XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” (Kleespies et. al, 2011; Larsson, 2012) Todos los modelos que explican los daños que los terapeutas reciben incluyen como factor importante una serie de conductas que los propios terapeutas pueden llevar a cabo para disminuir el daño laboral a las que definimos como Conductas de Autocuidado (Olivares et. al. 2010). Si bien tradicionalmente el autocuidado de los terapeutas parecía reducirse a su terapia personal (o más bien, el análisis didáctico), modelos actuales proponen que estas estrategias pueden ser medidas, estudiadas y aumentadas, especialmente mediante entrenamiento. Haciendo eco de esta demanda en el medio anglosajón existe una creciente oferta de manuales y textos para ayudar a los terapeutas a lidiar con el estrés laboral (como por ejemplo Norcross y Guy, 2007). Algunas definiciones de autocuidado son: “Es el conjunto de estrategias de afrontamiento que pueden implementar psicoterapeutas para prevenir déficits y propiciar o fortalecer su bienestar integral en las áreas físicas, emocionales y psico espirituales (Murillo, 2001) “(es)… la práctica de actividades que los propios individuos inician y desarrollan en su propio beneficio, en la mantención de su vida, salud y bienestar” (Taylor, S. G., y Orem, D. E., 2006). “(Son las) estrategias de afrontamiento y conductas salutogénicas que reducen el desgaste laboral.” (Radey y Figley, 2007; Guerra y Lira, 2007). En Chile, Guerra, Rodríguez, Morales y Betta (2008) han desarrollado y validado un cuestionario donde se miden 10 estrategias de autocuidado. La escala se llama Escala de Autocuidado de Psicólogos Clínicos (EAP) y la reproducimos a continuación. ¿Con qué frecuencia participa usted en actividades vinculadas a la psicología, pero diferentes a la psicoterapia? ¿Con qué frecuencia supervisa sus casos clínicos? ¿Su ambiente laboral permite el uso del sentido del humor? ¿Con qué frecuencia usted dialoga con sus colegas acerca de su experiencia personal relacionada con el trabajo clínico? ¿Con qué frecuencia participa usted en actividades recreativas con sus compañeros de trabajo? ¿Con qué frecuencia participa usted en actividades recreativas fuera del trabajo (familia y/o amigos)? ¿Con qué frecuencia usted realiza ejercicios físicos (deporte)? ¿Con qué frecuencia participa usted en actividades de crecimiento espiritual (religión, meditación, etc.)? ¿Con qué frecuencia usted mantiene una sana alimentación? ¿Con que frecuencia usted considera que el espacio físico donde trabaja como psicoterapeuta es adecuado (cómodo, calmado y privado)? 299
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” En la actualidad, no contamos en la Argentina con escalas que nos permitan medir el autocuidado. Estamos en proceso de adaptar y validar la EAP, esperando que nos permita cuantificar más eficazmente las conductas de autocuidado de los clínicos argentinos, con el fin de crear intervenciones específicas para mejorar la calidad de vida y de atención de esta población. Todas las preguntas tienen un claro corte conductual orientado a las estrategias de afrontamiento. Conclusiones Es llamativo que si bien se incluye una pregunta acerca de la supervisión, no hay ninguna que indague sobre la terapia personal. Consideramos que la terapia personal es condición sine qua non para que un terapeuta pueda ejercer, puesto que el contacto con un profesional de la salud provee una fuente única de cuidado y alivio frente a las enormes demandas de la tarea clínica, además que permite a un observador externo evaluar nuestros propios procesos de crecimiento, de una manera imposible de lograr de otro modo. Recordemos que los terapeutas poseen motivos saludables y patológicos para desarrollar esta vocación (Guy, 1995), y pueden de manera inadvertida o inconsciente, reactualizar conflictos emocionales en contacto con sus pacientes (como en el caso 1), implementar estrategias inadecuadas de afrontamiento, o activar sets de creencias patogénicas sobre la práctica, los pacientes y ellos mismos. La terapia sería una forma de proteger a los terapeutas, pero también de evaluar quien está en condiciones y quien no de ejercer la psicoterapia. Desde una perspectiva constructivista, debemos incluir que la construcción de los procesos cognitivos es siempre social, en relación a un Otro, y con Otro como soporte y estructurador de la realidad. La terapia funciona muchas veces como un vínculo seguro desde donde ensayar nuevas interpretaciones sobre la realidad (Mahoney, 2005). Los terapeutas intentamos mostrarnos seguros y firmes frente a pacientes y colegas. El coste de dudar o mostrarse débil es simplemente demasiado alto. En una terapia adecuada podemos conectarnos con nuestras experiencias de vulnerabilidad y reactualizarlas, de manera que podemos recibir esa información que esa latente pero activa, para luego reconstruir una significación personal más adaptativa e integrada. La potencia y la capacidad de cambio que un vínculo empático, esperanzado y amable puede proveernos sólo puede ser soslayado por aquellos que no lo han experimentado aún o están demasiado asustados u omnipotentes para ceder poder personal. Referencias Bibliográficas Beutler, JC (1986). Systemic Eclectic Psychotherapy. En Norcross, J. C. (Ed.). (1986). Handbook of eclectic psychotherapy (No. 1). Brunner-Routledge. Botella, L., & Corbella, S. (2005). Neurobiología de la autorregulación afectiva, patrones de apego y compatibilidad en la relación terapeuta-paciente. Revista de psicoterapia, 61, 77-104. 300
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” Castañeiras, C., Ledesma, R., García, F., & Fernández-Álvarez, H. (2008). Evaluación del Estilo Personal del Terapeuta: presentación de una versión abreviada del Cuestionario EPT-C. Terapia psicológica, 26(1), 5-13. Corbella, S., & Botella, L. (2004). Psychometric properties of the Spanish version of the Working Alliance Theory of Change Inventory (WATOCI).Psicothema, 16(4), 702-705. DeAngelis, T. (2011) Psychologist Suicide. Monitor on Psychology, 42(10), 19. Fernández-Álvarez, H., García, F., Gril, S., Ibáñez, A., Mosca, I., & Sousa, P. L. R. (1998). El estilo personal del terapeuta: Inventario para su evaluación. Investigación en psicoterapia, 76-84. Figley, C. R. (1995). Compassion fatigue: Toward a new understanding of the costs of caring. Figley, C. R. (2002). Compassion fatigue: Psychotherapists' chronic lack of self-care. Journal of clinical psychology, 58(11), 1433-1441. García, F., & Fernández-Álvarez, H. (2007). Investigación empírica sobre el Estilo Personal del Terapeuta: Una actualización. Greenson, R. R. (1967). The Technique and Practice of Psycho. Analysis, 1, 53. Guerra, C., Lira, G., Arredondo, V., & Toro, E. (2007). Medición del desgaste profesional en una muestra de profesionales de la Corporación Paicabi: Una aproximación reflexiva al concepto de autocuidado en equipos que trabajan en maltrato infantil. Violencia sexual infantil: debates, reflexiones y prácticas críticas, 114-131. Guerra, C., Rodríguez, K., Morales, G., & Betta, R. (2008). Validación preliminar de la escala de conductas de autocuidado para psicólogos clínicos. Psykhe, 17(2), 67-68. Guy, J. D. (1995). La vida personal del psicoterapeuta: El impacto de la práctica clínica en las emociones y vivencias del terapeuta (Vol. 126). Editorial Paidós. Kleespies, P. M., Van Orden, K. A., Bongar, B., Bridgeman, D., Bufka, L. F., Galper, D. I. & Yufit, R. I. (2011). Psychologist suicide: Incidence, impact, and suggestions for prevention, intervention, and postvention. Professional psychology: research and practice, 42(3), 244. Lambert, M. J. (1992). Psychotherapy outcome research: Implications for integrative and eclectical therapists. Larsson, P. (2012). Psychologist suicide: Practicing what we preach. Mahoney, M. J. (2005). Psicoterapia constructiva: Una guía práctica. Maslach, C. (1993). Burnout: A multidimensional perspective. Maslach, C., Schaufeli, W. B., & Leiter, M. P. (2001). Job burnout. Annual review of psychology, 52(1), 397-422. Murillo, P. (2001). El autocuidado en los psicólogos clínicos de Costa Rica: Cognitivas, conductuales y emocionales. Costa Rica: Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Costa Rica. Norcross, J. C., & Guy, J. D. (2007). Leaving it at the office: A guide to psychotherapist self-care. Guilford Press. Olivares, R. B., Messerer, G. M., Rodríguez, K., & Guerra, C. (2010). La frecuencia de emisión de conductas de autocuidado y su relación con los niveles de estrés traumático secundario y de 301
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” depresión en psicólogos clínicos. Pensamiento psicológico, 3(9). Radey, M., & Figley, C. R. (2007). The social psychology of compassion.Clinical Social Work Journal, 35(3), 207-214. Rial, V., Castañeiras, C., García, F., Gómez, B., & Fernández-Álvarez, H. (2006). Estilo personal de terapeutas que trabajan con pacientes severamente perturbados: un estudio cuantitativo y cualitativo. Revista de la asociación española de neuropsiquiatría, 26(2), 09-26. Smith, P. L., & Moss, S. B. (2009). Psychologist impairment: What is it, how can it be prevented, and what can be done to address it?. Clinical Psychology: Science and Practice, 16(1), 1-15. Taylor, S. G., & Orem, D. E. (2006). Self-care deficit theory of nursing. Tomey AM, Alligood MR. Nursing theorists and their work. Missouri: Mosby Elsevier. 302
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” Las Redes Comunitarias como factor interviniente en la Salud Mental desde un estudio epidemiológico Muñoz Rodríguez, M.; Basco, M.E.; Torres, M.E.; Mosconi, R.; Casciani, C.; Videla, I.; Casciani, G.; Musolino, N.; Martí, J.; Demarque, B. [email protected] Universidad de Mendoza- Facultad de ciencias de la Salud- CONICET- CCT San Luis Resumen En Argentina se sancionó la Ley de Salud Mental (n° 26657/2010), en ella se desplaza como una de las intervenciones necesarias la atención brindada en el hospital psiquiátrico hacia estrategias de Atención Primaria de la Salud (APS) con base en la comunidad. La información epidemiológica actual se basa en usuarios de hospitales monovalentes y hay escasas investigaciones epidemiológicas con población general. Las últimas permiten conocer las necesidades georreferenciales así como cuestionar y avanzar sobre nuevos modos de abordaje no estrictamente clínicos. El presente estudio busca detectar los niveles de sintomatología en salud mental, la percepción de soporte social y el uso de los servicios de salud mental presentes en población general en un distrito de Guaymallén, Mendoza. El estudio epidemiológico es de carácter descriptivo. La muestra es probabilística al azar. Los instrumentos utilizados son: Cuestionario Epidemiológico de Sintomatología Mental (CESIM, Grasso, Sandomirsky y Burijovich, 1995), Cuestionario de Apoyo Social Comunitario Percibido (Gracia, Herrero y Musitu, 2002). Los resultados muestran altos indicadores de soporte social. En los grupos con alta sintomatología, se observan características sociodemográficas específicas y escasas consultas a servicios sanitarios. La presente información permite pensar nuevas modalidades de abordaje en torno a la utilización de las redes sociales y comunitarias como eje de abordaje. Introducción Epidemiología en el proceso salud-enfermedad La mirada que se tenga sobre la salud habilita determinados abordajes y posibilidades de intervención. Si bien la OMS en 1946 institucionalizó una conceptualización de salud más allá del término de enfermedad (“estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” OMS, 2006:1), ésta ha recibido algunas observaciones y dentro del campo científico se ha arribado a propuestas superadoras. El proceso salud enfermedad comprendido desde el juego dialectico entre ambas polaridades permite pensar en un movimiento o en un devenir de dicha situación de salud. Razón por la 303
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” cual, en toda condición de salud o enfermedad hay factores que pueden influir en su alteración de modo más o menos constante, lo que numerosos autores denominan determinantes de la salud (Breihl, 2009; Moiso, 2007). Es por esto que preferimos hablar de la “situación de salud” de una población, entendida como “el conjunto de problemas de salud identificados, explicados y jerarquizados, que son la consecuencia de las condiciones económicas, sociales, políticas y culturales de la población” (Castellanos, 1998: 81). La salud es caracterizada como un derecho básico de cualquier ser humano en tanto que es un requisito para que los sujetos puedan alcanzar las metas que consideran válidas así como para tener una participación en la vida social (Doyal & Gough, 1992). El contexto argentino actual en materia de Salud Mental presenta la sanción de la Ley de Salud Mental, Ley N° 26657 (2010), su reglamentación (2012) y el Plan Nacional en Salud Mental (2013). Esta ley está enmarcada en el paradigma de los derechos humanos, enfatiza el derecho de vivir en comunidad y adhiere a las convenciones internacionales de regulación de la salud mental (Declaración de Caracas, OPS, 1990; Principios de Brasilia, OPS, 2005; Consenso de Panamá, OPS, 2010). La ley desplaza el eje de la atención brindada en el hospital psiquiátrico hacia estrategias de Atención Primaria de la Salud (APS) con base en la comunidad y el tratamiento de los pacientes con padecimientos mentales en los hospitales generales. La APS representa el primer contacto de los individuos y la comunidad con el sistema nacional de salud. Su importancia ya fue reconocida en la Declaración de Alma Ata, donde se definió a la APS como: La asistencia esencial, basada en métodos y tecnologías prácticos, científicamente fundados y socialmente aceptable, puesta al alcance de todos los individuos y familias de la comunidad, mediante su plena participación, y a un coste que la comunidad y el país puedan soportar en todas y cada una de las etapas de su desarrollo, con un espíritu de autorresponsabilidad u autodeterminación (Declaración de Alma Ata, 1978) Más allá de la intención y claridad de la Declaración citada, lejos se ha estado de conseguir los alcances planteados. La privatización de las estrategias y desarrollos tecnólogicos de salud, en detrimento de la atención desde el sector público en salud han sido el principal obstáculo. Incluso en los países que disponen de sistemas de salud más desarrollados, las desigualdades se han agudizado, contribuyendo las nuevas tecnologías al incremento de la brecha en el acceso a los servicios de salud (OPS/OMS, 2007). Las críticas y revisiones propuestas al concepto de APS, hacen que hoy se hable de APS renovada (OPS/OMS, 2007; de Lellis, Berra & Morand, 2015). La APS renovada se sostiene en los siguientes principios: - Dar respuesta integral a las necesidades de salud de la población: tanto a necesidades “objetivas” (definidas por expertos) como “subjetivas” (definidas por la población según su diversidad) 304
