuesta de 90 alumnos durante el día y unos 20 jóvenes que vienen por la noche; unos para aprender a leer, otros a escribir, otros para cantar (todos ellos muy ignorantes). Le quiero contar el horario de todos mis ejercicios, la del catecismo y la de las clases.... En lugar de hacer el catecismo de tarde lo hago de mañana a las 7 en la sala de clase, allí están todos los jóvenes del catecismo, los que vienen a la clase como los que no vienen, lo que no podría ser si el catecismo fuera de tarde. Esto es así después de convenirlo con el párroco. Em- piezo el catecismo a las siete de la mañana y lo termino a las ocho. Luego los ni- ños van al catecismo a la iglesia, donde el párroco los tiene una hora. Durante ese tiempo voy a desayunar. Después del desayuno vuelvo a la clase y hago trabajar a los mayores que no asisten al catecismo. A las nueve, cuando todos han entrado, comienza la clase que dura hasta las once, hora de la salida. A las once y media, como y tomo mi recreo, y empiezo la clase de la tarde a las doce y media, la ter- mino a las tres y media. Estoy obligado a empezar y terminar a esa hora, en vista de que hay alumnos que vienen de lejos (...). Después de las tres y media, rezo el oficio y hago una corta visita al Santísimo en la iglesia y después trabajo en mi instrucción hasta las seis, luego vengo a cenar. Después de la cena, juego, algunas veces, la partida de dominó con el padre del párroco. Luego hacemos la oración en común, después subo a mi habitación para acostarme, o si es muy temprano, leo o hago otra cosa.... No puedo ir a misa los días de clase, porque es imposible  104”. Vemos los compromisos que los Hermanos están obligados a aceptar. Algunos no pueden asistir a misa, por sus ocupaciones. El horario del día y, por lo mismo el de la oración, tiene que adaptarse a la exigencia del párroco y la situación local. Los Hermanos colocados en los seminarios son los más sacrificados: (104) Hno. Antelmo al Hno. Gabriel, Sornay, 14/12/1838, ASFB., “Frères sortis, Anthelme Lavale- tte”. 327

HNO. ENZO BIEMMI “El querido Hno. Francisco nos da sus noticias por una persona que ha venido del seminario de Grenoble. Tienen que levantarse todos a las cuatro y sólo pueden acostarse a las diez. Están tan ocupados y cansados, que no pueden seguir el Re- glamento y sólo asisten a una misa rezada el domingo y el jueves  105”. A menudo los Hermanos, a pesar de las promesas del párroco y del alcalde, no tienen salón de clase, como es el caso del Hno. Julio, en Aiguebelle: “estoy obligado a dar clase en una pequeña sala malsana, esperando otra más grande. No tengo ni asiento, ni mesa, ni pizarrón. Piense cómo puede marchar esto  106”. Esta situación obliga, a me- nudo, a los Hermanos a adaptar sus horarios, sobre todo durante el verano. El Hno. Juan no tiene dificultad de explicar a sus superiores las razones de su elección: “al referirnos lo prescrito por la regla sobre la duración de la clase de la tarde, pienso que us- ted no prestó atención a que prescribe cuatro horas, pero cuando se han pasado tres, en este horno hediondo, en tiempo de calor, el maestro y los alumnos tienen más necesidad de descansar que de trabajar  107”. Propone, por lo mismo, la modificación de siete puntos de la Regla, entre ellos la obligación de hacer la meditación y rezar el oficio de la tarde en la iglesia, el horario de la clase de la tarde, la obligación de visitar to- dos los jueves al párroco 108. El Hno. Julio solicita tres permisos opuestos al Reglamento: dispensa de rezar el oficio a las cinco y media, porque no se tiene tiempo para salir un poco y pasear- se;  permiso para terminar la clase a las cuatro y media de la tarde; permiso para usar betún para los zapatos, porque el aceite “mancha las sotanas  109”. Se podría con- tinuar la lista que documenta la dificultad para los Hermanos para seguir la regla al pie de la letra. Con todo, estas mismas cartas, muestran en detalle que el Herma- no, realmente está en la línea fundamental trazada por Gabriel. Las variantes inevi- tables no modifican lo esencial de la fisonomía del religioso laico, “totalmente entregado” a su tarea. (105) Hno. Juan a Gabriel, Échelles, 16/04/1842, ASFB, “Frères persévérants, Jean Charrière”. (106) Hno. Julio a Gabriel, Aiguebelle, 06/10/1840, ASFB., “Frères sortis, Jules Dupont”. (107) Hno. Juan a Gabriel, Échelles 16/04/1842, ASFB., “Frères persévérants, Jean Charrière”. (108) Juan Charriere a Gabriel, Pont-de-Beauvoisin, 27/04/1841, ASFB., “Frères persévérants, Jean Charrière”. (109) Hno. Julio a Gabriel, Pont-de-Beauvoisin, 01/06/1840 ASFB., “Frères sortis, Jules Dupont”. 328

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX 3.3 ¿Un Hermano, diferente a los otros Hermanos? En un borrador de su biografía, el Hno. Gabriel escribe sobre su vocación. “Desde nuestra más tierna edad, comprendimos cuánto una Sociedad religiosa de Hermanos, que tuviera a la vez como finalidad la educación de la juventud y el servicio de la iglesia y cantar en ella las alabanzas de Dios, sería útil y podría prestar servicios. Buscamos en vano y no pudimos descubrir ninguna con este fin, en Francia. Quisimos encontrar alguien a quien Dios inspirase crear una obra se- mejante y asociarnos voluntarios a él para crearla, pues sentíamos una atracción particular hacia ese objetivo que ya habíamos cumplido en Belleydoux, nuestra parroquia natal. Pero buscamos en vano  110”. Estas afirmaciones contrastan, se ve bien, con la realidad. En la época de su salida de Belleydoux, había ya en Francia 13 congregaciones de Hermanos docentes, sin contar los Hermanos de las Escuelas Cristianas. La de S. José del Somme estaba constituida hacía un año. Encontramos las mismas contradicciones a propósito de las afirmaciones de Gabriel referente a la composición de sus reglas. En la carta de presentación de las Constituciones de 1836, escribe a Mons. Devie: “... nunca escuché ni leí otras constituciones, ni he copiado el estilo de cualquier otro, todo es de mi propia cosecha...  111”. Lo hemos visto, estas mismas Constituciones reproducen al pie de la letra largos párrafos de la regla de S. Benito, que pudo leer en casa de los Hermanos de la Cruz de Jesús y, al mismo tiempo, ha podido leer y copiar el Directorio de los “Clercs” de S. Viator, que reproducirá en su Guía de 1838. ¿Qué valor dar, pues, a sus afirmaciones? Si nos atenemos a sus convicciones, su Congregación sería la única en Francia de este género y sus reglas obra original. Hay que reconocer ante todo que, en su realización, es mucho más lo que es común que lo que es específico. Es cierto que quizá no estuviera al tanto de lo que pasaba en la iglesia francesa en la época de su salida de Belleydoux. Pero participa, quizá inconscientemente, en un movimiento más amplio que él, un movimiento que le precede y al que se une indi- rectamente por el camino de una sensibilidad difusa y por intermedio de sus ami- gos sacerdotes, de sus confesores, de sus lecturas y por numerosas misiones en las (110) Historique, borrador 3, ASFB., sin título. (111) Carta a Mons. Devie, 12/10/1836, Constitutions de 1836, p. 15. 329

HNO. ENZO BIEMMI que participa. El tejido de influencias que obran sobre él es muy importante y hun- de sus raíces en la experiencia original de la vida benedictina. En este sentido, los Institutos de Hermanos docentes en Francia, tienen un denominador común que a todos les hace parecidos: todos responden a las mismas necesidades, se refieren al mismo modelo y utilizan los mismos medios. Y sin embargo, hay que reconocer una cierta originalidad en cada uno de los fundadores. Esta originalidad procede de la experiencia y sensibilidad particular de cada uno. Para Gabriel lo que le marca es, sin ninguna duda, su experiencia como laico en la parroquia de Belleydoux. Esta experiencia le ha satisfecho y marcado de tal manera que todo lo que oye en lo sucesivo está filtrado por ella y contribuye a reforzarla. Por eso tiene la impresión de que todo es producto suyo, cuando en rea- lidad todo está a su alrededor. Si en él hay una originalidad es el carácter laical de su estatuto eclesial, lo que le permite ser consciente, más que los otros sacerdotes fundadores, de la novedad de que es portador en favor de la Iglesia y la sociedad de su tiempo. El precio que tiene que pagar para salvaguardar esta originalidad forta- lece su conciencia y hace que se crea el único responsable. Por eso se puede decir, a propósito de sus afirmaciones respecto de su congregación y de sus reglas, que hay una profunda verdad en una evidente “mentira”. El “Hermano” según Gabriel es pues un Hermano como los otros y al mismo tiempo, un Hermano diferente de los otros. Se presenta fundamentalmente como un hombre que trabaja como laico en tareas que le ocupan “totalmente” y que le su- mergen en el mundo. Pero cultiva, al mismo tiempo, el alma de un monje, pues se ha unido a Dios y no trabaja sino “por su gloria”. En fin, se viste como el sacerdote porque desempeña tareas “sacerdotales” en la iglesia de la parroquia y en su clase. El Hno. Gabriel es un monje, que trabaja como laico y que viste como un sacerdote. Bajo la extraña mezcla, se oculta una transformadora novedad. IV. ESTADO DE LA CUESTIÓN Y PROBLEMAS QUE PERMANECEN ABIERTOS Al término del análisis histórico respecto al período de 1824-1842 y la descrip- ción del perfil del “Hermano” de Gabriel, tal como se presenta dentro del contexto de las otras congregaciones de Hermanos, podemos fijar nuestra atención sobre dos aspectos que presentan, a primera vista, una configuración problemática y per- 330

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX miten descubrir lo que se esconde en la vocación del Hermano. Se trata, en primer lugar, de la distinción en el seno de la comunidad de Gabriel entre los Hermanos docentes y los legos, y en segundo lugar las reacciones que origina la inserción de una vocación laical en el seno de la comunidad eclesial y civil de la época. 4.1 Dos categorías de Hermanos Un primer elemento que no deja de plantear problemas en el joven Instituto es la existencia de dos categorías de Hermanos: los Hermanos docentes y los legos. La regla de los Hermanos de S. José no conoce esta distinción y los primeros y efíme- ros novicios de Gabriel eran todos de la misma categoría. En 1835 se plantea la cues- tión, por primera vez, de la admisión de Hermanos legos, es decir, después de la estadía del Hno. Gabriel tanto con los Hermanos de la Cruz de Jesús de Bochard y como con los Clercs de S. Viator de Querbes. Estas dos instituciones admiten Her- manos legos, que se ocupan de los trabajos manuales, y permiten de esta manera a los sacerdotes dedicarse a la tarea apostólica. No se trata, pues, de una novedad. Es- ta distinción, como ya se ha dicho, se remonta a los monjes, pero se trata siempre de una distinción entre los sacerdotes y los legos. Juan Bautista de la Salle, que piensa sólo en una congregación de Hermanos dedicados todos a la escuela, admite la categoría de los legos por la simple razón de que hay personas que piden ser ad- mitidas y no tienen capacidad intelectual para ejercer funciones docentes. El Hno. Gabriel no hace sino adherirse a la tradición. Esta elección coincide con las ampliaciones del objetivo de la institución y, sobre todo, con el proyecto de ocuparse de los hospitales y cárceles, proyecto que sólo aparece en 1835, quizá por iniciativa de Mons. Devie, muy sensible a este género de obras caritativas. Las Constituciones de 1836 codifican la distinción y prevén dos clases de hábito, el cle- rical y una cruz para los Hermanos docentes; una sotanilla negra y una cruz más pequeña, para los Hermanos legos  112. El Guía de 1838 confirma estas disposicio- nes  113. Los primeros Hermanos legos aparecen en 1837. Gabriel envía algunos, todos muy jóvenes, al servicio de la catedral de Belley y de las primeras comunidades. La correspondencia activa y pasiva de Gabriel no registra ninguna dificultad o conflic- (112) Art. XVI y XVII. (113) Art. XI. 331

HNO. ENZO BIEMMI to entre estos Hermanos y los Hermanos docentes. Todo marcha bien porque estos Hermanos no se limitan sólo a trabajos manuales, sino que casi siempre se encar- gan de sacristías y ejercen las funciones de “clercs” y de cantores, funciones eviden- temente apostólicas, muy estimadas en el Instituto. Las cosas se complican a partir de 1840, cuando los Hermanos legos son más numerosos y son enviados al servicio de los seminarios. La primera idea fue del P. Roland. Siendo director espiritual del seminario de Lons-le-Saunier y después ecó- nomo, constató los muchos inconvenientes que procedían de la presencia de em- pleados laicos en el seminario y en el mes de enero de 1840, se dirigió a su amigo Gabriel para pedir Hermanos: “En los seminarios, sean grandes o pequeños, es muy difícil encontrar personal de servicio adecuado y que se encariñe con el trabajo, como para quedar fijo. Necesi- taríamos religiosos, hombres formados en la piedad y en la virtud, con una regla de vida y dispuestos a vivir en nuestras casas, como en los conventos, con la segu- ridad de contar con todas las facilidades y de encontrarse bien. Y para comenzar esta obra, es necesario que Ud. me envíe tres, de los cuales, uno para la portería que supiera coser bastante bien como para hacer remiendos ordinarios, otro para panadero y más tarde un tercero para jardinero  114”. Algunos días más tarde, el P. Roland insistía en su idea: “No quiero decir que haya que reducir a estos empleos de bajos oficios, o sea, a empleos materiales, a los buenos sujetos con capacidad o inclinación, deseo o vo- luntad, en una palabra, con vocación para hacer otras cosas mejores y consagrar- se al cuidado de la iglesia y, sobre todo, a la enseñanza de la niñez. Hay hombres para todos los estados y usted los encontraría para aquí. Un año de noviciado bastaría, y como luego podrían resarcir a la casa noviciado con el sueldo que reci- ban, se les exigiría poco como noviciado, lo que facilitaría su admisión; y estos su- jetos, haciendo votos simples y anuales, quedarían a su disposición y bajo su régimen; esto daría facilidad para cambios, cuando fuera necesario o fuera pedi- do por los directores de los establecimientos  115”. (114) Carta de Roland a Gabriel, 31/01/1840, ASFB., Roland/Robert/Desrumeaux. (115) Carta de Roland a Gabriel, 04/02/ ASFB., Roland/Robert/Desrumeaux. 332