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” - Participación: los sujetos se tornan protagonistas activos en la toma de decisiones. - Intersectorialidad El presente trabajo intenta ser un aporte, especialmente en lo referido al primer principio, ya que intenta conocer desde la mirada epidemiológica cuáles son las necesidades y situación de salud en relación principalmente psicosocial percibida por la comunidad. A su vez, implica intersectorialidad, al tratarse de una propuesta coordinada desde el nivel universitario con las organizaciones sociales de la zona (uniones vecinales), para aportar datos a los Centros de Salud intervinientes en el lugar. Almeida Filho y Rouquayrol (2011) sostienen que la epidemiología puede ser considerada como la ciencia básica de la Salud Colectiva. Esta ciencia se dedica al estudio del proceso de salud en los conglomerados sociales, tomando en cuenta lo que respecta a los emergentes negativos (enfermedades/malestares) como los positivos (salud positiva), buscando conocer sus distribuciones, causas y dinámicas. A pesar de los señalamientos y reclamos con respecto a la necesidad e importancia de desarrollar investigaciones de epidemiología negativa (enfermedad) como positiva (salud) (Terris 1982), prevalecen largamente los estudios y desarrollos epidemiológicos relacionados con la enfermedad. Si bien desde el marco legislativo y programático se entiende el registro epidemiológico como una necesidad, actualmente Argentina cuenta con escasos estudios sobre malestar psicológico en población general (Saforcada, De Lellis y Martínez Calle, 2012; Salvia y Brenlla, 2005; Burijovich, D´Lucca, Berra, 1999), como así también con respecto a factores de riesgo y protección para la misma. La mayoría de las investigaciones existentes se basan en usuarios del sistema sanitario y estimaciones realizadas en función de la demanda asistida con relación a problemas en salud mental y adicciones. A nivel nacional se conoce el estudio de Sola (2010) dentro del Sistema de Vigilancia Epidemiológica en Salud Mental y Adicciones de Nación. En cuanto a los antecedentes a nivel de la provincia de Mendoza, Argentina, cabe destacar la investigación realizada por la Dirección de Salud Mental durante el año 2006 (con datos correspondientes al 2005 y 2004), bajo la dirección de María Jesús Estévez y equipo, en colaboración con la OMS a través de su consultor, Enrique Stein. Las estimaciones mencionadas no brindan información acerca de la población que no demanda prestaciones en los servicios de salud, por lo que, como señalan Saforcada, De Lellis y Martínez Calle(2012), resulta difícil estimar adecuadamente los niveles de malestar psicológico en una población, así como las necesidades de mejora de la salud mental. Redes de apoyo Las redes se refieren a los vínculos que las personas poseen, estos pueden ser vistos desde la cantidad de relaciones o bien desde la función de apoyo social que 305
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” estas cumplen. El apoyo social puede ser considerado un recurso externo y, junto con otros recursos disponibles, constituye el potencial que posee una persona para enfrentar con cierto éxito las exigencias del medio. El apoyo social percibido es una valoración cognitiva sobre el apoyo del que dispone o dispondrá una persona en su red social en caso de necesitarlo. La evaluación de la percepción se realiza teniendo como parámetro temporal el presente o futuro. Esto es lo que lo diferencia del apoyo social recibido, que se enfoca en la evaluación de la experiencia vivida en el pasado. Si la persona necesita colaboración para resolver alguna situación -ya sea de naturaleza informacional, instrumental, afectiva o social- y percibe que puede contar con este apoyo en su red social, posibilita que se movilicen sus recursos para obtenerlo. Esto puede llevar a recibir realmente apoyo. Si realmente recibió o no apoyo, depende de la valoración retrospectiva que haga la persona destinataria de la ayuda (Kienle, Knoll & Renneberg, 2006). El apoyo social aparece relacionado a la salud mental en dos sentidos (Thoits, 2011; Roberto Castro, Lourdes Campero y Bernardo Hernández, 1997). Por un lado, hay quienes sostienen que puede ser un factor protector de la salud, en tanto quienes tienen más redes gozan de mejor salud. Mientras que en otras investigaciones se ha observado que las personas que presentan algún tipo de malestar recurren a ampliar sus redes o bien las perciben más positivamente que aquellos que no presentan padecimiento. Método El universo de la presente investigación implicó a adultos de ambos sexos, de más de 18 años, residentes del distrito de General Belgrano de Guaymallén, Mendoza. La muestra seleccionada es no probabilística al azar (n=415), buscando la proporcionalidad de cada cuota de edad y sexo del distrito de General Belgrano según el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001 (Instituto Nacional de Estadística y Censos -Argentina, 2004). Se sortearon 60 manzanas para la recolección de datos, la que se llevó a cabo a través de un equipo de encuestadores capacitados específicamente para este estudio. A todos los participantes se les solicitó consentimiento informado y se aseguró anonimato y reserva de la identidad. El instrumento utilizado fue el Cuestionario Epidemiológico de Sintomatología Mental CESIM, que fue diseñado y construido en Córdoba, Argentina, en el año 1993 por un equipo de investigadores de la Dirección General de Salud Mental de dicha Provincia. Este instrumento ha sido validado y sometido a pruebas de confiabilidad (Grasso y cols., 1995). Además la validez ecológica, satisfechas las exigencias psicométricas, deviene del hecho de haber sido construido dentro del mismo país. El instrumento, que permite evaluar la severidad de la sintomatología mental para la presente investigación se empleó la forma abreviada del CESIM, de 54 ítems, ya que se tuvieron en cuenta razones de tiempo de administración del instrumento. 306
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” Los principales aspectos de sintomatología mental cubierta por el CESIM, versión breve, son: angustia/ansiedad/temor, euforia, depresión, agresividad, inseguridad/pasividad/dependencia, alucinaciones/delirios, ideas persecutorias, conductas obsesivo/compulsivas, hipocondría/despersonalización, desorientación, irritabilidad, baja autoestima, trastornos del sueño y el apetito, enfermedades psicosomáticas: asma/alergias, sudor/temblor, hipertensión, dolor de cabeza y cansancio. Sin embargo, para el presente trabajo se presentarán los resultados de acuerdo a los niveles de sintomatología presentados por los participantes: muy alto, alto, medio y bajo (Grasso y cols, 1995, y Saforcada y cols, 2012). En esta investigación también se utilizó el Cuestionario de Apoyo Social Comunitario Percibido, de Gracia Fuster, Herrero Olaizola y Musitu Ochoa (2002), el cual consta de 25 preguntas divididas en 3 escalas que evalúan 2 dimensiones: integración comunitaria y apoyo social de los sistemas informales y formales (Saforcada y cols, 2012). Este instrumento es un cuestionario, con respuestas tipo Likert de 1 a 5 (desde “muy en desacuerdo” hasta “muy de acuerdo”), que permite conocer los recursos sociales percibidos por los miembros de la comunidad lo que, a su vez, brinda información útil a los fines de planificar intervenciones comunitarias. El procesamiento de los datos recogidos se llevó a cabo con el soporte informático SPSS 19 (Statistical Product and Service Solutions) de la SPSS Inc. (Statistical Packageforthe Social Sciences Inc.). Resultados Caracterización demográfica de la población encuestada La población encuestada estuvo conformada por 415 personas, 226 mujeres (corresponden al 54,6% de la muestra) y 190 hombres de 18 a 84 años. Las familias implicadas tenían como jefe de hogar a hombres en un 73,1% de los casos. La composición de las mismas presentó una media de 4,7 miembros con una desviación estándar de 5,1. Las familias de tipo unipersonales conforman el 6% de la muestra. Las familias de 10 o más miembros convivientes corresponden al 2,6% de los casos. En cuanto al estado civil, 23,6% de las personas encuestadas se encontraban unidas, 31,5% casadas, 9,9% separadas, 2,2% divorciada, 5,3% viudas y 27,5% solteras. El nivel de instrucción alcanzado se agrupó en las siguientes cuatro categorías: No escolarizado; Primario (incluye incompleto y completo); Secundario (incluye incompleto y completo) y Superior (Terciario o Universitario, incompleto y completo). La muestra está conformada por 1,4 % de personas no escolarizadas, 12,6% con primario incompleto, 20,5% con primario completo, el nivel secundario fue alcanzado por el 22,8% para cada una de las dos subcategorías (incompleto y completo), el 9,1% poseía el terciario incompleto, y completo, el 5,6% de los casos. En cuanto a la situación laboral, el 52,1% de los casos poseía trabajo, 36,1% no trabajaba y no buscaba trabajo (estudiantes, 11,3%; amas de casa, 17,3%; y jubilados, 307
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” 16,3%) y el 11,1% estaba desempleado. De este porcentaje de desempleados 2,6% eran estudiantes y 2,4% amas de casa que sí precisaban emplearse. Cabe mencionar que no se indagó sobre las características laborales (trabajo registrado o no, estabilidad del mismo, etc.) de quienes poseían trabajo. Sintomatología en Salud Mental En el análisis de los datos aportados por el CESIM se observó que el puntaje medio hallado en los encuestados fue de 17,6, con una desviación estándar de 9,3 (Figura 1). Esta media corresponde a sintomatología media (categoría que comprende de 5,62 a 18,2 en el puntaje bruto). En cuanto a la distribución de frecuencia según los puntajes obtenidos en el CESIM se observó que el 57,2 % de la muestra poseía sintomatología baja (6,5%) o media (50,7%) y que el 42,8% restante presentaba sintomatología alta (32,5%) o muy alta (10,3%). Figura 1: Porcentajes de carga de sintomatología en el aspecto mental de la salud de las personas encuestadas. 10,3 6,5 baja 32,5 media 50,7 alta muy alta En cuanto a las características sintomatológicas en hombres y mujeres se puede mencionar que ambos sexos presentaron la similar distribución en cada uno de los niveles. En cuanto a la edad se encontraron porcentajes elevados de sujetos con sintomatología alta y muy alta en la vejez y de los 45 a los 64 años. En cuanto al sexo, se observa que son las mujeres quienes tienen mayor malestar subjetivo. Son las personas separadas o viudas quienes presentaron mayor carga de sintomatología en salud mental, ya que por encima del 60% de las mismas se ubicaron en niveles altos o muy altos de malestar. En las personas solteras, divorciadas, unidas y casadas no se presentaron diferencias entre los niveles sintomatológicos. En relación al nivel educativo, se observa que a medida que aumenta el nivel de escolaridad alcanzado se poseen menores cargas de malestar psíquico. 308
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” En cuanto a la situación laboral se observó que las personas que no poseían trabajo eran quienes presentaban mayor sintomatología en salud mental. Las personas desempleadas tuvieron, en un 55%, síntomas altos o muy altos. Quienes no trabajan pero no buscan trabajo, amas de casa, jubilados, estudiantes también presentan sintomatología más alta que aquellos que trabajan aunque en menor medida de aquellos que se consideran desempleados. Factores intervinientes en el proceso salud-enfermedad El cuestionario de apoyo social comunitario mide integración y participación en la comunidad y tiene una posibilidad de puntaje bruto que oscila entre 11 y 55 puntos. El puntaje medio logrado por la muestra fue de 31,7 con una desviación estándar de 8,8 (figura 2).El puntaje medio corresponde a una percepción de integración media, lo que muestra la frecuencia de contactos con miembros del barrio, así como la satisfacción derivada de la relación. Donde se observa la mayor concentración de respuestas es en quienes presentan mucha integración. En las edades de 18 a 35 años en donde se encuentra menor percepción de integración comunitaria aspecto que puede estar relacionado con la etapa de crianza de las familias y de inclusión al mundo del trabajo. Las mismas disminuyen en la vejez, a partir de los 75 años se observa que aumenta la cantidad de personas que se siente menos integrada, lo cual puede asociarse con el tipo de actividades que pueden desarrollar en estos contextos. Figura 2: Porcentajes de percepción de niveles de apoyo social y de integración comunitaria de los miembros de General Belgrano. alto Percepció n apoyo social medio 23,3 50,5 bajo 26,2 Percepción integración comunitaria medio 21,6 42,3 alto bajo 36,1 0 10 20 30 40 50 60 En el caso del apoyo social, el puntaje bruto máximo posible de lograr es de 70 y el mínimo 14. La percepción de apoyo social tiene un puntaje medio de 45,6, con una desviación estándar de 13,55. Este puntaje denota un nivel alto de soporte social percibido en instituciones formales y no formales. Las personas encuestadas tenían, en un 50,5% de los casos, la percepción de estar muy 309
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” integradas; 23,3% de ellas percibe estar medianamente integradas y poco integradas un 26,2%. En cuanto al soporte social percibido es importante destacar que la escala diferencia el soporte social en relación a instituciones no formales (uniones vecinales, iglesias, clubes, etc.) y formales (educativas y del sector salud). Las organizaciones del sector formal generalmente tienen mejor percepción dada por los entrevistados que las organizaciones del sector informal. En relación a este aspecto, se observa valoración de los servicios de salud y educación aunque no se haga uso de ellos, en cambio en las asociaciones barriales se observa mayor conocimiento y relación con las personas que la componen y es este el aspecto más frecuente de crítica. No se encontraron diferencias significativas en cuanto a la percepción de integración comunitaria como tampoco del soporte social percibido en relación al nivel de sintomatología mental. Sin embargo, en aquellas personas con mayor sintomatología se observa mayor percepción de soporte social que en las que presentan menos sintomatología. El apoyo social se ha asociado a un factor protector para las enfermedades del espectro mental, tal vez las características sociales actuales hacen que las personas con malestar psíquico recurran más a sus redes para tratar de amedrentar este sufrimiento. De esta manera el apoyo social sería un aspecto amortiguador de los factores estresores. En relación a las fuentes de estrés, se trabajó con tres categorías de análisis personales, familiares y/o sociales. - Estresores sociales contempla los siguientes factores: dificultades económicas graves, falta de trabajo de la persona encuestada o algún miembro de su familia y/o exceso de trabajo o disgusto en el mismo. El 30% de la población encuestada refiere no tener estresores sociales, mientras que el 60% de la misma puntúa entre uno o dos de los mismos y en el 10% restante se observa presencia de los tres factores contemplados en la categoría. - Estresores familiares contempla: malas relaciones entre los miembros de la familia (sin violencia), problemas de salud de la persona encuestada o de su familia, la falta de vivienda, drogodependencia de algún familiar, fallecimiento de algún familiar, violencia en la familia. El 20% de la población encuestada no presenta estresores familiares, el 73% de la misma puntúa entre 1 a 3 estresores familiares, restando un 7% que presenta entre 4 a 6 estresores. - Estresores personales contempla: alcoholismo, preocupación por el futuro, dificultades con su pareja. El 27% de la población no tiene estresores de tipo personal, mientras que el 55% de la misma presenta un único estresor de este tipo, el resto presenta entre 2 y 3 estresores. Los items que presentan mayor falta de respuesta, es decir que las personas no respondieron o no sabían la respuesta corresponden en orden decreciente a: dificultades con su pareja (1,5% de la muestra), drogadependencia de algún familiar (1,2%), le preocupa su futuro (1%) y disconformidad o desagrado por su trabajo (0,7%). Estos indicadores son interesantes de ser trabajados a futuro en procesos participativos 310
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” para poder identificar qué aspectos la comunidad considera que pueden influir en la ausencia de respuesta o dificultades en la misma. Al observar la distribución de la cantidad de estresores presentes en las personas sin diferenciar el tipo del mismo se observó que la misma aumentaba a medida que aumentaba la cantidad de sintomatología reconociendo diferencias significativas (chi- cuadrado 0,000- figura 3). Aspecto que permite reconocer la importancia de los determinantes sociales de la salud y de los aspectos de la vida cotidiana en los procesos de salud enfermedad. Figura 3: Cantidad de estresores presentes en las personas según el nivel de sintomatología presente. Consulta a servicios de salud mental Se analizó la cantidad de personas que habían consultado en ese año algún de servicio de salud mental o lo habían hecho en algún momento de su vida. Se observó que del total de las personas que presentaron mayor carga sintomatológica (42,8% del total), sólo el 39,3% (de 178) de ellos había realizado consultas en algún momento a servicios especializados en el área mental (tabla 1). Quienes corresponden al 16,8% del total de la muestra. 311
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” Tabla 1. Consulta a los servicios de salud y nivel de sintomatología presente según el CESIM. Nivel de sintomatología CESIM Consulta a Servicios Muy Total Alta Media Baja alta de Salud F % F % F % f % f % En el último año 13 30,2 14 10,3 19 9,0 5 18,5 51 12,2 Alguna vez no en el 12 27,9 31 23 55 26,1 7 25,9 105 25,2 último año Total de personas que 25 6 45 10,8 74 17,8 12 2,9 156 37,4 han consultado Total de personas que 18 4,32 90 21,6 137 32,9 15 3,6 260 62,5 NO han consultado Asimismo, se observó que las personas con sintomatología media habían consultado en el 17,8% de los casos y casi dos tercios de ellos lo han hecho en otro momento de sus vidas. Conclusiones Las características sociodemográficas que se encontraron relacionadas con alta sintomatología en el área mental fueron: el desempleo, sexo, el bajo nivel educativo, un estado civil de separación o viudez y la edad. Estos datos se condicen con los hallados en distintos estudios internacionales (Vicente, Rioseco, Saldivia, Kohn, y Torres, 2002; Bones Rocha, Pérez, Rodríguez-Sanz, Borrell, y Obiols, 2010). Sin embargo, en Argentina sólo se conoce la relación entre aspectos sociodemográficos y carga de morbilidad a partir de las publicaciones realizadas en Córdoba, Argentina (Burijovich y Sandomirsky, 1998; Burijovich y cols., 1999), quienes relacionan la carga de enfermedad con la desocupación y la edad de los participantes (datos similares a los de la presente investigación); así como también a través de la investigación de Salvia y Brenlla (2005) quienes hallaron como factores asociados a mayor carga de enfermedad el bajo nivel de instrucción y el estado civil. Asimismo, todas las investigaciones mencionadas encuentran mayor sintomatología en mujeres, aspecto que coincide con los de la presente investigación. Los resultados muestran que los participantes de este estudio se identificaron mayormente integrados y participando en su comunidad sin haber diferencias entre los distintos niveles de sintomatología. Por lo que el indicador de apoyo social en este caso no aparecería como un moderador 312
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” directo en relación a la morbilidad en el área mental. Sería pertinente indagar en qué grado esta percepción de integración y apoyo social está asociada con la existencia de proyectos a través de los que las relaciones con los demás adquieren sentido. Burijovich y Sandomirsky (1998) encontraron resultados similares y entienden esta relación entre niveles elevados de sintomatología y de apoyo social desde el aspecto cualitativo y no cuantitativo de la interacción. Otro aspecto a considerar es la posibilidad que el apoyo social sea un facilitador para la remisión espontánea de síntomas. Herrero Olaizabal (2004) plantea que las relaciones de apoyo social pueden ser uno de los factores favorecedores de este aspecto. Lo cual podría ser tomado como herramienta para intervenciones desde el nivel primario del sistema de salud a través de estrategias de APS que prioricen las relaciones con la comunidad. En la presente investigación ni el hecho de poseer sintomatología alta o muy alta fueron predictores de consultas a los servicios de salud mental. El trabajo en epidemiología cobra su último sentido en el momento en que se planifican y gestionan acciones de intervención comunitarias luego de conocer la situación de salud de usuarios y no usuarios del sistema de salud. Para que esto suceda no sólo es necesario contar con datos cuantitativos de la situación de salud desde las múltiples áreas que la integran, sino que además es primordial conocer la situación histórica de la zona, las redes institucionales y comunitarias existentes, los estilos de vida, las relaciones de género, de clase y étnicas. Como claramente plantea Breilh (2009), además de aspectos conceptuales y dominio práxico es indispensable una postura ontológica en el campo de la epidemiología. Un trabajo efectivo precisa vincular información científica con intervención en terreno que contemple la participación de múltiples actores. Una praxis dentro de este marco exige un trabajador en salud con una identidad profesional atravesada por la memoria, el compromiso social, el cuestionamiento y los derechos humanos. Referencias Bibliográficas Bones Rocha, K., Pérez, K., Rodríguez-Sanz, M., Borrell, C. y Obiols, J.E., (2010) Prevalencia de problemas de salud mental y su asociación con variables socioeconómicas, de trabajo y salud: resultados de la Encuesta Nacional de Salud de España. Psicothema, 22 (3), 389-395 Breilh, J. (2009) Epidemiología Crítica: ciencia emancipadora e interculturalidad. Buenos Aires: Lugar Editorial. Burijovich, J. y Sandomirsky, M. (1998) Los desempleados: malestar psicológico, apoyo social e intervención estatal. Revista Administración Pública y Sociedad, n° 11, 103-114. Burijovich, J., D´Lucca, A., y Berra, C. (1999) - Investigación en Salud Mental: de los cordobeses y sus malestares – Córdoba: Sub-dirección General de Salud Mental del Gobierno de la Provincia. Castro, R., Campero, L. y Hernández, B. (1997). La investigación sobre apoyo social en salud: situación actual y nuevos desafíos. Revista Saúde Pública, 31 (4): 425-435. De Lellis, Martín; Berra, Andrea & Morand, María Ester (2015) Capítulo 3: El legado de la atención primaria de la salud. En: De Lellis, Martín. Perspectivas en salud pública y salud mental. Buenos Aires: Nuevos Tiempos. 313
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” Declaración de Alma Ata (1978) Conferencia Internacional de Atención Primaria de la Salud. Rusia: OMS. Doyal, L. & Gough, I. (1992)A theory of human need.Londres: Ed. MacMillan. Gracia Fuster, E., Herrero Olaizola, J. y Musitu Ochoa, G. (2002) Evaluación de recursos y estresores psicosociales en la comunidad. España: Síntesis. Grasso, L., Sandomirsky, M. y Burijovich, J. (1995) Cuestionario Epidemiológico de Sintomatología mental (CESIM). Córdoba: Dirección General de Salud Mental. Instituto Nacional de Estadística y Censos (Argentina) (2004) Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001: total del país y provincias. Buenos Aires: INDEC. Kienle, R., Knoll, N., & Renneberg, B. (2006).Sozialeressourcen und gesundheit: sozialeunterstützung und dyadischesbewältigen [Social resources and health: Social support and dyadic coping]. En B. Renneberg & P. Hammelstein (Eds.), Gesundheitspsychologie (107-122). Alemania: Springer. Moiso, A. (2007). Determinantes de la Salud. En H. Barragán, Fundamentos De Salud Pública (Pp. 161-189). Buenos Aires: Editorial De La Universidad Nacional De La Plata . OMS (2006) Documentos básicos, suplemento de la 45a edición, 1-20. New York: OMS. OPS. (s/f) Instrumento de Evaluación para Sistemas de Salud Mental. Dirección de Salud Mental de la provincia de Mendoza. Documento sin publicar. OPS/OMS (2007) La renovación de la atención primaria de salud en las Américas. Whashington D.C: Organización Panamericana de la Salud/ Organización Mundial de la Salud.. Saforcada, E., De Lellis, M. y Martínez Calle, S. (2012) Estudio epidemiológico comparativo de sintomatología de salud mental en adultos del partido de Avellaneda y la Ciudad de La Plata, 2011. Anuario de investigaciones, 19 (1), 141-151. Salvia, H. A. y Brenlla, M.E. (Diciembre, 2005). Salud mental en sectores urbanos de la Argentina. VI Jornadas Nacionales de Debate Interdisciplinario en Salud y Población del Instituto Gino Germani, Buenos Aires. Sola, M (Coord) (2010). Estimación de la Población afectada de 15 años y más por Trastornos Mentales y del Comportamiento en Argentina. Buenos Aires: Ministerio de Salud de la Nación. Terris, M. (1982). La revolución epidemiológica y la medicina social. México, Siglo XXI. Thoits, P (2011). Mechanisms Linking Social Ties and Support to Physical and Mental Health. Journal of Health and Social Behavior 52(2), 145–161. DOI: 10.1177/0022146510395592 Vicente, B., Rioseco, P., Saldivia, S., Kohn, R., y Torres, S. (2002). Estudio chileno de prevalencia de patología psiquiátrica (DSM-III-R/CIDI) (ECPP). Revista médica de Chile, 130(5), 527-536. 314
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” Medicalización, neuropsicología y cultura en el concepto de adicción. Apud, Ismael [email protected] Facultad de Psicología, Universidad de la República. Resumen La medicalización es un proceso que a partir de fines de siglo XVIII construye una red de vigilancia y autovigilancia cada vez más densa y amplia, produciendo el disciplinamiento del comportamiento y la normalización de los cuerpos/sujetos. En términos epistemológicos, se caracteriza por la separación entre historia natural e historia social de la enfermedad. De esta manera se deshistoriza la enfermedad y se excluyen los factores sociales, cargando el peso de la enfermedad sobre el cuerpo biológico del individuo. El proceso de medicalización involucra a su vez un control estatal sobre el uso de medicamentos. Supuso, entre otras cosas, la deslegitimación de las pharmacopeias populares y los remedios caseros que se utilizaban en forma libre hacia fines del siglo XIX, como ser la morfina, cocaína, codeína, y heroína. En esta batalla contra la automedicación jugó un rol central el concepto de “drogadicción”, en tanto conformó el argumento de orden sanitario para el establecimiento del modelo prohibicionista. En la siguiente ponencia nos proponemos problematizar el concepto de adicción bajo dos modelos: el “modelo neurobiológico” y el “modelo sociocultural”. Señalaremos las características generales de ambos (mecanismos de recompensa y circuitos neuronales en el primer caso; factores de riesgo y vulnerabilidad socio-cultural en el segundo caso), así como su contexto histórico de emergencia (medicalización y políticas prohibicionistas en el primero, ciencias sociales y crítica a la visión ortodoxa de ciencia en el segundo). Partiendo de este antagonismo, pensaremos la posible integración de ambos modelos desde una perspectiva cognitivo-cultural. Por último, problematizaremos el problema del diagnóstico, tratamiento y medidas punitivas relacionadas a la drogodependencia, bajo una perspectiva de Derechos Humanos, en el proceso general de lo que diversos autores denominan “humanización de las leyes internacionales”. Este proceso supone, en el terreno de las políticas de drogas, que las mismas medidas legales no vulneren el derecho a la privacidad, a la salud, al tratamiento ético, y a derechos colectivos. Palabras clave: Adicciones, medicalización, modelo neurobiológico, modelo sociocultural. 315
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” Desarrollo Medicalización y el concepto de adicción Como señala Foucault (1991), la medicalización es un proceso que desde fines de siglo XVIII construye una red de vigilancia cada vez más densa y amplia, produciendo el disciplinamiento del comportamiento y la normalización de los cuerpos/sujetos. Involucró un control estatal sobre el uso de medicamentos, y la deslegitimación de las pharmacopeias populares y los remedios caseros que se utilizaban en forma libre hacia fines del siglo XIX, como ser la morfina, cocaína, codeína, y heroína (Escohotado, 1992; Romaní & Comelles, 1991; Romaní, 2005). En esta batalla jugó un rol de importancia el concepto de “adicción”, en tanto conformó un argumento científico para el establecimiento de medidas restrictivas que fueron esenciales para el afianzamiento del poder médico corporativo y “farmacrático” (Szasz, 1974). Si bien el proceso de medicalización debió combatir las denominadas “supersticiones” del campo de las creencias, y competir en los espacios de atención en salud con las instituciones religiosas, en el caso particular del prohibicionismo en materia de drogas hubo una convergencia de perspectivas e intereses entre medicina moderna e instituciones religiosas. Desde la propia historia occidental y hasta llegado el renacimiento, cualquier práctica místico-embriagante se asociaba a cultos paganos, así como al despliegue desmesurado del deseo y del vicio, de la subyugación del espíritu por la carne (Escohotado, 1992). Esta matriz religiosa, basada en una reformulación de la sophrosyne griega en términos escolásticos, es la que sentó las bases para la figura estereotipada del drogadicto como un “esclavo de sí mismo” (Carneiro, 2008). Bajo esta matriz es que surgen los movimientos de templanza del siglo XIX y su repudio al consumo de bebidas destiladas en los EEUU, aunando esfuerzos con el estamento médico para combatir el problema del alcoholismo. Harry Levine (1978) propone al concepto médico de adicción como un producto posterior a la Ilustración, que supuso el abandono de la noción de ebriedad como una práctica “demoníaca” o “moralmente reprobable”, y la creación del concepto de “adicción” bajo un modelo científico, en términos de “enfermedad del cerebro”. Según Morton Jellinek (1960) la idea médico-científica del alcoholismo como una enfermedad fue vista como un debilitamiento en los movimientos de la templanza, en tanto desligaban de la responsabilidad moral a sus consumidores. Para Levine, por el contrario, si bien no todo participante en el movimiento entendía el alcoholismo como una enfermedad, una gran parte consideraba la alianza como fundacional del movimiento. El modelo asilar de las “casas de sobriedad”, así como las fraternidades para la recuperación de alcohólicos (algo parecido a Alcohólicos Anónimos actual), fueron impulsados por éstas sociedades, en conjunto con el estamento médico. En el caso particular del prohibicionismo en materia de drogas hubo entonces una convergencia de perspectivas e intereses entre medicina moderna y sociedades de temperancia. Tanto médicos como religiosos mostraron una preocupación en torno al problema del “auto-control”, en una nación con una fuerte 316