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX Gabriel no dudó en hablar a Monseñor, que aprobó la iniciativa, pidiendo al mismo tiempo que los primeros Hermanos fueran enviados al seminario de Bourg y a la casa de Pont-de-Ain. Desde ese momento, Gabriel se moviliza y pide a los Sres. párrocos que le envíen postulantes aptos para estas tareas. Los novicios llegan, ani- mados por las condiciones favorables para su aceptación. Algunos son domésticos laicos, encargados ya del servicio de los seminarios. La primera colonia de Herma- nos legos fue enviada en el mes de octubre de 1841 al seminario menor de Grenoble (siete Hermanos) y al pensionado del Rvdo. Chovin, en Bourg-de-Peage, en Drôme (dos Hermanos). El Hno. Gabriel acompañó en persona a los Hermanos a su des- tino. En 1842, tres Hermanos eran enviados al seminario mayor de Romans, tres a Bourg-de-Peage y once a Grenoble, donde reemplazaron totalmente al personal lai- co. Otros Hermanos legos fueron colocados en las parroquias, junto con los Herma- nos docentes. De los 43 Hermanos en servicio en 1842, al menos 20 eran Hermanos legos, o sea, casi la mitad. Las dificultades no tardan en presentarse. Los Hermanos legos eran tratados como criados, sometidos a un horario imposible, dedicados a tareas puramente materiales. Cocineros, panaderos, empleados, jardineros, porte- ros.... No podían ser fieles a los ejercicios de piedad prescritos por la regla. “... estamos obligados a trabajar durante las horas del sueño, escribe el Hno. Francisco en su pobre francés, no podemos aguantar, estamos abrumados, con falta de sueño; unos rezan, otros duermen, estoy muy molesto hasta que venga a vernos, pues le esperamos todos  116”. “... veo que todos nos arruinamos la salud, pues le puedo decir que nunca he esta- do tan apenado en todo el tiempo que fui empleado doméstico , como lo estoy aho- ra, si no fuera por Dios, no aguantaría. La piedad se debilita con una actividad tal; no creo que podamos hacer un establecimiento permanente en el seminario; esto no es sino para empleados domésticos que no tengan reglamento que seguir; corre el riesgo de hacer más mal que bien, porque es peligroso para los que están y descorazona a los que quieran venir, pues ya lo ha visto en los domésticos que quisieron venir, se desanimaron por eso...  117”. (116) Hno. Francisco a Gabriel, Grenoble, 07/11/1841, “Hnos. perseverantes, Francisco Dumollard”. (117) Hno. Francisco a Gabriel, Grenoble, 04/02/1842, “Hnos. perseverantes, Francisco Dumo- llard”. 333

HNO. ENZO BIEMMI Los Hermanos que pueden escribir, no hacen sino repetir a su superior el mis- mo estribillo: tienen excesivo trabajo, están en una situación que les impide ser fie- les a su regla, son tratados como empleados domésticos. A estas dificultades los superiores de los seminarios responden con la invita- ción a someterse a la obediencia: “Trate de inspirarles un gran espíritu de sumisión y dependencia, y de respeto por el Hermano Director. Haremos de modo que podamos con- servarlos  118”. El Hno. Gabriel adopta, al principio, la misma política, pero se da cuenta pron- to de las dificultades reales y declara su preocupación a quien le había sugerido la idea: “Todos quieren trabajar para cumplir con las funciones de maestros, de catequis- tas o de cantores, pero cuando se les propone el servicio temporal de los semina- rios, prefieren retirarse y abandonar. En cuanto a los ya colocados como Herma- nos legos, se quejan mucho de sus muchas ocupaciones que no les dejan ningún momento libre para dedicarse a sus ejercicios de piedad, lo cual les desanima to- talmente  119”. Por lo mismo, la experiencia de los Hermanos legos en los seminarios, demues- tra, desde el principio, la inconsistencia de una distinción que los Hermanos en- cuentran cada vez más difícil de aceptar. “Quisieran ser colocados con los Hermanos docentes 120”, y la invitación a la sumisión a los superiores, contribuye, cada vez me- nos, a encariñarse con su deber. 4.2 El Hermano y el Sacerdote Si la distinción interna en la institución entre Hermanos legos y Hermanos do- centes nos muestra desde el principio toda su fragilidad, la establecida entre el Her- mano y el sacerdote, viene a ser muy pronto el punto donde se manifiestan los conflictos y las implicaciones eclesiológicas. No se trata aquí de la relación con el párroco de los Hermanos colocados en las parroquias. En efecto, los Hermanos durante su noviciado se forman un elevado (118) P. Collomb a Gabriel, 14/09/1842, “Establecimiento Grenoble”. (119) Gabriel a Roland, 17/03/1842, Lettres, II, 82. (120) Carta de Gabriel al P. Collomb, 11/08/1842, Lettres II, 128. 334

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX concepto del sacerdote y aprenden la sumisión y obediencia a los ungidos del Señor, como se ha visto en el Guía de 1838. En la práctica, asistimos, a veces, a relaciones fraternas de verdadera amistad entre el Hermano y el sacerdote y, a veces, a tensio- nes inevitables. Pero la causa de esto último se atribuye de costumbre al Hermano. Tampoco se trata de admitir sacerdotes en la congregación, ensayo muy limita- do y pronto desechado. Las Reglas de 1836, por influencia de los Clercs de San Via- tor, prevén la admisión de sacerdotes para ejercer como capellanes de la Asociación y los que puedan ser elegidos como superiores  121. De hecho, este artículo nunca se aplicó, excepto en el caso del P. Juan Favre, un antiguo miembro de la sociedad de María de Colin, de 35 años, que entró en Belmont el 15 de diciembre de 1836, con la esperanza de ser ordenado por Devie y ser capellán de la comunidad. Ordenado en el período de la Navidad de 1837, abandonó el Instituto unos días más tarde, el 10 de febrero de 1838, dejando numerosas deudas  122. El Guía de 1838 pone fin a esta corta experiencia, prohibiendo la entrada de sacerdotes en la congregación  123. De lo que aquí se trata, es de la relación de Gabriel con el clero y, sobre todo, del lugar de su institución religiosa de carácter laical en el cuadro eclesiológico de la época. Cuatro puntos de observación, ya señalados a lo largo de esta búsqueda his- tórica, vienen a ser puntos reveladores muy significativos. Se trata de los conflictos de Gabriel con los párrocos, los problemas del hábito, las fusiones impuestas y la no aprobación de las reglas por Roma. Los conflictos El Hno. Gabriel, antes de llegar a dar forma a su institución, se ve obligado a pasar por tres conflictos que se repiten con extraño parecido. En los años de Saint Claude (1824-1826), el conflicto se produce en Jeurre e involucra al Hno. Gabriel, al cura Humbert y al consejo municipal. Todo sucede después de algunos meses de fe- liz acuerdo. Pero desde que Gabriel empieza a tomar iniciativas que son del domi- nio del párroco, (apertura de conciencia de un joven sacerdote y la fundación de un (121) Constitutions 1836, art. XVIII. (122) Registros de entrada de novicios, I, 22. (123) “Ningún Eclesiástico con las Órdenes sagradas puede ser admitido en la Congregación, a cualquier título que sea. El Ordinario del lugar da, solamente y a pedido del Hno. Superior, autorización a uno o varios sacerdotes para la institución religiosa y para desempeñar las funciones de capellán en la casa de Noviciado, si el cura de la parroquia no se encarga o si no fuera suficiente” (art. VI). 335

HNO. ENZO BIEMMI noviciado), las relaciones se deterioran y se abren dos frentes, el del párroco con el consejo municipal y el de Gabriel. El perdedor tendrá que irse por decisión propia, antes de ser despedido. El cuadro se completa en Courtefontaine, donde el P. Roland se hace el defensor de la pequeña comunidad, sin resultados ya que la confianza en la obra de Gabriel se ha desvanecido a los ojos del obispado: es el fin de los Herma- nos de S. José. El conflicto de Hauteville repite en gran parte el primer escenario con ciertas variaciones debidas a las circunstancias. Un año pasa con gran satisfacción para todos, del párroco y del alcalde. Gabriel dirige la escuela y todos están contentos. Pero desde que solicita la autorización para abrir un pensionado (según su estrate- gia, un noviciado), he aquí que el párroco se opone y se levantan contra él toda cla- se de acusaciones. El alcalde, sacerdote él también, le defiende durante un tiempo, pero se distancia luego y lo deja solo. Gabriel, a pesar de la imparcialidad del obis- po, no tiene otra solución más que la de irse. Aquí también el cuadro se completa con la actitud del párroco de Champdor que comprende la iniciativa de Gabriel y la sostiene, pero sin éxito. En Belmont, después de un año de permanencia, transcurrido bajo los mejores auspicios, el párroco obliga a Gabriel en la pequeña sacristía de la parroquia a qui- tarse el hábito clerical, gesto simbólico que habla muy bien de lo que está por suce- der. En cuanto al consejo municipal, empujado por el párroco, niega a Gabriel la dirección de la escuela primaria municipal y le pone un competidor. El perdedor no será esta vez Gabriel, sino el párroco que tendrá que abandonar la parroquia. Es- to es así por la habilidad de Gabriel que encuentra buenos aliados en la familia De Lauzière (opuesta a la nueva municipalidad liberal) y en el párroco de Champdor, el P. Gache. Pero sea cual fuere el resultado del conflicto, el caso es el mismo: este reli- gioso laico, allí donde va, gana el consenso de todos, pero si permanece varios me- ses, perturba el orden establecido y provoca alteración en las relaciones locales. Las fusiones impuestas En otro nivel, pero con connotaciones parecidas, se presentan las numerosas tentativas de fusión impuestas a la comunidad de Gabriel. El primer caso es el de Saint Claude. El Obispo, Mons. de Chamon, después de algunas tentativas, prefiere enviar a los jóvenes Hermanos de S. José, bajo la dirección del P. Bochard, antiguo vicario general del Cardenal Fesch y fundador de los Hermanos de la Cruz de Jesús. Gabriel después de una corta estadía, no acepta las presiones que se le hacen y 336

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX abandona la comunidad de adopción. En Belmont desde que la comunidad de 1833 comienza a organizarse, el obispo piensa en una especie de fusión con los Clercs de San Viator. Hemos visto que la intención de Mons. Devie no es el desembarazarse de Gabriel, sino de poner su comunidad en las manos más experientes del P. Quer- bes, párroco de Vourles. La reacción instintiva de Gabriel hace fracasar el intento. Lo mismo se repite dos años más tarde con la efímera tentativa de fusión con la So- ciedad de María de Colin. La fuerte repugnancia de Gabriel, quizá la de Colin mis- mo, impide el éxito de la iniciativa. Pero en 1837, dos años después, en el obispado todavía se habla de la fusión de Gabriel con Colin. En los tres casos, los dos obispos y su entorno, piensan que la comunidad religiosa dirigida por un laico, no tiene porvenir. Lo que crea el problema, no es aquí la laicidad de la institución (la iglesia necesita Hermanos), sino la dirección, que no puede ejercerse más que por un ecle- siástico, al ejemplo de los Clercs de San Viator, los Hermanos Menores de María, los Hermanos Marianistas de Chaminade, etc. Mons. Devie, a pesar de su equilibrio y clarividencia, no llega, sino lentamente, a aceptar que un laico dirija una congrega- ción. A pesar de eso, pone en su lugar, una serie de correctivos (el párroco, un direc- tor espiritual canónigo...) para asegurar el control de la iniciativa. La querella del hábito Donde lo que está en juego se manifiesta en toda su amplitud es en la querella del hábito clerical. Es un problema en el que Gabriel se muestra prudente, a lo largo de su experiencia. Desde Saint Claude, adopta para sí y sus Hermanos el hábito eclesiástico. Ciertos detalles, como la cruz suspendida al cuello por un cordón y la cinta, permiten la distinción con los sacerdotes. Pero no es ese el pensar del clero. Desde que los Hermanos llegan a la catedral, los canónigos del capítulo se mues- tran puntillosos y el P. Robert se hace el intérprete de su pensar: sólo la levita de los Hermanos legos conviene a los Hermanos. Los motivos que aduce son de naturale- za práctica como la economía o la conveniencia para quien tiene que trabajar. Pero es evidente que la oposición es de fondo y no de forma: hay que distinguir clara- mente al Hermano del sacerdote. Los Hermanos no han puesto aún su pie en Sabo- ya y ya el clero de Chambery se adelanta a manifestar su desagrado. El P. Piccolet es el indicado para ser el portavoz. Explica al Hno. Gabriel que su empresa puede fra- casar sólo por la cuestión del hábito: el prestigio del clero estaría gravemente afec- tado si algún Hermano “cometiera alguna falta o fuera al cementerio o al mercado... con nuestra sotana”. Más moderado que su colega de Belley, le aconsejaba adoptar 337

HNO. ENZO BIEMMI un alzacuello azul: “que su hábito no se confunda con el nuestro; esto es serio, y usted tendría más éxito”. El clero de Lyon no piensa de otra manera. El vicario general, el P. Simón Cattet, hace referencia a los Clercs de San Viator y “desaprueba formalmente el que lleven la sotana, el alzacuello, la cinta y el hábito eclesiástico completo”. El P. Querbes, que no es hombre que se someta pasivamente, se rehusa y pone en tela de juicio al Hno. Gabriel, “que se presenta a veces en Lyon vestido de hábito eclesiástico completo, llevando ostensiblemente la cruz de misionero”. Ante estas presiones, Gabriel no cede ni un milímetro. El hábito tiene para él gran significado: es señal de su separación del mundo, como proclaman los novi- cios el día de su toma de hábito; tiene un valor “defensivo  124” y es para el joven reli- gioso una muralla contra la tentación; indica la pertenencia a una familia religiosa; es particularmente apto para indicar las funciones “sacerdotales” de los Hermanos, las de maestro y “Clerc”; favorece la confianza de la gente y permite por lo tanto, una mayor eficacia apostólica. El único compromiso que se verá obligado a aceptar, es el del alzacuello azul siguiendo el consejo del P. Piccolet. El alzacuello, desde 1842, distinguirá a los sacerdotes de los Hermanos y aplacará, Gabriel así lo espera, el descontento del Obispo, del clero de Belley y de Chambery. Las Reglas no aprobadas Un último punto de observación se refiere a la actitud de Roma frente a la nue- va institución. Hemos visto que se puede hacer un balance ampliamente positivo del viaje de Gabriel a Roma: obtiene la aprobación de su Instituto, cuando se espe- raba sólo un decreto de alabanza, o sea un documento de elogio. Sin embargo, Ga- briel no oculta un cierto desengaño a causa de un punto vital: la no aprobación de sus constituciones, negativa que dejaba a la institución a merced del talante de los obispos. Si miramos de cerca las motivaciones del rechazo, vemos que conciernen a los tres puntos: los votos, el superiorato y el hábito. El problema de los votos evi- dencia un contraste entre la actitud del gobierno francés que no admite los votos perpetuos y la de la Iglesia, que pide una profesión estable después de un cierto tiempo de prueba. Gabriel no tiene dificultad para aceptar la solución de los votos perpetuos, después de tres o cinco años de compromisos temporales. Pero las otras (124) Gabriel sigue en esto la concepción bien compartida por el clero. Mons. Devie escribe “... el hábito es una defensa para el que lo lleva” (Correspondance d’un ancien directeur de sémi- naire avec un jeune prêtre sur la politesse, Lesme, Lyon, 1842, pp. 38-39). 338

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX dos cuestiones son sólo problemas eclesiásticos. El superiorato de un laico y su de- pendencia relativa de los obispos plantean un dilema que la mentalidad del siglo XIX no está pronta a resolver y ante el cual, aun la experimentada competencia ju- rídica de la curia romana, se encuentra incómoda e incapaz para encontrar una so- lución satisfactoria. La fórmula sibilina “sub regimine unius Fratris Superioris, ac sub omnimoda ergo locorum Ordinarios subjectione” (“bajo la dirección de un solo Herma- no Superior y bajo la total dependencia de los Ordinarios del lugar”), parece ser la solución que contempla lo uno y lo otro. En cuanto al hábito, las razones de la per- plejidad romana son las mismas que las de la Iglesia gala. La no aprobación de las reglas, permite mantener el control de la Institución y de su superior. El cuadro ro- mano se completa si recordamos que el rechazo de aprobación se debe a la presión de ciertos obispos franceses, que guardan su anonimato y piden que los “nuevos es- tatutos, no sean aprobados sino después de un tiempo de reflexión”. En este mismo sen- tido, se comprende, en todo su alcance, la proposición del buen obispo griego que aconseja a Gabriel ordenarse sacerdote; así suprimiría, una vez por todas, el obstá- culo clave de sus dificultades y que inquieta a la mentalidad clerical de la época. 4.3 El tercer polo Hay que desconfiar de las apariencias. En efecto, estaríamos tentados a atri- buir las numerosas dificultades soportadas por Gabriel a su mal carácter. Hay mu- chos argumentos para apoyar esta hipótesis. Desde su infancia, lo hemos visto, no era fácil dirigirle y entre sus compañeros desempeñaba el papel de jefe. Hasta llega- ba a dominar a su empleado y a las personas mayores de su parroquia. Una fuerte tendencia al liderazgo no se puede negar en él. Por lo mismo podríamos atribuir sus conflictos a sus deseos de independencia y a la necesidad de hacer la obra total- mente suya. ¿No es esta también la razón del rechazo a fusionar su institución con otra?. Podríamos también buscarlo de parte de los sacerdotes y los obispos involu- crados. El obispo de Saint Claude, era, según los historiadores “impulsivo y torpe, no admitiendo opinión contraria”. Los párrocos de Jeurre y de Hauteville eran ya de cierta edad y sus reacciones comprensibles. En cuanto a la cuestión del hábito, podríamos reducirla a un hecho simplemente espiritual: Gabriel se obstina en la sotana clerical por la riqueza del significado espiritual y moral que le atribuía. Todas estas explicaciones tienen, sin duda, su validez y contribuyen a clarificar los hechos y su significación. Pero corremos el riesgo de dejar de lado el verdadero 339

HNO. ENZO BIEMMI problema, si solamente nos ceñimos a interpretaciones de carácter psicológico y moral. Los cuatro puntos examinados esconden otros elementos de naturaleza eclesial y social que hay que descubrir. Los tres conflictos demuestran que el Hno. Gabriel inmerso en el cuadro pacífi- co de una parroquia de la Restauración, cimentadas sobre las dos autoridades reco- nocidas (el alcalde con su consejo y el párroco) con sus proyectos parcialmente autónomos, fuerzan la estructura constituida y llevan hacia una redistribución de poderes, considerada como amenazante para los protagonistas. Es una situación paradójica. La sociedad tiene necesidad de reforzar estas estructuras y asegurar la supervivencia. El Hermano es el hombre que le hace falta, útil, social y económica- mente. Pero desde el momento en que éste actúa, crea a su alrededor un nuevo ám- bito donde se juega una competencia y por lo mismo un poder. El que es considera- do apto para asegurar la permanencia y la estabilidad, se transforma, a pesar suyo, en una fuente de inestabilidad y evolución. La obstinación de Gabriel por la sotana, no se explica solamente con razones morales y espirituales. El hábito clerical es el espacio que quiere conquistar para significar y reivindicar su participación, con pleno derecho, al grupo de los que trabajan a tiempo pleno por el evangelio. Una lectura superficial de este apego nos llevaría a ver en él una tendencia clerical, lo que en parte es cierto, como influencia de la mentalidad de la época. Sin embargo, el problema es otro. Adoptando la sotana quiere significar firmemente la presencia de un papel inédito, que no consiente ser reducido a un papel pasivo. Quiere mani- festar que, aun permaneciendo laico, no quiere ser un simple “consumidor”, sino un “productor” y un protagonista. Y por lo tanto, para Gabriel la fidelidad a su pa- pel, y por lo mismo a su independencia, está acompañada siempre de una depen- dencia práctica, podríamos decir operacional con respecto al clero. En otras palabras, el hábito es el espacio simbólico que Gabriel ocupa, para señalar al mis- mo tiempo su pertenencia y su diferencia. En el concepto eclesial y social piramidal de la Iglesia y de la sociedad del siglo XIX esto no puede causar sino una sacudida. Tomando prestada la expresión de Bernard Sesboüé, la presencia del Hermano es un caso ejemplar en la Iglesia y en la sociedad, de un tercer polo  125. En efecto, su- cede en la historia que, frente a la situaciones de necesidad, la Iglesia y la sociedad producen un tercer polo que se inserta entre los habituales: clero y laico. El resulta- (125) SESBOÜÉ Bernardo, “Les animateurs pastoraux laïcs. Une prospective théologique”, Études, setiembre 1992, París, pp. 253-265. 340

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX do de esta redistribución de relaciones y, por lo tanto, de poderes es o bien la unión progresiva de la nueva fuerza al esquema tradicional (y por ende su desaparición), o bien su permanencia, que obliga a los otros polos a renovarse. El nacimiento del Hermano es pues, una suerte para la sociedad del siglo XIX y una fuente potencial de cambios. Pero por la misma razón es considerada como un riesgo y, por ende, co- mo una amenaza. La tentación de hacerla inocua y de relegarla es muy fuerte y se expresa como una iniciativa concertada de control. Desde el punto de vista social, la presencia del Hermano empuja inconsciente- mente hacia una comunidad más fraterna, más democrática. Desde el punto de vis- ta eclesiológico, lleva a la Iglesia hacia la revisión del modo de concebirse y de organizarse. Es una implícita invitación a valorizar los carismas y ministerios, lo que no significa un desconocimiento de la autoridad establecida. Pero esto no se admite en una eclesiología piramidal. El carácter fuerte de Gabriel, no explica, pues, los conflictos, sino más bien la resistencia y perseverancia que le permiten asumirlos. A pesar de las críticas, que no son a menudo sino una verdadera perse- cución, este laico religioso, obtiene lo que quiere y obliga al obispo y al clero a acep- tar su presencia como don inédito del Espíritu, un don que por cierto molesta e invita a una revisión de mentalidad. Esto no es, por lo demás, una prerrogativa de Gabriel, es el aporte de todas las congregaciones de Hermanos. Lo que sí le es origi- nal, es que, a diferencia de otros fundadores, que son miembros del clero, a veces muy influyentes, él es un laico. El precio a pagar es entonces mucho más caro: más valdría seguir el consejo del obispo griego, su amigo de Roma. . 341

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HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX Tercera Parte LA RECEPCIÓN DE LA VOCACIÓN DE HERMANO (1843-1864) Los años 1799-1824 han constituido la cuna de la vocación de “Hermano” en el sencillo cuadro de una parroquia rural del primer Imperio y de la Restaura- ción. En este humus, deudor a la vez del Antiguo Régimen y de la Revolu- ción, nace y se experimenta la intuición de Gabriel. Los años de Saint Claude, de Hauteville, de Belmont y de Belley (1824-1842) se presentan como el parto lento y doloroso de una obra que en 1841 obtiene el primer reconocimiento institucional de la Iglesia y del Estado. Pero todo está por decirse sobre como se inscribe en el cuadro social y eclesial del siglo XIX. Del año 1843 hasta el 1864, año de la muerte de Gabriel, asistimos al desarrollo de su obra, tan difícil como su alumbramiento. Ella, en efecto, debe entrar en diálo- go con las dos instituciones, para las que existe y sin las cuales no puede subsistir, la Iglesia y el Estado. Los tres actores van a medirse en una confrontación que se presenta difícil. Está, ante todo, la conciencia personal de Gabriel. Ella le confirma, ante todo, que su obra está al servicio del Estado y de la Igle- sia, del ciudadano y del cristiano. Frente a las oposiciones y a las trabas, emerge con fuerza y constantemente un punto: “Si esta obra viene solo de ti, seguro será obra muerta, pero si es obra de Dios, él la sostendrá contra todo y contra todos 1”. Desde el fra- caso de Saint Claude, hasta la oración de su testamento espiritual a pocos meses de su muerte, este refrán viene a ser como el único punto de referencia intocable. Su obra viene de Dios y hay que defenderla al precio del sufrimiento y la persecución, no se asusta por ello: el sacrificio está hecho 2. Por otro lado está el Estado. Si en una (1) Historique, manuscrit 5, ASFB. (2) Gabriel a Mons. de Langalerie 20/07/1858, Lettres, XII, 92. 343

HNO. ENZO BIEMMI parte del siglo (XIX), acepta delegar la enseñanza primaria a la Iglesia, más por fal- ta de medios que por convicción, pronto se compromete en la línea del monopolio de la escuela y de su laicidad, en nombre del derecho de todo ciudadano a la ins- trucción. De acuerdo a esta concepción, la obra de Gabriel sólo puede aparecer co- mo concurrente (Capítulo 1). Por último, está la Iglesia. Privada por la Revolución de las Congregaciones reli- giosas, y de lo que ella considera su derecho a ocuparse de la educación cristiana de la juventud, favorece con todas sus fuerzas, a las nuevas congregaciones caritativas y enseñantes, las únicas que el gobierno admite como “Asociaciones de utilidad pú- blica”. Pero también aquí se presenta una paradoja: ¿cómo conciliar tradición e in- novación, derecho canónico y novedad, carisma e institución? Una congregación religiosa laical, gobernada por un laico en principio es aceptada sin reservas, pero es muy difícil integrarla cuando se aparta de los caminos trillados (Capítulo 2). La recepción de la vocación de “Hermano” que Gabriel considera aceptada, puesto que había nacido como servicio social y eclesial, no va por sí misma. Ya sea por parte del Gobierno, ya sea por parte de la Iglesia, crea problemas. A partir de los años 1860 no hay para Gabriel sino una solución: permanecer fiel a sí mismo. Es la postura que adopta y por ello paga su precio, no sin sufrimien- to, ni sin incertidumbres (Capítulo 3). 344

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX Capítulo I MARGINACIÓN DEL HERMANO POR PARTE DEL GOBIERNO E l desarrollo de los Hermanos de la Sagrada Familia está estrechamente liga- do a la enseñanza primaria y sufrió el contragolpe de la actitud de los dos gobiernos involucrados (sardo y francés) respecto a la Iglesia y las congre- gaciones docentes. Hasta 1848 la situación es fuertemente favorable al Hno. Gabriel, en Saboya y Alta Saboya, gracias a la autorización del rey Carlos Alberto y a una legislación que delega a la Iglesia la enseñanza primaria. Esto explica el hecho de que el recluta- miento de los Hermanos de la Sagrada Familia se hace casi exclusivamente en Sa- boya y que sus escuelas se desarrollan, sobre todo, en esta región. En Francia la ley Guizot (1833) aunque privaba a los Obispos del monopolio de la enseñanza prima- ria, que les había concedido la ley de 1824, permanece favorable a las Congregacio- nes docentes, pero la falta de la autorización del gobierno y los privilegios anexos (exención del servicio militar, facilidad para obtener el diploma) paraliza la acción del Hno. Gabriel. A partir de 1848 la actitud de los dos Gobiernos sufre una tendencia opuesta. En Saboya las leyes liberales de 1848 (ley Buoncompagni) atacan al monopolio de la Iglesia y llevan a la laicización de la enseñanza. Todas las escuelas tenidas por los vicarios de las parroquias son cerradas. Las escuelas de las congregaciones son neutralizadas. Gabriel consigue evitar el cierre de una buena parte de sus escuelas, pero no abrirá ninguna. En Francia la ley Falloux (1850) abre una década muy fa- vorable a las congregaciones, pero el gobierno rehusa la autorización a los Hermanos Sagrada Familia aprovechando una acusación calumniosa contra su Superior. La anexión de Saboya se volcará contra el Hno. Gabriel, permitiendo al gobierno francés privarle de todo privilegio y autorización anteriormente adquiri- dos. 345