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” clase media, donde el problema de la “autodeterminación” confluyó con el de los excesos de la clase proletaria y la estigmatización de los inmigrantes. El primer medico en hablar del alcoholismo como una enfermedad fue Benjamin Rush a fines de siglo XVIII, quien lo describe como una “enfermedad de la voluntad”, cuya causa son las bebidas espirituosas, y cuya única cura es la abstinencia total (Levine, 1978). A partir de allí y a lo largo del siglo XIX surgen una gran cantidad de descripciones y términos médicos para enfermedades relacionadas con el alcoholismo y la adicción a otras drogas. A fines de siglo XIX ya se encontrarán formuladas las ideas centrales sobre las que girará posteriormente el concepto de alcoholismo y adicción. Ideas como la predisposición biológica, la toxicidad, el “apetito mórbido” o craving, la tolerancia, la progresividad de la enfermedad, la pérdida de control para frenar el consumo, y la idea del adicto como un enfermo de la voluntad (White, 2000). El modelo “neurobiológico” Es recién en el siglo XX, y principalmente con los nuevos descubrimientos y tecnologías en neurociencias que comienza a formularse una teoría neurobiológica de la adicción, a través del estudio de los “mecanismos de recompensa”, vinculados a la manera que tiene el cerebro para promover y valorar aquellas conductas adaptativas útiles -como la alimentación, protección y reproducción-, a través de mecanismos vinculados al placer. El efecto hedónico de recompensa se explica a través de lo que se denomina sistema dopaminérgico, involucrando vías mesolímbicocorticales (área tegmental ventral del mesencéfalo, sus proyecciones hacia el sistema límbico - principalmente nucleus accumbens-, y finalmente otras áreas, entre ellas la corteza prefrontal, vinculada a la “pérdida de control”). Las drogas actuarían sobre la neuroplasticidad de los circuitos de recompensa dopaminérgicos, “hackeando” (Platt, Watson, Hayden, Shepherd, & Klein, 2010), “pirateando” (Becoña Iglesias & Cortés Tomás, 2010) éstos mecanismos de ponderación; interponiéndose entre la recompensa y el comportamiento adaptativo, y sustituyendo al segundo por el “placer mismo” del consumo. En su esencia, el craving de la droga es un mecanismo similar al de la sed y el agua, pero ante una sustancia que produce una necesidad “artificial” (Friedman & Rusche, 1999). La potencia de las drogas sería a su vez mayor a la de los neurotransmisores naturales, produciendo no solo placer, sino también tolerancia, síntomas de abstinencia, y finalmente “dependencia física” (Stoehr, 2006). Durante la exposición prolongada del cerebro a la presencia de la droga, el cerebro se habitúa a funcionar bajo elevados niveles de dopamina, que el sistema nervioso compensa produciendo una menor cantidad de receptores dopaminérgicos. Es entonces que el adicto, para lograr el efecto deseado, debe recurrir a dosis cada vez mayores, llevando desde un consumo impulsivo a uno compulsivo (George F Koob, Sanna, & Bloom, 1998). Esto genera entonces un ciclo autodestructivo en los mecanismos homeostáticos del cerebro (Becoña Iglesias & Cortés Tomás, 2010). 317
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” Pero este abordaje resultaba insuficiente a la hora de explicar todos sus aspectos. Es por ello que la Organización Mundial de la Salud (WHO, 1964) formuló la distinción entre “dependencia física” y “dependencia psicológica”. Esta distinción permitió considerar como peligrosas un conjunto de drogas que previamente no podían ser consideradas como “adictivas” desde un punto de vista físico. Entre ellas estaban la marihuana y los alucinógenos, que comenzaban a ser usados ampliamente por la población más joven, y que bajo la nueva terminología podían ser entendidas como sustancias que causaban dependencia psíquica (Escohotado, 1992; Peele, 1990). Pero el problema que intenta resolver esta distinción es más escabroso aún. Por un lado en el uso de la “dependencia psicológica” se ve reflejada la imposibilidad general de los diagnósticos psiquiátricos para escapar de las descripciones psicológicas en el campo de las enfermedades mentales. En el caso particular de las adicciones, esto es fácilmente constatable si consideramos la predominancia de los criterios psicológicos en los manuales DSM por sobre criterios de “dependencia física” como la tolerancia y los síntomas de abstinencia. Por otro lado, el problema no ha sido solo abarcar la extensión de drogas ilícitas incluidas a priori en los tratados internacionales, sino también el cómo explicar la aparición de diversas adicciones comportamentales sin la presencia de una sustancia (aunque el DSM sólo reconoce el juego compulsivo, la lista podría abarcar un sinfín de actividades), o la presencia de dependencia física sin el desarrollo de una adicción, por ejemplo en el caso de gran cantidad de pacientes medicados para el dolor. En términos diagnósticos, la encrucijada se resuelve de modo pragmático, a través de cantidades de ítems a identificar. Pero desde un punto de vista científico, donde la explicación debe ir más allá de las descripciones consensuadas, se plantea un problema de fondo sobre la adicción como “enfermedad del cerebro”. Friedman & Rusche (1999) deciden responder al problema bajo la idea de “definición de trabajo”. Definen adicción como la suma de dependencia psicológica y física, siendo la primera un artificio provisorio que permite seguir trabajando las insuficiencias de conocimiento sobre el tema, bajo la promesa que en un futuro éstos fenómenos psicológicos puedan ser explicados en términos de mecanismos cerebrales. De esta manera, ambos tipos de dependencia serían biológicas, en tanto ambas involucran cambios en el cerebro. Se trata en suma, de una falacia “ad hoc”, un recurso heurístico que permite “salvar las apariencias”, más allá de que en un futuro se descubra o no el correlato neuronal restante. Las bases neurobiológicas del modelo han debido a su vez extenderse con el paso del tiempo más allá de los límites del sistema dopaminérgico. Por un lado porque no todas las drogas actúan directamente sobre el mismo. Los circuitos involucrados actualmente han sido extendidos hacia otros neurotransmisores (e. g. opioides peptídicos, GABA, serotonina) que actuarían de forma indirecta sobre los mecanismos de recompensa. De esta manera, se busca explicar el efecto de otras sustancias aparte de aquellas que actúan directamente sobre los mecanismos dopaminérgicos (Becoña Iglesias & Cortés Tomás, 2010). Concomitantemente, esta ampliación se da también 318
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” hacia otros sistemas, como la modulación del estrés a través del eje hipotálamo- pituitaria-adrenal (G. F. Koob & Simon, 2009); otras estructuras cerebrales como ser la corteza orbitofrontal, vinculada a la recompensa olfatoria y gustativa (Platt et al., 2010); otros procesos cognitivos como la memoria, la motivación y el aprendizaje (Barrondo Lakarra & Callado Hernando, 2006). De esta manera el modelo adquiere una complejidad y mayor poder explicativo, integrando recompensa, condicionamiento, motivación, aprendizaje, memoria, estímulos externos. Este modelo es la posición oficial de NIDA (2012) que define adicción como una enfermedad crónica del cerebro, que involucra los sistemas de recompensa, motivación, aprendizaje y decisión. Por otro lado, al integrar aprendizaje y señales del contexto, el paradigma busca adaptarse a la emergencia del nuevo modelo bio-psico-social, en el cuál no tendremos tiempo de profundizar. En el caso de la definición de NIDA, vemos como si bien sustenta formalmente la idea de “enfermedad cerebral”, también debe incluir diversos factores de vulnerabilidad, bajo la égida de la multifactorialidad: predisposición genética, edad de exposición a las drogas, y factores contextuales como el estrés en el trabajo, o los problemas familiares. Supone entonces una reformulación del problema neurobiológico integrando psicología, contextos ambientales y sociales. El modelo sociocultural En este modelo podríamos incluir aquellas perspectivas que, desde disciplinas como la antropología y la sociología, han abordado el problema, principalmente a través de metodologías cualitativas. El uso de este tipo de metodologías ha sido fundamental a la hora de abordar el problema desde la propia perspectiva de los sujetos, sus universos de sentido, sus prácticas culturales y sus modos de socialización. Dentro de los métodos más usados se encuentra la etnografía, caracterizada por el uso de la observación-participación, que permite no solamente la observación de los fenómenos estudiados, sino también el acercamiento “participativo” a sus prácticas, sentidos e interacciones cotidianas. El enfoque “holístico” de la etnografía permite estudiar los sujetos en la complejidad de sus contextos “naturales” o “espontáneos”, a diferencia de los contextos “artificiales” de la investigación experimental, con restricciones y acotamientos en términos de variables. Las distintas perspectivas englobadas bajo este “modelo sociocultural” han ayudado a comprender las distintas prácticas sociales relacionadas con las “drogas”, desde el uso de psicoactivos en sociedades tribales o tradicionales (y sus usos religiosos, médicos, y recreativos), hasta las distintas “subculturas de las drogas” de nuestras sociedades contemporáneas. En relación a las sociedades tradicionales, la etnografía desde sus inicios ha mostrado cómo los efectos positivos o negativos de las distintas sustancias psicoactivas no pueden separarse de sus contextos culturales. Uno de los estudios pioneros es el de Weston La Barre en los años 1930s, sobre la función ritual y medicinal del peyote en los nativos americanos (La Barre, 2012), estudio que 319
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” llevará posteriormente a la defensa por los derechos de los indígenas en el transporte y uso ritual del peyote, realizada por antropólogos como Franz Boas, Sol Tax, Omar Stewart, y el mismo La Barre en la primera mitad de siglo XX (Bryan & Singer, 2010). A mediados de siglo XX comienza un interés por el rol de los alucinógenos y la cultura, que da lugar a reflexiones en torno al uso psicoactivos en sociedades tradicionales y su papel en las prácticas médicas y religiosas, principalmente en el denominado “complejo chamánico” (Eliade, 2009; Lévi-Strauss, 1997). Esto llevará a los primeros estudios etnográficos sobre el uso ritual y medicinal de “alucinógenos” en Latinoamérica (Dobkin de Rios, 1973; Dolmatoff, 1969; Harner, 1972), y posteriormente a una extensa literatura antropológica sobre en el uso tradicional de sustancias como el peyote (Calabrese, 2014), los hongos alucinógenos (Fericgla, 1985), la ayahuasca (Apud, 2015b; Labate, 2012; Luna, 1986), la marihuana (Carter, 1980; Rubin & Comitas, 1975), entre otros. En el caso de los estudios en nuestras sociedades contemporáneas, la sociología cualitativa de la Escuela de Chicago será una pionera en los estudios etnográficos urbanos del uso de drogas en los años 1930s, bajo la idea que el contexto citadino genera un medio social de condiciones estresantes que pueden incidir en el abuso de drogas (Dai, 1937). Unos años más adelante, Alfred Lindesmith (1947, 1968) propondrá una visión de la adicción desde los propios actores, basándose no en las descripciones “objetivas” de la literatura científica, sino en la “subjetiva” de los propios consumidores de heroína. Las polémicas conclusiones de Lindesmith ponderarán con igual importancia el uso de la heroína para escapar de los efectos negativos de la abstinencia, como los problemas psicológicos relacionados con la segregación y la estigmatización. Para Lindesmith lo central será entonces el contexto socio-cultural, el estilo de vida generado por una sociedad que segrega las desviaciones a determinados espacios urbanos alienantes. La idea de un acercamiento cualitativo a la vida cotidiana de los consumidores, será un paradigma que se popularizará en la segunda mitad de siglo XX. Uno de los más conocidos representantes es Howard Becker, quien estudiara cómo los consumidores de marihuana aprenden a interpretar las experiencias como placenteras entre su grupo de pares (Becker, 1953). Su trabajo será fundamental en el desarrollo de una teoría del “etiquetado”, donde la desviación no sería un producto de características individuales psicológicas o hereditarias, sino de la propia clasificación de lo desviado por parte de la sociedad, creándose una subcultura de la desviación (Becker, 1963). De esta manera el modelo “sociocultural” ha cuestionado la posibilidad de entender la “drogodependencia” en términos exclusivamente biológicos, exponiendo su relación con las formas de organización de la vida cotidiana, y los procesos de identificación y construcción de identidad (Romaní, 2000). A su vez ha permitido intervenir en el campo de las adicciones de distintas maneras. Por un lado, las metodologías cualitativas tienen la capacidad de acceder más fácilmente a poblaciones “escondidas” o de acceso problemático. En el caso de las adicciones, tanto la ilegalidad como la estigmatización hacen que la investigación in situ exija un juego de negociaciones y confianza que suponen compartir formas comunes de 320
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” reconocimiento, problemas en los que métodos como la etnografía tienen amplia trayectoria. Por otro lado, el estudio del consumo en los “contextos naturales” de los usuarios ha permitido distinguir en forma más realista el uso del abuso, a través del estudio de la variabilidad de modos de consumo, Por último, las contribuciones del modelo “sociocultural” también han permitido detectar emergencias y necesidades en el campo mismo, estableciendo mejores estrategias de salud, para las adicciones, y sus problemas sanitarios asociados, tales como el VIH o la hepatitis C (Bryan & Singer, 2010; Romaní, 1999). Hacia una posible síntesis: neuroantropología y cognición distribuida. Dentro de las nuevas propuestas que intentan conciliar los niveles neurocognitivos y los socio-culturales tenemos a la neuroantropología. Se trata de un nuevo enfoque interdisciplinario que intenta, desde lo teórico, trazar un puente entre el cerebro y la cultura, y desde lo metodológico, la integración de técnicas cualitativas y cuantitativas (Lende & Downey, 2012). En el caso de las adicciones, Daniel Lende (2005) propone reconsiderar el tema de los factores de riesgo desde una perspectiva biocultural. Para ello plantea un enfoque antropológico que tome en cuenta los descubrimientos sobre la neurobiología de la adicción, y su relación con la evolución de la cognición humana desde una perspectiva de la antropología biológica. Por otro lado, si bien reconoce la incidencia del nivel neurocognitivo en el proceso de adicción, también remarca la imposibilidad de reducir el mismo a un asunto psicofarmacológico, recalcando la importancia del aprendizaje social y del contexto socio-cultural. Lende propone una reformulación de la idea de incentive salience (“estímulos prominentes incentivadores”) de Robinson & Berridge (1993) en términos bioculturales. Robinson & Berridge proponen una teoría motivacional de la adicción a partir de sus investigaciones con modelos animales. Su trabajo apunta a comprender el sistema de recompensa como productor de atribución hacia estímulos del medio, volviéndolos prominentes. En su modelo la experiencia interna de placer es tan central como el aprendizaje asociativo y el contexto. Lende propone extender la teoría desde su aplicación en experimentación animal, hacia la investigación etnográfica, conectando biología y cultura a través de la idea de incentive salience. Mientras que el modelo de Robinson & Berridge permite profundizar en el “cómo” de la adicción, el contexto etnográfico lo integra al “porqué”. Ambas dimensiones son integradas a través de la idea de los “estímulos prominentes incentivadores”. Un segundo caso es nuestra investigación sobre el uso de ayahuasca -un psicoactivo amazónico- dentro de contextos espirituales y religiosos, donde propusimos un modelo de “cognición distribuida” dentro de un marco de investigación etnográfica multitécnica cualitativa-cuantitativa (Apud, 2013b, 2013c). Si bien la investigación no ha apuntado hacia el problema de la adicción en particular, permite de todas maneras entender los aspectos multidimensionales que componen el consumo de sustancias psicoactivas, tomando en cuenta niveles biológicos, psicológicos, sociales y culturales(Apud, 2013b, 2015a, 2015b). La idea de cognición 321