HNO. ENZO BIEMMI Así, paradójicamente, el período de expansión de las congregaciones docentes en Francia llega a ser el más difícil y estéril para Gabriel, hasta el punto de compro- meter irremediablemente su desarrollo. Su caso se hace emblemático del enfrenta- miento entre dos concepciones opuestas de la escuela: la que la considera como obra de caridad confiada por Dios a la Iglesia y la que la ve como una derecho del ciudadano y, por lo tanto, como deber del Estado. I. DESARROLLO EN SABOYA Y FRANCIA (1843-1848) 1.1 La situación de Saboya bajo el “Buon Governo” El 16 de diciembre de 1815 Víctor Manuel I había vuelto a tomar posesión com- pleta de todo el territorio de Saboya en nombre del rey de Cerdeña, y el 22 de di- ciembre un edicto pone en vigor las reales constituciones y leyes sardas en toda Saboya. El 15 octubre de 1814 había sido establecido un Consejo de reforma en Con- flans, cerca del actual Albertville, para ocuparse de la enseñanza. Desde esta fecha la intención de la Reforma era poner en manos de los eclesiásticos la enseñanza pública. Hasta 1848 la situación de la escuela primaria en Saboya es paralela a la de Francia y la enseñanza primaria se concibe de la misma manera; un aprendizaje elemental de lectura, escritura y aritmética y, sobre todo, educación moral y reli- giosa 3. (3) El Estado de la enseñanza primaria en Saboya en el siglo XIX, bajo el régimen sardo (1815- 1860) ha sido objeto de un cierto número de estudios. La obra de referencia es del 1875 por el archivista del departamento de Saboya: De JUSSIEU Alexis, Histoire de l’instruction pri- maire en Savoie d’après les Archives départementales, communales et paroissiales, Perrin, editor, Chambery 1875. En 1960  el Sr. Jacques Lovie publica un artículo sobre el mismo te- ma que consiste esencialmente en una evocación de la legislación: LOVIE Jacques: “L’ins- truction primaire en Savoie de 1815 à 1860”, en Actes du quatre-vingt-cinquième Congrès des Sociétés Savantes, Chambéry Annecy, 1960, section d’Histoire moderne et contemporai- ne, París 1961, pp 95-106. En 1968 Devos completa este artículo interesándose por la evolu- ción de la enseñanza elemental, ayudado por ciertas estadísticas: DEVOS Roger, “L’instruction primaire dans le diocèse d’Annecy de 1815 a 1860”, en Actes du Congrès des Sociétés savantes de Savoie, Saint Jean de Maurienne 1968, pp 215-222. En 1979 M. Détharré publica una tesis sobre el mismo asunto: DÉTHARRÉ Jean Charles, L’enseignement en Savoie sous le “Buon governo” (1814-1847/1848), Doctorado de Estado, Grenoble 2, 1979. En 346

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX La intervención del Estado es cada vez más incisiva. El Rey Carlos Félix (1821- 1831) por un decreto del 23 de julio 1822, instaura un sistema uniforme y establece la municipalización y la gratuidad de la enseñanza primaria, pero la aplicación se presenta difícil. En efecto, las mismas prescripciones son reiteradas y codificadas en 1839 y en 1840 en un Recueil des dispositions souveraines concernant les études hors de l´Université et les établissements dépendants du Magistrat de la Réforme (Manual de disposiciones soberanas referentes a los estudios fuera de la Universidad y los esta- blecimientos dependientes del magistrado de la reforma), seguido de L'Instruction aux maîtres des Écoles élémentaires précédée des dispositions des règlements concernant ces mêmes Écoles (Instrucciones para los maestros de escuelas elementales y disposi- ciones reglamentarias referentes a dichas escuelas). Esta legislación de los años 1840 interesa directamente a las escuelas abiertas por Gabriel Taborin hasta 1848. Esta legislación establece que la escuela primaria funciona desde el 3 de noviembre hasta el 7 de setiembre. Por primera vez la autori- dad se preocupa de examinar la conducción de la clase y orienta, aconseja a los ma- estros: preocupación por el método 4, ocuparse de todos los alumnos, manifestar en toda circunstancia perfecto equilibrio de humor, dar prueba de paciencia, delicade- za e imparcialidad, mostrar gran respeto al párroco y al alcalde, se propone tam- bién un sistema de recompensas y castigos, por ejemplo, el “bonnet d'âne” (bonete de burro), y el “banc du châtiment” (banco de penitencia). El horario escolar está re- glamentado detalladamente y corresponde en gran parte al adoptado por el Hno. Gabriel en las Constituciones de 1839. Se reglamenta la entrada en la que el alumno saluda al crucifijo, luego al maestro y ocupa el lugar según el orden de llegada em- pezando por el centro del banco. El examen de limpieza, el corte de las plumas, la recitación de las lecciones, la oración de la mañana preceden a la clase propiamen- te dicha. Las actividades religiosas tienen un lugar importante con la media hora diaria de catecismo, la instrucción el sábado sobre la celebración del domingo, la lectura en el libro Devoirs du Chrétien (Deberes del cristiano) de La Salle, el Agimus tibi fin en 1982, aparece la memoria de Juillard que tiene el mérito de estudiar el impacto de la política de la enseñanza en la opinión saboyana y se ocupa extensamente de la enseñanza de las congregaciones: JUILLARD Jean-Yves, L’instruction primaire en Savoie du Nord de 1848 à 1875. La politique de L’Enseignement et l’Opinion savoyarde. L’évolution du réseau scolaire. Le personnel des écoles élémentaires, mémoire de maîtrise, Lyon III 1982. (4) Tendría que ser “normal” es decir que el maestro debía dedicarse a todos y al mismo tiempo, y no a algunos sucesivamente. 347

HNO. ENZO BIEMMI gratias (Te damos gracias) al fin de la clase de la mañana y tarde, el manejo casi constante de los tratados como la Conduite pour acquérir la piété chrétienne (Manera de adquirir la piedad cristiana), la Civilité Chrétienne (La educación cristiana), Le Jeu- ne Communiant (El joven comulgante), y por supuesto el catecismo 5. La Iglesia conserva hasta 1848 una situación de monopolio: la ley de 1822 con- firma que ningún maestro puede ejercer la profesión sin autorización del obispo y que las funciones administrativas son competencia exclusiva de los eclesiásticos. La legislación del “Buon Governo” prevé también “escuelas privadas” es decir, escuelas cuyo maestro no es asalariado por el municipio, sino por la cotizaciones de los padres de familia, por fundaciones y por donaciones. Ningún seglar puede dirigir una escuela privada sin tener la autorización de los Reformadores; sólo los miembros del Clero pueden establecerse libremente (ley del 8 junio 1826) y ser dis- pensados del examen de aprobación (ley del 22 febrero 1828) Las Congregaciones o los vicarios encargados que dirigían escuelas, estaban dispensados de las pruebas pedagógicas. El papel de Mons. Billiet El desarrollo de las comunidades del Hno. Gabriel, en Saboya y Alta Saboya, va unido en gran parte a esta situación favorable en la Iglesia y al interés que Mons. Billiet, arzobispo de Chambery, dispensó durante toda su vida a la enseñanza pri- maria en sus parroquias. Hombre de ciencia, lanzó una encuesta en sus parroquias y publicó el resulta- do en una “Mémoire sur l’instruction primaire dans le Duché de Savoie”, que tuvo gran resonancia 6. Había invitado a sus sacerdotes a responder a dos preguntas: 1ª ¿Cuántos niños asistían al catecismo durante el invierno, en cada parroquia? 2ª De este número, ¿cuántos sabían leer? La encuesta realizada en toda Saboya demostró que el 60% de los niños sabían leer, la proporción era del 87% en Tarentaise, 83% Maurienne, 58% en la diócesis de Annecy (Alta Saboya actual) y 50% en la de Chambery. Las parroquias más aparta- das y las altas llegaban a un 92% y la de las suburbios de Chambery a un 25% o 30%. En su análisis de la situación, viendo el contraste entre la montaña y la llanu- (5) LOVIE, o.c. 98-99. (6) BILLIET Alexis, “Mémoire sur l’Instruction primaire dans le Duché de Savoie” en Mémoires de la Société Royale Académique de Savoie, tomo XII, Chambery 1846, pp. 351-368. 348

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX ra, el Arzobispo lo atribuye a los propietarios que dejan a los niños de sus emplea- dos crecer en la ignorancia,  “porque los gastos de su instrucción deberían estar a su cargo y a veces, porque les conviene más que no sean instruidos”. La denuncia del prelado es muy enérgica y refleja la experiencia que él mismo tuvo en su infancia. Proveniente de una familia de campesinos, había pasado por la escuela del Sr. Cura y había tenido que aprender por su cuenta durante el “alpage” (pastoreo de animales en los Alpes) donde llevaba sus libros (gramática y dicciona- rio), dando al mismo tiempo catecismo a los niños y presidiendo la reunión de ora- ción 7. La necesidad de modificar este cuadro cargado de tintas negativas provenía, se- gún el prelado, de consideraciones humanas, pero sobre todo religiosas: “Pero el asunto es más grave y más importante, si se le mira bajo el punto de vista moral y religioso. El hombre ha nacido para el cielo; no puede llegar a él sino do- minando sus inclinaciones de acuerdo a las máximas del Evangelio... Luego, for- mar a la virtud, a las buenas costumbres, a todos los habitantes de un municipio rural, inspirando el amor al trabajo, al orden y a la economía; acostumbrarlos a la modestia, a la templanza, a la buena fe, a la justicia, a la caridad, a la pureza, a la paciencia, a la resignación en la desgracia, es una tarea ciertamente ruda y difícil. Para conseguirlo hay que ofrecer desde la juventud una enseñanza sólida y suficientemente amplia”. Coherente con su concepción de la escuela primaria y de su importancia para la formación religiosa de los niños del campo, el arzobispo de Chambery se com- promete durante los 50 años de su episcopado, a proteger a las congregaciones reli- giosas consagradas a la enseñanza primaria. Tres congregaciones masculinas pros- peran en su diócesis: los Hermanos de las Escuelas Cristianas (presentes en Cham- bery desde 1811 y que dirigen escuelas primarias en una treintena de municipios de Saboya), los Hermanos de la Sagrada Familia y los Hermanos de la Cruz de Jesús. En cuanto a las Congregaciones femeninas, además de las Hnas. de San José, se cuentan otras ocho, consagradas a la educación de la juventud 8. (7) LOVIE Jacques, Les diocèses de Chambery, Tarentaise , Maurienne, Historia de las Diócesis de Francia Nº 11, Beauchesne, París 1979, p. 175. (8) Sobre la Enseñanza primaria congregacional en Saboya en el período sardo, ver DE JUS- SIEU, o.c., pp. 220-255; JUILLARD, o.c., 65-84. 349

HNO. ENZO BIEMMI Las Escuelas de los Hermanos de la Sagrada Familia en Saboya La situación favorable a las Congregaciones antes de 1848, la protección al Mons. Billiet y el privilegio de la exención del servicio militar de los Hermanos, ob- tenido por Gabriel en 1842, explican el desarrollo de las comunidades de los Hermanos de la Sagrada Familia hasta 1850. Se trata de un desarrollo considerable, teniendo en cuenta los pocos medios de que disponía Gabriel, en comparación del número de comunidades abiertas en Francia. 350

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX Desde 1846 a 1850 Gabriel abre 45 escuelas en Saboya y en Alta Saboya 9 y cierra solamente 12. En 1849 sus Hermanos dirigen en los Estados Sardos franceses, 31 es- cuelas. 1.2 La situación en Francia bajo el régimen de la ley Guizot Contra las 45 escuelas abiertas en los Estados Sardos franceses (Saboya y Alta Saboya), Gabriel sólo puede abrir unas veinte en Francia, y sólo tenía 8 en 1848, contra las 30 que tenía en Saboya y Alta Saboya. ¿Qué es lo que podía impedir el desarrollo de un congregación dedicada a la enseñanza primaria en el país donde había nacido? (9) En Saboya, 27 escuelas: La Motte Servolex, Pont de Beauvoisin, Avressieux, La Rochette (en dos ocasiones), Aiguebelle, Saint Pierre d’Albigny, Freterive, les Echelles, Bissy, Châteauneuf, Yenne, Arbin, Modane, Lanslebourg, Randens, Châtelard, Montmelian, Albens, Grésy-sur- Isère, Saint Hélène-du-Lac, Argentine, Valloire, Bons-en-Chablais, Chindrieux, Saint Chris- tophe-la-Grotte, Arvillard, Ruffieux. En Alta Saboya: 18 escuelas: Saint Jeoire-en-Faucigny, Boëge, Habère-Poche, Viuz-en-Sallaz, Frangy, Bonneville, Archamps, Alby-sur-Cheran, Douvaine, Les Gets, La Chapelle d’Abon- dance, Doussard, Vacheresse, Cusy, Nernier, Cervens, Cruseilles. 351

HNO. ENZO BIEMMI Certificado de capacidad y servicio militar El Hno. Gabriel no pudo beneficiarse en Francia de las disposiciones muy favo- rables de las leyes escolares de la ordenanza del 29 de febrero de 1816, de la del 12 de abril de 1824 y de la del 21 de abril de 1828. Entre los privilegios que estas leyes concedían a las Congregaciones estaba la excención de todo examen para el certificado de capacidad: este lo concedía el Rec- tor a los miembros de las congregaciones, “visto el documento de obediencia extendido por el Superior o el director de dicha Asociación...”10. Cuando un Superior enviaba a un Hermano a una escuela municipal, éste presentaba su obediencia al Rector, el cual expedía, ipso facto, un certificado de capacidad y la autorización para enseñar en primaria. Esto le concedía el derecho de percibir del municipio, el salario previsto para los docentes. El privilegio de la carta de obediencia fue abolido para las congregaciones mas- culinas 11 al principio de la monarquía de julio por la ordenanza de 18 de abril de 1831, y a partir de este momento todo Hermano ha de rendir examen parta obtener el certificado. Pero el problema del certificado no es el más grave. Es en realidad secundario en relación con el problema del servicio militar. A partir de 1832 el servicio militar tiene una duración de siete años y se basa en el sorteo: el tercio de conscriptos constituye el contingente. Los sujetos en malas condiciones físicas y los que son el sostén de la familia están exentos. Los demás so- lo tienen un medio de liberarse, pagar un reemplazante 12. (10) Art. 10 de la ordenanza del 21 de abril de 1828. Esta ordenanza no consagra sino por una norma general lo que está en uso desde siempre. (11) En cuanto a las congregaciones femeninas, una comunicación del 26 de diciembre de 1834 nos dice que ellas continúan disfrutando el privilegio de la carta de obediencia que no será abolido (salvo el corto paréntesis de 1848-1850) sino por la ley del 16 de junio de 1881 sobre los títulos de capacidad. Sobre toda la cuestión de certificado y la carta de obediencia para las congregaciones ver: BIEMMI Enzo; Recherche sur l’identité sociale et ecclésiale des “frè- res” au XIXème siècle: le Frère Gabriel Taborin (1799-1864), Memoria de D.E.A., Sorbona Pa- rís IV, 1990, pp 111-113. (12) La ley Gouvion Saint Cyr del 10 de marzo 1818 fue la primera en dispensar de los 7 años del servicio militar a los que firmaban un compromiso decenal de servicio a la enseñanza pú- blica. La ley sobre el reclutamiento para las armas del 21 de marzo de 1832, reafirmaba la posibilidad de un compromiso con la institución antes del sorteo. La circular del 21 de fe- brero de 1833 establecía las formalidades,registros a los maestros para ser dispensados del servicio militar . El Art. 79 de la ley Fanaud (15 de marzo de 1850) decreta que pueden ser 352

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX Para una congregación, el servicio militar de larga duración significa la pérdi- da de los sujetos que van a él. Para evitar este inconveniente sólo había dos medios: suscribir el compromiso decenal previsto en la ley o bien ser miembro de una Aso- ciación caritativa reconocida. El primer medio se considera casi imposible para los jóvenes Hermanos de Ga- briel. En efecto, en el momento del sorteo era necesario estar provisto del certifica- do de capacidad para poder suscribir el compromiso o certificar estar inscrito en una escuela normal. Pero estos jóvenes campesinos franceses que llegaban al novi- ciado sabiendo apenas leer y escribir, en el momento de entrar en el servicio mili- tar, estaban lejos de poder aprobar el examen de capacidad. Sus colegas saboyanos, por el contrario, no tenían este problema. La congregación no estaba reconocida en Francia, pero sí en los Estados Sardos. Cada año, Gabriel enviaba a Turín las listas de sujetos para eximir y podía utilizarlo inmediatamente en alguna de sus escuelas. Este “handicap” explica, por un lado, el poco reclutamiento de Hermanos de la Sagrada Familia en Francia y por otro, el débil desarrollo de las comunidades en Francia. Podemos considerar el problema de la exención del los Hermanos como el im- pedimento más grave con el que Gabriel tropezó durante toda su vida. La primeras diligencias para obtener la autorización legal: los intentos en 1836 Durante 25 años, desde 1836 hasta su muerte, Gabriel trabaja inútilmente para conseguir autorizar legalmente en Francia su asociación. Sigue los dos caminos de que dispone: los pedidos directos al ministro de Instrucción Pública y el rodeo de una fusión o afiliación con una Congregación legalmente reconocida. Las primeras conversaciones sobre este asunto importante comenzaron a fines de 1836. Las dificultades tenidas en Lyon durante sus visitas para pedir dinero y la prohibición de continuarlas le habían inducido a Mons. Devie a pedir la autoriza- ción para la asociación naciente. Esta autorización, le habría dado el derecho a re- cibir donaciones y legados para su Congregación. La suerte adversa del Hno. Esta- nislao, su sobrino y del Hno. Antelmo en 1838, obligados ambos a partir para el dispensados del servicio militar contrayendo el compromiso de dedicarse durante 10 años a la enseñanza pública, “los miembros o novicios de las asociaciones religiosas, dedicadas a la enseñanza y autorizadas por la ley” (estos datos están extraídos de GREARD, o.c., 4 vol.). 353

HNO. ENZO BIEMMI servicio militar durante 7 años, reactivó el asunto de manera urgente. Gabriel ha- bía perdido dos de sus primeros Hermanos y no quería perder otros. Para conseguir este objetivo se apoyó totalmente en su obispo, Mons. Devie, su protector, que goza- ba de la estima de sus Hermanos en el episcopado y de gran crédito ante el go- bierno. La impaciencia del joven superior no modificó la actitud de Mons. Devie, a pesar de la proposición que le hicieron de los arzobispados de Reims y París, que manifestaba cuánta estima el Rey le tenía, el prelado fue discreto en sus trámites en París. Sabía, en efecto, que durante la monarquía de julio ninguna Congregación había sido autorizada y los tiempos no estaba maduros para estas empresas. El período 1840-1843 debía traer un apaciguamiento de las pasiones políticas y Mons. Devie entabló contactos con el Ministerio de Instrucción Pública. Una carta del Sr. Emmanuel Cauchy, secretario de la Cámara de los Pares, fechada el 11/03/1843, enviada a Mons. Devie o a uno de sus intermediarios, nos presenta la si- tuación 13. El Sr. Deulebecque, el Sr. Rendu y el Ministro, Sr. Villemain, interpelados sobre el asunto, manifiestan todas sus reservas; se ocupan del asunto, pero no hay ninguna posibilidad de que llegue a buen término. La respuesta confidencial del Sr. Rendu no deja ninguna duda: “La Restauración no ha dudado en creerse en el derecho de establecer por simples ordenanzas las asociaciones caritativas y religiosas, como los Hermanos de las Escuelas Cristianas, los Hermanos de San José, los Hermanos de San Viator, los Hermanos Maristas (o Marianistas) de Burdeos, etc. etc. En efecto, ha autorizado 9 ó 10 y no tuvo al respecto ninguna reclamación seria. La Revolución de 1830 no ha autorizado, en lo sucesivo, ninguna otra Asociación de esta naturaleza y además, le ha parecido que no tenía el derecho de hacerlo. Esto es todo el problema. En cuanto a mí, no tengo ninguna duda. Está perfecta- mente claro que las congregaciones de hombres de votos perpetuos están prohibi- das por ley y que no hay nada parecido sobre las asociaciones caritativas de Hermanos. Pero temo que recién dentro de algunos años el poder estará en condi- ciones ejercer el derecho que le reconozco” 14. (13) 11/05/1843, Carta del Sr. Cauchy, ASFB, “Autorités Scolaires”, original. (14) 15/02/1843, Carta del Sr. Rendu, ASFB, “Autorités Scolaires”, original. 354

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX El pensar del Sr. Rendu, persona muy favorable a las Congregaciones, debió convencer al obispo a suspender las diligencias. Desengañado en sus esperanzas, el Hno. Gabriel, intentó la segunda vía que se le abría: la fusión con otra Congrega- ción reconocida. No duda en dirigirse directamente al final del año de 1843 al Supe- rior de los Hermanos de la Instrucción Cristiana de Valence proponiéndole una fusión favorable para las dos instituciones: “nosotros gozaríamos de sus privilegios en Francia y ustedes gozarían de los que el Soberano Pontífice y el Rey de Cerdeña nos han concedido” 15. El Superior de la Sagrada Familia ignoraba, efectivamente, que los Hermanos de la Instrucción Cristiana de Valence acababan de fusionarse, el 31/03/1842, con los Hermanos Menores de María de Champagnat, fusión que este último quería por la misma razón que Gabriel. El intento no fue inútil: durante el año 1844 Gabriel envió tres Hermanos a la comunidad de Saint-Paul-Trois-Châ- teaux. El Sr. Mazelier les hizo pasar como sus novicios y facilitó la obtención de su diploma. A los dos meses de este primer contacto, Gabriel vuelve la mirada a la pri- mera Asociación reconocida bajo la Restauración: la Sociedad de los Hermanos del Faubourg Saint Antoine, llamados Hermanos Tabourins. Ignoraban aquí también, el origen jansenista de esta Congregación y pedía informes al secretario del Arzo- bispado de París. A fines de 1844, el cura de Saint Jacques du Haut Pas, que había di- rigido a los novicios de estos Hermanos, cuando estaban en su parroquia, le puso en guardia sobre su origen. Lamentando el asunto, Gabriel le ruega averiguar si una fusión podía ser posible sin “por supuesto, mezclar el agua pura con la fangosa”  16. Actitud del Gobierno bajo la Monarquía de julio Las primeras diligencias oficiales para la obtención del reconocimiento legal ante el ministerio de la Instrucción primaria, la condujo Gabriel mismo en 1845. El 8 de enero, escribía al Superior General de los Hermanos del Faubourg Saint Antoi- ne, para solicitarle una entrevista y el 19 estaba en París. Su objetivo era ser recibi- do por la Reina, con vistas a obtener recursos para la casa de Belley y de introducir ante el Ministro de Instrucción Pública su petición oficial de autorización. La pri- mera audiencia se le negó, pero era recibido el 3 de febrero por el ministro de Justi- cia y Cultos 17. En cuanto a la aprobación de la Congregación, el viaje a París, no fue (15) Carta de Gabriel al Sr. Mazelier, Saint Paul Trois Châteaux, 11/11/1843, Lettres, III, 74. (16) Carta de Gabriel al párroco de Saint Jacques du Haut Pas, Lettres, III, 190-191. (17) Convocación del Hno. Gabriel Taborin, 02/02/1845, ASFB, “Autorités Scolaires”, original. 355

HNO. ENZO BIEMMI inútil: Gabriel guiado por el Sr. Cauchy, fue informado sobre el expediente que de- bía presentar para que su pedido pudiera estudiarse. De vuelta a Belley, se puso a trabajar y el 1º de abril enviaba al ministro una súplica con los Estatutos de la Aso- ciación de 18 artículos y firmada por 30 de sus principales Hermanos  18. Estos Esta- tutos redactados en lenguaje conciso y preciso, dejan ver la mano de un jurista. El Sr. Conde de Salvandy, por segunda vez ministro de Instrucción Pública, to- mó en consideración el pedido de Gabriel a fines del mes de julio de 1845. Siguiendo una jurisprudencia fundada, pidió el parecer del rector de la Academia de Lyon y del prefecto del Ain  19. Un punto pareció interesarle: “los probables efectos de la com- petencia que [la Asociación], suscitaría a las asociaciones de enseñanza primaria actua- les”. El inspector de la Academia, Sr. Maignin, respondía en lugar del Rector, en licencia, y daba informes bastantes favorables, subrayando que por el momento so- lo tenía dos Hermanos con diploma admitidos en las escuelas primarias de la Aca- demia  20. En cuanto al prefecto, sólo se limitaba a trasmitir los informes del subprefecto y del inspector de enseñanza primaria de Belley, informes menos favo- rables que el anterior. El subprefecto de Belley, Sr. Lavigne, después de informar so- bre esta “Congregación o Asociación dedicada a desarrollar la enseñanza en la campaña”, subrayaba con insistencia el peligro que podía presentar para las escue- las normales primarias y resumía entre los efectos que tendría si fuera autorizada: “a) constituir un perjuicio para las escuelas normales, más que la congregación de la Doctrina Cristiana que sólo se introduce en los municipios ricos y populosos. b) apartar a los jóvenes que se dedican a la enseñanza primaria de la escuela nor- mal. c) acaparar esta enseñanza en todas partes”  21. El inspector de las escuelas primarias, Sr. Martin, subrayaba el mismo peligro: el perjuicio que esta comunidad traería a los maestros laicos, tema tanto más real cuanto que “estos Hermanos contrariamente a otras órdenes, se desplazan solos en los (18) A.N.F17 12.476. (19) Carta del Ministro al Rector de la Academia de Lyon, 06/08/1845 y al prefecto del Ain, 18/09/1845; al Obispo de Belley, 18/11/1845, A.N. F17 12.476. (20) Carta del Inspector de la Academia, delegado, Sr. Maignin, al Ministro, 08/09/1845, A.N. F17 12.476. (21) El subprefecto de Belley Lavigne al prefecto, 13/12/1845, A.N.F17 12.476. 356

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX pueblos, se hospedan en las casas parroquiales, las autoridades municipales no tienen que preocuparse por el cuidado que exige la administración de una casa; al contrario, se felicitan de tener maestros exentos de estos cuidados”  22. Mientras las autoridades interpeladas elevaban el informe al Ministro, el Con- sejo Superior de Instrucción Pública, al que se había trasmitido el parecer del Rec- tor de la Academia de Lyon, había, por su parte, examinado el pedido de Gabriel en la sesión anual de otoño. El Sr. Ambrosio Rendu, Inspector General de la enseñanza secundaria y favorable al reconocimiento legal de las asociaciones caritativas, im- pedido de participar en la sesión por encontrarse enfermo, escribía una carta per- sonal al Ministro “a lectulo meo, y por muchos días aún, Dios lo sabe”. En esta carta, que merece ser leída enteramente  23 recuerda al ministro que él mismo había con- tribuido “a redactar y proponer las diversas ordenanzas en virtud de las cuales, las 10 ó 12, asociaciones caritativas, hoy existentes, sirven las escuelas primarias, juntamente con las escuelas normales y profesores de otras partes”. Expresaba su pesar de que este de- recho “eminentemente útil y beneficioso” y ejercido durante diez años, sin ninguna reclamación, hubiera desaparecido de golpe. Hablando de la competencia hecha a las escuelas normales por estas asociaciones no duda en escribir: “Me sonrojo cuan- do veo que en una lid abierta por la ley a todos, se tema la competencia”. En cuanto al problema de los Hermanos de la Sagrada Familia, daba su opinión favorable y pe- día consultar al prefecto y al Obispo de Belley. Mons. Devie fue, en efecto, el último en ser consultado por el Ministro, el 18 de noviembre siguiente. La respuesta fue muy favorable y al adivinar las objeciones de las otras autoridades, se apoyaba en dos condiciones; “la obra de los Hermanos de la Sagrada Familia era complementaria a la de los Hermanos de las Escuelas Cris- tianas, obligados a desplazarse de a tres y por lo tanto muy costosos para un muni- cipio rural; no era ninguna amenaza para los maestros seglares: “Los Hermanos de la Sagrada Familia vienen a espigar pues, después de los Hermanos de la Salle y pueden esperar la cosecha más abundante, particular- mente en una multitud de pequeñas parroquias, donde los maestros seglares no (22) El inspector de las escuelas primarias, Sr. Martin, al prefecto del Ain, 22-12-1845. (23) Ambroise Rendu al Ministro de la Instrucción Publica, 27/10/1845. Ver el texto íntegro, Anexo Nº 21. 357

HNO. ENZO BIEMMI pueden vivir, sobre todo cuando son casados, a causa del módico salario que se les paga”  24. Una nota del Ministerio de Instrucción Pública fechada el 21/02/1846, fue en- viada al ministro con diferentes informes, rogándole de hacer conocer su decisión. No se conoce la respuesta oficial, pero un borrador no fechado relacionado con ese asunto nos dice su pensamiento al respecto: “Responder que la intención del Ministro no es la de manifestar el reconocimiento a esta Congregación, que los maestros que forman parte no han de gozar de nin- gún privilegio y que no pueden, por lo tanto, ejercer si no están provistos del di- ploma de capacidad. Si no se someten, como los demás ciudadanos, a la ley del 28/02/1833, han de ser perseguidos como los demás que estuvieren en el mismo caso...”. Es así como el Sr. Salvandy puso fin al pedido de Gabriel Taborin. Este, entre- tanto, continuaba recorriendo caminos de emergencia. Envía un cuarto Hermano con los Hermanos de Valence, pidiendo a su Superior hacerle pasar como miembro de su instituto, para obtener secretamente la exención del servicio militar  25. Hizo lo mismo en 1840 con los Hermanos Maristas de Nuestra Señora del Hermitage (Loire) a cuya casa envía tres Hermanos. Pero este procedimiento era cada vez más peligroso: el inspector tuvo conocimiento de ello, estaba muy enojado y amenazó escribir al Rector y al Ministro  26. El incidente del hotel de Levant En medio de estas dificultades se produce el incidente que debía comprometer para siempre el asunto del reconocimiento legal de la asociación del Hno. Gabriel. La noche del 12 de octubre de 1847 en Lyon, era acusado por un joven empleado del hotel de homosexualidad. La autoridad judicial primero y la autoridad universita- ria después se ocuparon del escándalo, que fue una ocasión de la que les fue fácil sacar provecho. (24) Monseñor Devie al Ministro, 01/12/1845, A.N.F17 12.476. (25) Gabriel al Hno. Jean Marie, 22/11/1845, Lettres, IV, 88. (26) Gabriel al Hno. François, Superior General de los Hnos. Maristas, 20/07/1846 y 06/09/1846, Lettres, IV, 160 y 176. 358