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” distribuida rompe con el modelo “intracranealista” de cognición, entendiendo que los procesos mentales hacen uso del contexto social y cultural de distintas maneras, relegando tareas cognitivas hacia la ecología artefactual del medio, de modo de optimizar sus capacidades (Apud, 2013a; Hollan et al., 2000). De ésta manera el efecto de una sustancia psicoactiva nunca será unidireccional –de un nivel neurobiológico a uno comportamental- sino que el contexto socio-cultural también determinara la experiencia, e impactará sobre los niveles neurológicos. Utilizamos el concepto de cognición distribuida de Cole y Engëstrom (1993) bajo un enfoque histórico–cultural, integrando factores como la comunidad, la biografía personal del sujeto, los artefactos y mediadores simbólicos del contexto inmediato, entre otros. El conjunto de estos factores componen lo que los autores denominan “sistemas de actividad”, unidad de análisis para el estudio del comportamiento humano. De esta manera, el uso y los efectos de una misma sustancia pueden variar considerablemente dependiendo de sus usos culturales, y del sujeto en tanto sujeto biográfico, con una historia social y cultural particular. La idea hace eco de formulaciones clásicas, como la idea del set & setting propuesta por Zinberg (1984) en el estudio de los usos de heroína por soldados de la Guerra de Vietnam. Reflexiones finales: neuropsicología, modelo sociocultural y Derechos humanos. Si bien el modelo neuropsicológico ha supuesto un avance en nuestros conocimientos sobre el problema de las adicciones, también ha acarreado consigo ciertos problemas. Desde un punto de vista epistemológico ha sido reduccionista, al intentar constreñir un fenómeno complejo a los límites del cerebro, bajo un modelo “intracranealista” que ha caracterizado a la psiquiatría como disciplina, principalmente con el predominio del neokraepelismo. Por otro lado el modelo neuropsicológico ha sido el legitimador científico de las políticas prohibicionistas. Lejos de haber sido neutral, dicho modelo ha sido extremadamente permeable a los vaticinios sociales y políticos de cada época. Con el modelo sociocultural surge una fuerte crítica y reflexión en torno a este modelo, que ha contribuido en el campo de las políticas en drogas a la emergencia de nuevas estrategias. Una década clave fue la de 1980, donde epidemias como las de la heroína y el HIV-SIDA dejaron en evidencia las dificultades del prohibicionismo, y permitieron el incremento de nuevas estrategias como las de reducción de daños (Romaní, 2007). Más allá que el modelo prohibicionista sigue siendo el hegemónico, actualmente ha comenzado cierto viraje a nuevas políticas de drogas. Han aparecido distintos modelos alternativos con énfasis en la legalización y regularización, que enfatizan en el fracaso de la “guerra contra las drogas”, y el impacto negativo de las políticas prohibicionistas en términos de violencia y salud pública. La emergencia de nuevas políticas de drogas debe mucho al denominado “modelo socio- cultural”, que ha permitido cuestionar las distintas falencias del modelo. 322
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” Todos estos cambios han permitido poner en primer plano las contradicciones de dos marcos legales de referencia dentro de las Naciones Unidas: el de las políticas de drogas por un lado, y el de los Derechos Humanos por otro. Desde una perspectiva de Derechos Humanos, diversos autores han enfatizado en la “humanización de la ley internacional”, que en el terreno de las políticas de drogas supone que las medidas legales no vulneren el derecho a la privacidad, a la salud, al tratamiento ético, y a derechos colectivos (Miró, 2014). Tenemos por ejemplo al uso de la hoja de coca en los pueblos indígenas americanos (Boiteux, Peluzio Chernicharo, & Souza Alves, 2014), así como el principio de proporcionalidad entre crimen y castigo, aceptado por la mayoría de los tratados internacionales -inclusive por la propia INCB (2007)-, pero que sigue siendo un problema sin resolver en las políticas de drogas (Uprimmy Yepes, Guzmán, & Parra Norato, 2013). En el campo de la ciencia, creemos que con el paso del tiempo aparecerán nuevas propuestas integradoras, que tomen las fortalezas y limen las debilidades de cada uno de los modelos presentados. Al igual que el resto de los problemas en salud mental, es imprescindible entender las adicciones desde una perspectiva que integre los distintos niveles biológicos, psicológicos, sociales y culturales involucrados. La integración de los modelos neuropsicológico y sociocultural resulta no sólo un imperativo para políticas de drogas y de salud más acertadas, sino también para el cumplimiento de la agenda en Derechos Humanos a nivel nacional e internacional. Referencias Bibliográficas Apud, I. (2013a). ¿La mente se extiende a través de los artefactos? Algunas cuestiones sobre el concepto de cognición distribuida aplicado a la interacción mente-tecnología. Revista de Filosofia, 39, 137–161. Apud, I. (2013b). Ceremonias de Ayahuasca: entre un centro holístico uruguayo y el curanderismo amazónico peruano. Universidad Nacional de Lanús. Retrieved from http://neip.info/novo/wp- content/uploads/2015/04/Apud_Ayahuasca_Uruguay1.pdf Apud, I. (2013c). Repensar el Método Etnográfico. Hacia una etnografía multitécnica, reflexiva y abierta al diálogo interdisciplinario. Antipodas. Revista de Antropología Y Arqueología, 16, 213–235. Apud, I. (2015a). Ayahuasca , Contexto Ceremonial y Sujeto . Análisis del Set and Setting a Partir de un Grupo Uruguayo de Terapias Alternativas. Journal of Transpersonal Research, 7(1), 7–18. Apud, I. (2015b). Ayahuasca from Peru to Uruguay: Ritual Design and Redesign through a Distributed Cognition Approach. Anthropology of Consciousness, 26(1), 1–27. doi:10.1111/anoc.12023 Barrondo Lakarra, S., & Callado Hernando, L. F. (2006). Aprendizaje, Memoria y Motivación. In J. C. Pérez de los Cobos, J. C. Valderrama Zurián, G. Cervera Martínez, & G. Rubio Valladolid (Eds.), Tratado SET de Trastornos Adictivos. Madrid: Editorial Médica Panamericana. Becker, H. (1953). Becoming a marihuana user. American Journal of Sociology, 59, 235–242. Becker, H. (1963). Outsiders: Studies of the sociology of deviance. New York: The Free Press. Becoña Iglesias, E., & Cortés Tomás, M. (2010). Manual de Adicciones para psicólogos especialistas en 323
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XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” Medios de comunicación y consumo de drogas: adecuaciones pendientes Vázquez, Andrea Elizabeth [email protected] Salud Pública y Salud Mental II. Facultad de Psicología. Universidad de Buenos Aires Resumen El problema del estigma y la discriminación, constituye un desafío para la investigación sobre exclusión en salud. Los procesos de estigmatización producen un efecto de vulneración del ejercicio de ciudadanía de ciertos grupos de personas al negárseles el cumplimiento de derechos tales como el derecho a la salud. El trabajo tiene como objetivo analizar la presencia de conceptualizaciones estigmatizantes en notas periodísticas seleccionadas de un medio gráfico nacional. Para llevarlo adelante, se realizó una revisión documental on –line de noticias publicadas en el diario Página 12 (versión digital) durante un período seleccionado. Se focalizó en relevar la presencia de conceptos estigmatizantes: estereotipos, valoraciones negativas y/o discriminatorias. La relevancia de estudiar los procesos de estigmatización, se basa en la necesidad de identificar componentes que disminuyan la exclusión en salud. El derecho a la intimidad, a no ser segregado por padecer o haber padecido un sufrimiento psíquico, entre otros, forma parte del marco normativo actual. Queda por delante un proceso de adecuación de los discursos de referentes de salud y comunicadores que favorezca la deconstrucción del paradigma de la peligrosidad, la culpabilización y la individualización por motivos de salud mental para habilitar un paradigma con enfoque de derechos que favorezca el trato digno, respetuoso y produzca buenas prácticas de comunicación en la temática. Introducción El trabajo tiene como objetivo analizar la presencia de conceptualizaciones estigmatizantes en notas periodísticas seleccionadas de un medio gráfico nacional. Para llevarlo adelante, se realizó una revisión documental. El problema del estigma y la discriminación, constituye un desafío para la investigación sobre exclusión en salud. Los procesos de estigmatización producen un efecto de vulneración del ejercicio de ciudadanía de ciertos grupos de personas al negárseles el cumplimiento de derechos (como el derecho a la salud). Procesos de estigmatización social: sufrimiento y vulneración de la ciudadanía 327
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” Las transformaciones políticas, económicas y sociales inherentes a la aplicación de políticas Neoliberales han producido profundas modificaciones en la población en general, pero ha sido en las poblaciones más vulneradas donde sus efectos fueron más significativos: precarización del trabajo y/o pérdida de empleo, modificaciones de la estructura organizativa familiar, fragmentación y ruptura de vínculos sociales, profundización del individualismo en desmedro del establecimiento y sostén de vínculos solidarios, etc. Políticas de exclusión sumadas a políticas represivas en materia de drogas, signadas por el prohibicionismo y la punición, produjeron un discurso hegemónico caracterizado por la estigmatización y discriminación de drogadependientes de sectores vulnerados Es paradójico que los procesos de estigma y discriminación en las sociedades actuales, se producen principalmente por el no acceso al consumo, constituyendo un verdadero “(…) consumismo contra la ciudadanía” (Klein. 2002, p.505). Esta cuestión se torna particular al analizar los efectos del proceso de estigmatización en el caso de los consumidores de drogas de sectores empobrecidos. El problema de la drogadependencia ha sido designado habitualmente como un problema “naturalmente” asociado a la delincuencia o a la enfermedad y ha tenido como respuestas principales la criminalización y/o la medicalización. La visión predominante del crimen y la enfermedad, ha sido la base para negarle a estas personas “(…) las dos principales características de los ciudadanos en un régimen democrático: la racionalidad y la autonomía” (Auerano, 2003, p.49). Uno de los efectos principales de la estigmatización, es su capacidad de producir grupos específicos de ciudadanos que ven limitado su ejercicio de derechos. Estos grupos, ponen en juego una operación de encubrimiento en diferentes momentos de la vida cotidiana, tal como puede ser el contacto con una institución pública. Puede hipotetizarse entonces, el largo camino que deben recorrer aquellos para los cuales el consumo de drogas se ha vuelto problemático (una pequeña parcela de consumidores) y necesitan tratamiento por su problema de salud. En un trabajo sobre las consecuencias de la criminalización del consumo de drogas en los vínculos entre instituciones de salud y usuarios/as de drogas que viven en condiciones de marginación social (Epele 2007), se analiza a la sospecha como una lógica que estructura una barrera entre los usuarios y el sistema de salud. Reconocer esta lógica como barrera supone ampliar las nociones tradicionales sobre problemas económicos, geográficos y culturales. La lógica de la sospecha, se define como “(…) aquel conjunto heteróclito de prácticas simbólicas que definen las propiedades de los vínculos y las posiciones entre los usuarios/as de drogas y las Instituciones del estado, particularmente las de salud” (Epele, 2007, p.155). Medios, comunicación social y drogas 328
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” La definición de los problemas relacionados con el consumo de drogas, tal como lo conocemos en la actualidad se distingue por el lugar espectacular otorgado por los medios de comunicación, el alto contenido de alarma social, y el carácter político que porta y define sus contornos (Romaní, 1999). Esta particularidad en el abordaje del tema, enfrenta y dicotomiza a los denominados normales versus los desviados. Surge entonces, un producto simbólico, compuesto por la identificación: de los consumidores de drogas a los adictos, del fenómeno del uso a la enfermedad y del sujeto que usa al enfermo. (Sepúlveda, 1999). Esta forma de comunicar el tema de las drogas y los consumos, lo ha condicionado a un universo discursivo restringido. Aquél conformado exclusivamente por informes policiales, judiciales y -en algunos casos-médicos, donde se omite la voz de los actores: usuarios y familiares. El énfasis en formular el problema desde la perspectiva de la enfermedad y/o de la inseguridad ciudadana, evita analizar un escenario de mayor complejidad que el mero uso o abuso de una sustancia ilegal, negando que se trata de una pequeña punta de un iceberg cuya existencia delata conflictos sociales basados en la inequidad social. Un ejemplo especialmente significativo para el análisis de los procesos de estigmatización, lo ofrece el análisis de uno de los materiales de prevención que difunde la Secretaría de estado específica para el tema (Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico cuya sigla es SEDRONAR). En uno de los folletos preventivos disponibles en la web (1) del organismo, se informa sobre las características de diversas sustancias. Relevamos la presencia de una apreciación fuertemente estigmatizante en la carilla que describe la clasificación y efectos del consumo de PACO (2). Al final, señala entre las consecuencias sociales: “(…) Mayormente, los niños adictos se vuelven mentirosos, engañan a sus padres y amigos. Con tal de obtener el dinero, roban o venden lo que tienen a la mano”. Recientemente, Muleiro (2014) analiza la composición de un spot publicitario difundido en televisión (de la misma Secretaría de estado) que con el objetivo de comunicar un mensaje preventivo acerca del consumo de las drogas, “(…) puede terminar asociando los consumos adictivos sólo a los jóvenes más pobres” (3). Método Se realizó una revisión documental on –line de noticias publicadas en el diario Página 12 (versión digital) durante el mes de marzo de 2014. El foco estuvo puesto en relevar la presencia de conceptos estigmatizantes: estereotipos, valoraciones negativas y/o discriminatorias. Para la búsqueda, se estableció como parámetro la aparición -en cualquier parte del artículo periodístico- de alguna de las siguientes palabras: droga-drogadicción-adicto-adicción. Se revisaron los títulos (con sus antetítulos y subtítulos en el caso que los tuvieran) de todos los artículos seleccionados con los parámetros señalados. Hubo 329