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX Entrar en los detalles del asunto sería largo. El centenar de notas conservadas en los Archivos Nacionales en la subserie F17, cota 12.476 están ahí para testimo- niar la amplitud de este incidente y la manera más bien grosera con que fue mani- pulado por los diferentes ministerios que se ocuparon de él desde 1847 a 1874. El interés de este expediente, del que sólo daremos aquí los datos indispensables, está en que es revelador de la actitud del gobierno hacia las congregaciones religiosas  27. El incidente sucedió en el Hotel de Levant de Lyon. El Hno. Gabriel había acom- pañado a Guereins a dos de sus religiosos que habían de ocuparse de la escuela del municipio. Su idea era ir a Lyon, dormir en casa de una bienhechora de la Congre- gación, Sra. Cornier y llegar a Belley al día siguiente. La diligencia llegó a Vaise, arrabal de Lyon, a una hora de camino de la plaza de los Cordeliers, a las 10:30 hs. de la noche. Conociendo mal el camino, aceptó los servicios de un joven mozo de cordel (pisteur)  28, llamado Trincavelli. Éste, durante el camino hizo confidencias al religioso contando su vida aventurera. La llamada a la puerta de la Sra. Cornier a las 11:30 de la noche, no tuvo respuesta. El joven acompañó a Gabriel al hotel más próximo y le rogó insistentemente le pagara la cena y una habitación para dormir. Conmovido por el relato que le había hecho el joven, Gabriel aceptó. La mala suerte quiso que solo hubiera una habitación con dos camas y apenas apagada la candela, el joven se echó sobre Gabriel, pidiéndole el dinero, amenazándolo de abusar de él. Gabriel, sorprendido, pidió socorro y el hotelero solicitó la intervención de la poli- cía. El comisario, después de escuchar a los dos involucrados, llevó consigo al fulle- ro y rogó a Gabriel que le esperase hasta la mañana en el hotel. A la mañana siguiente el comisario Leras condujo a los dos detenidos a la oficina del procurador del Rey, Sr. Rieff, que los interrogó y atribuyó al Hermano las intenciones más in- nobles. De vuelta a Belley, Gabriel informa a sus principales Hermanos y al vicario General, Sr. Guillemin. El 30 de octubre a pedido de Mons. Devie, escribe al Obispo una larga carta de- tallando el incidente. (27) Enviamos al lector para un análisis más detallado, a los dos artículos muy documentados del Hno. Tarsicio Ducruet (en “Entretien Familial” Nº 124, diciembre 1971, pp. 609-633 y Nº 125, abril 1972, pp. 694-714) y al Documento X de la Positio, pp. 324-329. El dossier conserva- do en los A.N. fue señalado por primera vez al Hno. Tarsicio por el Hno. Zind. (28) Los “pisteurs” eran personas que seguían a los viajeros llegados a la estación, para recomen- darles un hotel y se prestaban a acompañarlos llevando el equipaje. 359

HNO. ENZO BIEMMI La continuación del asunto es una cascada de informes: el proceso verbal del comisario Leras para el Prefecto del Ródano (13 octubre); el informe del Sr. Rieff pa- ra el procurador del rey del juzgado de Belley (13 octubre); el despacho de este últi- mo al Ministro Salvandy, junto con la relación del Sr. Rieff (21 octubre); el despacho del ministro para el Rector de la Academia de Lyon, Sr. Lorain, para saber más; la respuesta del Sr. Lorain, que se limita a trasmitir una nueva comunicación del Pro- curador del Rey en Lyon (19 de enero 1848); la determinación del Ministro el 17 de febrero de 1848. A medida que los informes pasan de mano en mano, los datos presentan nue- vas formas y la imagen de Gabriel queda más comprometida. Para el señor Rieff: “se trata una vez más de un religioso que había atentado a la moralidad”. Afirma haber to- mado las precauciones para que este asunto tenga la menor trascendencia posible, pero no duda en prevenir con rapidez al prefecto del Ródano. Para el comisario que ha elaborado el proceso verbal, “nada en su postura [de Gabriel] y en sus explicaciones parecía verosímil”. Para el Sr. Rieff, Gabriel es un “hombre inmoral” e invita a sus co- legas de la cámara de justicia de Belley a tomar medidas para que la juventud no caiga en manos de un tal individuo. El procurador del Rey de la cámara de justicia de Belley, en su carta al Ministro considera que “el Sr. Taborin es en el más alto grado, indigno de dirigir un centro de educación y que los jóvenes que se le confían corren el riesgo de contraer, en contacto con un maestro tan degradado, costumbres infames y vi- cios de naturaleza la más abyecta”. En cuanto al Rector de la Academia de Lyon con- fiesa que ya “tenía desde hacía tiempo una pobre opinión” del Hno. Gabriel y se limita a ofrecer un nuevo relato del hecho firmado por el Procurador del Rey en Lyon el 18 de enero de 1848. El tiempo pasado entre el primer relato y este último ha modifica- do ya muchos pormenores: Gabriel habría presentado al Sr. Trincavelli como pa- riente suyo, habría pedido una habitación y una cama sola, bajo el pretexto de economía, habría concebido la idea de celarse sobre el joven una innoble pasión, y la querella habría empezado cuando el empleado del hotel quiso cobrar sus culpa- bles condescendencias. La reacción del Sr. Salvandy ante este último comunicado del Rector está en una nota conservada en los Archivos Nacionales, en la que el Ministro de Instruc- ción Pública deja por escrito la orden de avisar nada menos que al embajador de Cerdeña, con la intención evidente de hacer daño a las numerosas escuelas que los Hermanos de la Sagrada Familia dirigían en los Estados Sardos: 360

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX Al Sr. Rector se le hace saber que vigile las escuelas dirigidas por los Hermanos de la Sagrada Familia para que no se abran sino cuando cumplan todas las forma- lidades legales. Se le invita insistentemente a tomar las medidas necesarias para que en el correr de este año, las casas dirigidas por el Señor Taborin sin autorización y destina- das a formar maestros, sean cerradas. Comunicar al Sr. Rector y al ministro de justicia un extracto del informe rogán- dole pida al Sr. Obispo de Belley que llame la atención al Señor Taborin. Trasmitir la misma orden al Sr. Embajador de Cerdeña 17 de febrero de 1848. Esperar la orden, 29 marzo. Aunque esta disposición, fechada el 17 de febrero, caducó seis días más tarde (a causa de la sublevación que trajo la caída de la Monarquía de julio y la proclama- ción de la Segunda República) quedó con los otros expedientes de los Hermanos de la Sagrada Familia y seguirá teniendo durante mucho tiempo un efecto nefasto pa- ra el Hermano Gabriel. La no obtención del reconocimiento legal, la dificultad para obtener el brevet (certificado de capacidad) y la consiguiente amenaza continua del servicio militar fueron la causa principal de la atrofia las comunidades de Gabriel en Francia. La grá- fica siguiente muestra que hasta 1848 las escuelas son raras y Gabriel abre otros esta- blecimientos, tales como el servicio a los seminarios, los orfanatos y las sacristías. Sólo después de 1848 y sobre todo con la ley Falloux la situación se mejora li- geramente, al mismo tiempo que empiezan las primeras dificultades en los Estados Sardos. 361

HNO. ENZO BIEMMI II UN CAMBIO DE TENDENCIA (1848-1860) 2.1 La escuela en el Estado liberal sardo (1848-1860) Los años 1848-1850 muestran en cierto modo una inversión de tendencias entre Francia y los Estados Sardos en lo que concierne al sistema escolar. Si la ley Falloux (1850) favorece ampliamente la influencia de la Iglesia en la enseñanza primaria inaugurando un decenio muy propicio para las congregaciones religiosas, las leyes escolares sardas tienden a establecer el monopolio del Estado en la enseñanza y una laicismo progresivo. El cambio en la enseñanza primaria en Saboya está señalado por las leyes de 1847 y 1848, que inauguran el régimen representativo de Carlos Alberto en esos Es- tados. Estas leyes contribuyen, por una parte, a perfeccionar y a extender la ense- ñanza primaria. Por otra parte, afirman la intención formal de secularizar la en- señanza y sustraerla a la influencia del clero. La monarquía constitucional ataca al monopolio de la Iglesia y trabaja para poner en su lugar una organización que tiende a hacer de la enseñanza un servicio público. La ley orgánica del 4 de octubre de 1848 (Ley Buoncompagni) reformada en 1857 (Ley Lanza), completada en 1859 (Ley Casati) es la base de la organización esco- lar italiana hasta 1922. La ley orgánica Buoncompagni revoca los privilegios eclesiásticos y los somete al derecho común. El artículo 58, pone término a la autoridad episcopal sobre la en- señanza primaria y secundaria. Los docentes (directores espirituales, profesores y maestros) de las escuelas dirigidas por congregaciones religiosas son propuestos por estas corporaciones pero admitidos por la autoridad universitaria que se asegu- ra de su capacidad. La voluntad de querer monopolizar la enseñanza se refleja en una administra- ción centralizada, parecida a la instaurada en Francia a partir de 1850. El Consejo de Reforma de Chambery es suprimido y la enseñanza en todos los niveles se colo- ca bajo la dependencia universitaria: la inspección de las escuelas, el nombramien- to de los maestros, el rechazo o admisión en cada localidad de las corporaciones religiosas. En cuanto a la escuela primaria, en cada capital de provincia se crea un Consejo de enseñanza elemental, (dependiente, a su vez, del Consejo general para las escuelas elementales). Está compuesto por el intendente, que lo preside, el pro- visor real de estudios, el inspector de escuelas elementales, un director espiritual y 362

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX dos profesores del colegio real, un maestro normal designado por el Consejo gene- ral y dos miembros del Consejo Provincial. Estos Consejos velan por el cumplimien- to de las leyes que se refieren a la escuela elemental. Los nombramientos de maestros y maestras propuestos por los consejos municipales están sometidos a su aprobación. Estos consejos entran en funciones en 1849 y los provisores locales son nombrados en 1850. En cuanto a los inspectores de las escuelas, son organizados al- gunos años más tarde  29. Sin embargo, en los grados de enseñanza primaria y secundaria, el carácter ca- tólico y confesional de la escuela se mantiene y el personal eclesiástico continúa di- rigiendo la mayor parte de las escuelas. Más que una política de laicización de la enseñanza, la ley instituye el mono- polio del Estado en la enseñanza pública, a diferencia del sistema de Francia por la ley Guizot (1833) y la ley Falloux (1850) que organiza la libertad de la enseñanza, per- mitiendo a las escuelas privadas desarrollarse paralelamente al sector público. La ley Lanza del 22 de junio de 1857 mantiene el monopolio del Estado en la en- señanza, pero la aplicación de la ley es flexibilizada en algo: la apertura de escuelas privadas no es ya decidida por una autoridad universitaria, sino por la Diputación provincial. La vigilancia del Provisor real en estos establecimientos y “los de instruc- ción y educación eclesiástica y religiosa... se limita a ver si no hay nada contrario a la hi- giene, a la moral y a las instituciones del Estado” (reglamento del 13 de julio de 1857)  30. La ley Casati (23 de diciembre de 1859) no puede ser aplicada en Saboya, por su anexión a Francia, pero es interesante constatar que instaura la libertad de ense- ñanza, establece parcialmente la gratuidad, y adelantándose a Francia, la obligato- riedad. La opinión católica y conservadora saboyana reacciona vivamente contra las nuevas leyes escolares, consideradas como atentado al derecho de la Iglesia, de las comunidades y de las familias  31. Entre el Estado liberal y la Iglesia, dos ideologías (29) DE JUSSIEU, o.c., pp. 128-151. (30) Citado por JUILLARD, o.c., p. 22. (31) Sr. Juillard, en un análisis en la prensa local, establece un cuadro bastante claro de la oposi- ción de interés y de la mentalidad que divide a los liberales, y radicales, de los conservado- res y católicos. La opinión liberal se expresa en los diarios como Le Patriote Savoisien, en Annecy, Le National Savoisien (1848-1849) en Bonneville, L’Indépendant du Faucigny (1852- 1853). La opinión clerical encuentra buena acogida en Le Courrier des Alpes, Annecy, L’Écho du Mont Blanc (1848-1856) y Le Bon Sens (1852-1861). Ver: JUILLARD, o.c., pp. 26-37. 363

HNO. ENZO BIEMMI se contraponen en adelante. “El Estado exige la formación de ciudadanos en la es- cuela sin la intervención de la religión; la Iglesia entiende formar el buen cristiano enseñando la religión en la escuela”  32. Los Obispos de Saboya (Saboya, Maurienne, Tarentaise, Annecy) y el de Aosta, dirigen el 19/12/1848, una carta colectiva al Presi- dente del Consejo, condenando el artículo 58 de la ley Buoncompagni, que prohibe a los Obispos nombrar los directores espirituales. Seis meses más tarde, en un Con- cilio tenido en Chambery la ley es declarada cismática. Hay que señalar que en la oposición de los católicos conservadores y del clero, se añaden los intereses de autonomía local en los intereses religiosos. La centraliza- ción administrativa pone en tela de juicio el particularismo saboyano ya que funde las nacionalidades que componen el reino en una sola nación. Los conservadores saboyanos se rehusan a no ser ya “un estado dentro del estado”. Es la razón funda- mental que impulsa, en el decenio siguiente, a los católicos y al clero, a manifestar sus simpatías por la unión del Ducado a Francia. Los Hermanos de la Sagrada Familia en Saboya de 1848 a 1860 La situación escolar instaurada en Saboya a partir de 1848 provoca una sacudi- da en la situación tranquila y próspera que Gabriel está experimentando en la treintena de escuelas que dirige en esta época. De esta fecha hasta 1860 las escuelas de los Hermanos en Saboya tropiezan con problemas cada vez más complejos que impiden sensiblemente su desarrollo. Gabriel participa a su manera en los debates que tienen lugar en la Cámara de Turín en 1848, proporcionando informes y argumentos a los católicos conservado- res y defensores de los privilegios de las escuelas congregacionistas. Escribe en varias oportunidades al Barón d'Espine, cuyo hermano, diputado en la Cámara de Turín, se propone hacer una reclamación en favor de las congregacio- nes docentes. Confirma que 70 Hermanos en treinta municipios del Ducado de Sa- boya “se consagran con religioso desvelo a instruir y formar en la virtud a cerca de 5.000 niños”  33. Se apresura a felicitar al Marqués Costa de Beauregard, diputado por Chambery, por su elocuente discurso pronunciado en Turín, en la sesión del 17 de julio “en favor de las instituciones religiosas, expuestas, hoy más que nunca, al odio de ciertos hombres extraviados por las pasiones y los perjuicios y cuyas opiniones, si vinie- (32) OSTENC Michel, “L’histoire de l’éducation en Italie. Bulletin critique”, en Histoire de l’Édu- cation, Nº 61, enero 1994, p. 11. (33) Gabriel al Barón d’Espine, 10/06/1848, Lettres, V, 118. 364

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX ran a prevalecer, introducirían el desorden en la sociedad”  34. Pero las ideas liberales hacen su camino en Piamonte y la legislación escolar ataca a dos privilegios que los Hermanos de la Sagrada Familia y los Hermanos de las Escuelas Cristianas, tienen hasta ahora en Saboya: el privilegio de la carta de obediencia (que exime de todo examen) y la exención del servicio militar. La escuela del Método de Chambery Una de las primeras preocupaciones del nuevo dispositivo escolar fue la de abrir escuelas de metodología en las cuatro provincias de la circunscripción de Chambery. El Consejo de la circunscripción de Chambery (15-28 de junio de 1849), inscribió en el presupuesto un crédito de 9.600 frc. para “el pago de cuatro profesores de metodología y caligrafía”. Los cursos se abrieron en 1850 y fueron confiados en Chambery y en S. Juan de Maurienne, a los Hermanos de las Escuelas Cristianas; en Albertville y en Moutiers, a los Hermanos de la Cruz. En Chambery sobre 108 maes- tros seglares ejerciendo en la provincia de Saboya, 73 se presentaron a la escuela. Agregando 56 Hermanos de las Escuelas Cristianas que siguieron las lecciones, se llega a un total de 129  35. La noticia de la obligatoriedad para todo maestro que ejerciera en Saboya de participar en la escuela de Método durante un mes, llega a Gabriel en Roma, duran- te su segundo viaje para la aprobación de la Regla del Instituto  36. A su vuelta expre- sa a Mons. Billiet, arzobispo de Chambery, su contrariedad y su decisión de pospo- ner la participación de sus Hermanos en el curso del año 1851: “Estamos verdaderamente contrariados, si es absolutamente necesario que nues- tros Hermanos vayan a la escuela del Método; me costaría resolverme a ello: veo graves inconvenientes en que religiosos se mezclen con seglares y sobre todo por tan largo tiempo. Estoy decidido a dirigir al Gobierno una reclamación al respec- to. Consentiría que los Hermanos se presentaran al examen y dieran prueba de capacidad y esto bastaría. No se puede esperar nada bueno del camino que toman en Turín”  37. (34) Gabriel al Marqués Costa de Beauregard, 26/07/1848; Lettres, V, 126. (35) Sobre las Escuelas del Método de Chambery y en Saboya, ver: DE JUSSIEU, o.c., pp. 138-144; JUILLARD, o.c., pp. 102-110. (36) Hno. Amadeo a Gabriel, 22/07/1850, Correspondance Passive, IV, 137-139. (37) Gabriel a Mons. Billiet, 18/08/1848 y 13/10/1848; Lettres, VI, 111 y 120. 365

HNO. ENZO BIEMMI Esta decisión le causó problemas durante todo el año. Tuvo que pedir al Minis- tro de Instrucción Pública una prórroga para poder enseñar hasta la apertura de la próxima escuela de Método y, a pesar de esto, las autoridades de Bonneville despi- dieron a los Hermanos sin atender a las convenciones que este municipio tenía con la Congregación. Además, el Provisor de Bonneville, amenazó gravemente con ha- cer cerrar las otras escuelas dirigidas por los Hermanos por no seguir los cursos de Chambery  38. Durante todo el mes de agosto de 1851, 50 Hermanos (más tres cocineros) si- guieron los cursos de la escuela del Método de Chambery. Para evitar el contacto con los laicos, Gabriel los hizo alojarse en el Colegio Real de la ciudad, donde co- mían separados también. Estaban bajo la dirección del Hno. Amadeo que cada tres días escribía al Superior y le informaba de lo que sucedía. La participación en la escuela fue más útil de lo que Gabriel esperaba. Los pro- fesores no se mostraron en ningún momento hostiles a los Hermanos, y los cursos, siendo dirigidos por los Hermanos de las Escuelas Cristianas, los Hermanos de la Sagrada Familia no fueron molestados en sus métodos escolares. “Los Hermanos trabajan bien; algunos trabajan demasiado y la mitad no quisie- ron casi ni tomar recreo, pero luego están obligados a decir: estoy enfermo, no tengo más ánimo, etc.; por lo tanto va bien en cuanto al trabajo y esto es lo que hace que todo lo demás vaya bien también”  39. A partir de esta fecha, todos los nuevos Hermanos que no habían seguido la es- cuela del Método fueron obligados a un examen para obtener sus credenciales de enseñanza. La pérdida de la exención del servicio militar Mucha mayor carga de consecuencias negativas tuvo para las escuelas de los Hermanos la determinación soberana de 1853 que privó a los Hermanos de la Sa- (38) Gabriel a Mons. Rendu, Obispo de Annecy, 30/12/1850, Lettres, VI, 161. (39) Hno. Amadeo a Gabriel 24/08/1857, Correspondance Passive IV, 148-149. Las 13 cartas del Hno. Amadeo escritas desde Chambery en agosto 1851, nos dan un resumen muy interesan- te sobre la vida, los horarios y los cursos en esta escuela del Método, ver también Circulares, 23/09/1851, pp. 133-135. 366

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX grada Familia y a los de las Escuelas Cristianas de la exención del servicio militar de que gozaban. En el mes de junio de este año, Gabriel supo, por los diarios, que la Cámara de Turín había votado el proyecto de ley sobre la leva militar que abolía la dispensa de que gozaba desde 1842. Inmediatamente escribe a Mons. Billiet, miembro del Sena- do, para que se movilice contra esta disposición. Su carta expresa su concepto so- bre el servicio de los Hermanos en las escuelas primarias: “Los Hermanos maestros son los primeros misioneros de la juventud. Sacrifican su libertad, su salud y su vida para ser útiles al prójimo, se agotan en sacrificios a penas considerados por los que los aprovechan y lo hacen sin interés personal ya que ellos hacen voto de pobreza; y cuando los Hermanos han agotado su vida no son carga ni para los municipios, ni para el Estado, encuentran un asilo en su propia comunidad. ¿Será posible, Monseñor, que no se tengan en cuenta estos po- derosos motivos y que rehusen dispensar del servicio militar a estos hombres que son desde el punto de vista moral, los auxiliares del gobierno y de todos los llama- dos a hacer el bien en los Estados tanto en el orden eclesiástico como civil?”. Confiando en los éxitos que tuvo en sus trámites en Turín en 1842, fue nueva- mente a la capital del Piamonte, con el Hno. Amadeo, del 11 al 22 de julio y presentó una petición al Rey, al Ministro de Finanzas, al de Guerra y al de Instrucción Públi- ca. Explica que los Hermanos: “están constantemente al servicio del Estado, pues su ser- vicio es el de hacer en los pueblos la guerra al vicio y a las pasiones, que son el más peligroso enemigo de la sociedad; y esto es precioso... para la patria”. Para apoyar esta convicción no duda en contarles lo que un síndico de Saboya le había dicho: “Si nos quitáis a los Hermanos habrá que duplicar las brigadas de carabineros. Esto costaría mucho más al gobierno y, a pesar de todo, los militares no podrían hacer en los corazones de nuestra juventud, lo que hacen los Hermanos con su enseñanza paternal basada en la doctrina de nuestra santa Religión”  40. Estos argumentos no tuvieron ningún efecto en el Ministro y algunos días des- pués, el 30 de julio el Senado aprobaba el proyecto de ley. El privilegio de la exen- ción militar estaba perdido para siempre. (40) Súplica de Gabriel al Rey de Cerdeña, 14/07/1853, Lettres, VIII, 77. 367

HNO. ENZO BIEMMI La última traba nació de la disposición legislativa del 22 de junio de 1857 que exigía la autorización también a los maestros adjuntos. Hasta esta fecha Gabriel te- nía un Hermano diplomado por escuela al que agregaba Hermanos jóvenes, a veces novicios que hacían su aprendizaje. La disposición tenía su contrapartida económi- ca: los adjuntos no autorizados no recibirían más el salario aprobado por los muni- cipios, y Gabriel tenía 16 en las escuelas. Se queja a los sacerdotes de los municipios donde están colocados estos Hermanos, amenazados de perder a sus maestros: “To- do lo que se nos hace, relativo a las escuelas regidas por nuestros Hermanos no autoriza- dos, es una persecución”  41. 2.2 Bajo el Régimen de la ley Falloux Si miramos del lado de Francia, con el régimen de la ley Falloux, la situación es claramente más favorable para las Congregaciones que en la vecina Saboya. Esta ley refleja las preocupaciones del partido del Orden, en el que estaban agrupados la mayoría de los católicos liberales y legitimistas. Se llega a un compro- miso que decepciona a los republicanos y a los católicos ultras y no satisface más que a los católicos moderados relacionados con su redacción. Los dos principios queridos por los liberales, la gratuidad y la obligatoriedad, son rechazados. La ense- ñanza de la religión conserva su lugar primordial. La inspección de las escuelas es confiada en el ámbito nacional a un Consejo Superior, compuesto de una mayoría de miembros eclesiásticos y de notables. En el plano local un Consejo Académico, con presencia de notables, asesora al Rector. El nombramiento de maestros está confiado a los prefectos. La libertad de enseñanza, hasta ahora limitada a la escuela primaria, es extendida a la escuela secundaria. La universidad queda bastante debilitada, la Iglesia reforzada tanto en la Uni- versidad como fuera de ella. En “L'Ami de la Religion”, (El amigo de la Religión) Julio Simon cita a Dupan- loup: “Contra el monopolio universitario y a pesar de la Universidad fue hecha esta ley... sucesivamente se ha obtenido a la fuerza: la liberación de los seminarios me- (41) Gabriel al párroco de Chindrieux, 30/11/1858, Lettres, XII, 130. 368

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX nores, la admisión de las Congregaciones religiosas no reconocidas por el Estado y los Jesuitas expresamente nombrados, la abolición de grados, la destrucción de las escuelas normales; la reforma radical de la enseñanza primaria; el disloca- miento profundo e irremediable de la jerarquía universitaria, la libertad de pen- sionados primarios y la enseñanza caritativa; en fin, el gran espacio reservado a NN.SS. los obispos en los consejos de instrucción pública”  42. En cuanto a los Hermanos y a las Congregaciones femeninas, esta ley les favo- rece mucho respecto a los maestros laicos. El privilegio de la carta de obediencia se confirma para las Hermanas y reemplazable por un certificado de tiempo de prue- ba para los Hermanos. El artículo 31 de la ley afirma: “Los maestros municipales son nombrados por el Consejo municipal de cada mu- nicipio y elegidos, ya en una lista de admisión y selección establecida por el Con- sejo académico del departamento, ya por la presentación que hacen los Superiores para los miembros de las asociaciones religiosas dedicadas a la enseñanza y au- torizadas por ley o reconocidas como establecimientos de utilidad pública”  43. (42) L’Ami de la Religion, 13/11/1849, citado en Histoire générale de l’enseignement et de l’éduca- tion en France. De la Révolution à l’École républicaine (1789-1930), por Francisco Mayeur, vol. 3, Nueva Librería de Francia, París 1981, p. 332-333. (43) GREARD Octave, La législation de l'instruction primaire en France depuis 1789 à nos jours, vol. 3, París 1896, p. 331. Durante la elaboración de la ley Falloux, la comisión parlamentaria quería aprovechar de la redacción del art. 31 para suprimir indirectamente las leyes de 1790 y 1792 autorizando legalmente las “congregaciones religiosas” que se dedicaban a la instrucción primaria. Ha- bían propuesto: “...sea con la presentación hecha por los superiores de las congregaciones re- ligiosas docentes”. Gustavo Fabián Pillet, miembro de la comisión, hizo observar que no existía legalmente ninguna congregación religiosa dedicada a la enseñanza primaria. Mons. Parisis y otros se mostraron muy sorprendidos por esta observación. La comisión conservó el texto primitivo. Pero durante la sesión parlamentaria, Pillet volvió a la carga y propuso: “...los Superiores de Asociaciones caritativas dedicadas a la enseñanza y legalmen- te reconocidas”. Finalmente la Asamblea llegó al compromiso del art. 31. Desde entonces fue admitido por algunos miembros de la comisión que en lo sucesivo se podría reconocer legal- mente las nuevas asociaciones religiosas y que estas asociaciones estarían liberadas de la tutela de la Universidad en lo relativo al derecho de poseer, adquirir y recibir herencia. (To- dos estos informes están en ZIND Pierre, L’enseignement religieux dans l’instruction pri- maire publique en France de 1850 a 1873, Centro de Historia del Catolicismo, Lyon, 1971, p. 58). 369

HNO. ENZO BIEMMI El artículo 79 dispensa del servicio militar a “los miembros o novicios de asocia- ciones religiosas dedicadas a la enseñanza, autorizadas por la ley o reconocida como es- tablecimiento de utilidad pública”. En un primer período de cuatro años, la ley Falloux fue aplicada en sentido ne- tamente antirrepublicano y antiuniversitario, lo que permitió a las congregaciones ocupar más y más la escuela primaria pública. “En el momento de la ley Falloux las escuelas públicas de niñas y aun las escuelas privadas eran en su mayoría laicas. No es lo mismo en 1863: en esta fecha, las congregaciones femeninas superan ya a las escuelas pú- blicas y a las privadas”  44. La Iglesia en lo que concierne a la enseñanza femenina, obtiene en pocos años una especie de monopolio. Menos numerosos son los Hermanos, pero allí donde es posible se los prefiere a los laicos. Aunque a partir de 1854, la balanza que se inclinaba del lado de la Iglesia, vol- vió del lado de la Universidad, los progresos de la enseñanza libre, sostenida por las congregaciones religiosas, no fueron trabados, hasta el día en que las relaciones en- tre el clero y el poder fueron definitivamente alteradas por la cuestión romana y por la publicación del Silabus en 1864. Apoyándose en el art. 31 de la ley Falloux, siete nuevas congregaciones de Her- manos fueron autorizadas entre 1851 y 1856: 1- Hermanos Menores de María 20 junio 1851 2- Hermanos de Nuestra Señora de la Anunciación 16 abril 1851 en Misserghin para Argelia 6 mayo 1853 3- Pequeños Hermanos de San José de Oullins 4 mayo 1854 4- Hermanos de San Francisco de Asís, llamados 4 mayo 1854 Hermanos Agricultores de San Antonio 9 agosto 1856 5- Hermanos de la Cruz de Jesús de Menestruel 4 noviembre 1856 6- Hermanos Obreros de San Francisco Regis 7- Hermanos de la Misericordia de Montebourg (Manche) (44) Histoire général..., o.c., p. 342. 370