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” casos en que la búsqueda trajo artículos en cuyo cuerpo principal aparecía alguna de las palabras elegidas, pero no estaban presentes en el título (antetítulo y subtítulo). Se analizaron un total de 70 artículos. Resultados El análisis cualitativo de los títulos de las noticias relevadas, mostró la prevalencia de un conjunto de sentidos comunicados de forma reiterada: Delincuentes: En más de la mitad de los artículos analizados, se trata de noticias policiales en que se reiteran las palabras narcotráfico, seguridad o inseguridad. En algunos casos, los títulos expresan el carácter político de la temática y se presentan asociaciones entre reconocidos carteles de droga de origen colombiano o mexicano y la reproducción de la operatoria por parte de grupos criminales nacionales Violentos: En una cuarta parte de los artículos, se desarrollan temas de violencia de género o se analiza la lógica de linchamiento a personas encontradas en situación de robo (tema presente en todos los medios de comunicación a partir de la presentación de una serie de casos en los cuales grupos de personas detienen y golpean a una persona que es hallada robando): Malos: Cerca de la cuarta parte de las noticias relevadas, se refiere a la presentación de programas televisivos, películas, obras de teatro y libros en los que interviene la temática de las drogas. Un capítulo aparte merece el análisis de la avidez social ante programas o series de TV en cuya trama principal existe una relación entre el o los protagonistas y las drogas (tal es el caso de “Dr. House”, entre otras series que novelan la vida en instituciones de salud), pero tan solo mencionaremos que la emisión de un programa televisivo actual (la serie de la televisión colombiana con el sugestivo título: “El patrón del mal”) que versa sobre la vida de Pablo Emilio Escobar Gaviría (fue uno de los traficantes de cocaína más famosos de Colombia) , ha logrado ser uno de los programas más vistos en su banda horaria. Conclusiones La conceptualización de la estigmatización, entendida como un conjunto poderoso de procesos sociales relacionados con la reproducción de la desigualdad y la exclusión, ofrece un complemento y una nueva forma de comprender sus efectos, con miras a ser parte de intervenciones que tiendan a cuestionarlos y eliminarlos (Parker y Aggleton, 2002). Un camino es poner en discusión las categorías que habitualmente se relacionan con el consumo de drogas: enfermedad y delito. En cuanto a la nominación de enfermedad, es tiempo de separar a quienes hacen usos recreativos de drogas (principalmente ilegales), de aquellos que manifiestan consumos problemáticos. En cuanto a la vinculación con el delito, el debate muestra mejores perspectivas en comparación con lo que ocurre con la categorización de enfermedad. A nivel 330
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” mundial, la evaluación de los efectos de dos décadas de represión y persecución de los usuarios, ha demostrado un estrepitoso fracaso en cuando a la disminución de la demanda. Un fracaso mayor ha mostrado en favorecer la atención en salud de aquellos que requieren tratamiento por su consumo problemático. Aún queda por delante un largo proceso de transformación de los discursos sobre las drogas. Una transformación en cuyo núcleo quede lo central de la problemática, es decir, las condiciones sociales y el sufrimiento que padecen los sujetos cuando tienen un problema con las drogas. Los Medios de comunicación social, podrían cumplir una importante función en este camino de cambios, pero sin duda configuran solo una parte de la transformación. Reducir la estigmatización y la discriminación, es fundamental para la elaboración de políticas de inclusión desde una lógica de respeto por los derechos humanos. ________________________________________ Notas (1) Disponible durante la gestión del Dr. Granero al frente de la Secretaría. (2) Sigla que se utiliza para hacer referencia a un compuesto denominado Pasta Base de Cocaína. (3) El autor analiza que el personaje animado que protagoniza el spot responde a una imagen tipificada de joven de sectores pobres (cabellos oscuros, gorrita, capucha, con una caja de vino en la mano y al ritmo de música tropical). Referencias Bibliográficas Aureano, G. (2003). Uso recreativo de drogas ilícitas. Una visión política. En C. Cáceres et al. (Eds.) La salud como derecho ciudadano. Perspectivas y propuestas desde América Latina. (pp. 45-48) Lima: UPCH. Diario Página 12. Versión digital. Extraído de: http://www.pagina12.com.ar/ Epele, M. (2007). La lógica de la sospecha. Sobre la criminalización del uso de drogas, complots y barreras de acceso al sistema de salud. Cuadernos de Antropología Social. FF y L. UBA, 25. 153- 170. Goffman, E. (2006). Estigma. La identidad deteriorada. 1era Edición 1963.Buenos Aires: Amorrortu. Klein, N. (2002). Conclusión. En No Logo (pp.505-512). Buenos Aires: PaidósLey Muleiro, H. (2014, abril 9) Sonido, imagen y contenidos. Página12 Digital, La ventana. OPS/OMS (2005): La estigmatización y el acceso a la atención de salud en América Latina: Amenazas y Perspectivas. Romaní, O.: (1999). Las drogas. Sueños y razones. Barcelona: Ariel. Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR). Presidencia de la Nación. PACO (pp.11). Material Preventivo: “Drogas. Lo que 331
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” siempre quisiste saber…y no te animaste a preguntar”. Consultado el 10 de enero, 2014, de: http://www.sedronar.gov.ar/images/folletos/distribucion_prevencion.pdf Sepúlveda G., M. :(1999). El silencio de los angustiados. En Dobón, J.E., Hurtado, G. (Comp.) Las drogas en el siglo… ¿qué viene? (pp.73-87). Buenos Aires: Universitaria de la Plata. 332
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” Modelo de intervención técnico- pericial en problemáticas con familias Brusatori Derrico, M.; Juchet, C.; Kovach, R.; Rocco, D.; Vogt, M. [email protected] Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires. Juzgados de Familia Nº1y Nº2. La Plata. Resumen El objetivo del presente trabajo es mostrar un modelo de intervención técnico-pericial en las problemáticas familiares que requieren, para su re- ordenamiento, la intervención de la justicia. Como equipo de trabajo intentamos, a través de las distintas disciplinas que nos agrupan (psiquiatría, psicología, trabajo social) un abordaje integral que nos posibilite descubrir o decodificar la estructura familiar de base de cada familia particular, en tanto causa y efecto de la problemática manifiesta. A lo largo del trabajo se intentará mostrar la modalidad de dicho abordaje en todo su proceso, pero siempre teniendo como eje la familia en tanto totalidad. Desde una visión vincular e integral, intentamos brindar al Juez una herramienta que colabore en la resolución de aquellos conflictos que exceden lo meramente jurídico, a partir de una mirada que rompe con la estructura binaria inherente al dispositivo jurídico, en el que las partes se presentan en el proceso en forma mutuamente excluyente, enfrentadas en un litigio que no admite coexistencia. Así, nuestra intervención, más allá de cumplir con la tarea pericial encomendada, tiende a la implicación del sujeto como parte de un todo. Introducción Los integrantes de este trabajo formamos parte de un equipo interdisciplinario que constituye el CTA del fuero de familia del Poder Judicial de la provincia de Buenos Aires, Argentina. El mismo lo integramos psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales que, desde la interdisciplina realizamos un abordaje integral en las cuestiones conflictivas de familias, que requieren para su resolución la intervención judicial. Si bien la institución que nos agrupa es el ámbito jurídico, más allá de las normas, los códigos, las leyes, trabajamos con personas que sufren y que acuden a la 333
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” justicia para buscar la solución de un conflicto que por sus propios medios no pueden resolver y que no siempre es meramente legal, ni el problema ni su resolución. Ante este requerimiento se pone en juego el dispositivo judicial que tiene dos partes: quienes demandan justicia y quien la ejerce; a su vez tiene dos tiempos, tiempo de escucha y tiempo de resolución. Tomemos como ejemplo un proceso de divorcio, hay dos partes que hacen sus reclamos y una terceridad que escucha (lugar del Juez), que cuenta con un sistema simbólico que da sentido al conjunto (código, doctrina, jurisprudencias). Los dos tiempos del dispositivo se vinculan al juzgador, en tanto hay un primer tiempo de escucha y evaluación de hechos y un segundo tiempo de poner en palabras la resolución (sentencia). La demanda de la intervención técnica surge en ese primer tiempo del dispositivo cuando aparece un hueco de significación que no puede ser respondida desde las referencias del derecho. En este sentido, la pericia funciona como una suerte de sutura de ese espacio vacío, ofreciendo una escucha diferente que no apunta a la verdad fáctica sino a algo de la verdad del sujeto en tanto tal. Pero recordemos que en la especificidad del fuero, la intervención que realizamos casi nunca es individual, sino que tomamos como objeto de estudio a la familia en su conjunto más allá de sus integrantes. Así intentamos develar lo que llamaremos ESTRUCTURA FAMILIAR INCONCIENTE, en tanto matriz simbólica del grupo que transforma y se apropia de lo proveniente de la cultura, dando sentido y significado a las relaciones familiares. Ahora bien, que entendemos por FAMILIA: Una familia es mucho más que un grupo de personas unidas por lazos sanguíneos o afectivos o ambos. Es un conjunto de vínculos estables o relativamente estables con denominaciones determinadas que, en su construcción van configurando acuerdos concientes (normativos) pero también y principalmente, inconcientes (aquí es donde apuntamos para entender el conflicto y sus manifestaciones). Los modelos de familias han cambiado en el tiempo, en las distintas sociedades y culturas, pero lo inalterable es que en su interior rigen leyes y deben cumplirse funciones. La ley fundamental es la Ley del Incesto que ordena y regula, y las funciones primordiales son la función materna, paterna y filial. Las funciones son operatorias necesarias para la constitución y construcción de la organización psíquica de los sujetos, de ahí pensamos a la familia como la unidad fundamental para el desarrollo del sujeto, sus potencialidades y condicionamientos. El hablar de función materna y función paterna genera el efecto imaginario de que las mismas sean referidas exclusivamente a la persona de la madre y el padre y, por tanto, al género femenino y masculino. Pero la función tiene que ver con lo simbólico, pudiendo ser ejercida por cualquier persona sin importar el sexo o el vínculo biológico, la única condición es que ese niño signifique algo para quien la encarna. 334
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” Ambas funciones se transmiten desde el principio de la vida del hijo en articulación una con la otra. Se diferencian no sólo para mayor claridad expositiva sino porque ambas dejan improntas diferentes en el psiquismo en constitución. Llamamos función materna al conjunto de cuidados brindados al bebé asistiendo a sus necesidades, al amparo y sostén biológico y psíquico que provee quien o quienes ocupan ese lugar. Llamamos función paterna a la función simbólica ordenadora, de corte y diferenciación. Es la función ordenadora de los vínculos intersubjetivos ejercida desde las instancias parentales, en tanto representantes para el hijo del acceso a lo simbólico, al lenguaje y al discurso del conjunto de esa cultura y sociedad determinada. Esto implica que los progenitores no sólo le otorgan y brindan un sentido desde lo emocional, sino que se ubican como referentes de una ley de la cultura y le transmiten de manera explícita e implícita los valores, ideales y modelos predominantes que ellos han interiorizado en cuanto a lo prohibido y lo permitido para cada vínculo. Recordemos que las funciones se dan en forma complementaria, o sea que, si bien la función paterna se vincula con el corte y la discriminación, que un hijo pueda diferenciarse de su madre, de su padre y paulatinamente asumirse como otro con deseos propios más allá de los enunciados identificatorios familiares, implica un largo recorrido por diferentes vínculos y la apropiación-elaboración de enunciados de conjunto. Es decir, ambas funciones operan en el psiquismo infantil como condición de posibilidad de los procesos de identificación y diferenciación constituyentes de la alteridad. En tanto la función filial implica la impronta de lo novedoso que cada hijo le impone a la organización familiar. El hijo no sólo se constituye sobre las imágenes, afectos y modelos parentales, sino que a través de su singular metabolización- apropiación de lo transmitido, aporta nuevas significaciones al grupo familiar, que en el advenimiento de la adolescencia cuestionan y formulan lo heredado de manera novedosa. Marca momentos de cambio y el pasaje de ser pareja a ser familia y de ser familia a ser pareja. Todo esto va demarcando la trama familiar subyacente. Es importante destacar que en toda familia hay dos órdenes de vínculos: simétricos (entre la pareja conyugal, entre hermanos) y asimétricos (entre padres e hijos). Es sumamente importante que estos ordenes se mantengan delimitando lugares (orden estructural pre-fijado) y posiciones (como se posicionan los miembros de una familia en situación). Así pues, nuestro trabajo se centraliza en una evaluación de lo vincular, entendiendo por VÍNCULO aquella ligadura inconciente que da cuenta de una estructura, más allá y más acá de los yoes incluidos en la misma. Resulta pertinente diferenciar vínculo de relación, en tanto la segunda se refiere a la multiplicidad de manifestaciones del primero. Por tanto, la relación es observable y el vínculo deducible. Así una familia se va construyendo y constituyendo y en su devenir deberá transitar distintos momentos que ponen en riesgo el equilibrio alcanzado. Estos 335
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” momentos se denominan CRISIS, en tanto configuran o instalan un cambio brusco y decisivo en ese devenir. Las crisis pueden estar ligadas a los ciclos vitales (nacimiento de un hijo, adolescencia de los hijos, salida exogámica) o a cuestiones accidentales (muertes, mudanzas, migraciones). Atravesar una crisis de modo exitoso implica reformular y actualizar sus pactos y acuerdos encontrando nuevas formas de funcionamiento, transformando y ampliando los puntos de significación compartidos, generando una complejización de la estructura. Ahora bien, cuando esa reformulación y acomodación familiar fracasa se produce lo que llamamos CONFLICTO, algo de lo nuevo que al no poder metabolizarse se presenta como disruptivo. La familia en conflicto acude entonces a la justicia para que ésta le preste aquello que por sí sola no consigue. La intervención técnica es demandada por el juez o el equipo jurídico cuando la dimensión del conflicto excede las posibilidades de resolución meramente jurídica. Las problemáticas familiares más frecuentes giran en torno a circunstancias en que la pareja parental ya separada de hecho no puede resolver con eficacia las consecuencias de la misma (cuidado personal de los hijos, plan de parentalidad, etc.). Más allá de los motivos de esa imposibilidad (aspectos que intentará develar el trabajo pericial) que serán específicos a cada situación, en todos los casos aparecen manifestaciones como expresión de resistencia del grupo a emprender el proceso psíquico de elaboración y asunción de la separación y la nueva situación familiar que de ella deriva. Metodología de trabajo Tal como venimos explicando el abordaje técnico que se realiza ante la demanda del Juez es integral e interdisciplinario. Así se establece un dispositivo de intervención que generalmente se inicia en el área social: habitualmente el pedido del juez indica “amplio informe socio-ambiental” siendo la lectura del expediente y las observaciones que puede sugerir el magistrado en vistas a la resolución del conflicto, lo que brinda el marco de intervención social. Ahora bien, desde nuestra intervención profesional leer lo social implica complejizar la trama de lo relacional, incorporando lo económico, lo cultural, el grado de inclusión en su entorno, los vínculos de sustento, capturando cómo se expresa la problemática en la configuración particular de las familias y en la vivencia de sus condiciones de existencia (orden material, dimensión ambiental, anclaje territorial). La vida cotidiana del grupo familiar sobre el que intervenimos se presenta como el espacio de condensación de procesos sociales, históricos, culturales y económicos que se crean y recrean en le reproducción social. La intervención de los trabajadores sociales se centra en poder percibir cómo se expresa dentro del contexto familiar, inserto en un medio social, la problemática que se ventila en el ámbito jurídico. 336
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” En el encuentro de lo discursivo y de lo observado, leído desde un contexto ampliado, es que los profesionales decodificamos la mirada particular de la conflictiva que trae la familia al ámbito jurídico. En esta mirada ampliada se incluyen otros actores: convivientes, vecinos, entorno social, organismos de la comunidad, red social. La intervención se despliega a través de la escucha específica utilizando como técnicas la observación participante en ámbito territorial del grupo familiar y la entrevista semi-estructurada con registro parcial. Consideramos de vital importancia que la intervención posibilite el encuentro entre el profesional y los sujetos involucrados, que genere un espacio de reciprocidad propio para la compresión de las manifestaciones de la conflictiva familiar particular. En el marco de la entrevista se pone en juego nuestra visión de sujeto que anuda lo individual, lo familiar y lo social. Este insumo será de vital importancia para la confección del informe pericial desde ésta perspectiva. Del universo al que nos sumergimos en la intervención, el informe pericial sólo dará cuenta de los principales datos, hechos y contexto que se consideran relevantes y que pueden aportar a la develación o resolución de la problemática que motiva la intervención. En función de ello, el profesional cuenta con un abanico de posibilidades para construir la estrategia de intervención, la cual puede sugerir la evaluación, en conjunto o no, con otras las disciplinas del CTA, como así también la intervención de otras instituciones que puedan aportar a la resolución de las problemáticas. Posteriormente y a partir de lo informado por los trabajadores sociales y de la especificidad de lo demandado por el Juez, se construye la estrategia de abordaje psicológico. En la misma pueden intervenir psicólogos, psiquiatras o ambos. Se pueden estipular entrevistas psicoclínicas individuales y/o grupales, determinando de acuerdo a la singularidad de cada caso, la metodología apropiada. No obstante, en todos los casos el principio que rige nuestra intervención es la familia en situación y en su totalidad, así se deja por fuera la metodología pericial clásica (análisis individual, intrasubjetivo), rescatando con la metodología de abordaje vincular la especificidad del fuero de familia, es decir, un conflicto familiar requiere un abordaje diferente y propio que apunte a lo intersubjetivo, en tanto causa y efecto del conflicto. Lo intrasubjetivo cobra sentido en su entrecruzamiento. Es la intersubjetividad lo que condiciona los posicionamientos de los integrantes del grupo familiar tanto en su funcionalidad como en su disfuncionalidad. Por ello utilizamos instrumentos de evaluación e intervención vincular, apuntando a generar diferentes espacios; por un lado, de producciones individuales, por otro de producciones conjuntas o vinculares. La metodología privilegiada en ambos casos es el método clínico y el análisis discursivo en su dimensión intra e intersubjetiva. En un primer momento se llevan a cabo entrevistas psicoclínicas individuales semidirigidas con cada uno de los miembros del grupo, a fin de conocer su posicionamiento en el mismo, incluyendo las historias 337
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” de las familias de origen de cada cónyuge, como también la historización que realiza cada miembro de la constitución y devenir de la pareja. En estas entrevistas, primeramente se establece el encuadre de nuestro trabajo pericial explicando su objetivo, nuestra función y las características y partes del proceso a transitar juntos. Posteriormente, se irán recabando datos que no se limitan a lo intrasubjetivo, sino también a lo intersubjetivo y a lo transgeneracional. Esto nos permite ir elaborando hipótesis acerca del conflicto familiar que luego serán contrastadas en las entrevistas vinculares. Las entrevistas vinculares pueden ser parento-filiales y/o fraternas. Por lo general evitamos entrevistar en forma conjunta a la pareja parental no conviviente, a fin de preservar a los sujetos y no reproducir en el ámbito pericial-judicial la modalidad disfuncional en la que se manifiesta el conflicto. Justamente nuestra intención es brindar la posibilidad de correrse del mismo, intentando que los miembros del grupo logren involucrarse en aquello que padecen. En este espacio de producción vincular privilegiamos un tiempo de relato conjunto de lo producido, donde se va poniendo en juego y se evidencia la complejidad de la trama familiar. Así, les proponemos la realización en nuestra presencia de una tarea conjunta donde se despliega una escena que visibiliza la modalidad de interacción del grupo. Este encuentro posibilita que surjan sentimientos, afectos que no siempre son coincidentes con lo manifestado en las entrevistas individuales. En la interrelación de estos dos espacios se confirman, descartan o reformulan hipótesis acerca del funcionamiento vincular, focalizando en determinados parámetros: - Momento y cualidades de la crisis y del proceso del duelo por la separación, en la familia y en sus integrantes. - Ejercicio de la parentalidad y su diferenciación de la conyugalidad. - Lugar que ocupan los hijos en la conflictiva conyugal y repercusiones de la misma en su subjetividad. - Reconocimiento de la importancia y necesidad de la presencia del otro parental en la vida de los hijos y posibilidad de favorecer u obstaculizar la circulación de los mismos. -Preservación o no del vínculo fraterno. Si bien la metodología privilegiada es el método clínico, contamos con técnicas auxiliares específicas que aportan datos complementarios a efectos de corroborar o reformular nuestras hipótesis, o también construir nuevas hipótesis. Entre las mismas y para las entrevistas individuales de los adultos contamos con las técnicas de Confección del plano de la casa y del Árbol genealógico. La primera nos permite acceder a significaciones ligadas a los lugares simbólicos que ocupa cada uno. 338
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” En tanto la segunda nos brinda datos relevantes acerca de la historia familiar y del lugar de cada uno en la cadena transgeneracional. Con los niños, las técnicas complementarias se adecuarán a su edad y momento evolutivo que transitan: Hora de juego diagnóstica, Dibujo de una familia, Familia kinética, Dibujo del personaje, Juego de Interrelaciones Familiares. Estas mismas técnicas se adaptan al momento de la evaluación conjunta, solicitando a los entrevistados una producción compartida, emergente de la interacción. En todas las producciones vinculares esperamos la libre ubicación de los entrevistados en el espacio, manteniendo nosotros lugares fijos y registrando acciones, verbalizaciones e intercambios grupales. Cuando se trata de familias con niños pequeños la técnica utilizada es la Hora de juego conjunta familiar, donde entre todos deben armar un juego libre con los materiales de la Caja de juego. Cuando se trata de niños más grandes, en edad escolar y/o adolescentes, la técnica más utilizada es la de Dibujo compartido familiar con relato posterior de historia. En esta oportunidad les ofrecemos una hoja de papel grande y les proponemos que entre todos armen un dibujo para luego contarnos una historia acerca del mismo. Les pedimos también que cada uno elija un color diferente para dibujar que será usado sin cambiarlo durante toda la tarea. El objetivo del color único es identificar el recorrido de cada uno en el gráfico y la posibilidad o no de respetar la consigna. En la producción observamos: si consiguen realizar una tarea conjunta y cómo la organizan, grado de complejidad de la producción gráfica y su contenido, existencia o no de planificación conjunta, espacio dibujado por cada uno, como también la posibilidad de entrecruzamiento, distancia, integración, que aparece entre los diferentes colores. En la producción verbal final tenemos en cuenta lo que cada uno dice y la posibilidad de que el relato resulte de un intercambio entre todos. Nos permite también observar su coherencia, existencia de un conflicto y la posibilidad o no de resolverlo. Una vez finalizada la evaluación tanto en su abordaje individual como vincular, se realiza un análisis global e integrador (evitando análisis aislados) que siempre tendrá un carácter cualitativo. La última parte de nuestro trabajo es la elaboración de un informe pericial, analizando una situación determinada (pedido del juez, puntos de pericia), detallando sus características y arribando a posibles conclusiones con estrategias terapéuticas que serían aconsejables para la resolución del conflicto. Es decir, el informe pericial intentará interpretar el sentido inconciente del conflicto y de la trama vincular que lo sostiene, trasmitiéndolo como asesoramiento al juez. El informe pericial forma parte del conjunto de la evaluación y no debe perderse de vista hacia quien va dirigido, por un lado hacia el juez, a quien se le responde según 339
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” lo solicitado, y por otro a la familia evaluada. Por lo tanto, es un recorte de todo lo observado en función de un objetivo preciso y debe ser comprensible para el receptor, sin abundar en lenguaje técnico y términos teóricos. Si bien cumplimos con una tarea procesal, no podemos soslayar nuestro compromiso ético con el sujeto. Por lo tanto, el informe pericial debe ser útil también para la familia evaluada, acompañándola en el difícil recorrido judicial, ofreciendo una escucha diferente que abra posibilidades de implicación y nuevos cuestionamientos, solo así se podrá arribar a una genuina resolución del conflicto. Conclusiones El presente trabajo intenta transmitir una modalidad de abordaje técnico- pericial que no responde exclusivamente a la demanda judicial (institución que nos nuclea) sino también que intenta sea de utilidad para las personas, que en busca de soluciones frente a un conflicto familiar acuden a la justicia. En tal sentido tomamos a la familia como un todo, siendo este nuestro objeto de estudio, pesquisable a través de sus múltiples manifestaciones. El abordaje presentado privilegia por tanto, lo intersubjetivo por sobre lo intrasubjetivo, realizando diagnósticos vinculares que permiten contemplar la estructura familiar en su conjunto y en situación, como también el potencial del grupo para su reordenamiento. Nuestra práctica cotidiana, frente a la complejidad de los conflictos con los que trabajamos, nos enfrenta a un desafío constante. La dinámica de los mismos nos impone una práctica flexible y una permanente búsqueda de nuevas estrategias para su comprensión y resolución, así como de un constante diálogo entre todos los operadores. Referencias Bibliográficas Abelleira, H y Delucca, N. (2004) Clínica forense en familias. Historización de una práctica. Buenos Aires. Argentina: Lugar Editorial. Amores, S. (2000) Clínica del niño y su familia. Una perspectiva Vincular Psicoanalítica. CABA. Argentina: Distal S.R.L. Berenstein, I. (1992) Psicoanalizar una familia. Buenos Aires. Argentina: Paidós. Cattaneo, B. (2005) Informe Psicológico. Elaboración y características en diferentes ámbitos. CABA. Argentina: Universidad de Buenos Aires. Grassi, A y Cordoba. N. (2010) Entre niños, adolescentes y funciones parentales: Psicoanálisis e interdisciplina. Buenos Aires. Argentina: Editorial Entreideas. Montano, C., Oliva, A., Mallardi, M., Gallego, D., Riveiro, L., Matuseviciu. J. (2014) Procesos de intervención en trabajo social: Contribuciones al ejercicio profesional crítico. La Plata. 340
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” Argentina: Colegio de Asistente Sociales o Trabajadores sociales de la Pcia. De Buenos Aires. Nicolini, G. (2011) Judicialización de la vida familiar: Lectura desde el trabajo social. CABA. Argentina: Editorial Espacio. Pérez, A. (2009) Familia, Enfoque interdisciplinario: Psicoanálisis, Pediatría, Derecho. Buenos Aires. Argentina: Lugar Editorial. 341
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” Obesidad Infantil. Abordaje Interdisciplinario Cameo, G.A.; Deymié Jofré, M.F. [email protected] Resumen Por las repercusiones negativas que tiene la obesidad infantil, tanto en la salud física como psicológica, fue relevante buscar posibles causas de la misma no solo en el paciente obeso, sino ampliando la mirada al ámbito familiar, y en el contexto sociocultural que los influyó. Reconocemos que la obesidad es causada por múltiples factores, nuestra tarea consistió en un trabajo conjunto: Licenciada en nutrición, licenciadas en psicología, y medica pediatra – endocrinóloga. Por esto fue relevante un abordaje interdisciplinario de la patología. El trabajo en equipo nos brindó a cada profesional la posibilidad de enriquecer nuestra práctica con los conocimientos de las otras disciplinas implicadas. Así de esa manera logramos abordar al paciente obeso. En el enfoque interdisciplinario, el saber proveniente de diferentes campos científicos se funde en conceptos generales. Esta posición es de especial importancia para comprender y resolver problemas donde interactúan diferentes ciencias. Todo este conglomerado semiológico debió ser tenido en cuenta por cada profesional del equipo, incorporándolo como dato, patrón, y confrontarlo con las intervenciones sobre el grupo familiar, y de allí se podía extraer el verdadero diagnóstico. Se debe recordar que la prevalencia de esta patología en edades tempranas incrementa las probabilidades de su desarrollo en la vida adulta, constituyendo en sí misma un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas y traumatológicas a corto, mediano y largo plazo. Es fundamental que los padres o tutores responsables de los niños concurran periódicamente a controles, para una intervención temprana del médico, quien a su vez se apoyará en un equipo interdisciplinario: especialista endocrinólogo pediatra, Licenciado en Nutrición, Licenciado en Psicología y así tratarlo integralmente. Introducción 342