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX Los Hermanos de la Sagrada Familia bajo el régimen de la ley Falloux Vemos que en la lista, el nombre de Hermanos de la Sagrada Familia, no figura. ¿Qué es lo que ha impedido al Hno. Gabriel beneficiarse como las otras congre- gaciones de una situación tan favorable? En la circular del mes de agosto 1850, se alegra con sus Hermanos de la situa- ción que acaba de crearse. “El Gobierno francés también será benévolo con nosotros en vista de nuestra en- trega al bien público. Acaba de decretar una ley sobre la enseñanza primaria que parece favorable a las Corporaciones religiosas, que, como la nuestra, están con- sagradas a la educación de la juventud”45. Y manifestando su miedo por la situación en Saboya, escribía a Mons. Billiet: “Sin embargo, Dios se complace en poner un contrapeso a estas molestias: desde la Repú- blica todo va mejor para nosotros, en Francia, donde encontramos por todas partes ayu- da y protección y, sobre todo, miles de pedidos de Hermanos; por otra parte, la nueva ley sobre la enseñanza primaria nos es de lo más favorable”  46. Pero los acontecimientos van a echar a perder estas esperanzas. Las gestiones realizadas en 1848 y 1849 Desde el advenimiento de la segunda República, Gabriel no había perdido tiempo. El 7 de noviembre 1848 emprendía su segundo trámite oficial ante el go- bierno francés, enviando al Ministro de Instrucción Pública una petición y nuevos Estatutos  47, apostillados por Mons. Devie y el alcalde de Belley. Al mismo tiempo, pedía apoyo al representante del Ain en la Cámara de Diputados, el Sr. Tendret y del sacerdote Lacoste, vicario de Saint Eustache, El Sr. Falloux en el corto tiempo de su paso por el Ministerio (20 de diciembre de 1848 al 28 de julio de 1849) se mostró más atento que sus predecesores con el Hno. Gabriel. Tomó conocimiento del expe- diente y también del escándalo de Lyon. Antes de consultar a otras autoridades uni- versitarias o policiales se dirigió a Mons. Devie que le respondía el 3 de febrero de (45) Circular a los Hnos., 22 agosto 1850, Circulaires, 128. (46) Gabriel a Mons. Billiet, 30/12/1850, Lettres, VI, 163. (47) Estos Estatutos en 20 artículos, están firmados por los miembros del Consejo General (ASFB, “C.A. 1846-1855”). 371

HNO. ENZO BIEMMI 1849. Su carta es un desmentido formal de la acusación al Hno. Gabriel. Trae al Mi- nistro dos argumentos mayores: irreprochable conducta de Gabriel desde hace más de 20 años y las contradicciones en los informes sobre el incidente. “No conozco al autor del proceso verbal escribía el prelado, pero la manera como está redactado parece manifestar disposiciones hostiles como existen a menudo en personas de esta clase”  48. La falta de tiempo impide al Sr. Falloux ir más lejos en las averiguaciones. En busca del reconocimiento legal después de 1850 Aprovechando el viaje a París del vicario general de la diócesis de Belley, el P. Buyat, Gabriel trató de insistir con su expediente a fines de 1850. En el mes de enero de 1851 envía al Ministro nuevos Estatutos (era la tercera edición)  49 y en el mes de mayo decide ir él mismo a París. Esta segunda estadía en la capital se prolongó desde el 14 de mayo hasta el 19 de junio de 1851 y fue rica en contactos. A pesar de su insistencia, el Ministro Sr. Crouseilhes no le dio audiencia, pero fue recibido por Mons. Parisis, se dirigió al conde de Montalembert y escribió a todos los Obispos de las diócesis donde tenía comunidades. En el curso de este viaje, Gabriel comprobó que el mayor obstáculo era la calumnia que pesaba sobre él y, que para salir de esta situación, había que tener el apoyo de todas las autorida- des involucradas. Con la obstinación que le caracteriza, el 28 de mayo de 1851 presenta nuevos es- tatutos y el 22 de diciembre, podía dirigir al Ministro Fortoul el expediente con las cartas de recomendaciones de los Obispos de Belley, Grenoble, Gap, Valence, Autun, Dijon y Besançon. La autorización de los Hermanos de Nuestra Señora de la Anunciación y los Hermanos Menores de María (abril y junio 1851) era signo de las buenas disposicio- nes del gobierno. En el mes de febrero de 1852, Gabriel estaba de nuevo en la capital por tercera vez. Fue recibido dos veces por el Ministro Fortoul a quien pide el reconocimiento legal y un decreto que permita a los Hermanos saboyanos dirigir escuelas en Fran- cia. Pero el asunto tropieza siempre con la acusación infamante que pesa sobre él. (48) Mons. Devie al Ministro Falloux, 03/02/1849, A.N. F17 12.476. (49) Estos Estatutos, en 24 artículos son apostillados por Mons. Devie (ASBF, C.A., 1846-1855). 372

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX La reapertura de la investigación Fue a principios de diciembre de 1852 cuando el P. Buyat, vicario general de Be- lley, pudo encontrarse nuevamente con el Ministro y lograr la única salida posible: abrir nuevamente una encuesta sobre el asunto de Lyon. En efecto, el Sr. Fortoul envía el 11 de diciembre un despacho al Sr. Gilardin, Procurador general de la Corte de Apelaciones de Lyon, rogándole “aclare todo lo que pudiera incriminar la conducta tenida en enero de 1848 [error manifiesto] por el Sr. Ta- borin. Superior de la Congregación de la Sagrada Familia”. Se presentaba pues una posibilidad real de arrojar nueva luz sobre los hechos, también la posibilidad de hacer justicia al Hno. Gabriel. Pero las “diligentes investi- gaciones” que el Sr. Gilardin consiguió hacer en el corto espacio de 16 días (com- prendiendo los domingos y fiestas de Navidad) fueron una parodia doblada de malevolencia. El Sr. Procurador confiesa que no ha podido encontrar ningún testi- go del incidente: el dueño del hotel del Levant ha dejado, desde hace unos años, la ciudad de Lyon y vive en París; las investigaciones para dar con el empleado que se encontraba en el hotel han sido infructuosas; el Sr. Leras, el comisario de policía que redactó el proceso verbal, ha dejado Lyon y su residencia actual se ignora; los documentos de este asunto trasmitidos del Tribunal de Lyon al de Belley no han po- dido encontrarse. Lo único que el Procurador ha podido hacer ha sido transcribir del registro de policía de Lyon una copia del proceso verbal levantado en 1848  50. Hace un resumen al Sr. Ministro y termina con este juicio: “En resumen, Sr. Ministro, la conducta del Superior de la Sagrada Familia, me parece que no pueda salir de todo esto limpia de toda crítica ni exenta de grave culpa. Lo más seguro sería referirse a las impresiones que han tenido por conoci- miento personal del asunto el Sr. Procurador Real de entonces, el Sr. Rieff, magis- trado muy reflexivo y de gran conciencia que es hoy primer Presidente de la Corte de Colmar. Un juicio acreedor de tanta confianza hará menos deplorable la im- posibilidad en que me encuentro de aportar nuevos esclarecimientos...”  51. Y para lamentar menos su negligencia en ocuparse seriamente del asunto, el magistrado termina su relato con el informe sobre una segunda calumnia contra el (50) De hecho, el proceso verbal ha sido redactado por el Sr. Léras y el Sr. Rieff al día siguiente del incidente, el 13 de octubre 1847. (51) Informe del Sr. Gilardin al Ministro de Instrucción Pública, 27/12/1852, A. N. F17 12.1876. 373

HNO. ENZO BIEMMI Hno. Gabriel, que reforzaba sus sospechas. Se trata de un panfleto aparecido hacia la mitad de agosto de 1851 que llevaba como título “Les jésuites de Belley en 1850-1851 ou révélations de l’ex novice Paul de Sainte Foi”. El folleto tenía la firma de François Louis Girard, pero en realidad el que lo había preparado y redactado era un pastor calvinista de Ginebra, Marc Jean Hugue Oltramare. El libelo contenía toda clase de acusaciones contra el Hno. Gabriel por el joven que, efectivamente, había estado en la Casa Madre de Belley, alrededor de cuatro meses y habiéndolo abandonado clandestinamente, antes de ser despedido, la no- che del 16 de enero de 1851. Con la pluma del ministro calvinista, el joven cuenta la vida en el convento de Belley con el relato de curiosas extravagancias y acusaciones muy graves, referentes a las costumbres, contra el Superior Gabriel. El libreto pro- voca un gran escándalo en Ginebra y es ocasión de una áspera polémica en la pren- sa entre católicos y protestantes, hasta la retractación oficial de Girard, el 17 de diciembre 1851 en la alcaldía de Granville, en presencia de algunos testigos  52. Adelantando “justas y urgentes reservas” por estas absurdas calumnias venidas de “inspiración malévola y apasionada del calvinismo ginebrino”, el Sr. Gilardin no du- dó en acercar los dos acontecimientos, olvidando de hablar de la retracción pública del acusador. Terminaba señalando que “la aventura de Lyon tiene un tal parecido con las escenas expuestas entonces a la reprobación del sentido de honestidad pública, y pare- cen tan manifiestamente comprobado que lo inverosímil termina por crear una certeza con la misma fuerza que deja lugar a dudas que no tengo medios para fundamentar las bases y el fundamento”. El 17 de enero de 1853 el Sr. Fortoul, Ministro de Instrucción Pública ponía en conocimiento de Mons. Chalandon, obispo de Belley, el resultado de la consulta pe- dida por el Sr. Buyat y dirigida por el Sr. Gilardin. El parecer del Ministro coincidía con el del Procurador de Lyon, las dudas sobre el deplorable asunto eran confirma- das y reforzadas por la coincidencia de las dos acusaciones (la de Lyon y de Ginebra)  53. El pedido de reconocimiento legal quedaba archivado. (52) Sobre este asunto, ver el Doc. XII de la Positio, muy documentada, Positio, pp. 356-416. (53) El Ministro Fortoul a Mons. Chalandon, A. N. F17 12.476. 374

HNO. GABRIEL TABORIN: EL DESAFÍO DE UN RELIGIOSO LAICO EN EL SIGLO XIX Últimos intentos Mons. Chalandon puso al corriente al Hno. Gabriel del resultado de la gestión. Éste, comprendiendo que todo era inútil, escribía personalmente algunos días más tarde al Ministro una carta expresando todo su dolor y su dignidad en este desgraciado asunto. Lamenta la superficialidad con la que la investigación ha sido llevada a cabo y las múltiples contradicciones de los diferentes informes oficiales sobre el incidente de Lyon, reproduce la retractación oficial del autor del panfleto y se autoacusa de la única falta de la que se siente culpable: “He llevado la caridad hasta la imprudencia porque educado en la sencillez de nuestras montañas, he visto ejercerla a mis padres con cualquiera, fuera pobre o desgraciado. Este es todo mi crimen”. La conclusión de la carta era la confesión de un hombre herido, pero decidido a continuar el combate en el estrecho campo que se le dejaba: “En cuanto a la Congregación que he fundado, continuará haciendo al país todo el bien que pueda. La Providencia la somete a una gran prueba en estas circuns- tancias, pero la fe no nos permite descorazonarnos. El derecho, la inocencia, triunfan siempre, tarde o temprano, las pruebas son el sello por las que se recono- cen las verdaderas obras útiles a la Religión. Lejos de sucumbir ante un fracaso de lo más humillante, sólo pondré más empeño, más actividad, más sacrificio para continuar, con la ayuda de Dios, lo que he emprendido por su inspiración. La- mento que el Gobierno me niegue su apoyo. Usaré, esperando que me lo quiera conceder, de la facultad que me da la ley, para educar en el amor de Dios y del país a los niños que nos sean confiados”  54. “Esperando que me lo quiera conceder...”. No había que esperarlo del Sr. Fortoul que al año siguiente tuvo nuevo argumento para confirmarse en su idea sobre el Hno. Gabriel. Tres Hermanos de la Sagrada Familia, sin saberlo su Superior, se hi- cieron reemplazar en marzo de 1854, por otros tres, en el examen de capacidad en Valence. La bravata fue descubierta, los culpables tuvieron un proceso y fueron (54) Gabriel al Ministro Fortoul, 09/02/1853, A. N. F17 12.476. 375

HNO. ENZO BIEMMI suspendidos en la enseñanza. Este fastidioso asunto cargó más el expediente nega- tivo de Gabriel en París  55. Siempre tenaz y confiado, Gabriel lanza su última tentativa en 1856, cuando Napoleón III confía el Ministerio de Instrucción Pública al Sr. Rouland. Sin entrar de nuevo en los detalles de esta interminable odisea, que se desarrolla de la misma manera y que acaba siempre con el mismo resultado, conviene conocer la comuni- cación del Ministro al obispo de Belley: “... los informes que en diversas ocasiones han sido proporcionados a la adminis- tración de la instrucción pública sobre la persona que está al frente de la Asocia- ción de que se trata, no me permiten dar curso al pedido presentado en su nombre. No podré dedicarme al examen de este asunto mientras la Congregación esté bajo la dirección de un Superior sobre el que pesa desgraciadamente el re- cuerdo de una acusación muy fundada”  56. El mensaje esta claro: El Hno. Gabriel tiene que dejar la dirección de la Congre- gación. El modesto balance de una década Privado de la autorización del Gobierno y por consiguiente de la exención mili- tar para sus Hermanos, mal visto por los Rectores de diferentes Academias donde los Hermanos tenían escuelas, cargado con la acusación, la más vergonzosa que la mentalidad del siglo XIX podía concebir contra un eclesiástico, Gabriel vio termi- narse el decenio más favorable en Francia para las Congregaciones sin poder sacar ningún provecho. Las estadísticas de las escuelas que abre entre 1850 y 1860 no de- jan la menor duda: el asunto de Lyon había paralizado el desarrollo de su congrega- ción. (55) Ver Positio, 623-631. (56) Borrador de una carta del Sr. Rouland al Obispo de Belley, 16/01/1857, A. N. F17 12.476. 376


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