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” El presente proyecto tuvo como finalidad abordar interdisciplinariamente la “obesidad infantil”, este se centró en la realidad actual de la familia con miembros obesos. Las temáticas que se tuvieron en cuenta fueron: cambiar el hábito alimentario del niño y la familia, la actividad física rutinaria, la participación activa de los miembros familiares, los niveles de ansiedad y/o depresión, la autoestima y la autoimagen, los recursos psicológicos de los involucrados, el sistema de creencias y la motivación para llevar a cabo el tratamiento. La obesidad es una enfermedad caracterizada por un cúmulo de grasa neutra en el tejido adiposo, superior al 20% del peso corporal de una persona en relación a la edad, la talla y el sexo, debido a un balance energético positivo mantenido durante un tiempo prolongado. Su origen es multifactorial en cuya etiopatogenia están implicados factores genéticos, metabólicos, psicosociales y ambientales. Teniendo en cuenta las repercusiones negativas que tiene la obesidad tanto en la salud física como psicológica, es relevante buscar posibles causas de la misma no solo en el paciente obeso, sino ampliando la mirada al ámbito familiar, donde sus integrantes tienen una historia individual, están dentro de un contexto sociocultural que los influye y mantienen una estructura de funciones, espacios y roles que repercuten en el desarrollo y crecimiento de cada uno. Insertados en un ambiente obesogénico, con actitudes sedentarias como comer golosinas delante del televisor, en el automóvil y durante los juegos de salón o de mesa la favorecen. Cuando se estudia la conducta del niño y de cualquier ser humano, es importante tener en cuenta el contexto donde este comportamiento se desarrolla y adquiere sentido. Se considera que la familia ocupa un papel fundamental en el desarrollo de diferentes estructuras de sus miembros, por ello se abordara la obesidad infantil desde ésta perspectiva familiar. Donde lo importante es desarraigar la creencia de que la 'gordura' en los niños es sinónimo de salud, o que con la edad reducirán de peso. El tratamiento del paciente obeso es interdisciplinario. Ante la sospecha de sobrepeso se debe consultar al médico, quien a su vez se apoyará en el endocrinólogo, nutriólogo y psicólogo, para manejarlo integralmente. Los padres deben vigilar que el niño, al bajar de peso, no presente alteraciones en su crecimiento y desarrollo, no causarle alteraciones metabólicas, disminuir el apetito y tratar de evitar los problemas psicológicos, objetivos todos ellos que se persiguen durante el tratamiento. La capacidad del niño para discriminar entre el hambre y otras necesidades o afectos se desarrolla en la experiencia recíproca al lado de su madre. Cuando esta alimenta al niño en respuesta a demandas que no son nutricionales, como ternura, enojo o miedo, él no podrá diferenciar entre lo que es el hambre y estar molesto. Esto provocará una sobrealimentación y la confusión ante las demandas afectivas del niño, que no le permitirán tener una claridad de sus necesidades, lo que generará mayor inseguridad. 343
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” En ocasiones los padres condicionan indirectamente la obesidad de sus hijos, al ofrecer alimentos para distraer la atención de los niños, les brindan golosinas en los momentos en que están 'ocupados' y no pueden atenderlos o los premian con pasteles, dulces, chocolates y helados. 'Recordar que la alimentación es un hábito que se adquiere en el seno familiar' El niño obeso muestra poca tolerancia a las actitudes de sus compañeros y familiares en relación con su aspecto y aceptación, y también son discriminados y rechazados, los insultos de sus compañeros pueden ser destructivos. El bullying es una forma de maltrato psicológico, verbal y/o físico, entre escolares de forma reiterada a través de las escuelas y de redes sociales. El cutting es una forma de autolesión a través de la producción intencionada de heridas sobre el propio cuerpo, comúnmente realizada sin intensiones suicidas La obesidad infantil puede generar complicaciones ortopédicas, respiratorias y cutáneas. Los niños con sobrepeso corren el riesgo de sufrir diabetes, colesterol e hipertensión. En definitiva, todas ellas conducen a padecer enfermedades cardiovasculares, entre otras. En la puesta en marcha de este trabajo nuestro objetivo fue favorecer la toma de conciencia de que la obesidad es una enfermedad y de sus consecuencias físicas y psíquicas derivando en una disminución de la vida media del individuo y a la vez cambiar los ambientes obesogénicos, orientando acciones preventivas sobre el ambiente familiar, como hábitos, rutina y costumbres saludables. Conclusiones Este proyecto lo implementamos en la Provincia de San Juan. Estuvo dirigido a todos niños obesos de edades entre 6 años y 12 años. De la comprensión abarcativa de los distintos factores en juego en el abordaje de la obesidad se desprendió la necesariedad de una intervención articulada de las distintas disciplinas, en la que se comparte una cosmovisión interdisciplinaria, cuyos objetivos trascienden los específicos de cada disciplina. Cada profesional aporto su saber y su práctica en plena conciencia de estar formando parte de un sistema que lo trasciende. De esta manera intentamos enfrentar las complejidades que nos presentó la clínica de la obesidad, respondiendo como equipo a las necesidades de nuestros pacientes. Los pacientes expresaron es la claridad del tratamiento, ya que mantenía una coherencia en la información recibida por cada profesional. Manifestaron que tuvieron una buena experiencia en reconocer sus sentimientos, pudieron negociar límites que les ayudo a su seguridad personal. Los padres se sentían cómodos y comprendidos de manera que repercutía en una adhesión positiva al tratamiento. 344
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” Los favorables resultados de nuestro trabajo, una tasa de deserción mínima, la alta adhesión a las actividades programadas y la evaluación final de los pacientes, contribuyeron fuertemente a inyectar una gran cuota de motivación a nuestro equipo y a considerar que este abordaje es el más adecuado para este tipo de pacientes. “La obesidad constituye hoy por hoy un importante problema de la salud, debido a su presencia creciente en la población y a sus consecuencias en los individuos que la padecen. Es una pandemia que afecta a los diferentes grupos etarios, sin límites en relación con la raza o el sexo. Forma el principal problema de malnutrición del adulto y es una enfermedad que se ha visto aumentada notoriamente en la población infantil.” Referencias Bibliográficas Pérez, A. (2001) Psicoanálisis, pediatría, familia y derecho. Buenos Aires. Ed. Carybe. Braguinsky, J. (1996) Obesidad. Argentina. Editorial El ateneo. Cañamares, E. (2002) ¿Por qué no puedo adelgazar? Causas psicológicas de la obesidad. Editorial ALGABA. España Cormillot, A.; Fuchs, A. (agosto 2002) Obesidad y dismorfofilia: otro punto de vista sobre una enfermedad crónica. Revista Actualidad Psicológica, N° 300 APA (1995) Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mundiales. Cuarta edición. Ed. Masson S.A. Barcelona. Panzita, M.T. (2005) Obesidad: una carrera de regularidad contra el sobrepeso. Buenos Aires. Clarín Vázquez, I. (2003) La delgadez imposible. Barcelona. Editorial Paidós. 345
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” Placer y salud en el cuerpo de mujer Román de Giro, A. [email protected] CEPAS Centro de Educación, Pareja y Asistencia a la Sexualidad Resumen Durante siglos y aún hoy, la Mujer no se ha sentido dueña de su cuerpo, ni de su salud y menos de su placer. Los mandatos sociales han negado el derecho de la mujer, a su salud, y a su placer. Este trabajo pretende mostrar que la mujer aún no se empondera de su cuerpo, cuidándolo desde la salud y disfrutándolo desde el placer. Introduciendo el tema de la autoestima y reflexionando desde allí, se aborda el tema del placer como un Derecho desconocido por muchas por ser reciente su promulgación. Además por factores como desinformación, vergüenza, mitos y culpas, que colaboran en la negación del goce sexual. Desarrollo Hay dos lugares del cuerpo femenino que, durante siglos, el sistema sexo/género y la cultura patriarcal, necesitó mantenerlos cerrados: la boca y la vulva, 11 a partir de esa premisa se construyeron cuerpos de mujeres sumisas, sin poder, con una identidad en la que las cualidades son el silencio, la pasividad y la receptividad. Así también el área de la salud se ve resentida por considerarse que el otro, médico, esposo, novio, padre, debe hacerse cargo de algo que solo le pertenece a la Mujer. Reflexionando sobre los derechos a la salud sexual y al placer sexual, se pretende concienciar a la Mujer sobre la necesidad de conocerse su cuerpo, quererse, para cuidarse y disfrutarse. 11 Para una revisión del concepto, sistema Sexo/género ver el artículo de Gayle Rubin El tráfico de mujeres: notas sobre la Economía Política del sexo y el de Marta Lamas La Atropología feminista y la categoría género, en la revista Nueva Antropología, Vol. VIII. No. 30, año1998, pp.95-145 y pp. 173- 198, respectivamente. 346
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” Conocemos quienes trabajamos en el ámbito de la salud, que la autoestima es un bien escaso, entre las mujeres, el por qué es sencillo y complejo a la vez: es educada y preparada para cuidar, alimentar, educar, servir, contener al otro. Lo que le acontece a ella, lo que siente, lo que desea, lo que le da placer, puede esperar, porque el mandato es siempre atender al otro, cuyas necesidades son imperantes y difíciles de postergar, el mandato no viene solo, de la mano de la culpa eterna compañía que no nos podemos desprender. La autoestima es ese conjunto de ideas, percepciones e imágenes que una persona tiene de sí misma en términos valorativos; es la calificación que cada una se da ya sea como persona o en relación con algunos aspectos de sí misma. Tenerse estima, quererse, es una acción que todos los seres humanos podemos y debiéramos desarrollar. Se trata de un proceso que se inicia con el nacimiento y constituye una tarea de toda la vida. La sensación de identidad deriva de la sensación de estar en contacto con el cuerpo. Para conocerte tienes que ser consciente de lo que sientes. Tienes que saber porque tienes esa expresión en tu cara, como te mueves y como te mantienes erguida. Una persona que no es consciente de las sensaciones y actitudes de su cuerpo se rompe en dos, convirtiéndose en un espíritu incorpóreo y en un cuerpo desencantado. Cuando se piensa o se habla del cuerpo, se está pensando en distintas dimensiones: la biología, la psique, la historia, la cultura. El cuerpo entonces, nos remite a bienestares y malestares, a procesos de salud-enfermedad, a la muerte, al placer y al dolor (en un sentido físico-real tanto como emocional-social); también nos remite al consciente e inconsciente, a lugares y biografías, a la pornografía y la política, y a nociones y concepciones de la filosofía, la sociología, la psicología y la antropología . 12 Nos refiere, por supuesto, a distintas conceptualizaciones de lo que son los valores, las sensaciones y las emociones, tanto como las percepciones. Con el cuerpo sentimos, conocemos y percibimos el entorno, dicen los fenomenólogos. El cuerpo es un espacio en el que transita el poder, dice Foucault. Es el espacio de lo simbólico, explica Lacan. Es bisagra entre lo social y lo psíquico, diría Marta Lamas. Es significado y constructo de una identidad, expresión de una construcción del género en una cultura específica, señala Judith Butler, entre otras. Además, desde el punto de vista de la autovaloración, nuestra madre es el primer modelo genérico en lo que a la autoestima se refiere. Muchas mujeres reconocen en su dificultad para valorarse la repetición de lo que percibieron en sus 12 Para obtener un panorama y una síntesis de las diferentes corrientes, y una discusión sobre la construcción de las diferentes conceptualizaciones del cuerpo, ver el Capítulo II del texto de Margarita Báez Metáforas del cuerpo, citado en la bibliografía. 347
XVI CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA “PSICOLOGÍA Y COMPROMISO SOCIAL” propias madres: personas que permanentemente se postergaban, que de manera directa o indirecta desvalorizaban a las mujeres y que hasta hoy aceptan ser maltratadas. También la baja autoestima se pone de manifiesto a través de dos síntomas muy comunes en las mujeres: la dificultad para decir ''no' y para delimitar y defender un espacio propio. Gran parte de sus problemas con respecto a los límites se debe a la inseguridad en sí mismas y a creer que no tienen derecho a defender lo que quieren o desean. Los modelos de Mujer = Madre siguen vigentes y muchas mujeres se sienten frustradas cuando no pueden cumplir ese mandato .En la actualidad otro mandato es Mujer = Juventud, por lo que la adolescencia se la quiere vivir eternamente y se combate el paso de los años con las miles de ofertas de la juventud eterna que la sociedad ofrece. Ana María Daskal (1994) indica algunas causas, para entender por qué a las mujeres nos cuesta tanto valorarnos como personas: * Porque pertenecemos y estamos insertas en una cultura en la que el prototipo y el modelo a seguir, en la gran mayoría de los casos, es impuesto por el varón; * Porque somos miradas y evaluadas en comparación con el modelo masculino; * Porque las diferencias con ese modelo suelen entenderse o interpretarse como fallas o carencias de las mujeres; * Porque en nuestro proceso de socialización se nos vedan, sutil y sistemáticamente, experiencias que implican autorreconocimiento, experimentación y enfrentar dificultades; *Porque la primera y más significativa figura de identificación es otra mujer que, a su vez, tuvo importantes déficit en su autovaloración; * Porque gran parte de nuestras actividades se consideran 'naturales' y no como un trabajo; * Porque dentro de las prescripciones más significativas del ser mujer figura ser humilde, discreta, pasar inadvertida y no hacerle sombra al varón; *Porque el ideal delgado es hermoso no desde el punto de vista estético sino como solución política. Una mujer hambrienta se vuelve débil, silenciosa, insegura, confusa y asexual, de manera que ¿qué amenaza puede representar semejante persona para alguien? Estamos en el cambio, hay leyes, derechos, se habla de equidad para romper con la sociedad paternal y machista , pero aún seguimos con feminicidios cada 30 hs, con maltrato institucional, con alto índice de embarazo adolescente, con abusos sexuales infantiles. 348
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